jueves, 29 de noviembre de 2012

Jesucristo, Rey del Universo

Domingo XXXIV Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo


Ciclo B (Juan 18, 33b-37) 25 de noviembre de 2012

“Mi reino no es de este mundo”

¿Y quién no quiere reinar? Dicen que hoy reinan las mujeres en los cargos gerenciales, incluso en el hogar (no es novedad); en los diarios se publican reportajes al “rey de la papa”, a la “reina de la cebolla”, incluso al “rey de la piratería”. En este contexto, el concepto de rey nos evoca historias penosas de maltrato al pueblo de quienes “reinan”, salvo algunas contadas excepciones los reinos terrenos han sido un testimonio viviente de generosidad y servicio.
Pero, decir que Jesucristo es Rey entonces cómo lo entendemos. Las características que señala la Sagrada Escritura es de un reinado sin límites, eterno; un reino en el que se da honor y gloria, además, queda claro que es un reino que no pertenece a este mundo. Me atrevo a preguntar, ¿si no pertenece a este mundo entonces para qué lo queremos?

En el contexto judío el reino quiere evitar el mal, en la historia sabemos que les ha llegado (hasta ahora no paran) la guerra, invasiones, destierros y hasta el exterminio. Con una fe primitiva el pueblo ve estos actos como un castigo de Dios por sus infidelidades, pero luego de un proceso y con el afán de responder a Dios se dan cuenta que son pruebas para su fe y que Dios no les abandona, está allí, a su lado. En el contexto del apocalipsis existe un diálogo de la asamblea con Dios, pero es una asamblea (iglesia) explotando de gratitud y dando gloria a Dios. Estas actitudes son elementales para que el mal no reine en nuestra vida como un castigo de un Dios cruel, sino como una prueba en la cual Dios está acompañando, un Dios misericordioso y amoroso al que nos alegra cantarle, orarle, mirarle, llorarle y amarle.

En el diálogo de Jesús con Pilato está dominado por la realeza de Jesús y también por los falsos motivos políticos como infame transgresor de la lex julia maiestatis, convicto del pecado de lesa majestad contra la autoridad del Emperador. Obviamente, Jesús no es ni el malhechor peligroso que ven en él las autoridades judías, ni un caudillo político de pacotilla, sino el Rey de verdad.

Pero su Reino no es de este mundo y entonces cómo entenderlo. Lo peculiar de el Reino de Jesucristo es que su reino no depende de la democracia social, sino de cada corazón, no depende de las encuestas (allí pierden las empresas encuestadoras) sino que es el rey de las conciencias; radica en lo profundo del ser humano, por ello puede construir el Reino con el testimonio, el talante del hombre creado a imagen y semejanza de Dios.

Unos tips más para los políticos que quieran reinar: el rey Jesucristo se mezcla con los pecadores (no será difícil para los corruptos), anda por los caminos (no tiene escoltas), no tiene donde reclinar la cabeza (para él la plata no viene sola), cura (¿la atención médica social?), ama (no se le sube el poder al cerebro), disfruta de sus amigos (no los usa), defiende al débil (auténtica inclusión no la floreada por los medios de comunicación), hasta se salta la ley en sábado (rompe protocolos antojadizos), y sabe las consecuencias del Reino de Dios en el que se construye en base a la verdad y la justicia (palabras en boca y no en el corazón de los políticos)…

Jesucristo reina en mi corazón, en el tuyo y en el universo.



viernes, 23 de noviembre de 2012

Domingo XXXIII del tiempo ordinario – Ciclo B (Marcos 13, 24-32) 18 de noviembre de 2012


“Aprendan lo que les enseña la higuera”



Aprender de la higuera, de su dulzura, de su verdor, de su abundancia, de la esperanza primaveral en medio del deshojado otoño y frío invierno. Una estación en la vida, no la muerte. Manuel Machado, lo expresa como una "Melancolía":

Me siento, a veces, triste
como una tarde del otoño viejo;
de saudades sin nombre,
de penas melancólicas tan lleno...
Mi pensamiento, entonces,
vaga junto a las tumbas de los muertos
y en torno a los cipreses y a los sauces
que, abatidos, se inclinan... Y me acuerdo

de historias tristes, sin poesía... Historias

que tienen casi blancos mis cabellos.

Caminar en otoño por el bosque es relajante, se puede pisar un colchón de hojas caídas, el aire seco, los amarillentos árboles, la luz penetra sin límites como jugando con las sombras para despertar el misterio de los crujientes árboles. El otoño se torna en una vista casi desesperante, los desoladores aletazos de muchas aves perdidas buscan abrigo y refugio, dónde construir sus nidos. Los que no conocemos de plantas podemos darles por muertas y arrancar sus ramas secas, pero gran sorpresa, estas ramas viven por dentro, se irrigan, se preparan, se fortalecen, toman aire,... Es decir, en otoño los árboles no siempre están para la leña.
Parece que al atardecer de la vida, en el otoño de nuestra existencia comienzan a caernos las hojas, la belleza de la primavera se opaca, los fuertes vientos mecen y casi rompen la estabilidad, adornan los atardeceres. Un clima, casi romántico pero melancólico, lindo al fin; duro y sonoro, no dejan de cantar. Árboles sin abrigo pero bien parados, sus raíces profundizan los años, se alimentan de H2O y las sales minerales, sus pelos absorbentes cual vasos ascendentes de conducción (Xilema) van formando la sabia bruta para que llegue a la hoja y se produzca la fotosíntesis y maravillosamente verde (gracias a la clorofila) aprovecha la luz, el aire, el agua,… Es decir vive.
Pero el Otoño no es el final, es sólo una estación, es más la sabia naturaleza se va preparando para el invierno, con temperaturas bajas, menos horas de sol por día; el metabolismo se altera; gracias a este letargo el árbol no permite que el agua se congele gracias a la calosa que tapa sus vasos conductores y, por tanto, impide alimentar sus hojas y éstas se mueren y caen. No puede secarse con el frío sino esperar a los brotes en primavera. El futuro no puede volverse escarcha, tal como lo expresaba el poeta Mario Benedetti en su Poema extraído de “Insomnio y duermevelas”:

Aprovechemos el otoño
antes de que el invierno nos escombre
entremos a codazos en la franja del sol
y admiremos a los pájaros que emigran
ahora que calienta el corazón
aunque sea de a ratos y de a poco
pensemos y sintamos todavía
con el viejo cariño que nos queda
aprovechemos el otoño
antes de que el futuro se congele
y no haya sitio para la belleza
porque el futuro se nos vuelve escarcha

Aprovechemos el otoño porque no es la muerte, ni el final, ni el sin sentido, menos el desierto; es sólo una estación. Aprovecha el agua, el aire, la Palabra, la fe, el amor,… todo lo que hoy te ha regalado Dios. Aprovecha que tus raíces cobijan la vida, que tu fe mueve montañas, Jesucristo no deja que te mueras, recuerda, es sólo otoño.
Por eso no temo la muerte, la imagen de la higuera en otoño es sólo esta vida que parece muerta, pero que espera la primavera, otra vez: hojas color esperanza, verdes paisajes, refugio para los pájaros, sostén de nuevos nidos, hogar impredecible, más horas de sol, abrigada temperatura,…
Recuerda, es sólo otoño, el de la vida, el del espíritu, el del alma, el del cuerpo… Una estación en tu existencia.


Lectura del santo Evangelio según San Marcos 13, 24-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

–En aquellos días, después de una gran tribulación, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes temblarán.

Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, del extremo de la tierra al extremo del cielo.

Aprended lo que os enseña la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, sabéis que la primavera está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán. El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.

sábado, 10 de noviembre de 2012

DA LO QUE TIENE PARA VIVIR



Domingo XXXII del tiempo ordinario – Ciclo B (Marcos 12, 38-44) 11 de noviembre de 2012

“(...) ella, en su pobreza ha dado todo lo que tenía para vivir”


“Falsos los políticos, falsos mi billete…” decía doña María, que con muy buena voluntad entregaba un billete que parecía ser falsificado. Ella, ahorra cada día para poder donar, compartir y apoyar a los trabajos pastorales. Cuenta que cada día vive con austeridad y con una misión clara. Es una actitud sorprendente, cualquiera se imagina que las donaciones sólo vienen de personas económicamente acomodadas.

En mi corta experiencia las personas que menos tienen son las más colaboradoras, las más ocupadas son las disponibles para donar su tiempo. Doña María tiene más de 70 a
ños y vive sola; su estatura no es tan magna como su corazón, su caminar lento y la pérdida del oído no está lejos de la voz de Dios; y su mirada de la vida es un permanente agradecimiento con quien lo ha dado todo: Jesucristo.

Darlo todo, duele. Y aún más donar todo lo que se tiene para vivir. En este contexto en el que el tiempo, el dinero, el afecto, la mirada, el cuidado,.. e incluso el amor es calculado matemáticamente las estadísticas de felicidad no se han incrementado. Es que en realidad no se lo da todo a favor de los demás sino a favor de uno mismo. Muchas personas se dicen felices porque aman, casi una mentira porque usan a otras personas para sentir que aman y se alucinan ser amadas.

      ¿Quién da lo que tiene para vivir?



Lectura del santo Evangelio según San Marcos I2, 38-44.

En aquel tiempo [enseñaba Jesús a la multitud y les decía:

–¡Cuidado con los letrados! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos. Esos recibirán una sentencia más rigurosa.]

Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos les dijo:

–Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.

A Martín de la Caridad


Cincuenta años de la Canonización de San Martín de Porres
(1962 - 2012)

Es domingo 6 de mayo
como hace 50 años,
Mi Martín es proclamado santo
por sus virtudes y milagros,
  

Los devotos de fray escoba
¡No podemos faltar!
A las 11 de la mañana
!Vamos a la basílica catedral!



50 años de canonizado,
Todos a festejar
Perro, pericote y gato,
Ante Dios nadie es desigual.


Oro de corazón a fray escoba
Y bendecido también serás tú
No te quepa alguna duda
Él es nuestra marca Perú.


Del Mulatito corazón de oro,
Imítale cada virtud;
Es caritativo y justo,
Con alegría y gratitud.


Entre cantos y oraciones
Juan XXIII lo elevó a los altares.
El mundo repicó las campanas,
por tamaña noticia,
Es proclamado santo
mi Martin de la caridad
eso es justicia.


Mi santo moreno es Patrono
de la justicia social
Él no quiere un trono,
El es Martín de la caridad.


Juntó perro, pericote y gato,
No aceptó ningún alegato,
Lavó la azúcar y endulzó vidas
Curó a los pobres sus heridas.


Martín de la caridad,
Amante de la reconciliación,
Únenos a la humanidad
En tu noble misión

San Martín de Porres y su iconografía

Glorificación de San Martin de Porres


Cincuenta años de su Beatificación


"Martín de la caridad, un santo para todos" es el lema jubilar (1962-2012).

Es una alegría presentar la figura del más ilustre de nuestros hermanos, Fray Martín de Porres. Los claustros de nuestro convento - Santo Domingo en Lima-  todavía conservan la huella de su caminar apresurado, deseoso de practicar la caridad y la justicia.

La Orden de Predicadores (Dominicos), la iglesia, y con mayor razón los peruanos sentimos gran alegría al celebrar sus 50 Años de Canonización (1962 - 2012), de ser elevado a los altares un Santo Mulato.

Hay mucho que aprender de San Martíncito, esta vez les voy a explicar lo que contiene el cuadro de la Glorificación. Esta pintura se presentó en el Vaticano para el día de la Canonización, fue elaborada por el artista Fausto Gonti y hoy la encontramos en la Basílica del Santísimo Rosario en el Convento de Santo Domingo de Lima.

1. Fray Martín, hermano


Martincito aparece retratado con las manos en posición de oración. El Papa Juan XXIII en su alocución (discurso) el día de la Audiencia (27 de mayo de 1962) decía que: “en la vida de Martín hubo tres amores: Cristo Crucificado, Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo”.

Esta vestido elegantemente con el escapulario negro propio del hábito de los Hermanos Cooperadores. Incluye el Santo Rosario, signo del amor a Nuestra Madre la Virgen María.

Abajo está el rico mar Océano pacífico y la Cordillera de los Andes, la más grande del continente americano.


2. Virtudes: Caridad y pureza

2.1. Caridad. Al lado izquierdo de San Martín aparece el ángel con una llama de fuego en las manos. Representa la caridad.

El Papa Juan XXIII en su homilía del día de la canonización -26 de mayo de 1962– destaca: “Excusaba las faltas de los demás, perdonaba duras injurias, persuadido de que sus muchos pecados le merecían mayores penas,… asistía benigno a los enfermos; proporcionaba alimento, vestido y medicina a los débiles, a los negros y mulatos que en aquellos tiempos se destinaban para los más bajos oficios; de tal manera que se mereció ser llamado por el pueblo, MARTIN DE LA CARIDAD”.

2.2. Pureza. Al lado derecho de San Martín, aparece un ángel portando azucenas para significar la pureza; también sujetando una vasija de barro que derrama agua, es decir, las abundantes gracias que Martincito consigue ante Dios para sus devotos.

En el marco del cuadro también aparecen dos ramos: Mortificación y humildad.

2.3. Mortificación: al lado derecho de San Martín aparece un ramo de olivo para significar la mortificación. “En su corazón ardieron tres pasiones: la caridad, particularmente con los pobres y enfermos, la penitencia más rigurosa que él estimaba como “el precio del amor”, y dando aliento a estas virtudes, la humildad” (Juan XXIII).

2.4. Humildad: al lado izquierdo se expresa el suave perfume de la modesta flor violeta.

3. Símbolo de paz y unidad social


En San Martin de Porres se funden dos estirpes, dos razas, dos mundos y mientras que en su rostro se acentúan las diferencias de ambas. Dos mundos que circunstancias históricas y raciales han mantenido separadas se estrechan en Martín y proclaman al mundo la profunda e íntima unidad de toda estirpe humana que se basa en haber sido creada a imagen y semejanza de Dios y en haber sido redimidos por la misma sangre de Cristo nuestro Salvador.

3.1. Escudo Dominico: en la parte superior del cuadro está pintado el escudo “Capatus” que tiene la figura de la capa del hábito dominicano, famoso en aquel tiempo.

3.2. Escudo Español: se encuentra en la parte inferior izquierda, muestra la patria de su padre Juan de Porras, caballero español de la Orden de Alcántara. y desde donde nos vino la fe cristiana. La unión de dos mundos, dos razas.

3.3. Escudo Peruano: luce en la parte inferior derecha con los símbolos de la tierra que lo vio nacer, un 9 de diciembre de 1579 y morir el 3 de noviembre de 1639.

4. Patronazgos.


4.1. Barberos y peluqueros: en la parte superior del marco vertical derecho, el artista plasma el peine, la tijera y la navaja; instrumentos propios del oficio del cual es patrón y maestro.

4.2. Enfermeros: En el marco superior del marco vertical izquierdo se simboliza el símbolo de la medicina. San Martín también aprendió el oficio de enfermero en Ecuador con su maestro el y lo practicó en el convento con los frailes y con todos los necesitados que acudían e invocaban a él.

Queda mucho que aprender, pero sobre todo por imitar las virtudes de San Martincito.

En este sentido, las obras siguen el espíritu caritativo de San Martín en la casa de su nacimiento: Casa Hogar San Martín de Porres, una obra social, extendida como obras de los Dominicos en el Perú.




viernes, 9 de noviembre de 2012




Domingo XXXI del tiempo ordinario – Ciclo B (Marcos 12, 28b-34) 4 de noviembre de 2012

“Ningún mandamiento es más importante que estos”
 
¿Qué es primero, el huevo o la gallina? Para algunos el huevo y para otros la gallina. Algo parecido sucede cuando nos planteamos el amor a Dios o el amor al prójimo, en realidad es el amor a Dios y al prójimo, ¿Cómo decir que amas a Dios si no amas a un ser humano concreto? ¿Cómo decir que amas al prójimo si no eres inspirado por Dios? En lo más profundo de tu vida el amor no escapa, se plantea como una presencia arrolladora o como una ausencia sufriente.

Si Dios está presente en el amor la fe se ilumina, de tal manera que amor y fe no pueden respirar aislados porque se ahogarían. La fe te da la seguridad del amor, de sentirte amado, de amar, de respirar cada instante de tu vida por los poros de la libertad y de la seguridad en Dios providente. ¿Crees que puedes vivir el amor si tener fe en la providencia? Los incautos suelen ver seguridad en lo que construyen con su autosuficiencia y no en la generosidad. No es tan inteligente pensar que los sacrificios superan a la vida, corazón y alma donados, el hacer no siempre es imagen del ser. No seamos negativos, es estar cerca del amor.

Al letrado que plantea la pregunta ¿Qué mandamiento es el primero de todos? Jesús afirma que es sensato y le responde: “no estás lejos del Reino de los cielos”. El sensato letrado sabe lo que es el amor pero no lo vive, está guiado por su limitado éxito profesional y su vanagloria le sumerge en su amor propio y no en el amor al prójimo.

Si amas tanto ¿Este salmo expresa tu alma, corazón y vida? ¿Es posible amar?

Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza,
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
 Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

 Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido.

Sal. 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab R