Domingo XXXI del Tiempo Ordinario - Ciclo C - Octubre 31 de 2010

Podríamos ser más afortunados
 
En las diferentes actividades con estudiantes recuerdo bien a una de ellas. Ella participó en varias de las actividades solidarias que realizamos. La primera vez la vi muy activa, un poco escéptico, porque muchos de sus compañeros consideraban que dar una colaboración solidaria era suficiente para aprobar la asignatura. 

En las siguientes actividades, ella ha seguido participando muy activamente; un día la encontré y la felicité por sus buenas calificaciones y jalado por la curiosidad también agradecí su colaboración en las  jornadas. Ella estaba más agradecida que yo, me conto que hasta la primera jornada veía a los pobres como un estorbo para la sociedad, pero que en el encuentro con ellos descubrió el verdadero estorbo para el desarrollo social.

Me dijo que en ellos estaba la fortuna, no para robarles, sino para compartir. Actualmente, es casada, tiene una bella niña y apadrinan a unos niños. 

El encuentro con Jesús no implica una mera filantropía, sino un camino práctico en la realidad. Si dar un poco del tiempo que te sobra ya te colma de felicidad, te imaginas entregar tu vida al servicio, algo debe cambiar.
Te propongo algunos temas: los pescadores jubilados, los papás y mamás abandonados, los niños violentados, los trabajadores explotados,  los desaparecidos del Santa, las víctimas del terrorismo y las fuerzas armadas, los campesinos desterrados, los pueblos postergados, los salarios de docentes, los “asegurados”, …

Si a todos los mencionados, el gobierno, los empresarios y otros respondieran así: “… daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más”… nuestro país sería otro. 

Si las empresas y el gobierno no maquillara el verdadero trabajo con los pobres, si las iglesias realmente trabajarían a favor de los pobres,… el respeto a los Derechos Humanos (Educación, salud, alimentación, vestido,…), el acceso a los servicios básicos, a una buena información en las oficinas públicas, la ética profesional, la transparencia en los gobiernos,… Nuestro concepto de riqueza y sentido de la vida cambiarían.

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