jueves, 24 de marzo de 2011

Domingo III de Cuaresma – Ciclo A (Juan 4, 5-42) – 27 de marzo de 2011



Un diálogo ‘maldito’

“Dame de beber… ¿Cómo es que tú me pides agua a mí, que soy samaritana?”

¿Una mujer que ha tenido cinco maridos, el actual tampoco es su marido, es capaz de amar? Las que lo han tenido dirán: ¡Obvio! Tú y yo también decimos lo mismo, porque tener muchos maridos nos pone en el campo de los “malditos”, de los impuros, herejes y de una vida samaritana, llena de prejuicios religiosos y sin rumbo. ¿Rumba o rumbo para tu vida?

Este diálogo ‘maldito’ se celebra en un pozo; romántico para quienes viven en el desierto porque acompañan y guiñan a las mujeres que van sacar agua y además se enteran de la vida del pueblo. Eso lo sabe Rebeca, Moisés que conoce a su esposa en el pozo de Madiam y Jacob tiene noticias de su tío Labán.

Un pozo con significado topográfico, existe, tiene 32 metros de profundidad, existía un santuario, luego los cruzados erigieron una basílica, hoy lo tienen los ortodoxos, los zares rusos ofrecieron levantar un templo, pero sólo levantaron muros perimetrales porque fueron desplazados por la revolución soviética en 1917. En ese desierto árido, caliente y seco, puedes bajar y saborear el agua fresca.

En este pozo “de Jacob” estuvo Jesús sentado dialogando con la Samaritana. Hoy   se puede palpar, oír, oler, saborear el agua, siente la frescura. Allí está la vida, la historia, la biblia completa. Los orientales, como los que habitan en los lugares desérticos de nuestra patria, experimentan la necesidad del agua. En este diálogo ‘maldito’ el agua habla hoy, simbólicamente, porque las quebradas, los ríos y los mares están contaminados.

Jesús sentado en el pozo, pide de beber para dar agua que saciará la sed para siempre. Te habla en tu pozo (historia) para revelarse como la fuente espiritual de tu vida. La Samaritana se sorprende de la sabiduría de alguien “maldito”. Jesús pisa territorio de “malditos” para revelar la presencia amorosa de Dios.  Es un diálogo lleno preguntas no para juzgar, sino para ser respuesta.

En este diálogo la samaritana sale a la lucha y conoce su historia, subestima al judío que quiere beber y no tiene con qué sacar agua del pozo hondo, conoce bien las disputas religiosas, reconoce la sabiduría del profeta y también espera al Mesías. Si tú y yo vemos nuestra realidad samaritana nos identificamos como el “sabelotodo”.

Pero el punto de quiebre está cuando en el diálogo nos descubre Jesús nuestra armadura y nos hace reconocer al profeta y luego será al Mesías. 

“Él le dice: "Anda, llama a tu marido y vuelve." La mujer le contesta: "No tengo marido." Jesús le dice: "Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad." La mujer le dice: "Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén." Jesús le dice: "Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad." La mujer le dice: "Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo." Jesús le dice: "Soy yo, el que habla contigo." 

viernes, 18 de marzo de 2011

Ciclo A - II Domingo de Cuaresma 20-3-2011


Ciclo A - II Domingo de Cuaresma 20-3-2011

“Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.”

Con el miércoles de Cenizas iniciamos el Tiempo de Cuaresma, estamos ya en el segundo domingo, y hoy, es ejemplar la acción de Abraham y Jesucristo.

Abraham, es invitado por Dios a tomar una decisión radical y de fe: dejar la casa paterna e iniciar un camino hacia una tierra desconocida. Recordemos, la semana pasada se pedía a quienes habitan cerca a la playa del Pacífico abandonar su casa, pero prefirieron arriesgar su vida. Es elegir entre mis cosas o mi vida.

El desenlace de un llamado radical es desconocido, temeroso, incluso incrédulo. Salir de donde tenemos abrigo nos da escalofríos. Cargamos maletas y mochilas, acumulamos papeles, recuerdos y cachivaches. ¿Qué nos dificulta salir y emprender el camino a la resurrección?

Quienes han salido de su casa, de su país, de su “caparazón”,… saben las ventajas y la amplitud de mentalidad que aporta tal experiencia. El camino cristiano no está hecho para abrigar el nido, sino para alzar vuelo. “…’Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo,… Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.’ Abraham marchó, como le había dicho el Señor”.(Gen 12, 1-4).

Jesucristo, en su transfiguración, se da un tiempo oportuno para encontrarse consigo mismo, con lo más profundo de su ser, con Dios. Va camino a la pasión, muerte y resurrección. Todo inicio de un nuevo camino debe pasar por el encuentro con Dios, la oración nos fortalece.

Moisés (la ley)  y Elías (Profeta), respaldan la misión de Jesús. La experiencia es única e indescriptible para los discípulos Pedro, Santiago y Juan.  Ellos, atinan a quedarse, asegurarse, aferrarse al lugar alto, a su casa. Ahí es cuando la transfiguración no significa quedarse sólo en la mera contemplación, sino también involucrarse con la historia, con los hombres en la tierra, contigo y conmigo. Hay una llamada de Jesús a bajar, como él mismo lo hizo, a servir, a morir por amor.

El camino va a Jerusalén, a la resurrección.  En Jerusalén les sorprende que nadie haga eco de la voz de Dios: “Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”. A Moisés le sucedió algo parecido, bajó del Sinaí y encontró que el pueblo hizo un becerro de oro y a Elías no dejaron de perseguirle.

Juan Pablo II y su visita al Perú


“Quiero deciros también que el Papa se siente charapa”

Esta es una de las frases más espontaneas y emotivas del encuentro del Papa en el Perú (5 de febrero de 1985).  También porque en Iquitos se dirigió a pobladores representantes de más de 72 familias lingüísticas  (aguarunas, secoyas, kichwas, cocamas-cocamillas,…) personas que caminaron diez días desde los lugares más recónditos de esta Amazonía.  Acá, en un acto audaz y decisivo, el Papa pidió titulaciones nativas para las tierras en donde habitaban los indígenas. 


 “Juan Pablo, amigo, el Perú está contigo” fue el coro que lo recibió en Lima el 1 de febrero de 1985. Su presencia fue la calma y el mensaje de paz  en un Perú convulsionado por el terrorismo y excluido del destino de personalidades mundiales.

Un jovencito de 65 años besó suelo peruano con la humildad de los grandes hombres. La visita de Karol Woytila, el polaco sobreviviente de la invasión alemana a su país, fue el regalo a un pueblo sufrido que lo acogía con el corazón abierto. Fernando Belaunde Terry recibió a Juan Pablo II, diciéndole que los peruanos esperábamos al Papa desde hace cuatrocientos cincuenta años.

En su papamóvil recorrió las calles de Lima adornadas con banderitas amarillas y blancas, con un mensaje de paz, sintetizada en una mirada limpia y una sonrisa franca.

Fueron cuatro días de recogimiento, oración y esperanza. Juan Pablo II demostró ser un gran conocedor de nuestra historia; se dirigió a los peruanos en el lenguaje sencillo y asequible de todo evangelizador.

 “El nombre del Perú hace evocar los ecos
remotos del Imperio Inca del Tahuantinsuyo, que supo vencer la formidable barrera de los Andes. Después de la evangelización, ese nombre habla de figuras tan notables como los Santos Toribio de Mogrovejo, Rosa de Lima, Francisco Solano, Martín de Porres, Juan Macías, Sor Ana de los Ángeles…”, dijo ese memorable día.

Su estancia en Lima, Callao, Piura, Arequipa, Cusco, Ayacucho, Trujillo o Iquitos; era motivo de traslado de miles de personas que querían estar cerca de su santidad.

Visitó los lugares más humildes, dio un mensaje de paz en Ayacucho, en pleno auge del terrorismo, fue a Villa El salvador y fue rebautizado en Iquitos como el “Papa charapa”. En Villa El Salvador dijo que esa población tenía hambre de pan y hambre de Dios lo cual motivo que el gobierno no subiera su tarifa.

En cada lugar, la fiesta era desbordante. Regresamos a Iquitos. La complicidad del Papa con el pueblo se tradujo en varios momentos que se salieron del discurso oficial. Obviamente era el momento de la partida, así que se permitió citar un versículo de Mateo 28, 20: "Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

Bendecía la cruz de palisangre, cuando la gente, al unísono, empezó a corear instantáneamente "¡que se quede!, ¡que se quede!, ¡que se quede!". “Sería muy hermoso quedarme aquí, sería quizás demasiado bien, me quedo sin quedarme”, señaló Juan Pablo, obviamente emocionado. Se llevó a todo Iquitos a Roma “porque sois todos de la misma familia, de la misma Iglesia católica romana”. Entonces, como esos momentos que sólo suceden en el momento mágico de la improvisación, el Papa, escuchó una palabrita, pregunto por ella, sonrío animadamente al enterarse de su significado y la pronunció, límpida, clara, pertinentemente. “Quiero deciros también que el Papa se siente charapa”. La multitud se vino abajo ante tanta feliz conmoción.

- "¡Que viva el Papa que también es charapa!".
- Sí, muy bien, el Papa se siente charapa; vosotros sentíos romanos, católicos, cristianos. Muy bien, muy bien. Una propuesta muy, muy hermosa.

- “¡Quédate con nosotros, quédate con nosotros, quédate con nosotros..."

- “¡Cómo son buenos!

¡...Llevad a todos, llevad mis deseos, mi bendición; como los peruanos son muy deseosos de la bendición... entonces dejad, dejad todos esta bendición para todos, todos para todos. Muchas gracias, muchas gracias. Cristo está presente con todos vosotros. Esté presente siempre con todos vosotros. Muchas gracias por esta acogida!”

Brillante en un extremo inusual, el sol se hizo presente, dando su homenaje final al Santo Padre. La multitud entonaba “Pescador de hombres”. Sonriente, humilde, emocionado, coronado y repleto de regalos y muestras de estima y gratitud, aún podía escuchar los acordes de la multitud...”Señor, me has mirado a los ojos, sonriente has dicho mi nombre, en la arena he dejado mi barca, junto a ti, buscaré otro mar”. 
 
 Su Santidad volteó, miró por última vez el Aeropuerto emocionado, sonriente, lagrimeando de emoción, y supo que ésta vez había sido una buena visita, una gran visita. La portezuela del avión se cerró, se inició el ascenso y pronto, fue subiendo al aire, a los cielos; a las celestes e infinitas alturas del Reino.
Ya es un santo…

jueves, 17 de marzo de 2011

Ciclo A - II Domingo de Cuaresma 20-3-2011



“Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.”

Desde el miércoles de ceniza iniciamos el Tiempo de Cuaresma, estamos ya en el segundo domingo, y se destaca la oración y acción de dos personajes: Abraham y Jesucristo.

Abraham, es invitado por Dios a dejar la casa paterna e iniciar un camino hacia una tierra desconocida para él. Es una actitud radical, convencida, de fe. Si recordamos, la semana pasada se pedía a las personas que habitan cerca a la playa del pacífico abandonar su casa, pero prefirieron arriesgar su vida. Es el juego entre el estatismo y la dinámica existencial, entre el quedar mimados y ser autónomos y libres, entre la seguridad mortal y la aventura protegida.

El desenlace en un llamado así siempre es desconocido, temeroso, incluso causa agnosticismo. Salir de donde tenemos abrigo nos da escalofríos. Arrancar la dependencia nos sumerge en la argumentación  y justificación de necesidades. Cargamos maletas y mochilas, acumulamos papeles, recuerdos y cachivaches. ¿Qué nos dificulta salir y emprender el camino prometido y trazado como el mejor?

Las personas que han salido de su casa, de su país, de su “caparazón”,… saben las ventajas y la amplitud de la mentalidad que aporta tal experiencia. El camino cristiano no está hecho para abrigar el nido, sino para alzar vuelo. En aquellos días, el Señor dijo a Abraham: “Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición… Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.” Abraham marchó, como le había dicho el Señor.

Jesucristo en su transfiguración se da como un momento oportuno para encontrarse consigo mismo, con lo más profundo de su ser, con Dios. Ha emprendido el camino a Jerusalén y sabe que se cumplirá. Todo inicio de un nuevo camino tiene que pasar por el encuentro con Dios, la oración así fortalece.

Moisés (la ley)  y Elías (Profeta), centrales en el Antiguo Testamento respaldan la misión de Jesús, dialogan, hacen que sea una experiencia única e indescriptible para los discípulos Pedro, Santiago y Juan.

Los discípulos atinan a quedarse, asegurarse, aferrarse al lugar alto, hacer su casa. Ahí es cuando la transfiguración no se trata de quedarse en la mera contemplación, sino especialmente de estar involucrado con la historia, con los hombres en la tierra, contigo y conmigo. Hay una llamada de Jesús a bajar, como él mismo lo hizo, a servir, a morir por amor.

El camino sigue hasta Jerusalén, pide a sus discípulos que le acompañen y no digan nada hasta que haya resucitado. En Jerusalén les sorprende que nadie haga eco de la voz de Dios: “Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”. A Moisés le sucedió algo parecido, bajó del Sinaí y encontró que el pueblo hizo un becerro de oro y a Elías no dejaron de perseguirle.

sábado, 12 de marzo de 2011

Domingo I de Cuaresma – Ciclo A (Mateo 4, 1-11) – 13 de marzo de 2011



“Jesús le dijo: «También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios."» (...)”

 
El día se ha acortado, la tierra se ha movido, hay alerta nuclear a causa del terremoto y el y tsunami en Japón. El tiempo ha transcurrido en medio de informes periodísticos, palabras de analistas, mensajes en las redes sociales y a los celulares, coberturas de emisoras,… en fin una expresión natural del hombre: conocer, buscar explicaciones, “controlar”, tomar decisiones. 

Queda claro: ante la naturaleza no hay poder humano que la domine, sólo nos queda ser espectadores y tomar precauciones, refugiarnos. Somos vulnerables, hay terremotos más grandes y tsunamis que cada día nos arrastran. Somos seres limitados, no todo nos está permitido ni a nuestro alcance, no somos dueños de la vida ni de la muerte.

Japón, potencia mundial, fue superado por la naturaleza. Su gente, entrenada para estos fenómenos naturales no ha podido evitar el desastre. Desastre que tiene olas expansivas en nuestras costas peruanas y también en la economía mundial. 

Entre las fotos destacadas, sorprende cómo una casa bien construida termina entera pero debajo de un puente. Caben algunas preguntas necias ¿No se puede inventar algo para desactivar fenómenos naturales? ¿Los estudiosos no pueden prevenir con más tiempo?

En los resúmenes informativos de las emisoras y de la TV hay un común denominador: “la gente no ha hecho caso a la alerta”. Hoy que podemos ver en los videos el poder de la naturaleza, los grandes edificios destruidos, carros arrastrados y rostros desesperados, tenemos la tentación de ver el desastre como una película, la de lanzarnos al vacío de los curiosos pese a que los ángeles nos están previniendo.

Los milagros son de Dios, nosotros no podemos hacerlos y por ello tenemos que asumir la responsabilidad de cuidar nuestra vida. Entre hacer el “ridículo” y perder la vida, yo optaría por la vida. Parece que intentamos dominar la naturaleza arrodillándonos a nuestro orgullo e incredulidad.

Muchas personas estaban en las costas mirando el mar, la tranquilidad le hacía incrédulos, la experiencia les decía que obedezcan. Las invitaciones reiterativas: “por favor vayan a los lugares de refugio”. Algo como: “escrito está” (lo repite Jesús en el relato de las tentaciones), “los científicos nos previenen”, “es muy serio lo que está sucediendo”, “hagan caso”,… a cambio de ello solo se escuchaban silbidos, ‘pifias’ y comentarios burlones. 

Ya tenemos el milagro de la prevención científica, las experiencias, imágenes, audios y video de lo que sucede. Así, que las piedras se conviertan en pan, que los ángeles nos salven al caer al vacío, intentar tentar a Dios nos pone en riesgos más profundos.

La desobediencia nos encanta desde niños, aunque luego a la espalda deje angustia y desolación. 

Tenemos un reto: hacer que las costas no sean un desierto, de indiferencia. Japón tiene un reto, o mejor, por sus olas expansivas, el mundo tiene el reto de vestir a nuestro pueblo de personas humanas con esperanza y alegría. En este mundo ya no debe existir la tentación de dominar arrodillándonos a dioses falsos. El poder, el tener y el saber tienen una dimensión humana que nos encamina al diálogo con Dios.

Sigamos alimentando nuestro corazón contrito y necesitado de Dios. Nuestra oración cotidiana por las personas de Japón, Dios está también en medio de la desesperación.

martes, 8 de marzo de 2011

Dia internacional de la Mujer


Día de la mujer


Mujer, en este día te quiero escribir unas tímidas palabras:


Tu amor entrañable se queda marcado en mi vida
Tu preocupación incondicional te hace un don de Dios
Tus pies y brazos cansados se recuperan pronto en la vida
Tú eres también parte de lo que soy…


Sus ilusiones y proyectos van lográndose con sudor y lágrimas,
Sus éxitos ya despiertan celos,
Sus cualidades y potencialidades las hacen necesarias, acá y en todo lugar,
Más allá de lo que son, mujeres, femeninas, tiernas,… son el tronco del amor.


Su día no es un reconocimiento, ustedes no lo necesitan pese a su sensibilidad,
Es un día triste para la historia, los poderes, las circunstancias, el machismo.
Es un día en el cual los hombres también celebramos,
Ustedes no celebrarían solas, comparten todo, lo dan porque lo dan, con dignidad.


Es un día en el que Dios también saludaría a su Madre
Saludaría a las mujeres que le siguieron como discípulas y predicaron su evangelio
A las mujeres que en la historia bíblica han reflejado entrañas de amor, imágenes de la misericordia divina.


Mujeres que hoy son motor fundamental de la iglesia, sí, son amadas por el mismo Cristo.
Miren los pies de las mensajeras de la paz, en los arenales, en los hospitales, orfelinatos, asilos, instituciones educativas,…


Mujeres haciendo milagros para alimentar a sus hijos
Que estudian, se capacitan  y se dan tiempo para enseñar y acompañar a su hijos
Que crecen y no son indiferentes a la familia
Que el éxito no les ha mutilado las entrañas de madre
Que el egoísmo no les ha arrancado la construcción de un hogar
Que las decepciones no las ha condicionado para saber abrirse a la vida
Que su autonomía nos les ha alejado de Dios, ni de su casa, ni de sus amigos, ni de sus ilusiones…


Feliz día mujer, mujeres, mujer… Dios las ama, yo también.