sábado, 26 de junio de 2010

Dar la vida

Más que un viaje de aventura

Confieso que me gusta la aventura, pero no es una aventura al azar, cuando uno quiere hacer un viaje prepara pasajes, comida, hospedaje y otros asuntos. Jesús pone el “parche” inmediatamente y dice que seguirle es una aventura que no tiene asegurada ni la comida ni un lugar para reposar la cabeza. Sin embargo, si las zorras que son animales tienen madrigueras, seguramente la persona humana podrá ser cobijada, de hecho cada día tenemos vida y todo lo que somos beneficiarios.

Si en el viaje algo sale mal, pido a la empresa que me devuelva o repare sus carencias, a veces sin éxito porque la empresa también trabaja sobre seguro. En cambio en el camino de Jesús no hay que dar vuelta, pide decisiones firmes. Su empresa es de emprendedores, lo dan todo. Jesús, no va contra el gran mandamiento de cuidar a los padres o familiares, sino de darles el lugar que se merecen y tener uno mismo el lugar que Dios quiere para la vida. ¿Acaso no es cierto que el casado casa quiere?

Ahora, podemos comprender que ser parte de la iglesia como se es de un club social, aunque sea de aquellos que realizan actividades de apoyo social, es más que vestir una camiseta, es dar la vida y sin restricciones. Se sigue a Jesucristo en todo instante, no en tiempos libres, ni por representatividad o relaciones sociales.

Un viaje deja el recuerdo de momentos que evocaremos toda la vida, seguir a Jesús es vivir cada momento evocando la experiencia del Señor de la vida, hoy y mañana, y siempre porque es un viaje más allá de la misma muerte.

El desafío del cristiano está latente, la tolerancia es mejor que el fanatismo, la disponibilidad permite al corazón generoso superar la pereza y las comodidades, la persona perseverante no se deja enredar por aspectos secundarios de la vida regalada y dedicada al servicio. Jesús nos desconcierta, pero su Palabra siempre acierta. La vida es más que un viaje de placer, es una entrega total.

T.O. XIII C (Lc 9, 51-62) 27 junio 2010

“-Señor, deseo seguirte a dondequiera que vayas.”

El seguimiento que nos presenta hoy el evangelio pone en el tapete los riesgos de los seguidores de Jesús: el sentirse seguros e instalados, el vivir de las rentas del pasado, el vanagloriarse de lo que otros hicieron.

Más allá de tomar la iniciativa hay que estar dispuesto a dejarlo todo, innovar y seguir la gran meta: Jesucristo.

Seguirle es una aventura completa:

- Seguirle es emprender una empresa que no se basa en el dinero sino en el servicio.

- Jesús exige seguir renunciando a la obligación moral que tenemos de enterrar a los padres. Nos desconcierta para explicarnos que el servicio es el que da el sentido a la vida.

- Por último mirar el pasado es bueno, el problema es quedarnos contando historias, en el pasado, en las rentas de la fama, en los créditos, creyendo que todo tiempo pasado fue mejor. Lo nuevo, lo innovador, los nuevos caminos necesitan de Un gran guía Jesús.

Sin distractores podemos servir mejor y la aventura tiene sentido.

domingo, 20 de junio de 2010

Día del padre

Papá, me complicaste la vida.

Hola “viejo” o “papi” (sigo niño) me doy cuenta que me complicaste la vida. No lo digo porque te heredé la nariz, los cabellos y la talla, sino por otros asuntos cotidianos. Como te darás cuenta no es una crisis de identidad sino que hoy me pregunto: ¿Qué digo de mi padre y de mi mismo?

Recuerdo cuando al final de la noche orabas y nos apegábamos a tus oraciones, aunque muchas veces te quedaste dormido y nosotros celebrábamos gritándote en las orejas, ese Dios sigue gritando a mis orejas las palabras permanentes y elementales del amor y la paz.

Cuando salías de viaje te extrañaba, pero tu llegada con los costales llenos de naranjas, pan, maíz,…. El chocolate en el cántaro milagroso de barro que mamá servía espumoso junto al pan de maíz, la “cervecita negra” que algunos días tomábamos, las conservas de durazno,… eran nuestras glotonerías. Hoy no puedo comer solo, debo compartirlo, en familia, puede faltar vestido pero no comida.

Pujabas levantando los adobes para construir la casa, juntabas cada objeto que podría ser importante, nos dolían las manos, el frío nos partía los pies, nos divertíamos con el barro, las piedras, la madera… hoy me complica la vida que todo se quiera comprar pudiendo hacerlo uno mismo, desarrollar la creatividad.

Cada día escuchabas las noticias y las comentabas, seguramente eran erradas porque tu fuente era un medio que, hoy sabemos, se vende al gobierno. Pero el almuerzo y el mismo trabajo servían para intercambiar y saber cómo anda nuestro país. La política es buena, el problema son los políticos.

Podría seguir escribiendo, pero te digo que me complicaste la vida, aprendí mucho de ti, salvo el ser músico. Es complicado amar la música y no interpretarla. Seguramente, cada día, me falta involucrarme más, pero cada hora de trabajo y esfuerzo es porque así lo aprendimos. Dios te bendiga, que sigas compartiendo tu paciencia, sabiduría, alegría y cercanía. Te amamos papá. Gracias, ¡te amo!

Voz en cuello


"Invito, además, a todas las comunidades étnicas del país a renunciar a cualquier provocación o violencia y pido a la comunidad internacional intervenir para que la ayuda humanitaria pueda llegar prontamente a las poblaciones golpeadas" (Benedicto XVI, 20 junio 2010)
Tiempo Ordinario XII C (20-06-2010)


"¿Quién dice la gente que soy yo?"

El hombre nunca ha cesado de preguntarse por sus orígenes, por ello tenemos mitos, leyendas y algunas teorías como el creacionismo, la gran explosión del Bing Bang, el origen de las especies y otras. En todas se percibe la sed de saber sus raíces. ¿Por qué es difícil afirmar que somos creaturas de Dios?

La pregunta “¿de dónde vengo?” puedo postergarla y lavarme las manos, pero plantearme ¿Quién soy? la respuesta es para hoy. Para llegar a plantearnos lo que somos debemos pasar momentos de silencio, de revisión de vida, de evaluación de actos,… Jesús ora y le surgen preguntas “– ¿Quién dice la gente que soy yo? (...) –Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. No es que Jesús tenga dudas de lo que es, pero hay que pasar largos momentos de contemplación para llegar a entender esta paradoja de un Mesías que muere en la cruz, de ganar la vida al donarla.

La oración no tiene fórmulas, no es un acto de magia, es un acto de comunicación claro y sencillo, es más de lo que haces con un amigo o una amiga, hablar tus intimidades. Jesús es un hombre de su tiempo que trabajó, pensó obró, amó como hombre (Cfr. Gaudium Spes 22) y oró como hombre. Su oración no se queda en un bonito ejemplo es una necesidad vital de comunicación y comunión con su Padre.

Aceptar que somos hijos de Dios, sus creaturas preferidas nos puede encaminar a escuchar y actuar con fe, a lograr entender que el sufrimiento, el rechazo y la muerte de Jesús es una entrega por amor, no una mera muestra de sufrimiento heroico. A Jesús no le gusta el sufrimiento, una estructura injusta lo condena porque su Palabra le es incompatible y peligrosa.

De la oración e intimidad con Dios Padre salen estas palabras: “Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero que pierda la vida por causa mía, la salvará”. Otra paradoja a la luz de la fe, no necesitamos incrementar las cruces, sino eliminarlas, y como discípulos a lo mejor sigamos la misma suerte que el maestro. Nos olvidamos de nosotros mismos, cada día, para seguir cargando la cruz redentora del servicio, de la solidaridad, del estudio bíblico, de la conformación familiar, de la búsqueda de la justicia y de la paz.

Finalmente ¿Qué imagen de Dios tengo? ¿Quién soy yo respecto a mi origen y fin? ¿Me escandaliza cargar la cruz cada día? ¿Mi sensibilidad me permite identificar las cruces de cada día? ¿A qué me comprometo?

lunes, 14 de junio de 2010

XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (13-06-2010)

"¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?"

Él es Jesús, de Nazareth, que viene para que todo tenga vida, posibilita el perdón y la libertad interior de las personas. Dios manda su Palabra que se atreve a revolucionar lo convencional, sin miedo, sólo con palabras y obras exigentes, no negociables, reveladoras revelan el rostro verdadero del Dios de amor que se “quiebra” el corazón para perdonar a quien se arrepiente de sus malas acciones.

Jesús dedico su vida a predicar el reino, todo, incluso su muerte está a favor de los hombres. Si él ha dado su vida ¿Por qué no la damos nosotros? Jesús tenía la alternativa de ser un buen judío, lo fue, pero el amor de su padre hace que proponga la felicidad cerca de la gracia de Dios. Jesús es el Dios vivo y verdadero, por eso vivir para Dios es mejor que vivir para una norma o una ley.

Paradójicamente el gran escenario de una entrega por amor y la llave de la vida es la cruz, por eso la invitación es a vivir crucificado con Cristo. Entre el amor y la ley, el amor fortalece la vida, la libertad.

La Palabra de Dios es profética, no es la de un chaman que cobra para alucinar. Jesús es reconocido como un profeta, y en la casa se dirige a Simón, no se dirige directamente a la mujer, le presenta una breve parábola de unas deudas desproporcionadas y la conclusión es clara: a quién más se le perdona, más agradece. Jesús, en el evangelio según San Lucas expresa mucho la misericordia con los menos protegidos: los enfermos, la mujer, los pecadores. La mujer parece que se hubiera dado cuenta que Jesús no ha sido bien tratado en la casa del fariseo, sus actitudes les enfrenta con el proceder de Jesús que es capaz de perdonar incluso los pecados de quienes no parecen merecerlo.

Los que se consideran buenos, parece que no necesitan de perdón, y Dios es sólo un rito. Los que siempre critican las fallas de los demás se presentan como los que nunca tiene fallas, en realidad son quienes más necesitan de perdón, de amor. La soledad duele cuando se mezcla de autosuficiencia y no se abre el corazón al amor que alivia, sana, libera,… y todas las gracias que las da sólo Cristo crucificado y resucitado.

jueves, 10 de junio de 2010

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús – Ciclo C (Lucas 15, 3-7) – 11 de junio de 2010

“Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”


Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*

Una de las historias más impactantes de la vida de Anthony de Mello, se la oí a un amigo jesuita que la escuchó de sus propios labios. En un curso que dio aquí en Bogotá, contó que alguna vez, estando hospedado en casa de unas religiosas en una ciudad en la que tenía que dar un curso de varios días, la superiora de la comunidad le pidió al famoso conferencista visitante que si podía dar una charla a las hermanas sobre el amor incondicional de Dios. Tony de Mello, con mucha generosidad, y a pesar de que sabía que iba a llegar muy cansado todas las noches después de su curso, accedió a preparar una charla sobre este tema para sus generosas anfitrionas.

La noche indicada por la superiora, se reunió toda la comunidad después de la cena, para aprovechar esta extraordinaria oportunidad de oír una charla de uno de los más famosos conferencistas del mundo. Cuando estuvo delante del grupo de religiosas expectantes, Tony de Mello, con un rostro compungido, como quien está muy preocupado por su propio futuro, comenzó diciendo: “Siento tener que compartir con ustedes una situación muy difícil por la que estoy pasando en estos momentos. Yo se que ustedes me pueden ayudar y por eso recurro a su probada generosidad, antes de darles esta charla…”. Todas las hermanas de la comunidad, y la misma superiora, quedaron un poco extrañadas al verlo tan preocupado, y a medida que lo fueron escuchando, abrían los ojos como quien no cree lo que está viendo…

Tony de Mello, continuó su compartir: “Tengo que confesarles que he vivido una crisis muy fuerte en los últimos años. Aparentemente, todo va bien en mi vida, pero la verdad es que he llegado a una situación insostenible. Desde hace varios años, vivo una relación amorosa con mi secretaria y ha llegado el momento de hacerle frente a la verdad. No puedo vivir sin ella, como ella no puede vivir sin mí. Por eso, después de pensarlo muy bien, y habiendo dialogado con mi superior provincial, he decidido abandonar la vida religiosa y el sacerdocio…”. Ya para ese momento, las hermanas, que expresaban su incomodidad por tener hospedado en su casa a un sacerdote en esta situación tan comprometedora, no podían creer lo que oían. Y menos entendían, cuando les hizo una propuesta que les pareció, a todas luces, indecorosa…

“Quiero pedirles un favor”, dijo, conservando una paz envidiable. “En pocos días, se sabrá esta noticia en todas partes y por eso, tan pronto salga de la Compañía , quiero formalizar esta relación con el sacramento del matrimonio. Me gustaría poder venir a esta ciudad para pasar mi luna de miel junto a mi actual secretaria, a quien amo con toda mi alma… Y ya que ustedes han tenido la bondad de hospedarme en su casa, y veo que tienen esa habitación tan bien amoblada para recibir huéspedes, quisiera saber si me podrían recibir aquí en su casa durante algunos días. Ustedes saben que para mi será difícil este primer momento, porque saldré sin un peso para mis primeros gastos”.

La cara de las hermanas, reflejaba cada vez más el asombro ante lo que estaban oyendo. No era posible que Tony de Mello estuviera en una situación así, y menos creíble que tuviera la desfachatez de pedir semejante cosa. Casi indignada, la superiora se levantó de su puesto y le dijo con una amabilidad fingida. “Querido Padre de Mello: Siento decirle que esta casa es una casa religiosa, y que de ninguna manera podemos aceptar esta solicitud. Es más, si esta es su situación actual, no parece conveniente que siga usted hospedado en nuestra comunidad. Mañana mismo le buscaremos algún otro sitio donde pueda pasar el resto de días, hasta finalizar su curso. Le agradecemos mucho su disponibilidad, pero creo que no tiene sentido que usted siga adelante con la conferencia que le había solicitado para esta comunidad. Ya hemos escuchado suficiente”.

Las demás hermanas, aprobando con la cabeza la severa y asertiva respuesta de la superiora, ya estaban a punto de levantarse, cuando Tony de Mello soltó una enorme carcajada que nadie se esperaba, y dijo: “Cayeron redondas y no se dieron ni cuenta. Ahora sí que vale la pena comenzar esta conferencia sobre el amor incondicional de Dios…”. El jesuita indio les explicó que la historia de su crisis y de su luna de miel en medio de ellas, era una vil mentira. También les contó que una vez le había dicho esto mismo a su mamá y que ella le había respondido: “Siento mucho que abandones tu sacerdocio y la vida religiosa en la Compañía de Jesús, pero aquí tienes tu casa y siempre estaremos contigo para lo que necesites…”. Ese amor de madre, sí es un amor ‘incondicional’ , como el amor del Corazón de Jesús.

Tal vez convendría preguntarnos si nuestro corazón es capaz de ir a buscar a la oveja perdida, dejando las otras noventa y nueve en el campo, como nos dice el evangelio de hoy. ¿Quiénes son las ovejas perdidas que tenemos a nuestro alrededor? ¿Somos capaces de arriesgar nuestra vida por los que consideramos perdidos? Y cuando encontremos a aquel que estaba perdido, ¿tenemos un corazón, como el de Jesús, capaz de poner a la oveja perdida sobre nuestros hombros e ir contentos a casa, juntar a nuestros amigos y vecinos y decirles: “Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido”?

Hablar del corazón de Jesús, es hablar del amor incondicional de Dios. El corazón de Jesús es el símbolo de un amor que se entrega todo y es capaz de vivir, como vivió Jesús de Nazaret. Por eso, llegó a decir, para disgusto de los que se creían puros y limpios de todo pecado: “Les digo que así también hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”.

* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

ciudadanía


Como algún inquilino
Si recorres las principales avenidas de nuestra ciudad podrás ver grandes murales de publicidad política, los tachos abarrotados de basura, latas y papeles en el piso. Aunque las pistas ya lucen una “cara bonita”, al menos las del casco urbano, todavía son una promesa incumplida y serán una cajita de promesas de algunos candidatos, ¿Qué sucederá en los barrios marginales?
Esta crítica es común y de seguro muy comentada. Es un tema que genera impacto, negativo, nos muestra como personas indiferentes, en responsabilidad social significa una “actitud de abstención”, en cristiano es omisión. ¿Tú crees que es porque “quien no ama no cuida, se avergüenza e incluso la niega?
¿Por qué la ciudad tiene carencias en la limpieza pública, seguridad ciudadana,…? ¿Los responsables son las autoridades o tú y los demás ciudadanos? Si responsabilizas a las autoridades tienes razón por una parte, y por otra te lavas las manos y, en consecuencia, nadie es responsable o todos lo son.
Ojo. No cuidar el hábitat es no preservar el futuro, no cuidar la vida de tus hijos y nietos. ¿Acaso eres ciudadano de otro mundo? A veces, si la casa es alquilada no la mejoras, sólo la habitas. El comportamiento de algunos ciudadanos es como el de muchos inquilinos, están pensando en cambiar de casa en cuanto puedan, irse debiendo el arriendo e incluso hurtando los muebles.
Para algunos el problema está en la  identidad ciudadana. Eso es una falacia, no identificarme no significa tener licencia para faltar el respeto. Los valores no tienen lugar ni tiempo. La educación y formación personal es una urgencia de las familias y de las instituciones educativas desde las salas de educación temprana hasta las de educación superior.
Todos y todas, ciudadanos, foráneos y naturales tenemos la responsabilidad personal de respetar, cuidar y participar en el desarrollo social. Los empresarios tienen  la responsabilidad de ser agradecidos con la fuente de su riqueza, con su capital humano e invertir en su desarrollo. No se trata de una condición de norma internacional, sino de una actitud humana. La bondad y la justicia son básicas para lo sostenible.

domingo, 6 de junio de 2010

Comer signo de comunión

 ¿Por qué darles de comer?


Carmela dice irónicamente que está aprendiendo a nadar porque su rancho amaneció lleno de agua, la humedad y el barro podrido ha enfermado a la familia, por la mañana calentaba un poco de agua para acompañarla con yucas y camotes.

Jazmín, cuida sus uñas cada día, el último pedido de cosméticos tendrá que pagarlo en varias cuotas, dice que no desayuna porque tiene mucho trabajo, cada mañana se queja de estar gorda, toma un te (chino) con una galleta.

Julio, llegó temprano a su casa, su esposa ha salido a trabajar, sus hijos duermen hasta tarde los fines de semana. Julio necesita comer, no encuentra ni un pan, toma agua, está molesto con sus amigos que le abandonaron esta noche en el bar, va a buscar en el mercado un “cevichito de anchoveta” o un “chilcano” para “soltar cabeza” (resaca).

Cristina se levanto esta mañana muy emocionada, en el trabajo no le han pagado, su hermano está enfermo, su padre está ebrio y su bebé llora mucho. Debe en la bodega del vecino y le da vergüenza fiar azúcar, leche y pan; preparará un café de cebada que le trajo su abuela.

Lalita, dice que cuida su salud y por eso esta mañana tomo un jugo de papaya con unas tostadas, no come mantequilla porque contiene grasa; pero a veces desayuna a las 7.00, otras veces a las 9.00 o a las 10.00 a.m. No se ha casado, dice que quiere vivir libre, sin obligaciones y vive sola.

Rosita, prepara cada día el desayuno de su tierra, se levanta bien temprano, le encanta la leche; en vacaciones la visitan sus nietos, cada día invita a su amiga a comer, antes eran tres pero una murió el mes pasado. Siempre tiene algo que ofrecer a sus amigos y amigas.

“Desayuna como un rey” Para los nutricionistas la comida más importante es el desayuno, de pronto sea un mito, pero el compartir en familia no lo es, ¿Por qué darles de comer? La enfermedad y el hambre no es tan fuerte como la soledad y la ingratitud, como el desamor, el egoísmo y la desunión.

A voz en cuello:

La comunión de la Iglesia se nutre con el Pan de la Palabra de Dios y con el Pan del Cuerpo de Cristo. La Eucaristía , participación de todos en el mismo Pan de Vida y en el mismo Cáliz de Salvación, nos hace miembros del mismo Cuerpo (cf. 1 Cor 10,17). Ella es fuente y culmen de la vida cristiana69, su expresión más perfecta y el alimento de la vida en comunión. En la Eucaristía , se nutren las nuevas relaciones evangélicas que surgen de ser hijos e hijas del Padre y hermanos y hermanas en Cristo. La Iglesia que la celebra es “casa y escuela de comunión”70, donde los discípulos comparten la misma fe, esperanza y amor al servicio de la misión evangelizadora. (APARECIDA 158 )

Corpus Christi (6 de junio 2010)

"Denles ustedes de comer"

Esta fiesta es más importante que la comida para el hombre. Ya no sólo es la presencia de Jesús resucitado, sino también su presencia dinámica y transformadora en la misa. La finalidad es clara: una comunión personal y comunitaria. Jesús convierte el pan y el vino por medio del Espíritu Santo en su Cuerpo y su Sangre para alimentar y fortalecer la misión evangelizadora de cada persona y de su comunidad.

La sagrada eucaristía es un culto sencillo y original. Se ofrecen frutos de la tierra como el pan y el vino, no animales, Dios enseña el respeto a la vida. Dios no quiere sacrificios, sino un corazón dócil. Así se va dejando el culto sacrificial de animales y se transforma en la donación de la vida, una vida de Dios.

Jesús, antes de entregar su vida, antes de ser matado en la cruz, deja clara la entrega de su cuerpo y de su sangre en el pan y el vino. Es una entrega que se adelanta a la historia, antes del juicio y la condena a muerte. La celebración de la Eucaristía es en memoria del sacrificio de Jesucristo, pero no es un recordar por recordar, sino también vivir la misma historia, donarse, defender la vida y ofrecerla como el mismo Jesús Resucitado.

La generosidad, el acto de regalar la vida está expresado por el evangelio según San Lucas en la multiplicación de los panes, como eucaristía. Pongamos atención en los verbos que utiliza: “tomar, alzar los ojos, bendecir, partir y dar”, significan más allá de un milagro o algo extraordinario la acogida, la experiencia comunitaria del Reino de Dios, una exigencia grande provocadora y pedagógica (los discípulos deben dar de comer a la multitud).

Los discípulos tienen la responsabilidad de alimentar a la gente, espiritual y físicamente, ¿Cómo hablar de Dios a los estómagos vacíos? Los rostros hambrientos de nuestra ciudad podrían estar de acuerdo con esta misión de los cristianos. Si tenemos en cuenta que Cristo al convertirse en pan y vino está disponiéndose a entrar en comunión, está usando dos especies sencillas para llegar a convertir en Cristo a quienes entre en comunión con él por medio del pan y el vino transformados. Los rostros hambrientos entonces pueden ser los rostros de Cristo, comulgar es convertirse en quien se recibe, es decir en Cristo.

Señor Jesús, permítenos valorar el gran amor que posibilitó tu presencia de manera permanente y abundante como regalo para todos. Danos la docilidad en el corazón para valorar la vida y no permitir que nadie muera de hambre.