viernes, 18 de enero de 2013


Este relato evangélico según Mc 2, 1-12 muestra que Jesús no sólo tiene el poder de curar el cuerpo enfermo, sino también el de perdonar los pecados; más aún, la curación física es signo de la curación espiritual que produce su perdón. Efectivamente, el pecado es una suerte de parálisis del espíritu, de la que solamente puede liberarnos la fuerza del amor misericordioso de Dios, permitiéndonos levantarnos y reanudar el camino por la senda del bien» (Benedicto XVI, 22 de febrero de 2009).

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De paralíticos a contemplativos

Tenemos la oportunidad de presentar nuestras paralísis, camillas, de presentarnos paralíticos (as) ante Jesús, seguros (as) de que él nos va perdonar y sanar.
En este contexto es destacable el papel solidario de los 4 hombres que llevan al paralítico, personas solidarias. Una buena noticia: nuestros hermanos y hermanas nos pueden llevar a Dios para que nos de la salud.
Personas sencillas, compasivas, amigas, hermanas nos toman con la confianza de desinstalarnos, de presentarnos otra forma de conducirnos en la vida, alimentan nuestra esperanza de abandonar la camilla, nos ayudan al inicio para que Jesús nos haga caminar, nos ponen agradables a los ojos de Dios para contemplar la creación. Son Amigos que se atreven a hacer el ridículo, se exponen a una denuncia por romper el techo, si la multitud ha impedido el pase no parecen distinguidos en el protocolo judío. Amigos que con sus hechos proclaman una gran fe, han conmovido a Jesús, han roto el tabú de que la enfermedad te hace indigno de Dios, Jesús al sanar al paralítico ha confirmado su dignidad.  Su búsqueda de la salud, su fe no tiene techo, lo han roto;han hecho de los miedos y prejuicios una oportunidad para que Jesús sane la parálisis interior y la exterior. La indiferencia paralítica de la multitud ha sido superada por un signo visible de los amigos que confían en la misericordia y amor de Jesús y todos lo ven. Ojalá abunden esas amistades.
Jesús en su recorrido por Cafarnaum es recibido de diferentes maneras, él también es insignificante, marginal, un sencillo carpintero. No es un doctor de la ley ni un maestro famoso. Escandaliza a las autoridades religiosas porque perdona los pecados, algo que solo Dios lo puede hacer, pero esto tiene una dificultad,  nadie sabe si el pecado fue o no perdonado; pedagógicamente Jesús hace de los ojos un medio de contemplación, pues todos sí pueden comprobar que el paralítico toma su camilla y se va a su casa. Los que vieron aquello del paralítico "daban gloria a Dios diciendo: ¡Jamás habíamos visto una cosa semejante!".
"Cristo tiene el poder de curar todas las miserias de los hombres desde su raíz, pues Él sí puede perdonar los pecados.  Es grande lo que hace Cristo, y seguramente en su mirada compasiva cabe entender que los seres humanos heridos por el pecado empezamos primero por lo más visible (la parálisis) para llegar a entender la gravedad de lo invisible (el pecado), y empezamos por lo que limita nuestra voluntad (la parálisis) para un día darnos cuenta de cómo hemos obstaculizado la voluntad de Dios en nosotros (el pecado). Así que, mejor que renegar de nuestra ingratitud y miopía, gocémonos en su piedad y en su paciencia. Un espíritu contemplativo".
Un espíritu contemplativo el del descanso. Los destinatarios de la Carta a los Hebreos (4):Son miembros venidos del judaísmo, familiarizados con el sabat, el descanso sabático. “Y Dios descansó..." nos enseña la Biblia, ya desde el principio (Gén 2,2). El descanso puede ser signo de muchas cosas: desocupación, inactividad, o lo más sencillo: cansancio. Pero nosotros no adoramos a un Dios cansado; ni siquiera a un Dios "cansable", pues ya nos predica Isaías: "¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? El Dios eterno, el Señor, el creador de los confines de la tierra no se fatiga ni se cansa" (Is 40,28). Luego debe haber algo muy profundo y muy bello en eso de entrar al descanso de Dios. No debe ser algo tan obvio y elemental como "dejar de trabajar". Estamos llamados a entrar en el descanso mismo de Dios, que no es el ocio. El descanso es cuando Dios contempla lo que ha hecho y exclama era bueno. El descanso es salir de la cadena permanente de trabajar, producir, consumir, salir y recuperar la dignidad, tomar una actitud contemplativa y agradecida, cuando percibimos con fuerza el gozo y la alegría de Dios al crearnos, en su obra.
En el acto de descansar de sus trabajos para dedicarse a "santificar" el día, el hombre aprende a no vivir para lo que vale menos que él sino a orientarse hacia quien vale más que todo y que todos. En el sábado, así entendido, el hombre reencuentra su dignidad, su vocación, su destino eterno, lo más íntimo y a la vez lo más alto de su mente, lo más puro y lo más bello de su corazón.
Sí. Cristo nos vuelve a recordar hoy que "TODO es posible para el que tiene fe". Y que basta creer -pero creer de verdad- para que todos nuestros problemas se disipen como la nieve o la bruma ante el sol. También nuestras peores enfermedades y lo que nos parece imposible de solucionar -la lepra, la ceguera o la parálisis- encuentran en Cristo una eficaz y segura curación.

jueves, 17 de enero de 2013

Nuestro Bautismo, Profeta, Sacerdote y Rey


Domingo del Bautismo del Señor – Ciclo C (Lucas 3, 15-16.21-22) 13 de enero de 2013

(...) también Jesús fue bautizado

 
Así como en Pascua de Resurrección es una buena fecha para bautizarse, también lo es hoy, pues cerramos el tiempo de Navidad y se abre el Tiempo Ordinario. El bautismo encierra aportes a nuestra vida como la gracias de Dios en nuestro ser, la marca imborrable de Jesucristo para la vida terrena y la eterna, la sed del perdón, la alegría de la misericordia, la esperanza dócil a cada corazón.
El bautismo católico, naturalmente cristiano, nos inserta en la vida de la iglesia conformada por todos los bautizados. Es muy bonito para una familia unirse, prepararse, participar en su iglesia, sentir la alegría de la bendición de Dios. Es edificante para los padres llevara presentar a su hijo a Jesucristo en el templo, a la comunidad eclesial para que se celebre el sacramento del bautismo.
Jesús nos muestra su bautismo para aceptar con humildad la pureza, la purificación del corazón, lavar aquello que nos oxida interiormente. El agua es imagen de la vida y de la limpieza. Pero en este día hay un profeta que nos testimonia un comportamiento útil para nuestra vida espiritual: Juan el Bautista, “–Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”.
Juan el Bautista tiene la humildad de presentar la verdad, aclara que él no es el Mesías, se alegra y se siente pleno al hablar de la Palabra verdadera. Este comportamiento inspira la vida de las familias porque pueden enseñar a sus hijos el verdadero dueño de la vida, la radical opción de amor, la responsabilidad de tener una misión. No se podría decir que todo se logra gracias a la autosuficiencia, sino que la inteligencia y los dones son desparramados por Dios para que su presencia no sea un ideal ni un alucinógeno.
La familia de Jesús y la de Juan el Bautista están consagradas al servicio de Dios, con la carpintería, con el sacerdocio. Al iniciar el sacramento del bautismo siempre se pregunta a los padres y padrinos: ¿Están dispuestos a educar a este niño (a) en la fe?, suelen responder: ¡Sí! Si esto es verdad entonces los padres ya tienen una misión concreta, los hijos no renegarán ni reclamarán ser consultados para ser bautizados.
Cada padre o madre desean dejar lo mejor para sus hijos. Pero la mentira comienza cuando le dejan el bautismo y no están convencidos de su importancia. Si es así les aconsejo que miren una buena película en el cine con canchita y disfruten toda chatarra que oferten, la disfruten y no hagan una pantomima del sacramento del bautismo.
La familia no se desarrolla al margen de Dios, la desestructuración familiar está dopado por el relativismo, el hedonismo y el orgullo. Son luchas cotidianas y muy saludables para los hijos e hijas de Dios.

miércoles, 16 de enero de 2013

Fiesta de Reyes


Epifanía del Señor – Ciclo C (MaDomingo de la Epifanía teo 2, 1-12) 6 de enero de 2013
(...) y arrodillándose le rindieron homenaje

Cuánta cólera tendría Herodes el Grande, se sentía el Rey de los Judíos pero éstos no lo consideraban así. El Rey de los judíos tiene una historia, una procedencia, una profecía, una promesa, una tribu,… Herodes no tenía esa gracia, por su sangre no se avizoraba al Mesías, sino a un juguete de este mundo. Aunque se le dice “grande” porque intento caer simpático y restauró, amplió y decoró al Templo de Jerusalén, no había forma de que los judíos le consideren su Rey. Era considerado como uno más de los extranjeros abusivos que dominaban al pueblo. Herodes no era tonto, identificó que su poder es débil, no tiene sustento y por ello se alarmó tanto saber que nacería el Rey de los Judíos.
La mentira de su poder se extiende a sus argumentos y supuestos deseos de adoración del auténtico Rey de los judíos. Los Magos le dieron de comer de su propia medicina y cambiaron el camino. Adoraron y presentaron sus dones,  Burlaron a Herodes por revelación de Dios. Aunque Herodes el Grande rompió en cólera y mando matar a todos los niños menores de 12 años, Jesús fue llevado por su querido José y María a Egipto.
Esta historia de un Rey rompe los tabús religiosos, los caminos convencionales, destaca la tolerancia y el respeto. Todas las culturas, incluso los astrónomos, los magos, astronautas,… adoran al Rey de la creación. Él ha nacido para todos, tiene un pueblo elegido para nacer pero no para predicar el Reino de Dios. La diversidad no es ya una amenaza, sino una oportunidad para que los lenguajes se unifiquen en el mismo amor, en el único Dios, en la misma Palabra.
Los regalos deberían repartirse el día de los magos, como una ofrenda al niño Jesús, a su rostro expresado en cada niño desnutrido, pobre, abandonado. Como una oportunidad para integrarse, hacerse parte de esa diversidad y sentirse aceptados en la adoración al mismo Dios. Presentarnos con dignidad con nuestros dones que valen oro, nuestro templo sagrado, nuestra donación de vida. La Epifanía del Señor es la revelación de un Dios para todos.
Domingo Sagrada Familia – Ciclo C (Lucas 2, 41-52) 30 de diciembre de 2012

Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto?

Las palabras de un hijo pueden herir profundamente el corazón de un padre y de una madre. Parece que los hijos no tenemos reparo en lanzar piedras, puede más el resentimiento y la rebeldía que el respeto y la consideración. Los padres suelen llorar interiormente y sufrir en secreto las palabras desmedidas de sus hijos. Los hijos parecen no superar las heridas de su historia personal.
Los padres no comprenden el comportamiento de sus hijos, el motivo de sus palabras, lo desagradecidos e imprudentes con sus hechos y palabras. Y aparece con mayor fuerza en los hijos que lo han recibido todo. Los padres no entienden que sus hijos no aprendieron a sufrir, a esforzarse, a las carencias, a los conflictos que en la vida nos asaltan. Lo han dado todo, sin medida.
Las noticias a menudo nos presentan a adolescentes delincuentes (“Gringasho”), a la hija que mata a su madre, a niños que envenenan a su compañera de clases, adolescentes que drogan y violan, a delincuente que secuestra niños,… Esta realidad nos lleva a replantear la estructura familiar, varias conformadas en base al egoísmo, improvisadas y obligadas por las circunstancias. Se trasluce la gran responsabilidad de los padres de ejercer su autoridad pedagógica, su misión de educar en la fe y en la razón.
Jesús camina en su misión, en este sentido los “perdidos” serían María y José, pero no por ello dejan de decirle con rigor y amor: “Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto?” Puede ser el Hijo de Dios pero ellos no dejan de expresar su disconformidad con unas palabras cargadas de incertidumbre, buscando explicaciones. Su misión es ayudarle a crecer en sabiduría, estatura y gracia. Los derechos del niño contemplan el de tener una padre y una madre,  conceptos llenos de misión educadora y pedagógica y no es de un mero engendrar (eso sería animal).
Las familias están sedientas de diálogo, tiene que hacer el esfuerzo de sentarse a dialogar, respetarse, escucharse, expresarse y llegar a acuerdos. En toda familia el corazón de madre y el de padre desborda agendas y normas; las expresiones del amor son necesarias cada vez más en casa para la solidez interior, moral y espiritual de cada uno de los hijos. Ojo: una familia sagrada, nunca se olvida de Dios

Feliz Navidad de Jesucristo


Domingo La Natividad del Señor – Ciclo C (Lucas 2, 1-14) 25 de diciembre de 2012

“Será motivo de gran alegría para todo el pueblo”

NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

La Navidad no es solo Navidad, es el nacimiento de Jesucristo. No es poco que Dios -por puro amor- se haga hombre para que la vida brote como torrente en nuestra existencia y se encamine a lo divino. Por ello es la fiesta del amor puro, los corazones dóciles a esta Gran Noticia celebran con gozo. ¿Celebraré la natividad de Jesús?
El Hijo de Dios nace en una Familia Sagrada. María, una mujer que no culpa a nadie de su embrazo, no reniega de ser madre, sino que  pide instrucciones, confía y camina para llevar Buenas Noticias a su Prima Isabel (no chismes), solidaria en el dolor. Llevar en su vientre a Dios la compara con el Arca de la Alianza que contenía los panes ázimos y la Ley de Moisés para habitar entre las tiendas de los judíos errantes en búsqueda de pastos para sus corderos. La humildad no sólo es de María, también de José, un hombre profundamente comprometido con Dios, cuida a María, cuida al Hijo de Dios.
Dios se encarga de decirles: “No teman”. María, José, los pastores tienen la alegría de perder el miedo a los poderes de Herodes, de la opinión de la gente, de lo convencional. Perder la adicción al  consumismo brillaría en nuestro corazón la Buena Noticia, los sentimientos rancios desaparecerían, la desesperación del tener sedería al ser, el conflicto a la comunión.
La noche buena siempre marca momentos históricos, los corazones se revelan, los abrazos no se niegan. Así pues, la Navidad de Jesús no se celebra sólo por el hecho de estar en familia, gran apoyo si se contempla la Familia Sagrada; los que están solos, lejos, distanciados,…  también, como los pastores, insignificantes y solitarios en los campos reciben la Buena Noticia. Dios no nace sólo para los que celebran con banquete y fortalecidos por sus seres queridos; los pobres, los despreciables también pueden contemplar su nacimiento, fortalecidos por el perdón de Dios y la alegría de su Palabra.
Jesús no nace con el estómago lleno, tampoco con el conjuntito nuevo. Nace en la humildad de un pesebre, junto a los animales, la fortaleza de un toro, la sencillez de un asno, no es corneado ni pateado. La indiferencia de su gente, el desprecio,… no impidió el nacimiento. Entonces, se celebra la Navidad de Jesucristo, no “Feliz Navidad” 50% de descuento; el nacimiento del Hijo de Dios en tu corazón, no en la comida ni en la ropa; en la intimidad no en la bulla; en lo sagrado de la familia, las inclemencias y hostilidades sólo son dificultades en la vida.