cree y confia

Si todos los días naces


Ufff… se acaba el año, llegó tan rápido la navidad y ojalá con un niño llamado Jesús; aunque eso dependa de cada uno, cómo reciba el regalo, forrado al vacío o forrado con el sentido a aquel símbolo del amor sin límites.

El año pasado me regalaron un boleto para ir a un concierto, pero las ocupaciones y los temas por resolver me hicieron rechazarlo. Después de unos días supe que era un concierto único. Este año, quiero que las ocupaciones no me hagan rechazar la gran invitación, el afinado cantante y pueda delirar con la música.

En estas fiestas nos volvemos regalones, expresamos nuestra solidaridad, nos identificamos con los problemas de los demás. Por eso felicitaciones, quien sienta su corazón cambiado, alimentado por la alegría, seguramente Dios se valió de un niño o de alguien par mostrarle su cercanía.

Un niño suele cambiarnos la vida. Su llegada, sus gritos, su rostro, su fragilidad, su ternura… Todo lo que él es repercute en el hogar, en cada persona. Así hace que fijemos nuestros ojos en la gran novedad, estar atentos a cada gesto. Las abuelas parecen ser mamás y como primeras madres están listas a servir con su experiencia y pericia.

A veces queremos ver el rastro de Dios, pero debemos estar atentos como el enamorado cuando espera a su amada (que tarda), como el presidiario que se estremece al escuchar su nombre o la palabra “visita”. Dios no juega a las escondidas, siempre e hace el encontradizo (“no lo arroches pues”).

Si todo el año nos comportáramos como en Navidad, seguramente se recortarían las distancias, la generosidad nos daría grandes alegrías. Si solamente superaríamos la desnutrición infantil tendríamos buenos estudiantes. Si las instituciones se involucrarían (en serio) con la problemática social los proyectos de desarrollo no serían "falsas promesas", sino realidades.


DOCUMENTO DE APARECIDA

También por el sacramento del Perdón que Cristo nos ha alcanzado en la cruz. Alabamos al Señor Jesús por el regalo de su Madre Santísima, Madre de Dios y Madre de la Iglesia en América Latina y El Caribe, Estrella de la evangelización renovada, primera discípula y gran misionera de nuestros pueblos. (Documento de Aparecida nº 25).



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