domingo, 24 de abril de 2011

Pascua 2011



¿Diste el paso?

Ya estamos en Pascua, en el paso de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz, del pecado a la gracia, de la perdición al encuentro, de la confusión a la claridad, del desamor al amor, de los no bautizados a los bautizados, de los bautizados a la renovación de las promesas bautismales… Esto es lo que simbólicamente celebramos con la Vigilia Pascual.

La Vigilia Pascual contiene tantos símbolos, desde el fuego purificador, la luz de Cristo iluminando por medio del cirio pascual a la iglesia oscura, los cirios de la asamblea, las lecturas del antiguo Testamento escuchadas a oscuras y las del nuevo testamento con el altar iluminado.

El triduo pascual es esperado con ansias, es para algunos y puede o debe ser para todos una oportunidad para renovar las promesas bautismales. Si nuestros padres prometieron en nuestro bautismo educarnos en la fe, no les debemos desautorizar o poner en evidencia su poca diligencia…

El triduo pascual, acompañado de un feriado largo, es la oportunidad para regenerar nuestra existencia. No es un tiempo triste, es un verdadero testimonio del amor de Dios en este tiempo que nadie da un centavo por nosotros. Hay que alegrarnos, Dios ha mostrado que la vida es más importante que la muerte.

Sólo me queda en la garganta la necesidad de mayor catequesis. Por ejemplo: el Domingo de Ramos es la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén, no la feria de los ramos; el Jueves Santo es la solemne institución de la Eucaristía, no se queda sólo en el rito del lavatorio de los pies aunque necesitamos poner el servicio a su máxima expresión; se preocupan tanto por la visita a las siete iglesias, no por la visita al monumento donde está expuesta la Eucaristía; visitan iglesias sin criterio, el Viernes Santo siguen recorriendo iglesias y no viviendo la pasión y el amor de Dios.

La Vigilia Pascual ya no tiene multitudes, el recorrido bobo agotó a los peregrinos al azar.

Un gran desafío: reavivar la fe, encaminar el sentido de la fe, focalizar lo que creemos, celebrar la resurrección más que la muerte, no apresurarse,… el centro es Jesucristo resucitado. Ojalá podamos tener rostros de resucitados en los cristianos con sentido del Dios de la vida.

jueves, 21 de abril de 2011

Jueves Santo

A su pies….

“Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.


“Es un pisado” se suelen decir de la persona que se deja ‘dominar” o, mejor dicho, que dialoga o pide permiso a la persona con quien comparte el proyecto de su vida. Hay que saber los suficientes motivos de quien es capaz de amar hasta el extremo.

“No me dejo pisar” también es una frase frecuentemente pronunciada, inflado de orgullo y soberbia. Esto no quiere decir que no hagamos respetar nuestros derechos. El límite de la caridad es la misma caridad.

Hoy que Jesús deja el manto y se pone una toalla para secar los pies nos da esa muestra de servicio, con dignidad, yendo a la base, no se les mueve el piso para tumbarlos, sino para limpiarlos.

En la mesa, con el pan y la palabra. Nos espera Jesús con un gran deseo, prepara la mesa, parte el pan y el vino, si no llegas te busca, te lava las manos y los pies, te venda tus heridas,… todo empieza en la mesa y todo termina en ella

¿Cómo usas tu toalla? Algunas escenas de tu vida se pueden recrear: ayudas a cruzar la calle a un ciego, bañas a un abuelito en el asilo, limpias a un enfermo, escuchas a una persona desesperada, le dedicas tiempo a tu abuela,…

Hoy es el día en que los “padrecitos cascarrabias” se les brilla los ojos porque Jesús inventó la mejor manera de estar presente en el pan y en el vino consagrados, no un día, sino para siempre. Él es el modelo, fundamento, sentido, fuerza, alimento, columna del sacerdocio ministerial. De ahí que ministro signifique servidor.

Jueves Santo aviva la vida espiritual en la Eucaristía, en el ministerio sacerdotal, en el servicio.

“Tomad y comed…” “Tomad y bebed…” “Este pan y este vino son mi vida entera: mi cuerpo y mi sangre” “Comedlo y bebedlo a vuestra salud más plena”.

domingo, 17 de abril de 2011

Domingo de Ramos - A - 2011




El Domingo de Ramos es una solemnidad celebrada en todas las parroquias y en algunas con mayor religiosidad como el pórtico de la Semana Santa que culminará en la Vigilia Pascual.

La celebración se divide en dos partes: la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y la eucaristía memorial de la muerte y resurrección de Cristo.

La entrada triunfal, escenificada muchas veces para hacer entender que la pomposidad no transporta al Rey de los judíos sino lo más popular y accesible. Esta estrategia lo han usado muchos políticos para acercarse al pueblo, aunque han terminado dándole retoques que de todas maneras es un vehículo privilegiado. Es decir, el ingreso triunfal de Jesús en Jerusalén es propio de él y con un significado grande.

Los ramos, los mismos que darán la ceniza para marcar la vida, la victoria en el inicio de la cuaresma el 2012, son bendecidos para revivir y sentir la presencia de un Jesús liberador, salvador, reconciliador, misericordioso.

En la eucaristía, memorial de la salvación. Vida pasión, muerte y resurrección del Señor. Centro que alimenta la vida cristiana. Una vida sin eucaristía implica una interioridad sin alimento fundamental, seguramente se llene de comida chatarra y egocentrismo, pero no de vida auténtica.

Una gran pregunta planteada a Jesús es ¿Dónde quieres que te celebremos la pascua? Hoy la respondería, allí donde hay un muro que divide a los hogares, un prejuicio que mata el amor, un malentendido que ahoga la confianza, un disfraz que no os deja conocernos.

La Eucaristía es la historia de ayer y hoy, del mañana y siempre. Una historia que no nos “chifla” revivirla, va contra todo pronóstico psicológico.

Celebrar la Eucaristía es asegurarnos de que cabemos en el corazón de Dios, donar la vida, la certeza de que ninguna inversión del amor se perderá de modo definitivo.
La Semana Santa es eso: caber en el corazón de Dios. Si estás en su corazón eres amado (a), si eres amado ¿puedes hacer algo?



domingo, 10 de abril de 2011

Domingo V de Cuaresma – Ciclo A (Juan 11, 1-45) – 10 de abril de 2011



“Jesús, al ver llorar a María (...) se conmovió profundamente”

Aunque lo intentemos no escaparemos. Es un asunto que no se supera escapando, sino enfrentándola. Llega sin excepción, destroza algún corazón, nunca un gran amor.

Llega para darnos la oportunidad de vivir para siempre. Llega como una credencial para reencontrarnos. Es un signo significativo en las culturas y en nuestros días. Es un acontecimiento que nos permite encontrarnos con nuestros seres queridos.

Inteligentes y descorazonados. Sutiles y vulnerables. Vivos y muertos. En la tierra y en el cielo. Humanos y divinos. Cuando ella llega, quiebra nuestros corazones, nos hace llorar, nos muestra una soledad escalofriante,… relativiza nuestra vida estresada y estúpida. Nos vemos en el espejo como huesos secos, sí, aquellas radiografías que necesitan más que nervios y carne,… necesitan del espíritu divino, de una nueva creación, del soplo vital,…

Por ello, recuerda la última fotografía, aquella de la sonrisa, del abrazo, de buenas palabras, de emociones profundas, de fortaleza, de terquedad,… aquella fotografía que va más allá de sí misma.

La esperanza más que la desesperación, la presencia metafísica más que la ausencia llorona, la existenciamás que la ausencia, el amor más que los prejuicios, la ternura más que el machismo, la vida más que la muerte horrible. La fe más que la cerrazón, Dios más que los hombres, Jesús más que los prejuicios culturales.

jueves, 7 de abril de 2011

Asociación Peruana de Comunicadores
“Monseñor Luciano Métzinger”
SIGNIS – Perú

A los comunicadores y ciudadanía peruana
Elecciones 2011: Un voto de conciencia

Próximos a desarrollarse en nuestro país (el domingo 10 de abril) las elecciones generales para elegir Presidente, Congresistas y representantes para el Parlamento Andino, es un buen momento para evaluar las propuestas y planes de gobierno, que proponen cada uno de los candidatos.

Conscientes de que este tipo de campañas implican: lluvia de promesas, publicidad, propaganda, shows, ataques personales y la competencia de las encuestas por mostrarnos y medir las preferencias electorales, es que debemos recordar que las ideas y las propuestas deben ser analizadas siempre liberadas de todo tipo de maquillajes, máscaras, miedos y pronósticos manipulados.

Por ello, como comunicadores inspirados en los valores humanos y evangélicos, llamamos a todos nuestros colegas, para que desempeñemos nuestra labor informativa sin perder el horizonte y basados siempre en la búsqueda de la verdad. Millones de peruanos están pendientes de lo que se informa a través de los medios y quienes estamos detrás debemos asumir esa responsabilidad de manera imparcial, sin favoritismos, sin presiones, y regidos bajo los principios de nuestra labor profesional.

En ese marco, hacemos nuestras las palabras ofrecidas por los Obispos de la Conferencia Episcopal Peruana al exhortar que “El ciudadano merece respeto e información veraz. Es indigno tratarlo como un objeto que se puede manipular o engañar. La dignidad del votante exige que resplandezca la verdad como elemento esencial para la paz, la convivencia, la democracia y la vida institucional. “La verdad los hará libres” (Jn 8,32)” (10)

Los ciudadanos y ciudadanas peruanas, debemos velar por el presente y futuro de nuestro país. Tendremos que acudir el próximo domingo 10 de abril a votar de manera responsable. Por ello, tomémonos el tiempo de analizar las propuestas, averiguar, indagar, reflexionar y dialogar con nuestro entorno. El mejor candidato debe ser aquel que muestre honestidad y transparencia, respete la libertad de prensa, los derechos humanos, vele por el fortalecimiento de la democracia y la construcción de una ciudadanía más participativa y descentralizada. No deben repetirse las dictaduras que tanto daño hicieron a nuestra población y menos debe quebrantarse el valioso rol que tienen los medios de comunicación, en su compromiso con el país, distorsionándose a favor de los estados de turno.

Pero también es fundamental que luego de las elecciones no nos quedemos pasivos. Tenemos que ejercer nuestra ciudadanía todos los días. Nos incumbe fortalecer los partidos o movimientos políticos, fiscalizar a nuestras autoridades, desarrollar los espacios democráticos en cada comunidad y por cierto promover el pensamiento crítico y defender nuestras convicciones éticas y nuestra libertad.

Lima, 06 de abril del 2011
Mónica Villanueva Galdos
Presidenta

domingo, 3 de abril de 2011

El ciego, el mudo, el sordo, el...


Chapa tu linterna

El proceso genial que hace el ciego de nacimiento en el evangelio tiene como único objetivo conocer la Luz, ser iluminado, ver.  Encontrarse con Dios. Este camino conlleva división de opiniones, incredulidades, prejuicios, incluso la expulsión de la sinagoga.

Hay otros procesos, por ejemplo, como el socrático en el que el maestro guía al discípulo hasta parir o dar a luz. Platón, no se queda en la cueva oscura y su alegoría de la caverna nos indica cómo algunos vemos a las sombras como si fueran la realidad, la mentira aparenta fortaleza, pero la verdad siempre la pone en evidencia, la luz expulsa las lagañas.

El filósofo griego Diógenes, en Sinope, actual Turquía, vagaba por las calles con una linterna en la mano procurando “la verdad” o “un hombre honesto”, podríamos parafrasearlo y decir “un político honesto”. Al estilo “Chavo del 8” vivía en un barril y se sentía libre, si algo tenía se lo donaba. Era una verdad incómoda, seguramente sería un insoportable en nuestros días. Un anarquista, cuando Alejandro el Grande le pregunta qué podría hacer por él, Diógenes contestó: “sal de enfrente que me estás tapando el sol”. 

Es conocido el “siglo de las luces”, el pensamiento ilustrado de la modernidad ha sido desplazado por el narcicismo del culto al cuerpo, la despolitización, el anti-intelectualismo y el egoísmo del mundo contemporáneo. La luz identificada con el conocimiento, la verdad, es apagada por su misma presunción y dogmatismo.

El Premio Nobel, portugués, José Saramago, en el “ensayo  sobre la ceguera” nos refresca la condición humana, a veces terrorífica, la ceguera que ve todo en blanco, contagia a todo el que tiene contacto con el ciego, y donde la esperanza parece borrarse del camino, los ojos de una mujer serán los guías de los ciegos.
Todos buscamos el sol, lo vemos en la historia. Los intelectuales de todas las épocas han expresado su sed por la verdad, por ver, comprender e iluminar rutas. 

Hoy, en nuestro país tenemos ese afán. ¿Quién tiene la luz, la orientación del desarrollo humano que buscamos? ¿Quién se preocupa de los temas fundamentales que encenderán las lámparas del hoy y del mañana? 

Verás lo frustrante de estar ciegos, sólo podemos predecir nuestra ceguera crónica. ¿Quién, busca la linterna de Diógenes y te quedarás sin baterías? ¿Cómo alumbrar en una democracia sin partidos? Campañas light, sin propuestas, votos volátiles, seguro pocos votarían si el voto no fuera obligatorio.

"Chapa" tu linterna y camina por el muro político: inversionistas millonarios (narcos) con intereses económicos;  incapacidad crítica de jóvenes y adultos, alzhéimer histórico;  defensor del gran capital internacional, grabaciones tributarias;  favorecen el aborto y no lo dicen en campaña, medios de comunicación jugando su partido; no importa que robe, persiga y mate pero que haga obra;  dirigentes que no dirigen algo,… 
 
Dime ¿no estás ciego (a)? Y eso que no es de nacimiento, porque él descubrió la luz, a Jesucristo, respondió de acuerdo a su experiencia, no importó que lo expulsen. La luz está más allá de lo que ves, está en el corazón y en la fe.

Elegir, ¿será un acto de fe? sigue linterna en mano.

sábado, 2 de abril de 2011

Domingo IV de Cuaresma – Ciclo A (Juan 9, 1-41) – 3 de abril de 2011




“¿Y quién es, Señor, para que crea en él?”… “Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es”

El ciego de nacimiento representa hoy la búsqueda de la luz, de la verdad. Jesús, el creador nos opera de las cataratas restregándonos el barro y su saliva, su soplo de vida.
El camino al encuentro con Jesús pasa por la oscuridad, pasar de la muerte a la vida, del pecado a la gracia.

Entre hombres mostramos los mejores trajes, los rostros maquillados, el peinado más caro, incluso a los más bellos y a las muy bellas. Pero resulta que hoy es un ciego el protagonista que encarna nuestra búsqueda de la luz, de Jesús. “No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón”.

Jesús ilumina el camino de los cristianos, pero la luz no es externa, sino la del corazón, él mira nuestra interioridad, nuestro proceso en el camino hacia la firmeza de la fe. El creyente resulta ser un iluminado por Cristo, el mismo que le quita la ceguera, lo que impide ver con claridad. Por ello, los cristianos son hijos de la luz y deben comportarse conforme a su identidad.

La sanación del ciego de nacimiento evidencia concepciones antropológicas y sociológicas respecto a Dios, la vida, la enfermedad, pecado, la muerte. Jesús saca de la ceguera a su auditorio porque nos presenta a un Dios de la vida, que sale a nuestro encuentro, nos sana y se deja ver.

El ciego de nacimiento no responde teológicamente, ni con conocimientos profundos de la Torá, su experiencia es más fuerte, su fe tiene la claridad de que Jesús es el sanador. Los fariseos, los teólogos oficiales, están incómodos con que el ciego vea la luz del día sábado, él ciego sanado ve a Jesús, no al ‘blasfemo’.

Identificar a Jesús le hace acreedor de la expulsión, se ha sumergido en la piscina de Siloé, en el misterio de Jesús y por tanto está comprometido (bautizado); no contaminado, eso - gracias a Jesús-  ya es parte del pasado.  

Los vecinos y parientes están pasmados, no lo pueden creer,  naturalmente se necesita tener otros ojos, afinar la visión de la fe.  Por ello le interrogan con agudeza propia de un dios lejano, de intereses egocéntricos.  En el fondo es seguir la ceguera que pueda otorgar la ley inhumana, la comodidad desde el extremo de quienes juzgan o quieren reemplazar a Dios.

El ciego ha sido expulsado, pero Jesús sale a su encuentro. Ver a Jesús, hace libres y firmes en el testimonio del Sanador, de la acción amorosa y misericordiosa de Dios.