domingo, 27 de diciembre de 2020

ORACIÓN POR MI FAMILIA

Mi familia de JESÚS


Sagrada Familia del cordero. Rafael Sanzio👇

  La Sagrada Familia – Ciclo B (Lucas 2, 22.39-40) – 27 de diciembre de 2020

Jesús, amigo mío, tú conoces a mi familia,
Tú sabes que mi padre te necesita, como San José,
Para sobrellevar los dolores de la ancianidad,
Para sentirse acompañado y amado por sus hijos.
 
Jesús, hermano mío, conoces la vida de mi madre,
Ya sabes que ellas se preocupan y oran por sus hijos;
Las madres te siguen con el ojo que no se equivoca, 
Con la intuición uterina, con los sueños de María.
 
Jesús, Hijo obediente de Dios, ilumina la vida de mis hermanos,
Dales acierto, sabiduría, alegría y mucha fe para no alejarse de ti.
Infúndeles el amor para la unión y reconciliación en sus hogares,
Muéstranos a María y José en sus vidas y palabras, en sus dolores,
En toda crisis danos las capacidades para unirnos más en familia.
 
Jesús, María y José, protejan a mi familia.
Jesús, María y José, cuiden de nuestras familias. Amén. 



- Oración del Papa Francisco a la Sagrada Familia.

Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.

Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas iglesias domésticas.

Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.

Santa Familia de Nazaret,
haz tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.
Amén.

Exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia, publicada en abril de 2016, el Papa Francisco incluyó una hermosa oración dirigida a la Sagrada Familia, cuya fiesta la Iglesia celebra este 27 de diciembre. 


- Oración a la familia por Juan Pablo II

Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, Padre, que eres Amor y Vida, haz que en cada familia humana sobre la tierra se convierta, por medio de tu Hijo, Jesucristo, "nacido de Mujer", y del Espíritu Santo, fuente de caridad divina, en verdadero santuario de la vida y del amor para las generaciones porque siempre se renuevan.

Haz que tu gracia guíe a los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus familias y de todas las familias del mundo.

Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor.

Haz que el amor, corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis, por las que a veces pasan nuestras familias.

Haz finalmente, te lo pedimos por intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, que la Iglesia en todas las naciones de la tierra pueda cumplir fructíferamente su misión en la familia y por medio de la familia. Tú, que eres la Vida, la Verdad y El Amor, en la unidad del Hijo y del Espíritu santo.


Explicación de la Pintura:

AñoHacia 1507
AutorRafael Sanzio
TécnicaÓleo sobre tabla
EstiloRenacimiento
Tamaño28 cm × 21 cm
LocalizaciónMuseo del PradoMadridFlag of Spain.svg España

Rafael presenta a María, José y Jesús niño jugando con un cordero en medio de un paisaje de idealizada belleza, con colinas arboladas, un lago, caminos serpenteantes y edificios; el cielo, claro y sin nubes, aparece surcado por una bandada de pájaros. Es una escena agradable y bucólica, aunque no falta la alusión al sacrificio redentor de Cristo en la figura del cordero, símbolo que también aparece en pinturas como Santa Ana, la Virgen y el Niño de Leonardo. 

A la izquierda del paisaje, en el camino que conduce hacia una especie de ciudadela, se aprecian las pequeñas figuras de una mujer con un niño en brazos a lomos de un animal, y un hombre llevando las riendas. Es una alusión evidente al episodio evangélico de la huida a Egipto, y en tal caso la pintura habría de interpretarse como un Descanso en la huida a Egipto. Se explicarían así las formas arquitectónicas un tanto extrañas que se aprecian en el fondo, reflejando de este modo el exotismo de un país extranjero.

El pintor muestra un estudio de diversas actitudes y fisonomías humanas en la pintura: el anciano san José, que se muestra de pie, el rostro de perfil, apoyado de forma pesada y un tanto inestable en su vara; la Virgen, de juvenil rostro visto casi de frente, en postura arrodillada; y el Niño, sentado a horcajadas sobre el cordero, cuya figura infantil, desnuda, llevando una sarta de corales al cuello (que en la época eran considerados amuletos protectores de los niños), mira a su madre con la cabeza mostrando el perfil contrario al de san José. Este juego de posturas, miradas y actitudes contrapuestas está resuelto con gran maestría, encadenando todos los elementos en una diagonal ascendente de izquierda a derecha; esquema geométrico que será una constante en la obra de Rafael.


 

sábado, 26 de diciembre de 2020

Sagrada Familia: Jesús, María y José

 “Estaba lleno de sabiduría y gozaba del favor de Dios”

Andrea mantegna, sacra famiglia con una santa (verona, castelvecchio) 
 

La Sagrada Familia – Ciclo B (Lucas 2, 22.39-40) – 27 de diciembre de 2020

 


Tienes una familia y te gustaría que sea la mejor. Pero te pregunto: ¿Cómo hacer para que tu familia sea tan sagrada como Jesús, María y José? Allí tenemos mucho por reflexionar y trabajar.

 

La familia está expuesta a los cambios sociales, a los conceptos del amor, a las convicciones religiosas e ideológicas. Pregúntale a tus padres por qué duran tantos años juntos de seguro sus historias son fantásticas. Si quieres ser más riguroso puedes preguntarles si son felices, sus respuestas pueden darte oxígeno o desconcierto. Y la buena nueva es que tú también eres el rostro de tu familia.

 

La pregunta sigue planteada: ¿Cómo hacer para que tu familia sea tan sagrada como Jesús, María y José?

 

En esta solemnidad de la Sagrada Familia podemos destacar algunas intuiciones:

 

- Una familia. En aquel tiempo era suficiente con que fuera el padre del niño a dar gracias al templo, pero en este caso van María y José, en los brazos llevan a Jesús y las ofrendas. El sentido de corresponsabilidad familiar evita resentimientos y egoísmos.

 

- Una familia obediente a Dios. Son judíos piadosos, obedientes y hacen más de lo que la norma les pide. Si tú haces más allá de tus obligaciones superas tus propios límites mentales, no hay duda de la generosidad y, por tanto, del amor generoso con Dios.

 

El objetivo es presentar al niño, agradecerle a Dios por su principal ofrenda que salvará a la humanidad. Su agradecimiento es reforzado con las alabanzas del anciano Simeón y de la profetiza Ana, ambos, casi invisibles pero convencidos de que Dios manda signos a sus vidas; viejos curtidos y capaces de dar consejos familiares más allá de cómo prepararle el biberón o expulsarle los gases al niño Jesús, es un canto a su divinidad.

 

- Una familia que se respeta. ¿Quiénes les pueden reprochar? Cumplen la ley, ante Dios y ante los hombres. Van asumiendo la misión de aquel niño, no se debe quedar en ser un maestro judío cumplidor de la ley, lo ven más claro cuando lo encuentran enseñando en el templo a los doctores de su tiempo. Respetan la vocación de su hijo, su misión poco comprendida, sus caminos desconcertantes, sus palabras espontaneas y eternas, etc.

 

- Una familia en el amor. Escultadores del amor de Dios. “No teman” han escuchado varias veces al arcángel Gabriel, la fuerza de Dios. La virgen ha encontrado gracia, amor, a los ojos de Dios. No nos fijemos sólo en lo que reciben de Dios sino principalmente en lo que ellos dan. Si el amor, ella no acepta, el tampoco; sin el amor, él no se arriesgaría a cuidar a una embarazada y huir con un niño a tierras peligrosas.

 

Y si Jesús termina poniendo el amor como el centro de su misión y la nuestra, es porque lo experimentó, lo vio importante y necesario. Jesús, el Hijo de Dios, que se sometió a ellos y creció en edad, sabiduría y gracia. ¿Qué pasa cuando falta el amor? Insultos, traición, resentimiento, violencia, injusticia, abandono, odio. Las estadísticas de divorcios tienen causas más profundas manifestadas en “un gusto por mentir” a quien dices amar.

 

Mi oración de hoy es para que tu familia no carezca del amor, de Dios, del respeto a los demás, de la oración y de tener tiempo para ser agradecidos. Y ojos para ver por donde viene la salvación del Señor, como lo hizo el anciano Simeón. Herodes siempre estará a la búsqueda por su delirio de perder el poder.





Sacra Famiglia dell’uccellino di Bartolomé Esteban Murillo

La Sagrada Familia del Pajarito es una interpretación popular del tema religioso. De hecho, Bartolomé Esteban Murillo era conocido por crear escenas de género que representaban momentos de la vida cotidiana.

Bartolomé Esteban Murillo, Sagrada Familia del Pajarito, c. 1650, óleo sobre lienzo, cm. Madrid, Museo del Prado

Descripción. Mientras Jesús juega con el perro, María rema y observa la escena familiar.

La Sagrada Familia pintada por Bartolomé Esteban Murillo tiene un carácter casi doméstico. De hecho, María, el Niño Jesús y José se parecen a cualquier otra familia del pueblo. No hay símbolos tradicionales que identifiquen figuras religiosas como aureolas o luces divinas. El Niño Jesús se apoya en las piernas de José y juega con el perro. En su mano agarra un pequeño pájaro mientras da sus primeros pasos inciertos. Lleva una bata de tela ligera y una tela más pesada asegurada con una bufanda alrededor de su cintura.

Jesús tiene una apariencia tranquila y parece la encarnación de un niño ordinario. Joseph, por otro lado, es representado como un hombre vigoroso de mediana edad. Esta interpretación no es tradicionalmente común, ya que José suele ser más viejo en las pinturas. El hombre lleva ropa pesada y sus piernas están cubiertas por su amplia capa. María está de pie a la izquierda y mientras rema observa la escena con amor. El escenario se describe con algunos elementos simples como la cesta con ropa a la izquierda y la enorme mesa a la derecha.



Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 22-40

Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.


para Profundizar

- Dominicos de España

- Adorar en el Espíritu


PINTURAS

Andrea mantegna, sacra famiglia con una santa (verona, castelvecchio). 

La Sacra Famiglia con una santa è un dipinto tempera su tela (76x55,5 cm) attribuito ad Andrea Mantegna, databile al 1495-1505. Il quadro è conservato nel Museo di Castelvecchio a Verona, da dove fu rubato il 20 novembre 2015[1] per essere poi recuperato l'anno successivo[2].


Solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad»

Dios nace hoy en tu casa

 

Adoración de los pastores, de Matthias Stomer (1632).


- Hemos esperado en casa la llegada de Dios. La cuarentena a causa del Covid19 ha dado más fuerza a lo que escribe el evangelista Juan: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. También, tiene sentido la visitación de la virgen María a su prima Isabel.

 

- Hemos visto su estrella. Eran las 12 de la noche y del balcón intentaba identificar las luces y las bombardas de colores para sentir como un grito universal: “Feliz Navidad”. Sólo estaban las luces de los patrulleros. Sonaron las campanas de la media noche y pude entender que la gran luz debe darnos esperanza, este año no somos distraídos por ninguna luz artificial, esa luz hoy titila en una voz de los seres queridos, en una “palabra oxígeno”, en una “risa cómplice”, en un mensaje personalizado.

 

- Nos han anunciado una Buena Noticia. La noticia de que Jesús nació emocionó tanto a los pastores. Esa es la Feliz Navidad. No es feliz para quienes no lo esperan o lo ven como amenaza. Y por qué decir: “Feliz Navidad” de manera automática, si en el fondo no estoy feliz, si quien me lo dice quizá ni lo desea. 

 

- Hemos experimentado su bondad. Es “Feliz Navidad” entendido como la buena noticia, como la concreción verbal de la esperanza, recobra hoy su raíz. Cómo no decir que des gracias a Dios y te pongas feliz porque estás superando la pandemia, no te falta el amor, tienes comida, tienes inteligencia, etc. Sin embargo, queda esa esquirla de dolor, cómo alimentar el entusiasmo en quienes lloran la muerte de un ser querido, la carencia de comida, etc.


- Gloria a Dios en el cielo. Pero, ahora pedimos a Dios, "paz en la tierra. Pero de tras de aquellas mascarillas ya no se sabe si se ríe o llora. Hay un quiebre ya en la forma de vivir, todo será distinto al relacionarnos, al trabajar, al amarnos.


- Somos también vulnerables. Hoy, el hombre en su dimensión desconocida muestra lo mejor y lo peor de sí, o se cuida o se expone. No se puede controlar el virus como las ganas de seguir siendo lo que fuimos, los mentirosos siguen engañando y los solidarios dan de lo que no tienen. Esta radiografía navideña es lo que un campo para la vida, la muerte, la Resurrección y la gloria. Quizá ahora experimentamos la vulnerabilidad, la interconexión. El virus va destruyendo las vías respiratorias como también el ego del hombre. Celebramos una Navidad de los vulnerables que esperamos orar y amarnos mejor.

 

- Nos ha nacido un salvador: Emmanuel. El niño depende totalmente de los adultos.  El niño Jesús nace donde las sandalias no estaban sofisticadas, los pañales no eran antialérgicos, y la calefacción salía de las narices de un burro, un buey y algunos corderos. Las madres saben de los dolores, de su sensibilidad emotiva y de exponerse a la muerte para dar vida. Papá y mamá saben que enfrentan un momento inolvidable, nace su salvador, su todo o nada, su motor y motivo.

 

- Dios nace ahora, de manera distinta. Dios te llene de la esperanza, la alegría y del sentido de hermano y familia, tan necesarios para enfrentar las pandemias.




NATIVIDAD DEL SEÑOR

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO


En esta noche se cumple la gran profecía de Isaías: «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado» (Is 9,5).

Un hijo se nos ha dado. A menudo se oye decir que la mayor alegría de la vida es el nacimiento de un hijo. Es algo extraordinario, que lo cambia todo, que pone en movimiento energías impensables y nos hace superar la fatiga, la incomodidad y las noches de insomnio, porque trae una felicidad grande, ante la cual ya nada parece que pese. La Navidad es así: el nacimiento de Jesús es la novedad que cada año nos permite nacer interiormente de nuevo y encontrar en Él la fuerza para afrontar cada prueba. Sí, porque su nacimiento es para nosotros: para mí, para ti, para todos nosotros. Para es la palabra que se repite en esta noche santa: “Un hijo se nos ha dado para nosotros”, ha profetizado Isaías; “hoy ha nacido para nosotros el Salvador”, hemos repetido en el Salmo; Jesús “se entregó por y para nosotros” (cf. Tt 2,14), ha proclamado san Pablo; y el ángel en el Evangelio ha anunciado: “Ha nacido para vosotros un Salvador” (cf. Lc 2,11). Para mí, para vosotros. 

Leer homilia completa

 

24 de diciembre

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 1-14


Pintura

sábado, 19 de diciembre de 2020

Domingo IV de Adviento (B): "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra"

La Encarnación del Hijo de Dios




 

Domingo IV de Adviento – Ciclo B (Lucas 1, 26-38) – 20 de diciembre de 2020. La Encarnación del Hijo de Dios.

 

La cuna de Natividad

Llegaban los exámenes finales del año, había que estudiar y una motivación grande, como niños, era ayudar a construir el pesebre del templo. Un especial cuidado tenía la ubicación de la cuna del niño, junto a la familia sagrada. Alguna vez, pusimos al niño en su cuna, antes de la eucaristía de Navidad y el párroco aprovechó para catequizarnos.

 

Después de años, al fin tenía la ilusión de una casa y construí el pesebre, reviviendo el entusiasmo de la niñez, cuando dábamos todo nuestro tiempo a una fe que no comprendíamos, pero nos seducía; éramos los invisibles del pueblo, pero nuestros cantos y pesebre nos mostraban la noche de navidad. Era el tiempo de construir sin comprar, de alegrarse sin recibir, de dar todo lo que se pueda dar por celebrar Navidad.

 

En esta nueva etapa, - adultez- la fiesta estaba preparada, esperábamos devorando panetón y dulces, reventando cuentones, intercambiando regalos, llamadas telefónicas, mensajes, fotos para las redes, … llegó la hora del abrazo; y ese año me olvide de colocar a Jesús en su cuna, creo que el bebé se salvó de morir por asfixia. La cuna vacía fue la radiografía de mi vida espiritual, distraída, sedienta, todavía con esperanza; y, obviamente, la foto de una familia unida, pero con Jesús encajonado, guardado, idealizado.

 

Las cunas invisibles.

 

“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.

 

Estas palabras del Ángel Gabriel (la fuerza de Dios) comunicadas a una mujer, galilea y marginada cobran sentido porque corresponden a lo que se anunciaban en las profecías. La promesa del Génesis: un silencio que dura siglos recae sobre la "Mujer" que tendrá que derrotar al diablo con su prodigiosa maternidad. Sólo Isaías, mucho más tarde, hace explícito lo que fue predicho: "El Señor mismo te dará una señal. "He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, al que llamará Emmanuel". El Evangelio de hoy nos habla del cumplimiento de todo esto: "María, (es la mujer de las profecías) estando desposada con José, antes de que se fueran a vivir juntos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo”.

 

La cuna en espíritu y en verdad.

 

“No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios”

 

Es decir, si David estaba preocupado por construir un templo para Dios, Dios elige su templo, el ser humano, como María. Dios va interviniendo en la confusión de José y en el peligro que llegará por parte del rey Herodes. Así, la virgen no muere apedreada sino discípula predilecta de Dios. Es el templo humano reconstruido para ser parte de la historia humana, el nuevo génesis, la gran esperanza.

 

“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” 

 

Esta noticia podría ser ahora terrible para una joven porque le llevaría a replantear sus proyectos. Reconstruir, mirar la “seguridad”. Aquí, nuestros planes podrían ser un milagro o una vanidad.

 

Pero Dios no se deja envolver en nuestros proyectos, Dios no se deja encerrar en un templo porque él es nuestra garantía de lo eterno, de lo infinito. En este sentido hablamos de una virgen, a la que Dios la ha elegido para hacerse hombre, para su “encarnación”.

 

El templo es el cuerpo de Cristo, es el vientre de María, luego será la cruz en el Gólgota como expresión de amor eterno. Dios entra en la carne de los mortales, en ella construye su "templo" para garantizarnos la vida y la inmortalidad. En este tiempo somos o estamos invitados a tener los apuros, las alegrías, las ilusiones y dudas de María, de la madre en espera de ser templo de la vida; de la presencia de un niño para transformarnos la vida.

 

“He aquí la esclava del Señor; hágase (Fiat) en mí según tu palabra”

 

Decir “Sí” es la clave. Descubrir lo divino en lo humano. Confiar en lo divino. Es lo que hacen muchas madres al decir “Sí” a la vida, al replantear sus proyectos para darle cuna a un niño, al prepararle la leche y el pan, la protección y el amor. Así, la Navidad tiene una gran cuna eterna: el amor infinito del corazón de una madre bombeando la sangre para dar vida.

 

Pablo VI escribió en 1974: "En María vemos la respuesta de Dios al misterio del hombre; y la pregunta que el hombre se hace sobre Dios y su propia vida".

 

No olvides de cantar: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad". La Virgen entonará entonces su Magnificat en un encuentro especial con Isabel, la prima iluminada por el Espíritu para llamarla:  "Madre de mi Señor".   

 

Aquí hay una cuna vacía, podemos mirarla. Puede ser un símbolo de esperanza porque el Niño vendrá, puede ser un objeto de museo, vacío toda nuestra vida. Nuestro corazón es una cuna ¿Cómo es mi corazón? ¿Está vacía, siempre vacía, pero está abierta para recibir continuamente la vida y dar vida? ¿Recibir y ser fructífero? ¿O será un corazón guardado como un objeto de museo que nunca estuvo abierto a la vida y a dar vida?” (Papa Francisco, Santa Marta, 19 de diciembre de 2017).


¡Feliz Navidad!

 


Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.
El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.

 

sábado, 12 de diciembre de 2020

Adviento III, B, Gaudete: Juan el Bautista: “Allanen el camino del Señor”

“Tú, ¿quién eres?”

 Gaudete: la alegría

Virgen con el Niño, santa Isabel y san Juanito 1665-1670, ParísMuseo del Louvre


III Domingo de Adviento. Gaudete

Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)

 

La alegría de la autenticidad. “Llena eres de gracia”

“Soy una persona alegre, me gusta la sinceridad, lealtad, confianza, verdad, …” Estas respuestas maravillosas como la pregunta tienen su trasfondo dudoso y oscuro. ¿Quién podría compilar en pocas palabras lo que “es”? Yo atinaría a responder por lo ideal, por aquello que espero ser, por defender mi buena imagen, por ser atractivo y por mostrarme con valores. Entonces, tu gran alegría será cuando respondas a: “Tú, ¿quién eres?”.

 

La alegría de la misión. “Y cómo será eso” ¡La madre de Dios viene a visitarme!

Saber responder a: “Tú, ¿quién eres?” implica claridad de: “Tú, ¿qué haces?”. La misión de ser el “salvador” ya no existe, acepta, nunca lo serás. Sin embargo, alégrate, porque es clara la misión, además con acciones concretas, actuales, útiles, necesarias. Por ejemplo:  ¿Cómo podemos ser mejores hermanos? ¿Cómo desterrar el odio y el egoísmo de nuestras vidas?

 

La alegría de la humildad. “Aquí está la esclava del Señor”

La sociedad nos ha enseñado a recibir estímulos o premios motivadores, y por ello, cuando realizamos una misión nos gusta ser aclamados, mejor dicho: ¡valorados! Y es edificante reconocer a los servidores humildes. Juan Bautista, reconoce que él es solo la voz de la Palabra, un testigo de la Luz; un profeta íntegro en palabras y acciones, su “sencillez” motiva y cuestiona a su pueblo. Al Bautista los aplausos no le embriagan de poder ni se aprovecha de ellos para abandonar la sobriedad.

 

La alegría del conocimiento. “Todas estas cosas y otras las guardaba en su corazón”

La humildad no significa ignorancia, ni debilidad. Ilustra su fe, ilumina su razón. Para lograr sus objetivos emplea estrategias reales, se informa, lo asume, se apasiona. Esta es la gasolina que aviva el fuego, la convicción que le aleja de la mediocridad. Juan el Bautista dice “no soy digno de amarrar la correa de su sandalia” y Jesús dirá: “no hay un hombre más grande que Juan el Bautista” (cfr Mt. 11, 11-15).

 

La alegría de la fe y esperanza. “No temas María, el Señor está contigo”

Juan el Bautista no vivirá para ver los frutos de su predicación. Los profetas, los hombres amantes del bien común, no se interesan en la popularidad del mañana, sino en el futuro óptimo para sus compatriotas. Sólo la fe puede ayudar en este sentido del mañana. Estar convencido de las transformaciones sociales, de nuevas mentalidades, de superar los imperativos innecesarios y dañinos. Por ejemplo: los extremismos religiosos y políticos, la corrupción, las injusticias, la violencia. Tenemos claro, pero ¿Por qué no lo logramos superar? ¿Vivirás para ver, por ejemplo, que se cumplieron los objetivos del Milenio?

 

 

 

 

 Reflexión del Papa Francisco:

Para preparar el camino al Señor que viene, es necesario tener en cuenta los requisitos de conversión a la que invita el Bautista ¿Cuáles son estos requisitos de conversión? Ante todo, estamos llamados a rellenar los barrancos causados por la frialdad y la indiferencia, abriéndonos a los demás con los mismos sentimientos de Jesús, es decir, con esa cordialidad y atención fraterna que se hace cargo de las necesidades del prójimo. Es decir, rellenar los barrancos producidos por la frialdad. [...] El creyente es aquel que, a través de su hacerse cercano al hermano, como Juan el Bautista, abre caminos en el desierto, es decir, indica perspectivas de esperanza incluso en aquellos contextos existenciales tortuosos, marcados por el fracaso y la derrota, porque el centro de nuestra vida es Jesús y su palabra de luz, de amor y de consuelo ¡Es Él! ÁNGELUS 9 de diciembre de 2018

 

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran:
«¿Tú quién eres?».
El confesó y no negó; confesó:
«Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron:
«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
Él dijo:
«No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?».
Respondió:
«No».
Y le dijeron:
«¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».
Él contestó:
«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió:
«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.


👀Para profundizar 

👍Pautas para Homilía

👍Reflexión exegética

👍Encuentro con la Palabra

👍Homilías breves


👀Pintura 

Virgen con el Niño, santa Isabel y san Juanito 
1665-1670, ParísMuseo del Louvre

domingo, 6 de diciembre de 2020

Domingo II de Adviento (B): “Una voz grita en el desierto”

Sencillos ante la desesperación


Domingo II de Adviento – Ciclo B (Marcos 1, 1-8) – 6 de diciembre de 2020


La sencillez se hace presente en tu vida como una propuesta, como un camino a superar la desesperación que hoy ha enmudecido a los especialistas de la “psichè”, del alma, de la economía, etc. Es la sencillez significativa de: la palabra, la dieta nutritiva, el vestido, el escenario del desierto, de los oyentes, de las periferias, del mismo Juan el Bautista.


La Palabra de Dios expresada en una Voz en el desierto, allá donde el aire la amplifica y la hace más sonora, allá donde el germinar de una semilla es más que un milagro. Es decir, su forma de vida sencilla no podría gritar tan fuerte sin esperanza. Nadie la escucharía si no estaría necesitado de aquel consuelo.


Yo soy parte de esta sociedad desesperada, como tú, por las miserias reveladas durante la pandemia. Aquella familia sin pan y sin amor. Ya no te puedo decir que el egoísmo sólo quiere más riqueza, sino también que es el motor para extinguir a los más débiles. El egoísmo y la supervivencia nos está matando emocionalmente. ¿Acaso Dios sí podrá darnos luces y esperanzas? ¡ven señor consuélanos en este sólo y peligroso desierto!


Ese sentimiento de seguridad ha fracasado y por tanto la esperanza y el consuelo terminaron siendo urgentes. El cosmos alzaba su voz, ya desde un desierto, a una clase política sorda y a cada uno desde la base de la vida. Dicho de otra forma, el consumismo oscurece la belleza de la sencillez del ser humano, de la familia, de la vida, del tiempo.


Si la historia nos muestra que la vida y la muerte no están en nuestras manos. Por ello, necesitamos gestionar lo contingente y lo trascendental, lo espiritual; y de manera especial, el consuelo de la fe, de la presencia de un Dios providente. Pienso que podríamos preguntarnos: ¿nos sentimos sostenido por Dios?


En estos momentos donde la inteligencia emocional es ya clínica en muchos casos, necesitamos enderezar los senderos, tender puentes. Estos actos humanos nos pueden sacar de una fe que dice fiarse, de una religión sin Dios, de una voz sin palabra, “un cristianismo sin Cristo”. En los momentos de ahogo cómo llamar a dios muerto, a un amigo que no alimentamos su amistad.


Juan el Bautista, va al desierto a combatirse, a combatir, a orar, a gritar, etc. El Bautista enfrenta su realidad política y religiosa, la combate, no se queda abrigado en el chirrido de sus viejas maderas ni en la burocracia eclesial. Su sencillez combate la falsa seguridad de la clase religiosa, no dejando de ser religioso sino siéndolo profundamente.


Si tú te atreves a ser esa “voz que clama en el desierto”, con la humildad de quien no es digno de “ajustar las correas de las sandalias” seguramente se te revela la sencillez de la Palabra. Es una Palabra para el futuro y para el presente, en la sencillez de un pesebre, con la fuerza para expulsar salteadores de su templo y con el amor suficiente para morir por ti. ¿acaso, la sencillez de la navidad no será una alternativa, una luz, una palabra consoladora, un niño que nos saca suspiros y nos motiva a la acción?


Ahora, todavía Dios es matado en el desierto, ¿habrá alguna Voz? Quizá es tiempo de reflexionar el desierto.


Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 1-8

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Como está escrito en el profeta Isaías:
«Yo envío a mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino;
voz del que grita en el desierto:
“Preparad el camino del Señor,
enderezad sus senderos”».
Se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:
«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».