VI Domingo del tiempo ordinario (C): Bienaventurados cuando les odien, excluyan, insulten... por causa del Hijo del hombre

Un mundo de contrastes

"Dios primero"


El Sermón del monte, óleo sobre tela del pintor danés Carl Heinrich Bloch (1834–1890).


VI Domingo del tiempo ordinar

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)

 

Había una vez un mundo lleno de malos y buenos, de ricos y pobres, de desdichados y felices, de prósperos y fracasados, de unos llorando y otros gozando. Y los malos se sentían buenos y los buenos no aceptaban que eran malos. Los pocos ricos eran víctimas del mercado, vendían, y se interesaban más por la muchedumbre que aumentaba y compraba y compraba. A los desdichados les dolía todo, incluso el orgullo, y a los felices no les interesaba los llantos sino sólo su isla de sueños. Los prósperos ‘tenían’ y los fracasados ‘eran’. Los unos lloraban con el sonido de las armas y los otros gozaban porque cada sonido aumentaba sus caudales y aquello parecía una película de guerra y hambre . 

 

Y aquel mundo lejano no comprendía cuándo hacer el mal te convertía en bueno. Quizá no valoraba al pobre con mucho dinero o con pocas monedas, así los pobres ricos pusieron seguros y normas para forrar sus fortalezas ya no de piedra, sino de acero. Y los prósperos ignoraban el algoritmo del control de hábitos (malos y buenos) para ser satisfechos con lo que les gusta: “tener más” entre los que no tienen mucho. Y ahora, en ese mundo lejano caben dudas: eres feliz o famoso; dichoso o auto-referencial; del mundo o de tu mundo; del cielo o de la tierra, de antes de Cristo o cristiano, creyente o practicante, … Ese mundo lejano está poblado de Homo sapiens hace 315,000 años y quizá se acerque a tu historia. 


Y entonces, en quién confiar, en los hombres o en Dios, en uno mismo, en ti mismo sin Dios. Te toca reflexionar sobre los bienaventurados que confían en Dios y les va bien, como lo expresan los salmos, sin olvidar la dimensión de buscar la construcción de un mundo solidario y justo.

 
Bien “sapiens” los humanos

El Homo sapiens, tiene un propósito en su vida, positivo o negativo, bienaventurado porque eso no lo puede negar. Los interrogantes existenciales seguirán, influidos por la religión y la cultura, capaces de planear y. transformar. ¿Cómo las capacidades morales le ayudan a desarrollarse y ser consiente de que los otros seres humanos merecen el mejor trato?

 

Bien alimentados los hermanos

Todavía Existe hambre en el mundo. ¿Bienaventurados los 745 millones de pobres extremos (BM, 2021), y van en aumento de 100 millones por año? NO. Manos Unidas, por ejemplo, inicia con la colecta de la Campaña contra el hambre en el mundo, cuyo slogan es: “Nuestra indiferencia los condena al olvido” (Conferencia Episcopal Española).

 
Bien atrincherados los soldados en la guerra

Las guerras como producto de intereses económicos - del Homo sapiens - expone a jóvenes, adultos, ancianos y niños al fuego de la muerte. En el mundo lejano, hacia el 2022 todavía hay cacería y comercio de seres humanos. El Papa Francisco pidió al “Dios de la paz” para que "las amenazas de guerra" surgidas con las crecientes tensiones entre Rusia y Occidente "sean superadas mediante un diálogo serio", ojalá sea escuchado.


El papa Francisco también se unió a la campaña #RedhanDay lanzada por la ONU, cada 12 de febrero, con el objetivo de consolidar la responsabilidad social y política de los adultos que cometen este tipo de crímenes: "Cada niño soldado es un grito que se eleva a Dios y acusa a los adultos que han puesto las armas en sus pequeñas manos".


Bienaventurados los que enfrentaron el COVID19 

Mis oraciones van por ti si estás en esta condición de marginación a causa de tu fe. Y si sigues firme en tus convicciones religiosas también mereces mi respeto. Admiro tu fe y convicción que pone a Dios en el primer lugar de tu vida.

 

Durante la pandemia una joven religiosa se ofreció de voluntaria para limpiar la zona de los contagiados en el hospital público de su ciudad. “Quiero ayudar a combatir el bicho, está devorando a mi pueblo” -me escribió en su E-mail- “únete con tu oración sin importar las consecuencias”, recalcaba. 


Así sucedió, cada día oraba por ella  para que el Espíritu de Dios la inspire palabras adecuadas en su encuentro con cada enfermo.  Finalmente, se contagió y también superó el virus, así entendí el por qué no respondía a mis e-mails. Al inicio, algunos amigos la quisieron desanimar, quizá. nos olvidamos de que estas circunstancias eran también el contexto para encontrar a Dios, al menos ella lo tenía claro.


La hermana decidió sabiendo que en su país todavía se persigue al cristianismo, es un ambiente con gente que no conoce, o no cree, o es adversa a Jesucristo. A pesar también de que los amigos y familiares no estén de acuerdo. A todas luces, fue un momento clarificador, varias personas al saber de su contagio se ausentaron, dieron a entender que no les interesaba. Un día ella escribió: “He vuelto, he superado el virus y ahora voy a gozar de mis vacaciones junto a mis padres, gracias por sus oraciones”.


Esa es la tarea también para nosotros, ofrecer estas circunstancias y encontrar en ellas a Dios. En el pobre marginado, en el migrante rechazado, en el anciano olvidado, dichosos..., o dichoso tú que encuentras a Dios en los momentos difíciles de tu vida.

 

Bienaventurados los que  a causa del Hijo de Dios son odiados

En la historia del cristianismo suman cientos de creyentes en Dios que a causa de su fe son odiados. Incluso, no olvidemos que también fueron (¿o son?) perseguidos creyentes de otras confesiones religiosas.


Desde el imperio Romano, la Revolución francesa, el Imperio Ruso con los “Progoms”. “La llegada del nazismo a Alemania, también otorgó con su persecución atroz a los judíos una pléyade de mártires católicos, luteranos, reformados, Testigos de Jehová y muchos otros” (Di Fazio, 22 Magio 2022)

 

Monseñor Arnulfo Romero en el Salvador; en Argentina, los “mártires de la Rioja” Monseñor Angelelli, los padres Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, y el laico Wanceslao Pedernera, Monseñor Ponce de León, obispo de San Nicolás, los padres palotinos del barrio de Belgrano, las monjas francesas Alice Domond y Leonie Duquet, los padres asuncionistas, en Perú los Martires de Pariacoto: Miguel y Zbigniew... y la lista continúa por ciento de laicos, sacerdotes, religiosas y miembros de muchas confesiones cristianas.


Dichoso o dichosa tú que pones a Dios en el primer lugar de tu vida.

 

Palabra del Papa Francisco:


Jesús declara bienaventurados a los pobres, a los hambrientos, a los afligidos, a los perseguidos; y amonesta a los ricos, saciados, que ríen y son aclamados por la gente. La razón de esta bienaventuranza paradójica radica en el hecho de que Dios está cerca de los que sufren e interviene para liberarlos de su esclavitud; Jesús lo ve, ya ve la bienaventuranza más allá de la realidad negativa. E igualmente, el “¡ay de vosotros!”, dirigido a quienes hoy se divierten sirve para “despertarlos” del peligroso engaño del egoísmo y abrirlos a la lógica del amor, mientras estén a tiempo de hacerlo.

La página del Evangelio de hoy nos invita, pues, a reflexionar sobre el profundo significado de tener fe, que consiste en fiarnos totalmente del Señor. Se trata de derribar los ídolos mundanos para abrir el corazón al Dios vivo y verdadero; solo él puede dar a nuestra existencia esa plenitud tan deseada y sin embargo tan difícil de alcanzar. Hermanos y hermanas, hay muchos, también en nuestros días, que se presentan como dispensadores de felicidad: vienen y prometen éxito en poco tiempo, grandes ganancias al alcance de la mano, soluciones mágicas para cada problema, etc. Y aquí es fácil caer sin darse cuenta en el pecado contra el primer mandamiento: es decir, la idolatría, reemplazando a Dios con un ídolo. ¡La idolatría y los ídolos parecen cosas de otros tiempos, pero en realidad son de todos los tiempos! También de hoy. Describen algunas actitudes contemporáneas mejor que muchos análisis sociológicos. (Angelus, 17. de febrero de 2019)

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 6, 17. 20-26

En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre.
Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».


Pintura de las Bienaventuranzas

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