domingo, 30 de agosto de 2020

TO, XXII, A:“piensas como los hombres, no como Dios”

¿Piedra o Satanás? ¿discípulo o perseguidor?

En el Friso de “san Pedro” del retablo mayor, nos encontramos a uno de los Evangelistas que narran la vida de Jesús y la representación de cuando Jesús le dice a Pedro enérgicamente: “Apártate de mí Satanás”, al negar éste la Pasión. La única manera de reconciliar a la humanidad con Dios es el sacrificio del Mesías.

XXII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)

 

Artemio, era un joven colaborador de la parroquia, le gustaba adornar a los santos, se le encontraba sirviendo en alguna comisión de las actividades parroquiales. Los fieles ya tenían duda de dónde trabajaba y vivía. Realmente, Artemio, daba la vida. 

 

Un día, había una actividad importante, de esas que se repiten cada 30 o 50 años. Allí, apareció don Máximo, un viejo devoto, fiel a su eucaristía por mas de 40 años, colaborador y sencillo. El viejo Máximo, llegó entusiasmado, confiado, con su bastón, queriendo abrirse paso para ingresar al evento. Artemio, furioso, empoderado, no le dejó ingresar. Aquel día, varios fieles ancianos, quedaron al sol abrazador de la puerta, casi despreciados por no haber acudido a las “buenas gestiones” de Artemio.

 

Artemio, había comenzado a servir, con esa fe inocente, popular y con buena voluntad. Pronto, resultó referente, confiable. Fisgoneaba y calificaba a los otros sacerdotes y fieles. Ahora, daba la vida por proteger su entorno. Era parte ya de aquellos poderes disfrazados de pastoral, afanados en mantener el control del dinero, la fama, el confort.

 

Pensar como Dios

Ahora, en tu corazón estarás ubicando a Artemio, quizá en tu vida o en tus actitudes o en algún líder de tu comunidad eclesial. Algunos ironizan, que los líderes tienen perfiles psicológico manejables por sus maestros, menos por Dios. O, según los intereses del ‘maestro’ actúa el líder. ¿El ‘maestro’ te quita la capacidad de justicia, misericordia, practicidad, sentido común?

 

El auténtico Maestro, Jesús, justamente va instruyendo a Pedro, para que vaya comprendiendo la misión de la llave, no para impedir el paso de don Máximo. Pedro, quiere usar sus “buenas gestiones” para que el Maestro no muera y no resucite.

 

Así como sintió la “revelación” de reconocer al Mesías, ahora se siente con la autoridad de proteger su entorno, incluso encerrar a Dios, ‘corregirle’ o tratarle como a un Jesús delirante del sufrimiento, un Jesús necesitado de la fortaleza de Pedro para seguir existiendo, es casi el jefe de la ‘banda’.

 

Es decir, Pedro piensa como los perseguidores, es como un partido político interesado en arranchar el poder de turno, en una secta que protege a su líder, en una marioneta que se mueve tirado por otro.

 

 Dar la vida

Ganar la vida perdiéndola. Esa es la llave, Pedro. Esa es nuestra llave: olvidarse de sí mismo, el “dios ego”. Qué difícil es olvidarse del “dios guerrero”, no estar interesado en el “dios dinero”, no autoevaluarse y seguir al “dios autoritario”, sentirse de los puros o de los impuros, de un “dios dogmático” o de “un dios relativista”.

 

Tener la popularidad y el control vale ‘paja’ si no eres capaz de respetar y compadecerte. Jesús nos echa una pregunta a la reflexión: ¿Para qué vivo? O ¿realmente vivo? 


¿Cuáles son mis profundos motivos?      

Finalmente, Pedro ha sido posicionado por Jesús como “piedra edificante”. Pero ahora, Jesús, con energía, le dice: “Eres para mí piedra de tropiezo”, “Satanás”. Son palabras más fuertes que “sepulcros blanqueados” o “raza de víboras”. A pesar de todo ello, Dios sigue acogiendo a Pedro. Por eso, nadie es despreciable, todos tenemos oportunidades.

 

Quizá debamos evitar: tener Artemios y abrir la puerta a los Máximos, aunque viejos y sin modales. Evitar ser evangelizadores con estrategias de conquistadores. Empoderar a Cristo como la gran piedra angular y no ‘angular’ a nuestro entorno de pensamiento. Deberíamos escandalizarnos de fungirnos de clase, o de únicos verdaderos, si nuestra opción por los pobres sólo es un discurso aburguesado. Aún así, Dios nos quiere edificantes. 

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 21-27

En aquel tiempo, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».
Entonces dijo a los discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.


Para profundizar 👇

- Análisis exegético y lecturas

- Homilías

- Comentario al evangelio



sábado, 22 de agosto de 2020

T.O. XXI, A: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”

La llave y la piedra

Pietro Perugino - Entrega de las llaves a San Pedro (Capilla Sixtina, Roma, 1481-82).jpg


XXI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)

 

La llave


María Flores de Oliva, puso un candado a la cadena (silicio), y para tener una penitencia perpetua arrojó la llave un pozo profundo, el hoy llamado “pozo de los deseos”. 

 

“Rosa de mi corazón sé mi esposa”


Un domingo de pascua de 1617, se cuenta que fue el desposorio de Santa Rosa de Lima con su amado Jesús, “el Doctorcito”. Rosa le contó a su hermano que necesitaba tener un anillo de compromiso con Jesús, y le preguntó que frase podría grabarlo, el hermano respondió: “Rosa de mi corazón, sé mi esposa”. Entonces Rosa quedó maravillada al escuchar las mismas palabras que Jesús expresó durante una revelación ante el Santísimo.

 

Estas anécdotas grafican el nivel de amor. Fueron narradas por su propio confesor. En esta historia Rosa siguió buscando la llave del amor a su esposo Jesús y le llamaba “el Doctorcito” porque con sus oraciones sanaba a los enfermos que visitaba.

 

Se cuenta que su madre la educaba para ser una dama, para tener un matrimonio elegante. Pero María Flores de Oliva tenía su alma, corazón y vida centrada en prepararse para servir a su esposo, imitándolo. Ser la esposa de Jesús le trajo también presiones familiares, incomprensiones, sufrimientos.

 

Los testigos de su proceso de canonización hablan de su belleza como una rosa, de su educación y elegancia, de su caridad y penitencia.   

 

Rosa, quería fundar un monasterio, sin candados, para las naturales peruanas y todas las razas. Y, un día su madre se burló, a lo que Rosa respondió: “tú serás la primera novicia”. Y así, doña María de Oliva y Herrera fue novicia, está su tumba en el monasterio Santa Catalina y otros objetos que guardaba la madre de Santa Rosa de Lima.

 

Esta es la pedagogía que usa Dios. Aprender a servirle implica dar la vida. La llave no es un poder, es una responsabilidad. La clave está en explotar los dones recibidos para donarlo al bien de los más necesitados. Nos toca ir descifrando la clave o descubriendo la llave. 

 

Piedra: 


Es la pedagogía catequética que usa Jesús para instruir a Pedro. El poder de atar y desatar implica responsabilidad grande. Pedro la mostró hasta el último momento de su crucifixión, cabeza abajo. Hoy, reconocer que Jesús es el hijo de Dios, le empodera, pero pronto le mostrará que no ha comprendido bien lo que implica confesar la fe. Tener las llaves, pesa, y no se las puede perder.

 

Pedro, debe ir comprendiendo que tener la llave implica cimentar la casa en la piedra angular. Y Jesús, le va mostrando a ser primero arquitecto de su propio servicio, de su propio discernimiento, de la claridad de su misión.

 

Entonces, tú y yo, estamos llamados a ser parte de esa construcción, a ser piedras edificantes, como Santa Rosa. Tenemos muchas piedras de tropiezo en la vida, en la política. Quizá necesitemos comprender nuestro papel de piedras edificantes para construir una mejor familia, una comunidad, un país. 

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-20

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

domingo, 16 de agosto de 2020

TO XX,A: Jesús cura a la hija de la mujer Cananea

 “ Ten compasión de mí, Señor Hijo de David ”


Jesús y la Cananea
Cristo y la mujer cananea. José de Ibarra. http://52.183.37.55/artworks/3868



XX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)

 


La noticia más relevante de la semana fue que Rusia produce el primer lote de vacuna contra COVID-19: el Spútnik V. El anuncio lo hizo el mismo presidente Putin, el 11 de agosto. Ante esta noticia se han generado reacciones cautelosas como las de la

 Organización Mundial de la Salud (OMS) y científicos, la mayoría considera que aún, la vacuna, necesitaba una revisión de seguridad rigurosa. 

 

Las opiniones diversas han dado lugar a una desconfianza, más que científica, territorial. En el imaginario colectivo parece ser que aceptaría una versión inglesa o americana con más confianza y a un precio mayor. 

 

De igual forma, me sorprendió una propaganda en los televisores de un bus urbano de Roma. El aviso comenzaba con la frase “no todo lo que viene de China es malo” y en seguida presentaba la tecnología del bus ecológico, los marcadores, los cajeros electrónicos y todo lo que funciona de maravilla en el mismo rubro.

 

Los grandes argumentos intentan derrumbar prejuicios. Aquellos influyen en las ventas, en la confianza, en la aceptación o no de sus pobladores. Los prejuicios nos pueden encapsular en nuestro confort. Pensemos en los años que se viene luchando para evitar el racismo en Norte América y en los diferentes pueblos.

 

En este mismo sentido, vayamos a una historia más cercana. De niño, tenía mucho miedo a ‘la muda’. Ella vivía junto al río. Los niños contaban que ‘la muda’ tenía un pacto con el diablo quien a cambio la hizo perder la fluidez al hablar. Ella pasaba por la puerta de la casa, saludaba y siempre reía, pero los niños la teníamos miedo. A veces pedía un pan y hacía bulla, entonces la gente le daba por solidaridad o para que no siga haciendo bulla.

 

Después de años, regresé al pueblo en vacaciones, y vi una mujer que se esforzaba por cargar a su bebé con una mano, mientras que con la otra llevaba su canasta de huevos y lechugas para vender en el mercado del pueblo. ‘La muda’ había sido violada. Sus familiares se avergonzaban del hecho y no querían denunciar. Con el tiempo, alguien la ayudó para denunciar al padre del bebé y poder recibir una pensión de alimentos. El ‘violador’ sintió que le perdonaron la cárcel porque sólo le pidieron responder por el bebé.

 

‘La muda’ como muchas personas son arrinconadas por los prejuicios, por los rumores perversos, por no asincerar los problemas reales. Hoy, sin duda, es innegable, todos somos personas con la misma dignidad ante Dios y la sociedad.

 

La genialidad de la mujer es sorprendente ante la desesperación. Sabe que viene de la periferia y quizá no la escuchen, entonces debe agudizar esfuerzos y argumentos. Los discípulos quieren quitarse el ‘problema’ y acallar sus clamores. Y Jesús les voltea el argumento, “ovejas descarriadas”.

 

Jesús ha venido por la gente que juzga a ‘la muda’, por los equivocados, prejuiciados. El mismo Jesús se siente impactado con el argumento de la mujer al poner en evidencia que las migajas también alimentan. Y aunque sea tratada como a “los perros” sabe que Dios trae la salud, y especialmente para aquella niña que espera en casa volver a la vida.

 

Y ahora cuántas personas está clamando “Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija (padre, abuelo, vecino)  tiene un virus muy malo”.

 

Podemos ponernos un desafío, “ser personas con fe y aplacar los prejuicios que nos dividen”.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
«Atiéndela, que viene detrás gritando».
Él les contestó:
«Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acercó y se postró ante él diciendo:
«Señor, ayúdame».
Él le contestó:
«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.


Para profundizar

Comentario al Evangelio

Adorar en Espíritu y en verdad




sábado, 8 de agosto de 2020

T.O. XIX,A: “Ánimo, soy yo, no tengan miedo!”. Jesús camina sobre las aguas

Puedes caminar sobre las aguas

Tintoretto, Jacopo - Christ at the Sea of Galilee.jpgTintoretto, Jacopo - Christ at the Sea of Galilee.jpg


 

_“¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!”.

_ Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».

_ “Ven”.

_ Pedro: “Señor, sálvame”.

_ “Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?”.

_ Comunidad: “Realmente eres Hijo de Dios”.

 


XIX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)

 

 

Sin duda, el Hijo de Dios es el salvador de todos los que están en esta barca. Así lo reconocen. El que parecía fantasma ha traído la calma, y les pide no dudar, aumentar la fe, aunque la barca esté lejos de la tierra y los fenómenos naturales la descontrole. Jesús, domina incluso aquellos vientos y aguas peligrosos.


En la riqueza


 Margarite era una estudiante activista. En la cátedra de deontología los estudiantes desarrollaban reportajes de casos referidos a la temática de los sílabos. Margarite, se mostró interesada, pero llegaba a clase sólo para no ser suspendida por inasistencias. Ya hacía prácticas en un canal local y parecía ya haber logrado el éxito.


Un día, en el salón presentaron los casos de amor, de los conflictos maternos de una joven, del cuidado de los ancianos. Margarite se enfureció tanto contra dos compañeros defensores de la vida. Ella pensaba, por ejemplo: las mujeres pobres no deben tener hijos, los ancianos deben ser puestos en un lugar para no estorbar, las jóvenes embarazadas deben ‘interrumpir su embarazo’, etc.


En realidad, la parte deontológica era lo que menos le interesaba. Los años han pasado, algunas veces aparecía en las redes mostrando la gran vida, su rebeldía y sus ‘transformaciones’.


Un día se enamoró, comenzó a convivir, viajó. En sus últimos mensajes expresa su agradecimiento a la vida, al amor, quiere tener un hijo y pide la protección de Dios para sus familiares ante el temeroso Covid19.


En la pobreza

 

¿Qué pasó? Me alegró mucho leer su reconciliación con la vida, con el amor. Además de sentir en sus escritos el temor a perder a los que ama, su impotencia de no poder nada contra el Covid19. Ella, ha comprendido que su barca está más segura con Dios que con sus argumentos ideológicos. 

 

Y te comparto esta experiencia, no con el ánimo de juzgarla, sino para hacerte notar los miedos, los prejuicios, la baja autoestima. Todos esos temores que ventean y balancean nuestra vida nos hacen gritar fuerte y, a veces, con insultos. Con frecuencia, es un grito ensordecedor, pero poco comprendido, incapaz de gritar al estilo de Pedro: “Señor sálvame”. ¿Cómo reconocerlo? Cómo pedirle que te ayude si te lo han borrado de tu corazón, si te han anunciado un Dios castigador, un Dios de las nubes, un Dios fantasma.

 

En todo tiempo:


Ante, la crisis mundial, el miedo a la muerte, a la enfermedad y los propios conflictos, vale la pena escuchar: “¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!”. Seguro, llenos de dudas. Pero no podemos llegar hasta Cristo sin su mano salvadora. Como no podremos tener la suficiente paz y tranquilidad para enfrentarlas tempestades si no permanecemos unidos en la oración auténtica de una comunidad: “Realmente eres Hijo de Dios”. Con Jesús, con fe podremos caminar sobre las aguas y desafiando a los vientos. ¡Ánimos,...!

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 22-33

Después de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
«Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
Pedro le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».
Él le dijo:
«Ven».
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
«Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios».


sábado, 1 de agosto de 2020

TO, A: XVIII: “Denles ustedes de comer”. Multiplicación de los panes.

¿El pan en la mesa o en tu bolsa?

La multiplicación de los panes y los peces ANÓNIMO Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

La multiplicación de los panes y los peces. Anónimo. Copyright de la imagen ©Museo Nacional Del Prado

 

_ “¿Amigo, y esas bolsas qué contienen?

_ “Son alimentos para llevar a las periferias”

_ “¿vas a regalar alimentos, apenas tienes para ti?

_ “Al menos tengo para sobrevivir, pero hay gente que lo necesita más”

XVIII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)


De estos gestos solidarios, seguro tienes muchos que contar. Mis oraciones por quienes organizaron a sus amigos y con un gran corazón han llenado muchos estómagos vacíos, especialmente de niños y ancianos en lugares muy alejados. Jesús, pese a la tristeza porque Herodes ha matado a su Primo Bautista no se detiene y se compadece del pueblo.

 

Doña Teófila recibió una bolsa saludable, la elevó al cielo y dio gracias a Dios: “gracias Papá lindo por el pan que me regalas”. 

 

Durante la pandemia los gestos de solidaridad han aumentado. Los gobiernos han ayudado con bonos familiares para sobrevivir a la pandemia. Aunque los bonos no llegaron a todos pusieron en evidencia la lejanía de las organizaciones estatales frente a la gente más necesitada.

 

De seguro, en tu mente y corazón o hígado te está revolucionando la sangre por tanta gente perversa: quienes se hicieron pasar por ‘paupérrimos’ pero su realidad es acomodada, las autoridades que reparten las ayudas con estrategia política, los administradores ambiciosos que sobrevaloran las canastas para quitarle el alimento a los más necesitados. En fin, los monopolios y los que hicieron dinero con la desesperación de los sufrientes.

 

Detrás de cada historia solidaria está un corazón lleno de amor y misericordia. Capaz de querer ayudar a superar el padecimiento de las miserias de los demás. El mísero está abatido por la enfermedad, la injusticia, la violencia, etc. De tras de cada acto misericordioso está Jesús tomando los cinco panes y los dos peces, alzando su mirada al cielo, pronunciando la bendición, partiendo a sus discípulos y ellos repartiendo a la gente.

 

El anciano Alcibíades, junto a su mujer Carito, trabajan para vivir, se desesperaron con la pandemia, porque las pocas ganancias que tenían ya no las ven. Entonces, han comenzado a gastar sus ahorros de jubilación. En realidad, no pasan hambre, pero deciden arriesgar y quieren seguir con sus trueques y negocios.

 

A esta historia, se agrega, la presencia de sus hijos, acostumbrados a encontrar comida siempre, a no preocuparse por los servicios ni por comprar en el mercado con su propio dinero. Sus hijos se han declarado insolventes. A don Alcibíades con Carito, les ha subido la presión, la comida debe estar a la mesa. El viejo sale al banco para tener dinero y repartir a la hora de las compras porque sus hijos están en su trabajo.

 

Algo que caracteriza a la multiplicación de los alimentos es la saciedad, la abundancia de corazón. Todos tenemos algo que dar, no hay insolventes en el amor. La abundancia se logra gracias a la sinceridad de los bienes. Necesitamos más del amor y del pan durante esta pandemia. Si superamos el ‘esconder los bienes’, la ‘obsesión por acumular’ y aprovecharnos de los otros, … entonces habrá abundancia. Doce canastos, doce tribus, el mundo entero puede saciarse con la misericordia de Dios y la solidaridad.


 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 13-21

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan Bautista se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto.
Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados.
Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida».
Jesús les replicó:
«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».
Ellos le replicaron:
«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».
Les dijo:
«Traédmelos».
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.


Para profundizar:


Fuentes:

La multiplicación de los panes y los peces. 

Hacia 1800. Óleo sobre lienzo, 252 x 700 cm. Depósito en otra institución