Cuarto domingo de Pascua – Ciclo A (Juan 10, 1-10) – 15 de mayo de 2011





“Yo soy…”



En Semana santa y en las fiestas solemnes de la Diócesis podemos ver en procesión al altar una larga fila de sacerdotes, religiosos, seminaristas y acólitos. Entonando cantos, contentos de ir hacia la fuente tranquila, a la celebración donde se reposa la cabeza para alimentarse espiritualmente.

Es una expresión de “Yo soy” – Dios- en camino, junto, con su pueblo. Yo soy un sacerdote feliz en camino con mi pueblo. Yo soy un laico feliz con la misión de transformar el mundo. Yo soy una religiosa feliz con mi vocación. Yo soy un matrimonio feliz con el objetivo de santificar a la vida familiar.

Hoy, celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones a la vida consagrada y al ministerio ordenado. Jesús dice de sí mismo: “yo soy la puerta” que conduce a la vida verdadera o vida completa, realizada; no nos inmuniza de las preocupaciones ni tensiones, pero nos da fuerza.

“Yo soy” es una frase pronunciada con ansias de aceptación o con mucha seguridad que puede evidenciar inseguridad. También es una frase que en nuestro contexto evidencia un agocentrismo y egoísmo, pero en el contexto bíblico es un chorro de oportunidades de vida, de darle sentido a nuestra existencia.

Cuando vemos a la procesión ingresar con sus vestimentas litúrgicas, nos dan ganas de tomar fotos y podemos decir interiormente “qué bacán”, “quiero ser como ellos”, “se les ve tan tranquilos” (no tanto). Pero ojo, es una gran responsabilidad, el “yo soy” te lleva al Ser como Cristo.

Atención, según el evangelio de San Juan, Jesús dice: Yo soy la luz del mundo, yo soy el pan de vida, yo soy la vid verdadera, yo soy la resurrección y la vida, yo soy el camino, la verdad y la vida. Y precisamente hoy dice: : “Jesús volvió a decirles: ‘Esto les aseguro: Yo soy la puerta por donde pasan las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí, fueron unos ladrones y bandidos; pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta: el que por mí entre, será salvo. Será como una oveja que entra y sale y encuentra pastos”.

Luz, para brillar en la oscuridad, pan para alimentar a los demás, vida para tener rostros de resucitados, camino para no entrar por los espinos, verdad para desterrar la mentira. Puerta, la que se abre y se cierra, está dispuesta a recibir a los demás, pero también debe proteger la interioridad sagrada.

Si tú quieres ser como Cristo, no lo dudes, es bonito, te lleva a la felicidad, sólo tienes que definir cómo quieres servir al Dios de la vida y del amor. Entrar, caminar, reposar la cabeza en el altar, pero no quedarse con el alimento, sino salir a compartirlo, es una urgencia, la puerta sirve de mucho para salir cuando es una emergencia.


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