domingo, 29 de septiembre de 2013

Opción preferencial por los pobres


Domingo Ordinario XXVI – Ciclo C (Lucas 16, 1-13) 29 de septiembre de 2013

Opción por los pobres

Conga, Bagua, Oroya, los depredadores en la Amazonia peruana,… entre otros llamados "conflictos sociales" han sido fortalecidos por la participación de algunos obispos, religiosos y laicos católicos. Éstos han sido enjuiciados por atentar contra el orden público, calificados como comunistas, amenazados. Estos defensores no sólo quieren el respeto a los Derechos Humanos, sino principalmente que Jesucristo se siga encarnando y siendo una Buena Noticia a favor de los pobres, una sociedad en justicia y paz.


En los años 70, en pleno vigor de la guerra fría y en medio de agudas contradicciones políticas en América Latina, en el Chimbote de Arguedas, una conferencia daría inicio a la Teología de la Liberación, tan criticada, prejuiciada; acusada de querer dividir a la iglesia, de ser la voz del comunismo. En un retiro y en varias conversaciones le pregunté el tema a Fray Gustavo Gutiérrez, O.P. y él señalaba con lucidez el nacimiento de la TL en el Evangelio de Jesucristo, él tiene una opción preferencial por los pobres.

Entonces es claro el Evangelio del amor por los pobres está siendo retomado por la elocuencia y sencillez del Papa Francisco, quien recibió al P. Gustavo en una audiencia privada. Con un Papa argentino y un teólogo peruano con méritos de sobra, -especialmente porque supo arrostrar con humildad y coraje las duras críticas- se va cumpliendo la intuición del Beato Juan Pablo II: “América Latina es el continente de la esperanza”.

Es de la esperanza y nos queda tener absoluta confianza en Dios, no en la mera fama. Nos alegramos con humildad que Dios signifique su presencia como fuente de vida, de bendición y de ayuda. Para Jesucristo el Reino de Dios, la felicidad, la gloria, el sentido está en los pobres. Esto no es aceptado en nuestro interior por eso que hay iglesias que ligan el éxito económico a la bendición de Dios, convirtiendo a Jesús en el amuleto de los ricos.

Un ejemplo de esta actitud ya lo señala el profeta Amós (6), Sión y Samaria son los principales centros de culto, famosos y casi de categoría. Se ofrecen cultos a Dios justo pero niegan el apoyo a los desfavorecidos. Es más, se benefician de los pobres para enriquecerse. Han convertido al santuario en un amuleto. Considerarse dueños de Dios y merecedores de su bendición por la ofrenda que hacen; despreocuparse de la suerte del pueblo, abandonarse en banquetes, son comportamientos que si no cambian serán castigados como los otros pueblos. Su seguridad está en las jugosas ganancias pero el destierro por el imperio Asirio se encargó de llevar y saquear en las casas lujosas haciéndoles entender que la seguridad no está en forrarse de oro y plata, sino que la inversión debe ser a favor de los demás.

Los ricos deben sentirse tristes porque Jesucristo siempre les pone al filo del infierno. Pero el problema no es la riqueza, sino el mal uso de las riquezas. Si la riqueza está sólo orientada al disfrute personal y no a remediar los problemas humanos lleva a la perdición. El rico que no es presentado con un nombre determinado lo cual significa que puedo ser yo (aunque sin dinero). Entonces no es la riqueza, sino cómo administra su riqueza. El rico es un perfecto egoísta, se preocupa de pasarla bien, y no de ayudar al pobre que tiene a su puerta, ni siquiera se compadeció, es más ni le miraba porque el pobre no podía cruzar la puerta de la casa lujosa. Es un rico enfrascado en sus propios placeres, el brillo de las riquezas le ha deslumbrado, le ha ofuscado, vive al margen del amor verdadero. Esta es su tragedia.

Pero hay algo más, el rico no era malo, banqueteaba y vestía espléndidamente, eso no es pecado. Ante sus propios ojos, el rico se sentía disfrutando de la vida, en la tranquilidad de conciencia. Su único pecado es la omisión. Estos también son graves, omitir a las personas, hacerlas invisibles, ser inaccesibles.

La opción por los pobres es propio del evangelio de Jesucristo, hoy Lázaro encarna a estos preferidos, ser como ellos no es fácil, perder seguridades menos, pero no debemos permitir que la tragedia invada nuestra vida: sin Dios, sin sentido, engordando con la indiferencia, sal a tu puerta y siempre encontrarás un Lázaro, comparte tu pan, una palabra de aliento, no te pierdas la vida, tóma en serio a las personas.

domingo, 22 de septiembre de 2013

El administrador astuto



Domingo Ordinario XXV – Ciclo C (Lucas 16, 1-13) 22 de septiembre de 2013

“El que se porta honradamente en lo poco (...)”


Hoy la honestidad no se despega de la buena administración. No somos dueños, sino administradores de nuestro tiempo, afectos, amistades,… esa libertad es un camino a la autenticidad.
En mi habitación puedo dejar caer todavía sin preocupación las monedas, nadie ingresa y recurro al piso cuando necesito algunas; es como un gesto de mi despreocupación por el dinero. “La moneda que se cae hay que entregarle a su dueño o preguntar de quién es”, nos aconsejaba mi mamá, incluso uno podía ser castigado si no hacía respetar esta norma de buena convivencia en el hogar, en la escuela y en todas partes.
Sin duda, la administración se desarrolla de manera exitosa cuando se lleva con transparencia y honradez. El profesor de moral fundamental decía que el dinero es el ‘estiércol del diablo’ para prevenirnos del cuidado, del mal olor, asfixiante y fácil de enlodarse. Los escándalos por la mala administración de parte de las autoridades, los diezmos, los gastos de representación, los incentivos, los viáticos, entre otros gastos se convierten, con frecuencia, en una oportunidad para enlodarse en la piscina de la avaricia. Un aparente respiro va tupiendo nuestras narices con la codicia fratricida de unos soles, pesos, dólares,…
La codicia opresiva, descontrolada en el consumismo se refleja cada día. Por ejemplo: prestas dinero, no te quieren devolver; estafadores al telefonazo, vendiendo gato por liebre; inescrupulosos cobrando a los pobres lo que no les corresponde; cómplices mezquinos cargando el peso a los más indefensos. Es preocupante, cuando las cuentas no son claras, de seguro, ya se está adorando a dos señores, se está haciendo una caja secreta o distribuyendo por dos cajas, desvalijando a una, a la más ingenua. El profeta Amós dice: “Escuchen esto los que exprimen al pobre, despoján a los miserables,… Disminuyen la medida, aumentan el precio, usan balanzas con trampa, compran por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Jura el Señor por la Gloria de Jacob que no olvidará jamás sus acciones”.(8, 4-7). El clamor de los pobres será un delirio de infelicidad aunque con la barriga llena y la persona puede ser tan pobre que lo único que tiene es dinero.
La sagacidad del administrador le ha permitido acumular riqueza, si medida. Pero ha llegado la hora de dar cuentas y no se ha percatado de lo importante y sustentable en el tiempo: la aceptación de los demás. Se va quedar con las manos vacías porque a su gestión le comienza a inyectar prudencia, sabiduría y equidad con los deudores. La riqueza le resulta engañosa, la auténtica es hacer amigos, hacer el bien a los necesitados. La Mammona (dinero) brinda una aparente seguridad pero roba la armonía y equidad. Es mejor servir al Señor haciéndose amigo de los hombres. El administrador ante la pérdida de su puesto encontró una forma de garantizarse un futuro. Una corrección a posteriori de su gestión ha puesto en evidencia la injusticia con los pobres.
“Todo lo que se puede comprar con dinero es barato”. ¿Quién puede comprar el abrazo de un ser querido que ha fallecido? ¿O el perdón verdadero de una persona a la que hemos hecho daño? ¿O la salud? No debemos olvidarnos de las cosas cuya gestión también requiere nuestro esfuerzo, y que a veces descuidamos.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Escándalo del Reino de Dios

Domingo Ordinario XXIII – Ciclo C (Lucas 14, 25-33) 8 de septiembre de 2013
El verdadero discípulo de Jesús tiene que amar lo que él ama.
Una agenda llena es imagen de un gran trabajador y eso sí ama Dios. Pero hay agendas sin tiempo para Dios. Al finalizar la jornada regresamos como máquinas programadas a nuestros hogares, al mismo sillón, la búsqueda inútil de algo interesante en los canales denigrantes. La almohada no siempre puede responder a las grandes preguntas, las preferencias, los proyectos,… ¿quién soy? ¿Qué soy frente a Dios? ¿Quién soy frente a la economía? El sentido de la vida y la libertad no está en la agenda de un Smartphone.
Caminamos apurados buscando saciar nuestra vida, hay un deseo natural de trascendencia, llevamos algo en el corazón, y punza urgente en el correr de los años, parece que la vida se escapa. Por ello, algo tiene que vivir, nunca con los conservantes de la comida rápida para triplicar la durabilidad.
Esta sed es la de la libertad. Se cuenta que mientras Pablo estaba prisionero  llega un esclavo, Onésimo, que había huido de la casa de su patrón, Filemón. El esclavo se hace libre espiritualmente, se convierte al cristianismo. Pablo entiende perfectamente, y busca también su libertad social. No había, en aquel tiempo, una propuesta “jurídica” ante el terrible problema de la esclavitud. Entonces Pablo recurre a Filemón para pedirle que trate al esclavo como a un hermano porque también es hijo de Dios con todas sus consecuencias.
No hay peor lacra en la esclavitud que el sentirse esclavo y sin salida. Pablo, Onésimo, Filemón, son hijos de Dios y fieles seguidores de Jesucristo y, por tanto, marcan una característica importante como propuesta para ser libres. Tratarnos como hijos de Dios, lo somos.
 Para ser libres hay que liberarse o ser liberados. Cada día andamos atados por los compromisos, las responsabilidades, el trabajo; los afanes aparentan agilizar nuestras manos, nuestro cerebro, nuestra vida. ¿No es triste pretender ser libre cuando uno libremente ha cavado su esclavitud? ¿Hay oportunidad para construir la libertad? Sí. San Pablo entendió bien la libertad cristiana, se dio cuenta que no podrá ser el gran apóstol si está dominado por las preferencias familiares, las ataduras sociales y culturales.
Radicaliza la libertad. No significa que odia a su familia, la sigue amando pero no en el sin sentido de la glotonería y la ambición; crueles cadenas de esclavitud y “grandes cruces” en las familias que se desintegran porque no ven la utilidad de ser libres. Las esclavitudes suelen ser cunas abrigadas, engañosas, con proyecciones pero siempre tienen como centro el egoísmo porque es un proyecto meramente humano, Dios no aparece. ¿Qué es le hombre frente a Dios?
En esta sed de libertad, nos queda pedir la capacidad para discernir y pensarlo bien cuando queramos  construir una torre, cuando – como el rey- pretendamos ir a la guerra. Esta radicalización parece escandalosa, pero la buena nueva está en que con esas grandes renuncias puede mejorar el bien común, solucionarse la pobreza, destruir la injusticia. El mundo es injusto por culpa de los que aman la riqueza y el poder. Sacrificamos vidas por culpa del egoísmo. Estas preferencias, a veces,  nos enseñan en la familia, ¿lideres? en ese sentido Jesús pide una renuncia radical a la familia. Así es, el Reino de Dios es un escándalo.
En consecuencia, para la actitud de los cristianos en el mundo contra la injusticia, la guerra, el mercantilismo o una globalización inmisericorde, debe ser la verdadera alternativa de identidad. Si no lo hacemos, por no traicionar el entorno de “los nuestros”, habremos perdido nuestra identidad como seguidores de Jesús y de su evangelio.