MI PAPA ME AMA



Mi papá me ama

Luis, se levantó muy temprano un domingo y viendo que sus papás todavía dormían, decidió prepararles unos “quequitos” para el desayuno. Se fue para la cocina, sacó un gran tazón y una cuchara de palo, buscó la harina entre la despensa. Al levantar la pesada bolsa de harina, se le resbaló y comenzó el reguero más espantoso. Fue después a la nevera y sacó una caja de leche, tomó el frasco del azúcar y fue mezclando los ingredientes dentro del tazón.

Cada vez que el niño iba de un lugar a otro, dejaba las huellas de sus pequeños pies, el gato iba lamiendo y dejando huellas. Cuando Luisito quiso comenzar a cocinar los “quequitos”, trató de bajar el tazón de la mesa para acercarlo a la estufa y terminó regando el resto de leche que quedaba entre la caja. Cuando traía la sartén se resbaló con leche que se había derramado y quedó tirado en medio de la cocina.

En ese momento vio a su papá de pie en la puerta. Dos grandes lágrimas se asomaron a sus ojos. Estaba seguro de que su papá lo iba a castigar y muy posiblemente le iba a dar una buena paliza. Pero su papá sólo lo miraba en medio de aquel desorden, sin entender qué había pasado allí. Su papá, caminando por encima de todo aquello, se agachó y tomó a Luisito entre sus brazos, que ya estaba llorando, y le dio un gran abrazo lleno de amor, sin importarle cómo estaba quedando su propia pijama.

Dios nos trata así. Dios se acerca a nosotros, nos toma en sus brazos y nos regala su perdón, como el padre de Luisito, que se compadece de su pequeño hijo, que ha convertido la cocina de su casa en un verdadero desastre, por querer hacerle unos quequitos a sus papás en día domingo.






Javier Abanto

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