Tentaciones que paralizan el alma
“Detente, mira y vuelve” es la
actitud a la que ha invitado el Papa Francisco en la Eucaristía el miércoles de
ceniza en la Basílica de Santa Sabina de Roma.
En el invierno europeo abriga el
alma la frase: “recalentar el corazón creyente” ante las tentaciones que
“cauterizan y paralizan el alma”.
Detenerse y mirar para continuar,
detenerse y mirar para regresar. En el pecado o en la gracia, en los círculos
viciosos de la vida.
Cómo decirle a un corrupto que
con la plata injusta se siente feliz, se da los gustos desenfrenados, se
vanagloria de exitoso, se considera de alto nivel, viste la ropa más cara,…
Decirle es fácil, pero tiene la conciencia laxa y no escucha. “Epulón, detente,
mira y regresa a la honestidad, al sueldo justo,…”
¿Cómo decirle a alguien que está
en una situación de doble efecto: si dice la verdad pierde lo que tiene y si
vive la mentira está en pecado?
¿Cómo sanarle las heridas a
alguien que sangra violencia contra las personas más débiles e inocentes? ¿Escuchará:
Detente, revisa tus heridas cuando la persona no acepta tenerlas?
El Papa Francisco en su mensaje
por Cuaresma 2018 dijo algo fundamental: “Al crecer la maldad, se enfriará el
amor en la mayoría”.
En esa maldad que se va
incrementando en la vida cotidiana, el corrupto tiene que esconder cada vez más
su dinero, el perplejo no se atreve a dar pasos, la herida no quiere sanar sino
herir. El corazón en el corrupto, en el tibio y en el violento late pero no
tiene alegría, no es feliz, no es exitoso,..
Recalentar el alma, el corazón,
la vida, la conciencia, el sentido, etc… necesita de silencio, distancia,
contemplación, humildad, y de hecho del mismo Dios. Esa es la cuaresma,
necesitamos de Dios, detenernos con él, mirarnos en él y volver a él.
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