Compasión desproporcionada
Tía Grima era una mujer muy trabajadora, de carácter fuerte como mi madre. Su pronóstico de salud era reservado, en sus conversaciones con sus hijos, esposo y familiares pidió perdón y perdonó. Finalmente, partió a la casa de Dios testimoniando la paz y la alegría de un corazón compasivo. Nos toca aprender a perdonar y pedir perdón. (diciembre 2018)
XXIV Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)
Mateo 18, 21-35
Perdonar de corazón.
Perdonar es parte de nuestra vida. Esa capacidad de perdonar las ofensas hasta nos libera de tontos pesares. Y, de manera más profunda, radica en el corazón, en la compasión. El camino está en tener compasión del hermano como Dios la ha tenido de uno mismo.
Y si no me siento perdonado, al menos debo quedarme perplejo
Este desafío -perdonar- es más difícil que los desafíos de los programas de la TV de entretenimiento. Muchos sienten que no deben nada a nadie, menos a Dios, y por tanto no necesitan de su compasión. Entones, sin Dios en tu vida, el perdón sólo llegará al nivel de “limpieza mental”; la compasión sazonada por la fe demorará en calar.
La desproporción: “Siervo malvado”
Es un siervo de la desproporción: Dios le perdona una fortuna (diez mil talentos) y él no puede perdonar una propina (cien denarios).
En este contexto de la misericordia en su alta expresión aparece el “siervo malvado”. Malvado porque es perdonado y no perdona, fue escuchado y no escucha. Malvado porque sus palabras son de tono espiritual (siervo), pero ante el prójimo son palabras de condena, venganza, de aparente “justicia” (Malvado). Es decir, en su jerarquía el dinero pesa más que las personas.
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”
Este es el clamor nuestro de cada día. Nos cobra la vida, el prójimo, el trabajo, el amor, ... Y también es el clamor del prójimo. Estamos todos en esta bolsa de valores de las desproporciones sociales. Nos quedamos perplejos ante las injusticias, la violencia, la intolerancia, …
Y qué podemos hacer. O mejor dicho, quiénes debemos ser. Ser compasivos. No te canses de pedir perdón. Perdona sin límites. Si no sabes por dónde comenzar te sugiero: tus padres, tus hermanos, compañeros de trabajo, tus amigos, tus enemigos. Ahora que el Covid19 nos amenaza podríamos hacer la campaña del perdón, con el gran premio de la paz interior y el incremento del amor, y naturalmente, el perdón de Dios, el Rey.
El ejemplo de tía Grima seguramente te recuerda a historias personales. No hay nada mejor que vivir en el amor y seguir la voluntad de Jesús, nuestro Salvador.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 21-35
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
Pintura:
- Claude Vignon. Parable of the Unforgiving Servant, formerly called Croesus Receiving Tribute from a Lydian Peasant
- La homilía del domingo. Dominicos di Hispania.
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