T.O. XXIV, A: “ Hasta setenta veces siete... ”

Compasión desproporcionada

Claude Vignon (19 de mayo de 1593 - 10 de mayo de 1670).Parábola del siervo implacable.
 

Tía Grima era una mujer muy trabajadora, de carácter fuerte como mi madre. Su pronóstico de salud era reservado, en sus conversaciones con sus hijos, esposo y familiares pidió perdón y perdonó. Finalmente, partió a la casa de Dios testimoniando la paz y la alegría de un corazón compasivo.  Nos toca aprender a perdonar y pedir perdón. (diciembre 2018)


XXIV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)

Mateo 18, 21-35


Perdonar de corazón.

Perdonar es parte de nuestra vida. Esa capacidad de perdonar las ofensas hasta nos libera de tontos pesares. Y, de manera más profunda, radica en el corazón, en la compasión. El camino está en tener compasión del hermano como Dios la ha tenido de uno mismo.

Y si no me siento perdonado, al menos debo quedarme perplejo

 

Este desafío -perdonar- es más difícil que los desafíos de los programas de la TV de entretenimiento. Muchos sienten que no deben nada a nadie, menos a Dios, y por tanto no necesitan de su compasión. Entones, sin Dios en tu vida, el perdón sólo llegará al nivel de “limpieza mental”; la compasión sazonada por la fe demorará en calar. 

 

La desproporción: “Siervo malvado”

Es un siervo de la desproporción: Dios le perdona una fortuna (diez mil talentos) y él no puede perdonar una propina (cien denarios).

En este contexto de la misericordia en su alta expresión aparece el “siervo malvado”. Malvado porque es perdonado y no perdona, fue escuchado y no escucha. Malvado porque sus palabras son de tono espiritual (siervo), pero ante el prójimo son palabras de condena, venganza, de aparente “justicia” (Malvado). Es decir, en su jerarquía el dinero pesa más que las personas.

 

“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”

Este es el clamor nuestro de cada día. Nos cobra la vida, el prójimo, el trabajo, el amor, ... Y también es el clamor del prójimo. Estamos todos en esta bolsa de valores de las desproporciones sociales. Nos quedamos perplejos ante las injusticias, la violencia, la intolerancia, …

 

Y qué podemos hacer. O mejor dicho, quiénes debemos ser. Ser compasivos. No te canses de pedir perdón. Perdona sin límites. Si no sabes por dónde comenzar te sugiero: tus padres, tus hermanos, compañeros de trabajo, tus amigos, tus enemigos. Ahora que el Covid19 nos amenaza podríamos hacer la campaña del perdón, con el gran premio de la paz interior y el incremento del amor, y naturalmente, el perdón de Dios, el Rey.


El ejemplo de tía Grima seguramente te recuerda a historias personales. No hay nada mejor que vivir en el amor y seguir la voluntad de Jesús, nuestro Salvador.

  

Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 21-35

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:

«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.
Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
“Págame lo que me debes”.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido.
Entonces el señor lo llamó y le dijo:
“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste ¿no debías tener tú también compasión de un compañero, como yo tuve compasión de ti?”.
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».


Pintura:

- Claude Vignon. Parable of the Unforgiving Servant, formerly called Croesus Receiving Tribute from a Lydian Peasant

- La homilía del domingo. Dominicos di Hispania.


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