viernes, 24 de febrero de 2012

Domingo I de Cuaresma – Ciclo B (Marcos 1, 12-15) – 26 de febrero de 2012




“El Espíritu empujó a Jesús al desierto”

El desierto en nuestro país goza a lo largo de sus 184 900 Km² de ecosistemas entre el Océano Pacífico y la cordillera de los Andes, de la orilla del mar a los 700 y 1000 msnm. Está lleno de misterios, leyendas, historias. Adentrarse es su soledad es un esfuerzo que supera al más grande piloto del Dakar.

El desierto te hace caer en cuenta de la fragilidad de tu piel, de tus ojos, de todo tu cuerpo y hasta de tu espíritu aventurero. Se hace camino después de buscar en vano los recodos y huellas. Sentarse es ver el horizonte empañado entre el brillo solar o la penumbra una realidad que te inquieta.

Detente en tu camino para ser espectador de tu propia película, te cuestiona, te hace tragar aire frío, expiras iracundas frases, sonríes mordiendo recuerdos, te preguntas por tu familia, por quien amas, tus amigos, las llagas de tu ciudad. Pero no puedes salir de tu propia película porque eres el actor principal.

¿Cuánto tiempo podrás adentrarte en tu propio desierto? ¿40 días, horas, minutos? Rodeado de alimañas, de miedos, de preguntas,… te quedan dos salidas: morir en el intento o vivir para contarlo. Sientes que el tiempo ha llegado y necesitas desandar lo andado para anunciar Buenas Noticias.

Pero no sólo el desierto, también estamos en un momento importante para valorar el agua. Se estima que unos 1 100 millones de personas carecerán de suficiente agua potable y que otros 2 400 millones no tienen acceso al saneamiento. En el 2050, una de cada cuatro personas sufrirá la escasez crónica de agua dulce.

El agua limpia, lava, tonifica. Las últimas lluvias en la sierra peruana muestran su fuerza frente a la fragilidad humana y sin duda, es el líquido elemento. Es una creatura de Dios y en la última “marcha por el agua” se reclamaba el respeto a un derecho humano.

Es una tentación ponerse al lado de quienes están a favor de envenenar y secar las venas acuíferas porque obviamente beneficia el sueldo no al suelo. En medio de la defensa del agua también hay tentaciones políticas, de liderazgo, de figuración,… Pero las preguntas caen cual catarata: ¿Qué será de nuestros hijos? ¿Qué digo ante esta realidad?

Seas un buen piloto, o un ágil nadador, o un elocuente político siempre te cuestionarás, por ti y tu realidad. Dios no te puede abandonar caído y perdiendo la vida a causa de las tentaciones, él es quien replantea tu vida, tu existencia, tus sentimientos, tus anuncios y denuncias.



En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían.  Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:  –«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

viernes, 17 de febrero de 2012

Domingo VII del tiempo ordinario – Ciclo B (Marcos 2, 1-12) – 19 de febrero de 2012



“Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”


Unos amigos llevaron a un paralítico (también parece mudo) para que Jesús lo sanara, pero no podían ingresar a la casa porque estaba repleta de gente, entonces hicieron su gran maniobra, levantaron algunas tejas y bajaron la camilla con el paralítico.
Ya nos gustaría que Jesús viniera a nuestra casa o familia para trabajar el perdón y la reconciliación. Un jalón de orejas para quienes creen que Jesús sólo se encuentra en un templo y uno más fuerte para los autosuficientes, sin amigos y sin Dios.

El paralítico tiene unos amigos envidiables, tienen mucha confianza, fe y quizá sean poseedores de un fanatismo milagrero propio de la época (y de la nuestra). Sorprenden a cualquier ingeniero con su maniobra, rompen las normas y hacen una puerta “nueva” en el techo para llevar a su amigo al Médico.

Las palabras y actos de Jesús son hábilmente vigilados por los “letrados”; éstos controlan todo, incluso “tapan” la puerta; parece que todo lo “anormal” debe buscar otra puerta. Hasta el perdón parece que es un esfuerzo humano (vigilado por ellos) y no misericordia de Dios.

Los que “tapan” la puerta entienden a la ley como una fijación en la vida de los demás y no como el amor de Dios. Esta fijación es casi una ideología dogmática. Se alarman y cierran filas como un espíritu de cuerpo para que nadie revolucione lo establecido, lo acostumbrado. No se arriesgan al escándalo de recuperar la libertad del cuerpo y del alma.

Jesús conoce el contexto errado pero prefiere mostrar la novedad del amor compasivo. Es mejor ayudar al paralítico para que coja su camilla y se eche a andar que sólo perdonarle los pecados. Primero lo espiritual, luego lo corporal. Es una sanación integral.

El perdón está reservado para Dios, tal como argumentan los Letrados, en la práctica se lo reservaban ellos mismos. Les molesta que Jesús perdone los pecados.

Sucede lo inadvertido, lo pone nuevo para todos: los paralizados por sus costumbres, prejuicios morales, por la cerrazón y la indolencia, por una enfermedad, por la fe, por el miedo. ¿Dónde te ubicas? Acércate o busca amigos que te lleven al maestro, ojalá en estos casos sí se rompan las normas.

sábado, 11 de febrero de 2012

Domingo VI del tiempo ordinario – Ciclo B (Marcos 1, 40-45) – 12 de febrero de 2012





“Si quieres, puedes limpiarme”. “Quiero: queda limpio”


Quiero caracterizar a la Lepra y especialmente al leproso para así poder el mensaje central de Jesús.
La lepra: en tiempo de Jesús es la peor enfermedad que existe. El enfermo puede ver cómo se va destruyendo su cuerpo, experimenta fuerte dolor. Según la Ley de Moisés, todo leproso debe ser separado de la vecindad, su vida ya no es normal. Nadie se quiere acercar a él. No hay quién le ayude.
El leproso será el pregonero de su propia enfermedad: “andará harapiento y despeinado con la barba tapada y gritando: ‘impuro’ ‘impuro’”. Era mejor no tocarlo para no estar en el riego de contagio, Jesús lo tocó y lo sanó.
Hay que resaltar que Jesús tocó al leproso pero no fue contagiado de Lepra, sino que el mismo Jesús le contagio la vida. Es un toque (ilegal) que prohíbe la ley –oficialmente impuro- pero la compasión termina en pureza, limpieza, inclusión,… La enfermedad que parecía la muerte ya no mata, no contagia y no soportará el “ex leproso” la urgencia de contar su experiencia.
Eso hacen hoy los Alcohólicos Anónimos, inmigrantes, portadores del VIH-SIDA, los enfermos desahuciados de las mineras, los que claman la justicia y la paz de Dios, los sedientos de agua (para los bebes de mañana).

Sigamos mirando a Jesucristo con fe, pedirle, él quiere sanarnos. El encarcelado valora la libertad, el enfermo la salud, el sediento el agua, el pobre la riqueza, el forastero su patria, el solo la comunión, le pecador al perdón,… nosotros a Cristo que él nos sobrevalora con amor.

“Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito” (Sal 31).

sábado, 4 de febrero de 2012

Domingo V del tiempo ordinario – Ciclo B (Marcos 1, 29-39) – 5 de febrero de 2012





“Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios”

“Mara” trabaja con mucha dedicación. En su trabajo ahora ocupa un puesto directivo. En los últimos días está incómoda por el sistema de trabajo, pasa largo rato analizando junto a su amiga lo que debe cambiar. Critica a quien ocupaba su puesto. Se ha dado cuenta de que todos los trabajadores son ineficaces y le desespera que el tiempo pase muy rápido. Crítica duramente, incluso a su esposo que parece no dedicarse a sus hijos.
Dicen que una vez en un convento un fraile estaba sufriendo trastornos mentales, un día alguien escuchó la triste historia y fue al convento para visitar a dicho fraile, en el ingreso encontró a un fraile y le preguntó por el fraile que está “medio loco”, éste contestó: “están en todas las habitaciones”. El visitante, justo preguntó a quien estaba con trastornos mentales.
Trastornos mentales, “medios o completamente locos”, “lunáticos”, mal humorados, heridos por la vida, prejuiciosos, mal pensados,… Todos acudía a Jesús para ser sanados, él los sanaba, sus palabras tienen tal autoridad.
Jesús, desde la intimidad con Dios, va alimentando la vida y dando la salud a las personas. No es un milagrero, pone el evangelio frente a las miserias de la vida.
Jesús va luchando contra el sistema de ideas, prejuicios, “locuras” que afectan y dañan a los demás. Si “Mara” sólo destaca lo negativo de las personas que la rodean, no mira con esperanza, no pone el trabajo en las manos de Dios, no goza de la intimidad con Jesús,… obviamente, responderá como el fraile “medio loco”: “están (los locos) en todas las habitaciones (puestos, funciones)”.
Nuestras miserias no siempre deben esconderse tirando el barro a los demás. Debemos sanarlas, pedir a Jesús que nos ayude a vivir la pasión por ser felices que todos llevamos dentro.