martes, 28 de abril de 2020

Narración: la Pandemia que invita a ¡REINVENTARSE!

El detalle es el tiempo
 Literatura



Hoy el “no tengo tiempo” está ausente en mi agenda,
 Han pasado ya más de 50 días
El Covid-19 nos cambió la vida, 
transformó nuestro proyectos, y nos hizo reinventarnos.

El detalle está en el tiempo. Repito, para reinventarnos.

El detalle está en tomar el tiempo 
para ser agradecidos por un nuevo día, 
El detalle está en no poder ir a la peluquería, 
sino ahora cortarme yo, y a mi propio estilo,
También en tomar una refrescante y 
relajante ducha, sin prisas,
En esa canción que te puede hacer sentir “el rey” y en casa. 


El detalle está en el tiempo:
En ese que lo tomes para escuchar a Dios,
 Y también para hacerle muchas preguntas.


El detalle está en el tiempo para leer,
Para seleccionar un libro y 
Y salir a la terraza,
 mirar el paisaje, la ciudad, tan hermosa,
 hoy sólo la puedes contemplar,


Sólo contemplar, no la puedes recorrer, 
debes esperar para explorarla con sus flores,
 sus aves, y todo lo que se hace visible con la pandemia,


Entonces, contemplas y el detalle está en reinventarte 
también para quemar aquellas calorías estresantes. 
Y así, recorres lo que siempre lo tenías, 
pero ahora es un milagro saludable.


Y en esta realidad también te das tiempo 
tiempo para escuchar los noticieros, 
para contemplar por dónde viene la esperanza, 
y cómo se comporta la humanidad.


El detalle del tiempo es que hoy 
estás en Roma, la “Ciudad Eterna”, 
en donde preparar un café es un arte. 
Hoy quiero aprender a preparar 'un capuchino' 
y seguramente también "un dominico".

El detalle es el tiempo, 
reinvéntate! 
Y yo seguiré así siendo el rey 
al servicio del 
¡Rey de reyes!



Detalle del tiempo


 Literatura

domingo, 26 de abril de 2020

Carta a Cleofás: los discípulos de Emaús

'El discípulo' es mi nombre



Nuevo continente, abril 2020

Hola Cleofás, 

CelofánSoy tu compañero de viaje a Emaús. No me llamas por mi nombre porque podrías equivocarte y eso sería poco cortés de tu parte. Te doy algunas claves para que la atines: juntos estábamos molestos con las mujeres que parecían poseídas al hablar de la tumba vacía, de su conversación con los ángeles y de que habían visto al mismo Jesús. Recordarás a Pedro que se ahogaba como un asmático después de ver la tumba y a Juan que sólo miraba al cielo como en éxtasis. A los camaradas que pensaban en recuperar el cuerpo de Jesús, pero se morían de miedo. Recordarás a Tomás, era un loco cuerdo, desconfiado. Y finalmente, recuerdas el Pan que compartimos, amigo, es la cena de más importante de nuestras vidas.   
 
Caminábamos tristes y rompiendo el suelo con nuestros bastones, la cólera por el tiempo perdido, las cosas no eran como nosotros hubiésemos querido que sean. Recuerdas al forastero, nos asustó porque apareció de la nada, por cierto, lo trataste como a alguien fuera de órbita, parecía no saber nada del acontecimiento que había conmovido al pueblo. 

Pero no voy a decir que sólo tú le trataste como al único ignorante de Jerusalén, yo también solté la lengua para descargar mi cólera, mi impotencia, mi decepción. Además, de la gran injusticia cometida por las autoridades. Nos daba tanta rabia ver que los religiosos condenaban en nombre de Dios y los políticos los usaban a los religiosos para aplacar cualquier levantamiento o protesta. 

Por esas injusticias, el profeta debió usar su poder. Pero lo mandaron matar y no hizo más que bendecir y perdonar. Apenas le tomaron preso en Getsemaní debió llamar a los ángeles a que lo liberen, pero no lo hizo, ¡no lo hizo!,… eso no era lo que yo esperaba, pues si te provocan y puedes destruirlos o quemarlos con un rayo por qué no hacerlo,… Sencillamente no le dio la gana de hacerlo. Eso me dio mala espina y también decidí huir, ya todo había acabado, “muerto el perro muerta la rabia”. Por eso, cuando varios decían que estaba vivo, recordaba la frase de mi abuelo: “Al cerdo le capan una sola vez” y no quería que me engañen otra vez.  Ah, bueno, disculpa, me estoy pasando, cuando me acuerdo… 

Cleofás, amigo, te escribo no para recrearte nuestros tragos amargos, sino más bien para acordarnos del Pan que compartimos. 

El forastero nos dio lecciones de vida. Lo tratamos como a ignorante y era el que lo vivía en carne propia y nos mostró nuestra torpeza. Me dio ganas de darle un bastonazo cuando nos dijo “necios y duros de corazón”, yo esperaba un insulto más y estallaba. Sin embargo, algo no iba bien, era como revivir esos momentos a lado del Maestro. Te confieso que el camino fue tan corto porque cada paso que daba era tan rápido como sus enseñanzas. Ese entrenamiento físico e intelectual sentía que me liberaba de mi pesimismo existencial.

Sus palabras quebraban mi furia y doblaba mi bastón como a la espada de Pedro. En realidad, el hambre de poder ha matado a los profetas y seguíamos víctimas de injusticias. Las luchas violentas solo nos hacen más pobres y mas ricos a los ricos. Era lógico, cómo encontrarlo en la tumba al que está vivo. ¿Puede un vivo estar entre los muertos? Yo, estaba buscando al Dios fabricado por mis impotencias y anhelos y no al Dios de los profetas, a ese Dios de Abraham, al que liberó de la esclavitud en Egipto, en Babilonia, y por qué no del Imperio Romano.  

Ya estaba listo para seguir caminando, el miedo estaba atenuándose. Pero el forastero se había hecho acreedor de nuestra hospitalidad, de nuestra mesa. Esta es la parte que más recuerdo, no de tu cara, pero si de sus ojos, de su rostro, de sus palabras. Ahora resulta que el forastero venía a enderezarnos el camino, el huésped era el dueño de la casa, el hambriento era el Pan, el invitado era el anfitrión, y en el camino el mismo Profeta nos hablaba de los profetas, el resucitado de la resurrección, el justo de las injusticias…

Aquella tarde, se nos fue el miedo, la noche oscura ya no era un limitante para la luz que traíamos, la muerte sólo era un paso, nadie ya podía matarnos. Estabas como Pedro, respirando como buey, y como astrólogo mirando al cielo, también como judas rabiando contra ti mismo, y tanto que te burlabas de las mujeres no parabas de hablar de esta experiencia tan personal, pero también tan comunitaria. 

Esa es nuestra gran historia de hambre y saciedad, de soledad y miedo, de desesperación y decisiones, de encierro y misión.

Ahora, Cleofás, Saluda a Cleofé, ella vio la crucifixión (Jn 19,25) y también mis abrazos a tus hijos Jacobo y José, hermosos nombres. Seguidor del resucitado ya nadie te puede crucificar, tú puedes ofrecer la vida. Disculpa, no tengo nombre, pero en realidad, me llamo como quien lea esta carta.

En Cristo Resucitado,

El discípulo sin nombre

De Caravaggio - National Gallery, London web site, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=270022


Literatura

sábado, 25 de abril de 2020

III Pascua: Los discípulos de Emaús

 “Quédate con nosotros”

III Domingo de Pascua
Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)
De Rembrandt - The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=157809
 Homilía y Reflexión, 

Estamos desconcertados con lo que sucede en el mundo y en nosotros mismos. Ya no queremos creer en la infopandemia, en la nueva guerra fría de la ciencia y de la política económica. Ahora, más que nunca necesitamos visibilizar ese lugar teológico del compartir el pan con los pobres. Pese a todo, el sufrimiento no podrá más que la esperanza.

Muchas casas, ahora son un altar de oraciones elevadas al Peregrino de Emaús, necesitamos que nuestros corazones ardan en una nueva mirada de optimismo, en un camino de aprendizaje y redescubrimiento de aquello que pueda desatar los nudos de nuestras dudas y decepciones.

En este viral periodo, nos preguntamos: ¿por qué mueren miles de justos? La pandemia del Covid-19 evidencia cada día las injusticias y el hambre. Las empresas millonarias no creen en las tumbas vacías. La educación es más un negocio que un derecho o un aporte a la sociedad. Entonces, la corrupción sigue agudizando el hambre y el dolor, antes y durante la pandemia, y seguramente después. Si recordamos las guerras, los ataques terroristas y otras calamidades que nos pusieron de rodillas a lo largo de la historia ¿nos han cambiado la vida?

 Ojalá sea diferente. La vida continúa. “Dame Señor ojos nuevos para leer esta historia”. Como en el camino de Emaús, sácanos de nuestras propias ideas, de nuestro profundo egoísmo, de nuestra incapacidad para comprender la vida, los caminos de Dios, el misterio de saber vivir.

La insensatez y la dureza de corazón, supongo, llega con pesimismo, con el empleado despedido, con la decepción de los propios amigos, con la violencia, el estrés, el olvido, … tan sentidos en la crucifixión de Jesucristo. Tan religiosos los discípulos y necesitaban de ver para creer, y de comprender para ver. ¿Tan religiosos nosotros y nuestra mirada se centra en las alcancía más que en la misión del Resucitado? Es hora de que las miradas mercantilistas sean más cristianas no de que los cristianos miren las 30 monedas, quizá Jesús regrese para azotarnos. 

En muchos países, las políticas laborales han cambiado para proteger a las empresas. Y muchas, no han desamparado a sus empleados; pero otras, evitan sus responsabilidades justificando con leyes injustas. Cómo comprender que existen personas decididas a seguir buscando dinero (a veces innecesario) y ponen en riesgo a su familia. Cómo no orar por quienes exponen su vida dejando a su familia por amor al servicio de los más necesitados. En muchas decisiones movidas por la generosidad aparece vivo el Jesucristo peregrino de Emaús.

Hoy quiero pedirle a Jesús que se quede con nosotros y nos ayude a ablandar los corazones. Necesitamos ser su pan para ser compartidos. Para alimentar la esperanza, reforzar las decisiones, aclarar la misión de una gran humanidad. Nos podremos quedar pobres entre los pobres. Odiados por anunciar la verdad. Perseguidos por denunciar las injusticias. Anunciadores de la vida auténtica del servicio. Señor Jesús quédate con nosotros o camina a nuestro lado porque lejos de ti nos atolondramos.

 
                                                                                                                                                                                                                         Homilía y Reflexión, 



Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13-35

Aquel mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios;
iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido, Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué?».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


  Homilía y Reflexión, 

domingo, 19 de abril de 2020

Señor de la Misericordia

La imagen del Señor de la Misericordia

Señor de la Misericordia
De Jarcrespillo - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=45468245

Según la historia, Santa Faustina explica en su diario el significado de la imagen.
La imagen más conocida es la tercera versión.
1ª versión: Sor Faustina explicó al pintor Eugenio Kazimirowski. La pintura fue terminada en 1934 pero no tenía la expresión que sor Faustina había pedido.
2º versión: fue pintada por el artista Estanislao Batowski a solicitud de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia (1942). Pero la imagen estaba en una capilla quemada durante la insurrección de Varsovia.
3º versión: El pintor Adolfo Hyla sobreviviente de la guerra quería agradecer a Dios y se ofreció a pintar dicho cuadro. Le dieron una estampa y las indicaciones de Santa Faustina. El cuadro se presentó en 1943 junto al P. Andrasz, quien fuera confesor de Faustina. el mismo pintor repintaría el lienzo en 1954, la pradera y el matorral de fondo los transformo en un fondo oscuro y le pintó un piso en los pies.


Homilía y Reflexión
Explicación del cuadro del Señor de la Misericordia
Es realizada por Santa Faustina en su diario considerado como una revelación de Jesucristo
Túnica blanca y las manos de Jesús
 “Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido”.
"Jesús en ti confío"
“Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: ‘Jesús, en ti confío’. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y [luego] en el mundo entero”.
“Prometo que el alma que venera esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como mi gloria”.
Dos rayos
“Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas”.
“Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de mi misericordia cuando mi Corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza. Estos rayos protegen a las almas de la indignación de mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios”.

Santa Faustina lloró al ver la imagen
Santa Faustina contaba todo esto a su confesor, el actual Beato P. Miguel Sopocko, quien designó al pintor Eugenio Kazimirowski para que realizara la imagen según las indicaciones de la santa.
“Una vez, cuando estaba en [el taller] de aquel pintor que pintaba esa imagen, vi que no era tan bella como es Jesús. Me afligí mucho por eso, sin embargo lo oculté profundamente en mi corazón”
“Fui a la capilla y lloré muchísimo. ¿Quién te pintará tan bello como Tú eres? Como respuesta oí estas palabras: ‘No en la belleza del color, ni en la del pincel, está la grandeza de esta imagen, sino en Mi gracia’”.

Coronilla a la Divina Misericordia
Homilía y Reflexión


ORACIÓN DE LA MISERICORDIA DIVINA

¡Oh Dios de gran misericordia!, bondad infinita, desde el abismo de su abatimiento, toda la humanidad implora hoy Tu misericordia, Tu compasión, ¡Oh Dios!; y clama con la potente voz de la desdicha.

¡Dios de Benevolencia, no desoigas la oración de este exilio terrenal! ¡Oh señor!, Bondad que escapa nuestra comprensión, que conoces nuestra miseria a fondo y sabes que con nuestras fuerzas no podemos elevarnos a Ti, Te lo imploramos: Adelante con Tu gracia y continúa aumentando Tu misericordia en nosotros, para que podamos, fielmente, cumplir Tu santa voluntad, a lo largo de nuestra vida y a la hora de la muerte. Que la omnipotencia de tu misericordia nos escude de las flechas que arrojan los enemigos de nuestra salvación, para que con confianza, como hijos Tuyos, aguardemos la última venida (día que Tú solo sabes). Y esperamos obtener lo que Jesús nos prometió a pesar de nuestra mezquindad.

Porque Jesús es nuestra esperanza: Através de su Corazón misericordioso, como en el Reino de los Cielos.

ORACIÓN

Oh Dios, cuya Misericordia es infinita y cuyos tesoros de compasión no tienen límites, míranos con Tu favor y aumenta Tu Misericordia dentro de nosotros, para que en nuestras grandes ansiedades no desesperemos, sino que siempre, con gran confianza, nos conformemos con Tu Santa Voluntad, la cual es idéntica con Tu Misericordia, por Nuestro Señor Jesucristo, Rey de Misericordia, quien con Vos y el Espíritu Santo manifiesta Misericordia hacia nosotros por siempre. Amén.

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JACULATORIA

El Salvador ordenó a Sor María Faustina que escribiera, y la rezara con frecuencia, esta pequeña jaculatoria:

"Oh Sangre y Agua, que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, yo confío en vos".


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ORACIONES BREVES
PARA REZAR A LAS TRES DE LA TARDE

1

Expiraste, Jesús, pero Tu muerte hizo brotar un manantial de vida para las almas y el océano de Tu misericordia inundó todo el mundo. Oh, Fuente de Vida, insondable misericordia divina, anega el mundo entero derramando sobre nosotros hasta Tu última gota de sangre. (IV, 59).

2

Oh, Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús, manantial de misericordia para nosotros, en Ti confío. (1, 35).




1. El origen de esta devoción es muy reciente y se debe a Sor María Faustina Kowalska. Elena Kowalska, nació en Glogowice en 1905, cerca de Cracovia, en Polonia. Unas pocas semanas antes de su vigésimo cumpleaños, entro a la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de Misericordia con el nombre María Faustina. A partir de 1931 y hasta 1938, año de su muerte, sor Faustina, tuvo una serie de revelaciones de Jesús la cuales dejó por escrito en un diario compuesto por más de 600 páginas. Durante casi veinte años esta devoción estuvo prohibida, pero desde el 15 de abril de 1978 la Santa Sede dio su autorización a la práctica de la devoción. Fue beatificada el 18 de abril de 1993 por S. S. Juan Pablo II y proclamada santa el 30 de abril de 2000. La fiesta de la misericordia se celebra el domingo siguiente al de Pascua de Resurección.



La encíclica sobre la misericordia divina ("Dives in misericorida", 30 de septiembre de 1980) subraya como función principal de la Iglesia proclamarla, practicarla y pedirla. El 22 de septiembre de 1981 el Papa Juan Pablo II dijo en el Santuario del Amor Misericordioso, sito en Collevalenza (Italia): "Desde el principio de mi Pontificado he considerado este mensaje como mi cometido especial. La Providencia me lo ha asignado".


Regina Coeli. El Papa: La misericordia es la única respuesta del cristiano

La misericordia cristiana fue el centro de la reflexión del Papa Francisco a la hora del Regina Coeli del segundo domingo de Pascua, Fiesta de la Divina Misericordia, instituida hace 20 años por San Juan Pablo II. En Iglesia del Espíritu Santo en Sassia, transformada en santuario de la misericordia, donde además celebró la Santa Misa, Francisco llamó a las naciones a la afrontar la crisis con solidaridad.

“Que la misericordia cristiana también inspire la justa comunión entre las naciones y sus instituciones, para afrontar la presente crisis de manera solidaria”: fue el deseo expresado por el Papa Francisco a la hora del Regina Coeli en el segundo domingo de Pascua, Fiesta de la Divina Misericordia, desde la Iglesia del Espíritu Santo en Sassia, donde por la mañana también celebró la Santa Misa.
“En este segundo domingo de Pascua, ha sido significativo celebrar la Eucaristía aquí, en la Iglesia del Espíritu Santo en Sassia, que San Juan Pablo II quiso como Santuario de la Divina Misericordia” afirmó el Santo Padre iniciando su reflexión.

Com-pasión hacia quien es más vulnerable

El Papa indica a continuación cual debe ser la actitud del cristiano en los momentos de dificultad, como el que está atravesando actualmente la humanidad entera en medio de la emergencia sanitaria provocada por la pandemia, y dice:
“La respuesta de los cristianos en las tempestades de la vida y de la historia sólo puede ser la misericordia: el amor compasivo entre nosotros y hacia todos, especialmente hacia quien sufre, lucha más, es abandonado... no pietismo, no asistencialismo, sino la com-pasión, que viene del corazón.”

La misericordia viene de Cristo

“La misericordia divina viene del Corazón de Cristo Resucitado”, afirma el Obispo de Roma y precisa que esta misericordia “brota de la herida siempre abierta de su pecho, abierta por nosotros, que siempre tenemos necesidad de perdón y de consuelo”.

La esperanza de ser resucitados con Cristo

Francisco no olvida “a los hermanos y hermanas de las Iglesias Orientales que hoy celebran la Fiesta de la Pascua” y retomando palabras del Evangelio de Lucas los invita a proclamar juntos: "¡Es verdad, el Señor ha resucitado!". Y añade:

“Especialmente en este tiempo de prueba, ¡sintamos qué gran don es la esperanza que nace del ser resucitados con Cristo!”
Concluyendo, el Pontífice comparte su alegría con “las comunidades católicas orientales que, por razones ecuménicas, celebran la Pascua junto con las ortodoxas”, expresando el deseo de que esta fraternidad sea de consuelo allí donde los cristianos son una pequeña minoría.
Finalmente, la invitación a rezar con alegría pascual a la Virgen María, “Madre de la Misericordia”.
Homilía y Reflexión

sábado, 18 de abril de 2020

II Domingo de Pascua (A): «Señor mío y Dios mío!» La duda de Tomás

¡Señor mío y Dios mío!


II Domingo de Pascua
Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)

 Homilía y Reflexión
La pandemia ha dejado las iglesias sin fieles, pero ha fortalecido el sentido de comunidad cristiana. Cada familia ahora se está convirtiendo en una comunidad llena de signos de misericordia y cercanía, en esa primera iglesia doméstica. Naturalmente, hay gente que no dejan de mostrarse auto-referenciales o egoístas – “a mí no me va tocar”- aunque la muerte también les esté tocando la puerta, hoy bien cerrada y desinfectada. Estamos ante una experiencia de fe comunitaria y personal.

Te invito a concentrarnos en algunos símbolos de la famosa “duda de Tomás”, quizá también sea la tuya y la mía en una familia, comunidad.

“Puertas cerradas”. Unos las han cerrado más y otros las abrieron para recibir el sol. Respecto al uso de medios de comunicación, hace años, recuerdo los comentarios de los “religiosos intelectuales”, atacaban a los medios como la personificación del diablo y al que estudiaba como poco inteligente. Las puertas estaban entreabiertas, porque al interno las decisiones no necesariamente eran coherentes con lo que decían al externo. Hoy, reviso las redes y me da tanta alegría, ver a algunos usando los medios para acercarse a la gente. Alegría, porque abrieron sus puertas mentales, al menos en este punto, a favor de una comunidad virtual, en la evangelización del “nuevo continente”. Alegría, porque se preocupan más por dar fe y esperanza a las personas que por sus alcancías vacías.

“Paz a vosotros” y dicho esto “sopló” sobre ellos. Estar 24 horas con las puertas cerradas y con miedo a un virus contagioso, misterioso, caprichoso, mutante, … seguramente afecta a la inteligencia emocional. Y ese desierto interior es oportuno para que el ‘soplo’ vuelva a ‘crearnos’ como “más buenos’. Queda replantearse la vida, saber “quién seré o serás”, cuando abramos las puertas y podamos darnos la mano, abrazarnos y soplarnos viralmente la fraternidad, el perdón, la alegría. La paz de Jesús rompe puertas y da fortaleza para el camino y la misión de la misericordia (no jueces).

Tengo algunos pesares comunitarios: políticos, servidores públicos y empresarios que se siguen lucrando de esta pandemia. Las políticas injustas. Las ONGs y comunidades que no están trabajando para testimoniar su fe o su proclamada filantropía. Los abusos y amenazas laborales cada vez más acentuados en injusticias. La violencia familiar, ahora sin máscaras.

“Hemos visto al Señor”. Los discípulos tienen un gran testimonio. Pero por algo no es creíble a uno de sus propios integrantes. El testimonio colectivo tapa las dudas personales, aunque debería aclararlas y dar seguridad. ¿Tomás se aislaba o era aislado, era el diferente, o eran las dudas escondidas de varios? ¿Era el único atrevido que rompió el miedo y estaba fuera explorando soluciones? Nadie se salva solo. Jesús muestra un profundo interés comunitario y rompe las puertas del miedo y la decepción para recrearles el alma y “enviarlos”.

El sentido comunitario ha hecho que miles de ancianos solos estén en sus casas encerrados y con el amor de sus hijos. También, ha hecho visibles a los “trabajadores creíbles” que arriesgan su vida para cuidar a la comunidad. Ellos, reciben aplausos y nuestras oraciones con más corazón y fe que un partido de futbol, a propósito, varios jugadores se quejan de no seguir ganando sus millones, como las comunidades que se olvidan de la providencia.

Ver las huellas del crucificado. Tomás exige una experiencia personal y Jesús no lo duda, aunque después de 8 días, suficiente tiempo para pensar, esperar, cavilar, averiguar, recordar,... al final expresa una confesión de amor y de fe que nos llega al alma: “Señor mío y Dios mío” ya no el crucificado, sino el resucitado.

Sin la fe, sin esperar a Cristo, sin el envió, … las comunidades y cada uno, estaremos encerrados en nuestras dudas, miedos, pensamientos,… Felices los que creen y también los que ven! 



Homilía y Reflexión

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Homilía y Reflexión
Lectura recomendada: 
- Un plan para Resucitar, una meditación del Papa Francisco. Publicada por Vidanuevadigital
- Adorar en Espíritu y verdad Pautas para la homilia
- Homilías dominicales. Preacher Exchange
- Homilía Dominical. Dominicos de España

sábado, 11 de abril de 2020

Domingo de Resurrección (A): «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto»

Jesucristo no está en las tumbas vacías

De Rafael Sanzio - [1], Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=666533

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)

Homilía y Reflexión
Si Jesús resucitó entonces esperamos resucitar. Cómo profundizar en la esperanza y en la fe en medio de la muerte. Esta es la cruz mas dolorosa de los últimos tiempos. De dónde nos agarramos para creer en que la vida triunfará. Las otras cruces más dolorosas pero invisibles se intentaron combatir con un aliento de humanidad en los Objetivos del Milenio, pero quizá el mismo egoísmo seguirá en la crucifixión. La muerte debe ser vencida y es un imperativo en este momento.

La pandemia – COVID-19 - nos lleva a la real perplejidad ante la muerte. Es más, unos somos conducidos con asombro a mirar por TV, desde lejos, los muertos. María Magdalena está atónita ante la tumba vacía, nosotros estamos temerosos que quizá no tengamos tumba. Y otros, como la Virgen María lloran impotentes ante la muerte inexplicable.

Será difícil cantar La Resurrección si la reduzco a la muerte que nos rodea. La Resurrección es después de la muerte, el mismo Jesús la superó; ahora podemos comprender que la tumba está vacía porque Jesús es el camino, la verdad y la vida, la resurrección (cfr. Jn 11,25). No se reduce a la identificación de las causas de la muerte, sino a recodificar o reinterpretar el sentido de la vida eterna.

No tenemos argumentos, sólo experiencias. La experiencia de los discípulos y de Jesús mismo. Y nosotros como invitados a ser discípulos debemos creer lo que Jesús dijo. O como Juan el discípulo teólogo que “aprende a aprender” o reinterpreta las vendas o ataduras de este mundo tiradas por el piso. Si Jesús te decía que él es la resurrección y luego encuentras su tumba vacía, la conclusión es obvia.

Pero debo ser un ‘discípulo complicado’ porque si somos ‘discípulos’: ¿seguiremos con miedo, nos encerraremos, escaparemos, la muerte limitará nuestro sentido de existencia? 

María Magdalena testifica la Resurrección, pero primero piensa que se robaron el cuerpo de su Señor, sólo ve una tumba vacía, un robo y no a Rabí. Juan, ve las huellas del cuerpo y las vendas y redescubre a Jesucristo. Pedro, me lo imagino soplando de cólera para atrapar a quien se robó el cuerpo, encuentra las mismas huellas, pero necesita entrar a la tumba para tocar, para estar de cerca y reinventar su confianza en la palabra de Jesús, obvio, el que da la vida eterna no puede estar ya entre los muertos, es Dios de vivos.

Quisiera arrancar al Cristo las palabras de consuelo para las mujeres y hombres que están solos, enfermos y necesitados del abrazo amoroso y misericordioso de Dios.

Hoy, el sol está brillante y subió la temperatura, pero no podemos salir a ver las flores. Hoy la solidaridad hace posible que muchos niños tengan chocolates pascuales conejitos dulces y ‘colombas’ (tipo panetón italiano). Hoy he recibido una llamada de un amigo después de tanto tiempo. Hoy, encontré un nido de un ruiseñor entre los naranjos. Hoy las hormigas formaban un hilo en dirección a la azúcar. Hoy, vi una película que me hizo soltar lágrimas. Hoy, extrañe a los míos. Hoy descubrí la genialidad de mi hermana. Hoy escuché realmente la diferencia entre el aleluya y las lamentaciones. Han bajado las estadísticas de la muerte y han subido las del amor a la humanidad. ¡Descubre la vida!

 

Homilía y Reflexión, 

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: 
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.


Homilía y Reflexión, 
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sábado, 4 de abril de 2020

Domingo de Ramos de la Pasión del Señor

El Rey de las mascarillas


De Giotto - Web Gallery of Art:   Imagen  Info about artwork, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15884092

Homilía y Reflexión
Este año, Jesucristo es el Rey, ingresa en su burro, acompañado por millones de aves, bajo el sol radiante. Su entrada triunfal en medio de flores, del verdor de los árboles, de los olivos y los sauces mecidos por el viento. Con un gran coro de auténticos cantos de fe y melancolía. Este año cantamos desde los balcones, desede la soledad, el hogar, la familia, … desde nuestros corazones: “¡Hosanna el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”

Y así se abre la celebración de la Semana Santa. En medio de esa gloria ecológica entramos en el templo de nuestros corazones para enfrentarnos al misterio de la muerte.

En la pandemia, no sólo somos meros espectadores o piadosos oyentes de una historia liberadora, sino participantes netos de la vida que supera a la muerte, de un camino corresponsable que nos conduce a la pascua.

En la pasión de hoy, los gobernantes, religiosos y políticos, experimentan la impotencia y en algunos casos muestran frentes vulnerables. Los ricos y los pobres estamos desnudos, sólo con la fortaleza de nuestro cuerpo, nuestros ánimos y la fe.

En muchos corazones está sonando las palabras de Jesús: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”. 

Jesús, en su camino a la cruz está sólo, algunos soldados y ambulancias lo escoltan con precaución. No sólo han desgarrado su corazón, también el de su Madre que no podrá ofrecernos la estampa de la piedad. Sus familiares y amigos siguen de lejos. Los que lo niegan, le critican, lo juzgan,… también tiemblan ante el buitre que aparece como un fantasma.

Y entonces, Jesús está más presente que nunca. Él es más que el Cristo del dolor, es de la esperanza, de la vida. Hoy, Jesús lucha, se asfixia, clama por un ventilador, tiene perforadas las manos, el corazón y los pulmones. Los diarios informan de miles.

El amor de los Cristos invisibles, con mascarillas, de aquellos que están entregando su vida en los hospitales como gran testimonio de corresponsabilidad. Los que no reconocían a Dios, ahora posiblemente digan: “En realidad tubo que ser Dios”. Los Cristos están transportando comida, asegurando la cuarentena en las calles, investigando en un laboratorio, es el momento en que la fe y la ciencia se unen hacia el horizonte de un mundo más humano.

Estos Cristos están en sus casas de cartón sin las migajas. Multiplicando los peces y el pan en los pequeños departamentos, comprando con inteligencia, jugando con sus hijos y abrazando a los ancianos, aprendiendo a tolerarse. Han dejado de postergar a sus seres queridos y hablan de la vida, bromean con la guadaña de la muerte y no dejan de decirle a Dios: “En tus manos está puesta mi vida”.

Homilía y Reflexión

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EVANGELIO

Permanecemos de pie. El lector lee el evangelio de Ramos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (21, 1-11)
Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé,
junto al monte de los Olivos, Jesús mandó dos discípulos, diciéndoles:
«Id a la aldea de enfrente,
encontraréis en seguida una borrica atada con su pollino,
desatadlos y traédmelos.
Si alguien os dice algo contestadle
que el Señor los necesita y los devolverá pronto.
Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta:
«Decid a la hija de Sión:
Mira a tu rey, que viene a ti,
humilde, montado en un asno,
en un pollino, hijo de acémila».
Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús:
trajeron la borrica y el pollino,
echaron encima sus mantos y Jesús se montó.
La multitud extendió sus mantos por el camino;
algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada.
Y la gente que iba delante y detrás gritaba:
«¡Hosanna el Hijo de David!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Hosanna en las alturas!»
Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada:
«¿Quién es éste?
La gente que venía con él decía:
«Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea.
Palabra del Señor.
R/. Gloria a ti, Señor Jesús.
Al final del Evangelio, aclamamos nuevamente al Señor
cantando la segunda parte del Sanctus:

Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
(Bis)
(O en latín)
Benedictus qui venit in nomine Domini.
Hosanna in excelsis. 
(Bis)
Tras dejar los ramos en un lugar adecuado, nos sentamos.
Quien guía la celebración, toma la palabra
e invita a todos los presentes a recogerse en oración:
Jesús, en esta celebración de Ramos,
recordamos tu entrada triunfal a Jerusalén,
uniendo el ímpetu de nuestros corazones y el sonido de nuestras voces
para aclamarte con un solo corazón y un solo espíritu con tu Iglesia.

Te aclamamos a ti, que vienes en el nombre del Señor,
Jesús, hermano nuestro y Dios nuestro,
concédenos la gracia de no perder nunca de vista la verdad de la Pascua,
que Tú vas a mostrarnos a lo largo de tu Pasión. 
Esta es la verdad de la Pascua:
el triunfo cristiano pasa a través de la cruz,
y de la entrega de la propia vida por amor,
hasta el final.
Pausa
Ahora nos preparamos para abrir nuestros corazones
a la Pasión del Señor en silencio.

Sentados, inclinamos la cabeza y cerramos los ojos
para facilitar el recogimiento. Guardamos cinco minutos de silencio.
Quien guía la oración indica el final de ese momento de silencio.
Al final, invita a los participantes a ponerse de pie y les dice:
Al entrar el Señor en la Ciudad Santa de Jerusalén,
los niños, con palmas y ramos en sus manos,
anunciaron la resurrección.
Cantemos con ellos:
“Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo”.
El encargado de la primera lectura permanece de pie,
mientras todos los demás se sientan. 
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías (50,4-7)
El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo;
para saber decir al abatido una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oído,
para que escuche como los discípulos.
El Señor Dios me abrió el oído;
yo no resistí ni me eché atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
las mejillas a los que mesaban mi barba;
no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos.
El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado. 
Palabra de Dios.
R/. Te alabamos Señor.
A continuación, es posible salmodiar o leer juntos el refrán,
mientras el lector del salmo lee la estrofa.
SALMO 21
R/ Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere».
R/ Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado? 
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. 
R/ Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado? 
Se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. 
R/ Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado? 
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
«Los que teméis al Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel». 
R/ Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado? 

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2, 6-11)
Cristo Jesús, siendo de condición divina,
no retuvo ávidamente el ser igual a Dios;
al contrario, se despojó de sí mismo
tomando la condición de esclavo,
hecho semejante a los hombres.
Y así, reconocido como hombre por su presencia,
se humilló a sí mismo,
hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todo
y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo,
en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios.
R/. Te alabamos Señor.

EVANGELIO
Todos proclaman:
Gloria y alabanza a ti, Cristo. 
El lector sigue diciendo:
Cristo se ha hecho por nosotros obediente hasta la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió
el Nombre-sobre-todo-nombre.
Todos proclaman:
Gloria y alabanza a ti, Cristo. 
A continuación se pasa a la lectura del pasaje evangélico de la Pasión de Jesús, según las indicaciones ofrecidas al inicio de esta guía.
Los tres lectores se guían según estas siglas: X/: Jesús, C: Cronista, S: Sinagoga.
Si hay niños pequeños, se puede leer la versión breve, indicada entre corchetes. 

C/ Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (26,14—27,66)

C/
 En aquel tiempo, [uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: S/ «¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?» C/ Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. C/ El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: S/ «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?» C/ Él contestó: X/ «Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”».
C Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
X/ «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar». C/ Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: S/ «¿Soy yo acaso, Señor?» C/ Él respondió:X/ «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!» C/ Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: S/ «¿Soy yo acaso, Maestro?» C/ Él respondió: X/ «Tú lo has dicho». C/ Mientras comían, Jesús tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió, lo dio a los discípulos y les dijo:X/ «Tomad, comed: esto es mi cuerpo».C/ Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias y dijo: X/ «Bebed todos; porque esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora ya no beberé del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre». C/ Después de cantar el himno salieron para el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo: X/ «Esta noche os vais a escandalizar todos por mi causa, porque está escrito: “Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño”. Pero cuando resucite, iré delante de vosotros a Galilea». C/ Pedro replicó:S/ «Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré».C/ Jesús le dijo:X/ «En verdad te digo que esta noche, antes de que el gallo cante, me negarás tres veces».C/ Pedro le replicó:S/ «Aunque tenga que morir contigo, no te negaré».C/ Y lo mismo decían los demás discípulos. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y dijo a los discípulos:X/ «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar».C/ Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dijo:X/ «Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo».C/ Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:X/ «Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú».C/ Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:X/ «¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil».C/ De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:X/ «Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».C/ Y viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió a los discípulos, los encontró dormidos y les dijo:X/ «Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega».C/ Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:S/ «Al que yo bese, ese es: prendedlo».C/ Después se acercó a Jesús y le dijo:S/ «¡Salve, Maestro!»C/ Y lo besó. Pero Jesús le contestó:X/ «Amigo, ¿a qué vienes?»C/ Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano y lo prendieron. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:X/ «Envaina la espada; que todos los que empuñan espada, a espada morirán. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría enseguida más de doce legiones de ángeles. ¿Cómo se cumplirían entonces las Escrituras que dicen que esto tiene que pasar?»C/ Entonces dijo Jesús a la gente:X/ «¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos como si fuera un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me prendisteis. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplieran las Escrituras de los profetas».C/ En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que prendieron a Jesús lo condujeron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver cómo terminaba aquello. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos que declararon:S/ «Este ha dicho: “Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días”».C/ El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:S/ «¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que presentan contra ti?»C/ Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:S/ «Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios».C/ Jesús le respondió:X/ «Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder y que viene sobre las nubes del cielo».C/ Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:S/ «Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?»C/ Y ellos contestaron:S/ «Es reo de muerte».C/ Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon diciendo:S/ «Haz de profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado».C/ Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo:S/ «También tú estabas con Jesús el Galileo».C/ Él lo negó delante de todos diciendo:S/ «No sé qué quieres decir».C/ Y al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:S/ «Este estaba con Jesús el Nazareno».C/ Otra vez negó él con juramento:S/ «No conozco a ese hombre».C/ Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:S/ «Seguro; tú también eres de ellos, tu acento te delata».C/ Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo:S/ «No conozco a ese hombre».C/ Y enseguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo me negarás tres veces». Y, saliendo afuera, lloró amargamente. Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces Judas, el traidor, viendo que lo habían condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos diciendo:S/ «He pecado entregando sangre inocente».C/ Pero ellos dijeron:S/ «¿A nosotros qué? ¡Allá tú!»C/ Él, arrojando las monedas de plata en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sacerdotes, recogiendo las monedas de plata, dijeron:S/ «No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre».C/ Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: «Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor».] Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:S/ «¿Eres tú el rey de los judíos?»C/ Jesús respondió:X/ «Tú lo dices».C/ Y, mientras lo acusaban, los sumos sacerdotes y los ancianos no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:S/ «¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?»C/ Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía liberar un preso, el que la gente quisiera. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, dijo Pilato:S/ «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?»C/ Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:S/ «No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él».C/ Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:S/ «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?»C/ Ellos dijeron:S/ «A Barrabás».C/ Pilato les preguntó:S/ «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?»C/ Contestaron todos:S/ «Sea crucificado».C/ Pilato insistió:S/ «Pues, ¿qué mal ha hecho?»C/ Pero ellos gritaban más fuerte:S/ «¡Sea crucificado!»C/ Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos ante la gente, diciendo:S/ «Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!»C/ Todo el pueblo contestó:S/ «¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»C/ Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Entonces los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo:S/ «¡Salve, rey de los judíos!»C/ Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a llevar su cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Este es Jesús, el rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban, y, meneando la cabeza, decían:S/ «Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz».C/ Igualmente los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también diciendo:S/ «A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¡Es el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz y le creeremos. Confió en Dios, que lo libre si es que lo ama, pues dijo: “Soy Hijo de Dios”».C/ De la misma manera los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban. Desde la hora sexta hasta la hora nona vinieron tinieblas sobre toda la tierra. A la hora nona, Jesús gritó con voz potente:X/ «Elí, Elí, lemá sabaqtaní?»C/ (Es decir:X/ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»).C/ Al oírlo algunos de los que estaban allí dijeron:S/ «Está llamando a Elías».C/ Enseguida uno de ellos fue corriendo, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían:S/ «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo».C/ Jesús, gritando de nuevo con voz potente, exhaló el espíritu. Todos se arrodillan, y se hace una pausa. 
Nos ponemos de rodillas y guardamos silencio un instante.Nos levantamos y continúa la lectura de la Pasión.
C/ Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se resquebrajaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y, saliendo de las tumbas después que él resucitó, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados:S/ «Verdaderamente este era Hijo de Dios».C/ [Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo; entre ellas, María la Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los hijos de Zebedeo. Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en su sepulcro nuevo que se había excavado en la roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María la Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro. A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:S/ «Señor, nos hemos acordado de que aquel impostor estando en vida anunció: “A los tres días resucitaré”. Por eso ordena que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan al pueblo: “Ha resucitado de entre los muertos”. La última impostura sería peor que la primera».C/ Pilato contestó:S/ «Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis».C/ Ellos aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y colocando la guardia.]C/Palabra del Señor.R/. Gloria a ti, Señor Jesús.
La lectura del Evangelio concluye sin aclamación. Todos se sientan.
Quien guía la oración, repite lentamente como si se tratara de un eco lejano:
 
« Verdaderamente este era Hijo de Dios »
Mantenemos dos minutos de silencio en meditación personal.
A continuación todos se levantan y profesan la fe de la Iglesia
proclamando el símbolo de los apóstoles:

Homilía y Reflexión