"Dios es tu cura. Tu cura no es Dios"
Testigos del Resucitado
III Domingo de Pascua
Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)
“Si dudas no lo hagas”, pero responde: ¿Qué dudas tienes en tu corazón? ¿Te asusta el futuro, tienes miedo a los fantasmas del mañana?
Superando temores. Habrás experimentado el estado de temor, pero también la intuición para la acción. Se agrava la situación cuando hay temas que te rompen la cabeza: has tenido la experiencia, pero no controlas sus efectos profundos; tus sentidos han palpado y tu razonamiento ha sido sobrepasado. En este punto, tienes un gozo que supera el miedo, una certeza inexplicable, unas palabras candentes traspasando tus anhelos, y así, comienzas a actuar, aunque el piso parezca resbaladizo.
El auto referente. Después puedes sentirte seguro. Hablar con autoridad. Tener convicciones. Saber lo que buscas. Un ejemplo: Pedro, dice estar disponible a morir por Jesús y les “condena” a las autoridades judías: “han matado al autor de la vida”. Pero si retrocedemos, Pedro también es referente de miedo, dudas, pasó por la negación a Dios. Sin embargo, esta historia le hace comprender el miedo al dolor y la muerte.
Estas vivo y no eres fantasma. No temas, no dudes, tu poca fe. Pedro, regresó a pescar. Pero especialmente los discípulos pasan por el mismo proceso de una percepción sensorial. Ya no tienen que moldear Jesús a su vida, sino su vida a lo que les pida el Resucitado. Su fe, sus experiencias, escucharse y escuchar les hace comprender una presencia real, indudable, más allá de comer el pan o el pescado. Como el agua sacia la sed, así la presencia real resuelve toda duda, el resucitado traspasa la vida.
Testigos innegables. Con 40 días de arrolladores signos reales de vida, cómo no se va registrar la marca sacramental de quien come contigo, resuelve tus dudas, te explica hasta quemar el corazón, te fortalece en tus objetivos, y además su crucifixión te impactó de miedo y ahora, su resurrección de júbilo. Es casi imposible no querer testificar tremenda experiencia. Ya no es un fantasma, es el Resucitado.
Salvados y perdonados. Los testigos testifican, no para probar que su palabra es verdad, sino para decirnos que esa palabra es una oportunidad para buscar la justicia, la paz, el amor, la libertad y todo valor que lleve a vivir sanos espiritualmente, en comunión. Es decir, los discípulos ya no dudan de que el mundo necesita resolver su existencia con la palabra del Resucitado.
Tu puedes revolucionar la existencia. Esos hombres de fe revolucionaron las relaciones humanas porque a éstas sólo se las podrás salvar con el perdón. El binomio perdón-salvación será la alegría interminable de los corazones humildes. No temas, mira tus dudas y temores para superarlos, para hacer real una misión, de tal manera que tu existencia no sea de fantasma sino de un Resucitado.
Dios de la vida, tú nos dijiste, "No temerás el terror de la noche ni la flecha que vuela de día ni la peste que deambula en la oscuridad, ni la plaga que asoma al mediodía". Sal 91: 5-6
Dios de la salud, oramos de corazón por todos los que han sido contagiados con el COVID-19. Regálales la fortaleza y esperanza para superar la enfermedad.
Fortalece los corazones de los familiares y cuídales de toda enfermedad. Que la comprensión y la fe se hagan fuertes.
Consuela y limpia las lágrimas de quienes lloran la muerte de sus seres queridos. Abrázales con tu amor de resucitado.
Dales sabiduría y amor a los profesionales de la salud y a quienes cuidan de los hermanos que sufren los dolores, la pobreza y el abandono.
Asiste con tu inteligencia a los científicos y gobernantes para que pronto distribuyan la vacuna y los tratamientos adecuados para vencer la pandemia.
Cuídanos en nuestro interior, de los resentimientos y odios. Ayúdanos a ser perdonados y a perdonar. Ayúdanos a ser mejores hermanos.
Que nuestra madre, la Virgen María, nos cuide hoy de todo mal y nos reconforte con su piedad y ternura. Amén
La herida de su corazón. Jesús, muestra las llagas de la pasión, y de su corazón sale chorros de sangre y agua, dos luces que iluminan de misericordia a la humanidad. Tal como lo expresó santa Faustina Kowalska, “Sangre y agua” (Jn 19, 34) Y si la sangre evoca el sacrificio de la cruz y el don eucarístico, el agua, en la simbología joánica, no sólo recuerda el bautismo, sino también el don del Espíritu Santo (cf. Jn 3, 5; 4, 14; 7, 37-39).
"Hija mía, di que soy el Amor y la Misericordia en persona", pedirá Jesús a sor Faustina (Diario, p. 374). Cristo derrama esta misericordia sobre la humanidad mediante el envío del Espíritu que, en la Trinidad, es la Persona-Amor. Y ¿acaso no es la misericordia un "segundo nombre" del amor (cf. Dives in misericordia, 7), entendido en su aspecto más profundo y tierno, en su actitud de aliviar cualquier necesidad, sobre todo en su inmensa capacidad de perdón?
Entre los momentos más difíciles de las guerras, es la luz que puede guiarnos en el tercer milenio. "La humanidad no encontrará paz hasta que no se dirija con confianza a la misericordia divina" (Diario, p. 132).
En medio de los crucificados y del sufrimiento Jesús nos saluda: "Paz a vosotros". Esa paz y espíritu que nos reconcilian y unen a Dios y entre seres humanos.
"Domingo de la Misericordia divina". Estamos llamados a ser misericordiosos como Jesús que vio las miserias humanas y se inclinó con su corazón misericordioso."Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt 5, 7)" (Dives in misericordia, 14).
El mensaje de misericordia llega por sus manos tendidas para recibir al sufriente. Según la revelación a Santa Faustina, en el convento de Lagiewniki, en Cracovia: "Misericordias Domini in aeternum cantabo".
La verdad de la vivencia del amor está en cumplir sus mandamientos, son inseparables el amor a Dios y a los hermanos. "En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos" (1 Jn 5, 2). No es fácil sino en sintonía íntima con Dios, que te permite renovar la mirada, actuar con gratitud, saber vivir el perdón. ¡vivir las obras de Misericordia!
"Experimento un dolor tremendo cuando observo los sufrimientos del prójimo. Todos los dolores del prójimo repercuten en mi corazón; llevo en mi corazón sus angustias, de modo que me destruyen también físicamente. Desearía que todos los dolores recayeran sobre mí, para aliviar al prójimo" (Diario p. 365).
¡Jesús, en ti confío! Si experimentas la crisis del sentido, no te desesperes, Jesús te entrega su corazón en aquellos rayos que salen de su corazón y te iluminan, calientan, señalan el camino e infunden esperanza.
II Domingo de Pascua
Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)
Con mi riqueza no te metas. Generosidad u orgullo. Ella estaba entusiasmada por un sueño: tener una sola alma y un solo corazón. Mostraba su generosidad con las propiedades que tenía. Acudía a su comunidad naciente y alababa a Dios, encandilaba con su ‘humildad’, se aprendió las frases claves y las repetía (cfr. Hch. 4). El quiebre llegó cuando se trató del dinero. Parece que la generosidad mostrada era, en realidad, una oportunidad para alimentar su orgullo y creerse superior y más astuta que Dios. Y así es como ella, la primera pareja, Ananías y Sáfira, termina rompiendo el sueño de la primera comunidad cristiana narrada por Lucas (cfr. Hch. 5, 1-11).
Somos gente de paz. En este domingo de la Misericordia tenemos una palabra motivadora: ”re-creación”, abarca más que “Re invéntate! Somos re-creados con un nuevo soplo, el Espíritu del resucitado. Te reinventas ante la adversidad de la pandemia, pero es recreado para la resiliencia diaria.
Cuida a los demás. Si estás encerrado, temeroso y decepcionado, sin amor y lleno de venganza, entre las paredes de tu casa, por más confortable que sea, sólo se convierte en una ‘jaula de oro’. Ahora, más que nunca necesitamos del saludo de paz del resucitado. Sólo él puede traspasar los muros del miedo y falta de fe. Vivimos un contexto del encierro ‘obligatorio’ como convicción de la corresponsabilidad para cuidar la vida propia y la de los demás.
Sanación interior del ‘agnóstico’. Es muy cómodo criticar a la primera pareja muerta de orgullo; y también al primer hombre, con el agravante de ser discípulo, que suelta frases de “anti-resurrección”. Es decir, necesito sanar interiormente, como Tomás, antes de criticar a los demás.
Nuevos encuentros, sueños de paz. Imagina la sonrisa dibujada cuando identificas en tu celular el número de una persona de paz. Sin embargo, es mejor marcar un número con un mensaje de paz, libre de venganza y orgullo. El apóstol Tomás es el primer hombre y discípulo en confesar la divinidad de Dios, sin mayores palabras que “Señor mío, Dios mío”:
- Jesús confía en ti. Tomás no es tratado con bofetadas, sino con misericordia.
- Tomás, sale de sus seguridades humanas, en soledad y comunidad para identificar al resucitado.
- Tomás, comienza a ver, entender y creer que las meras llagas son un signo del amor más que unas pruebas racionales para su agnosticismo.
- Tomás, sale de su personalismo y egocentrismo para caminar a un servicio comunitario.
Finalmente, si escuchas el testimonio de tu comunidad: "Hemos visto al Señor". Es legítimo que dudes, pero no te obstines en exigir pruebas, condicionar a un signo tangible, rechazando el testimonio comunitario… Y así pues, Jesús llamó a un obstinado, ausente, disfuncional, para recitar el gran credo pascual: "Señor mío y Dios mío".
Recuerda, el sueño de desterrar la pobreza sigue vigente.
Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Para profundizar
Lecturas y comentarios bíblicos
STOM, MATTHIAS
Domingo de Resurrección.
Año litúrgico 2020-2021
Ciclo B