IV Domingo de Cuaresma (B): "Es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para … vida eterna" Nicodemo

 “ Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único ”

La serpiente de bronce. GIAQUINTO, CORRADO. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prad


IV Domingo de Cuaresma

Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)

 

En este desierto con aerosoles contaminados no necesitamos sólo de una mascarilla sino principalmente de fijar nuestra esperanza en el altísimo y en la ciencia humana. Seguimos en el desierto expuestos al veneno de las serpientes. Ahora, necesitamos mirar al Cristo desangrado y asfixiado, al mismo que paradójicamente viene para salvarnos ante tantos venenos.

 

El uso de la serpiente como símbolo en muchas religiones ha tenido el significado divino. Para los Incas era signo de la sabiduría entre la superficie terrenal y el subsuelo, la región de los muertos. Moisés la usa como símbolo de antídoto ante la mordedura de la serpiente. Y Jesús, compila el significado, más allá de la medicina científica, en su propia imagen, erguido en la cruz de madera, por amor a santos y pecadores.

 

Entonces, en el desierto mirar la vara que sostenía la serpiente implicaba seguir con vida. En nuestro desierto creer en el Hijo de Dios es obtener la vida eterna. Es decir, la serpiente que era símbolo de muerte para Adán es signo de vida para los judíos, y el nuevo Adán, Jesucristo, es vida en abundancia para nosotros.

 

¿Y qué hizo la humanidad para merecer la muerte? Uno de los placeres que nos supera es la comida y la murmuración, es lo mismo que les sucedió al primer hogar: Adán y Eva. "Murmuraron contra Dios en el desierto" (Sal 77,19). Entonces, una gran estrategia de superación es mirar tu pecado, arrepentirte y reconciliarte con Dios.   

 

Ahora, entonces mirar a Jesucristo en la cruz es contemplar al salvador. «Es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree tenga vida eterna. "

 

La gran contradicción de la vida es: no identificar a tiempo, a Dios, la libertad, ... San Agustín decía que tiene miedo que pase Dios porque quizá no lo identifique. Así pues, el Faraón tiene esclavos, mas no sus corazones. Los esclavos quieren ser libres y murmuran contra Dios. Dios ha escuchado los clamores de su pueblo y les manda un salvador. El pueblo termina matando al Salvador.

 

En este domingo de cuaresma, hagamos ese ejercicio de mirar a Dios en la cruz, de contemplar los sufrimientos de esta vida. Revisemos en nuestros corazones la libertad y el exilio, la fidelidad y el pecado, la luz y la oscuridad, el amor y la murmuración, el camino viable y el peligroso.

 

¡Debemos deducir que estamos en una crisis de energía divina muy fuerte! ¡En nuestro mundo, nuestros corazones a menudo carecen de luz!

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 14-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».

Enlaces de interés:

 El libro de los Números relata que después de que el Señor envió una plaga de serpientes para castigar a los judíos por su falta de fe, Moisés intercedió ante Dios y recibió estas instrucciones:

Hazte un abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá. [Números 21: 8]

En San Juan 3: 14 en el que Cristo proclama »Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre», enseñó a los cristianos a ver la serpiente de bronce como un tipo de la crucifixión validado divinamente, pero los comentaristas enfatizaron también que es una imagen de la fe salvífica. Según la lectura común de este elemento tipológico, la serpiente de bronce en el desierto, que Dios concedió a su pueblo cuando ellos se arrepintieron de su falta de fe, enseña al hombre que sólo puede salvarse mediante la fe en Cristo crucificado.


👀👉 Visita la Homilía Dominical para el Tiempo de Cuaresma, 

Ciclo B

Sugerencias de reflexión en el camino a la Pascua de Nuestro Señor Jesucristo

0 Comments