sábado, 28 de agosto de 2021

XXII Domingo del tiempo ordinario (B): “Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”

Directo al corazón

 

Jacob Jordaens (1593-1678): Jesús discute con los fariseos, Jesús y los fariseos


XXII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)

 

Albert Einstein solía decir: “Es más fácil desintegrar un átomo que un pre-concepto”


Qué difícil es moverse del nido y apostar por el cambio en lo personal, religioso y tradicional. Jesús, formatea estos “caprichos humanos” simplemente recurriendo a lo más importante, lo esencial, el corazón del mal y del bien. En fin, en esta controversia, como dice el canto: “Danos Señor un corazón grande para amar, fuerte para luchar…”

 

Lavarse las manos para estar sanos

 

Desde tu niñez te han repetido: “lávate las manos”. Si no fuera así, sabemos las consecuencias: influenza, diarrea, hepatitis, pie de atleta, infecciones corporales, fiebre tifoidea, cólera, Covid-19, … Entonces, asumimos el “lavado de manos” como una norma sanitaria necesaria. 

 

El “lavado de manos” también tiene un sentido simbólico, como el de Poncio Pilatos, para marcar distancia de una decisión injusta. Poncio Pilatos se lavó las manos porque sabía del profundo significado para los judíos, más allá de la sanidad significa pureza, lo cual tampoco le convirtió en el gobernador ‘puro’.

 

Tu mamá no te repite “lávate las manos” para ser puro, sino para no enfermarte, y de seguro tu madre desea en lo profundo de su corazón que seas una persona de nobles sentimientos, no sólo para prevenir dolores y gastos sino también la economía de tu salvación.

 

Lavarse las manos para ser sanos/salvos

 

Los templos suelen tener en la sacristía un lava manos para que el sacerdote se lave antes de salir a celebrar, también se lava después de presentar los dones y repite la oración: “Lávame Señor de todos mis delitos y purifícame de todos mis pecados” (cfr. Sal. 51; IGMR 145). Tradicionalmente, tiene el sentido de un deseo de purificación interior y también de cuidar la higiene.

 

Seguro lo estás pensando, si el sacerdote no se lava las manos igual puede consagrar y repartir la eucaristía. Ojalá sea más santo que higiénico. Y lo mismo, en los fieles, no depende de quién o dónde recibas la eucaristía, sino con el corazón y hambre de Dios que lo comas y bebas (si se puede).

 

Controversia: la tradición o los mandamientos

 

La tradición está considerada como fuente de la revelación. Pero, no todo lo que comunica la tradición es revelación. Lavarse las manos es un rito tradicional al igual que otros ritos centrados en el perfeccionamiento de lo exterior.

 

El “perfeccionamiento centrado en lo exterior”, puede ser un prejuicio mío, tiene una gran dosis de voluntad y de creatividad humana. Así, queda claro, que la santidad no se mide por: lavarte las manos, usar incienso, vestir un hábito, celebrar en latín de espaldas al pueblo, repetir las oraciones en latín, usar una cruz, recibir la eucaristía en la mano o en la boca, de rodillas o de pie, etc. Obviamente, son medios externos que pueden ser expresión de una calidad interior y si te ayudan, felicitaciones.

 

Los mandamientos. La controversia es que se han olvidado los mandamientos para centrarse en los ritos tradicionales. El peligro está en alejar la voluntad de Dios para imponer la voluntad humana.

 

Jesús, inmediatamente centra los mandamientos, critica el culto vacío y llega al corazón. Si se recuerda, en la historia, los mandamientos están presentados para liberar a los oprimidos, como un canal de comunicación con Dios, para fortalecer la presencia en el corazón del hombre. 

 

¿De qué fuente bebemos?

 

Los judíos beben de la fuente de la ley, es cómodo criticarlos por los 613 preceptos de la Torà. La iglesia católica reconoce 73 libros (46 AT, 27 NT) que conforman la Sagrada Escritura, (incluidos algunos de la Torà), por lo menos 1752 artículos del Derecho Canónico y aclaratorias; cada congregación sus Estatutos y constituciones internas, y algunos se quejarán de los vacíos normativos. 

 

Es decir, no seamos básicos, las leyes ayudan al hombre en la convivencia con el hombre y con Dios. Pero las leyes no dejan de ser humanas. Y Jesús se centra en el hombre, en su corazón, donde está la raíz de la libertad humana, de donde nacen las intenciones buenas y malas.


En esta línea, podemos discutir si los superiores portan la voz de Dios o si la misión que disciernen viene De Dios o de sus complejos o debilidades. La autoridad con Dios y De Dios se distingue de la sin Dios. Pero, en este orden de nuestra existencia tenemos que sujetarnos a la norma, y no por eso perder el espíritu para lo que fuimos creados. 


Bebemos de lo que tiene rostro De Dios y nos lleva a Dios.

 

Qué dice el apóstol Santiago: 

“Todo lo que es bueno y todo don excelente baja del cielo, de Padre de las luces… Él nos engendró por la palabra de la verdad… Acepten con docilidad esa palabra, que ha sido injertada en ustedes y es capaz de salvar sus vidas. Pongan en práctica la palabra y no se contenten con oírla, engañándose a ustedes mismos. La religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre es esta: atender a huérfanos y viudas en su aflicción y mantenerse incontaminado del mundo.” (1, 17-18. 21b-22. 27).

 

Qué dice Karl Rahner 

en sus ‘Oraciones de vida’: “Oración a Dios de la ley”:

 

En tu palabra se dice de ti, Dios mío, que eres espíritu . Y de tu santo Espíritu se dice que es el Dios de la libertad: «El Señor es espíritu, y donde está el Espíritu del Señor está la libertad» (2 Cor 3, 17). Y esta palabra no se dijo de ti en cuanto dominas libremen- te las latitudes ilimitadas de tu propia vida, sino en cuanto eres espíritu y vida nuestra. ¡Dios de la liber- tad, Dios nuestro! Mira, algunas veces casi podría parecerme que creemos esta palabra acerca de ti porque sabemos que estamos atados por tu ley sobre la fe, que te reconocemos como nuestro Dios de la libertad porque debemos hacerlo, pero no tanto porque la amplia y libre abundancia de tu vida llene nuestro corazón y tu efervescente espíritu, que sopla donde quiere, nos haya hecho libres. 

 

¿Eres Tú en mi vida el espíritu de la libertad o el Dios de las leyes? ¿O eres ambas cosas? ¿O eres el Dios de la libertad a través de la ley? Las leyes que Tú mismo diste no son cadenas. Que tus mandamientos sean mandamientos de la libertad, es cierto. En su austera sobriedad e inapelabilidad me libran del tor- pe sumergirme en mi propia estrechez con su pobre y cobarde concupiscencia… 

 

Palabra del Papa Francisco:

Jesús nos dice que necesitamos tener un corazón puro y recogido, un corazón en el que advirtamos los deseos que lo mueven. Nosotros hoy podemos renovar la práctica muy antigua de la Iglesia, pero buena: el examen de conciencia. ¿Quién de nosotros, por la noche, antes de terminar el día, se queda solo o sola, y se pregunta: qué ha pasado hoy en mi corazón? ¿Qué deseos he sentido? ¿Qué sentimientos han movido mi corazón? Si no lo hacemos, no sabremos vigilar bien ni conservar puro el corazón. (Santa Marta -10 de octubre de 2014).


 

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-8a. 14-15. 21-23

En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).
Y los fariseos y los escribas le preguntaron:
«¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con las manos impuras?».
Él les contestó:
«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.” Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».
Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».


Para profundizar:

Predicación - Dominicos

Adorar en Espíritu y en Verdad

Preacher Exchange. Homilías Dominicales


Pintura

File:Jacob Jordaens - Christ and the Pharisees.jpg


sábado, 21 de agosto de 2021

XXI Domingo del tiempo ordinario (B): “¿También ustedes quieren marcharse? ”


                Las disyuntivas de la vida 


 Mosaico con una representación de Jesús de Nazaret, existente en la antigua Iglesia de Santa Sofía (Estambul), fechada cerca de 1280.


XXI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)

  


 

La disyuntiva nos evoca situaciones en las que elegimos entre dos cosas o soluciones diferentes. Por ejemplo, si decides comerte la fruta natural o el postre sabroso, si te casas durante la pandemia o esperas aclarar panoramas, si viajas o ahorras dinero, si dices lo que sientes o te callas, si enfrentas la infidelidad o prefieres no quedarte solo (a), o me aclaras lo que quieres o simplemente ya no hablamos, o me crees o mueres con la duda, o es para toda la vida o ‘no pasa nada’…   

 

La carreta de las disyuntivas hace tanta bulla en nuestra vida y en alta velocidad nos transforma la vida. No la puedes ni debes evitar. No te das cuenta al inicio, pero sí percibes su velocidad, entonces te genera dudas, buscas alternativas y los dilemas necesitan mucha reflexión.

 

Disyuntivas duras

Y así entramos a la disyuntiva de la vida eterna. ¿existe? ¿Quién te la podrá dar? ¿Pan de trigo o Pan de Vida? ¿La auténtica vida es donada por el Espíritu, por las palabras de Jesús?

 

Ante las respuestas no claras o no profundizas o prefieres no buscar respuestas. Así, yo también quisiera abandonar a Jesucristo:

 

-       Multiplicación de panes. Si no comprendo sus palabras porque estoy pensando en cómo llenar mi barriga más que darle sentido y camino a mi vida, entonces “hasta la vista baby”. Revisa en la multiplicación de los panes cómo Jesús se va triste a la montaña porque lo querían hacer rey y su intención era mostrar al verdadero Pan de vida. 

 

-       Lavar los pies de tu hermano. Si busco los privilegios y la fama más que servir, “ci vediamo” dicen los italianos. Revisa el lavatorio de los pies y las parábolas de los servidores.

 

 

-       Joven rico. Si quiero ser buena gente pero no más allá de mis profundos intereses, debo vender lo que no tengo, porque los tesoros del joven rico sólo eran buenas intenciones. Es decir, “con mi bolsillo no te metas, chau”. Un joven que nació con el pan bajo el brazo se come la tristeza del Pan de vida.

 

 

Soy un creyente ‘remediero’

-       Si tienes insomnio toma una taza de valeriana y reza tu rosario, quedarás en la profundidad de tus sueños. Los remedios tranquilizan, pero dónde necesitas cirugía sólo te ayudan.

 

-       Si no te salen bien las cosas pídele al santo o santa de las cosas imposibles. Y si llega el milagro no olvides de seguir negociando con Dios. Este cambalache es frecuente e ‘inocente’.

 

-       Sigue brindando tu copa mientras critican tu religión y para protegerte dices: “soy católico, pero no practicante”.

 

-       Que giren las “papitas crocantes” (de sobre) porque cuando lleguen las ‘papas calientes’ tendrás gestos de escandalizado(a) y no las querrás tocar: “Jesús es el Pan de vida”, “Nació de la Virgen María”, “Resucitó de entre los muertos”, “está realmente presente en la eucaristía”, Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede.

 

Realmente, necesitamos enfrentar las objeciones duras de nuestro propio cristal, la óptica de Jesús es difícil pero nos conviene, es exigente y vale la pena. El testimonio de los santos tiene una fuerte dosis de humildad. La confianza de los apóstoles más que un equilibrio emocional les permite seguir reflexionando sus disyuntivas personales, intuyen la verdad de las palabras de su Maestro y en boca de Pedro responden: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.

 

Palabra del Papa Francisco:

 

De esa pregunta de Pedro, nosotros comprendemos que la fidelidad a Dios es una cuestión de fidelidad a una persona, a la cual nos adherimos para recorrer juntos un mismo camino. Y esta persona es Jesús. Todo lo que tenemos en el mundo no sacia nuestra hambre de infinito. ¡Tenemos necesidad de Jesús, de estar con Él, de alimentarnos en su mesa, con sus palabras de vida eterna! Creer en Jesús significa hacer de Él el centro, el sentido de nuestra vida. Cristo no es un elemento accesorio: es el «pan vivo», el alimento indispensable. Adherirse a Él, en una verdadera relación de fe y de amor, no significa estar encadenados, sino ser profundamente libres, siempre en camino. ÁNGELUS 23 de agosto de 2015

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Juan 6, 60-69

En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús, dijeron:
«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»

Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, hay algunos de vosotros que no creen».

Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.

Y dijo:
«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.

Entonces Jesús les dijo a los Doce:
«¿También vosotros queréis marcharos?».

Simón Pedro le contestó:
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

 


Jesús de Nazareth

Mosaico con una representación de Jesús de Nazaret, existente en la antigua Iglesia de Santa Sofía (Estambul), fechada cerca de 1280.

domingo, 15 de agosto de 2021

La Asunción de la Virgen María (B), 15 de agosto.

“ Se alegra mi espíritu en Dios ”



La Asunción de la Virgen. CABEZALERO, JUAN MARTÍN. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado


Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)

 

Este Domingo puedes pedirle a la primera mujer que llegó al cielo que te dé los secretos de la felicidad. Una mujer humana grata a los ojos de Dios. Para Dios nada es imposible:

 

Una madre solidaria.

En un encuentro inédito de María con Isabel, se saludan desde le vientre Jesús y Juan, - “saltó de alegría”- además queda clara la solidaridad de María con su prima pero especialmente con la humanidad, y también el servicio de María para que Jesús marque y conduzca el tiempo de la redención. (Lc. 1,39-41a)

 

Una madre agradecida.

María no deja de agradecer la posibilidad de servir. Con fuerza, Isabel agradece a María: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre!”. Y, desde la fe, agradece: “¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?”.

 

Una madre creyente.

“Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”. Al estilo de Abraham, el padre de la fe, María tiene una fe que la permitirá superar las quejas y acusaciones contra su hijo Jesús, la cruz, la decepción de los discípulos y las primeras misiones apostólicas.

 

Una madre del pueblo.

María es una mujer de un pueblo pobre, con lo suficiente para comer pero no para despilfarrar. Nace en un pueblo, sufre también los embates de las dominaciones de los imperios, la pobreza, los conflictos, la persecución, la difamación. Así, después de su muerte el pueblo la concibe suya, cercana a Dios, Madre del Mesías. No era fácil comprender de cómo la madre de Jesús no podría seguir el mismo camino de su Hijo. De hecho, la primera y larga convicción es que María no ha muerto, sino que estaba solo dormida.

 

Una santa feliz.

Es llevada por su propio hijo a los cielos. Es un mensaje evocador del amor paternal y filial. Si fuera Jesucristo haría lo mismo con mi madre y también con mi padre, mis hermanos, … pero no lo soy, mis padres sólo cuentan con mis oraciones cotidianas como mis hermanos y amigos.

 

Para quienes quieran más argumentos, les presento una pequeña síntesis:


 

«MUNIFICENTISSIMUS DEUS»

👉Leer documento completo


Es la Constitución Apostólica del Papa Pío XII en la que define que la Virgen María fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste (1º de noviembre de 1950)

 

Dios todo lo puede, con amor y para los que le aman (cfr. Rom 8,28). Por esta razón la Virgen no muere, como nosotros, ni espera la “plenitud de los tiempos” (Gal. 4,4), tiene el privilegio de no estar sujeta a la ley natural de la corrupción y ser llevada en cuerpo y alma al cielo.

 

La Asunción está ligada a la Inmaculada Concepción (Pío IX); por ambos privilegios de la Virgen Madre de Dios, María, venció al pecado.  

 

La declaración de la Asunción de la Virgen María fue solicitada por muchos fieles y autoridades eclesiásticas y civiles del mundo. Los obispos fueron consultados por el Papa Pío XII.

 

En la Sagrada Escritura se encuentran evidencias de la vida de la Virgen María, sus preocupaciones, sus dolores, “de las espadas que atravesaron su corazón” (Simeón) a los pies de Jesús crucificado. La tradición de los creyentes no ha dudado de que la Madre haya muerto como el Hijo, sin ser reducidos a las cenizas ni a la putrefacción.

 

Sin esa convicción de la santidad de María no se tendría cantidad de iglesias, imágenes, pinturas, instituciones, diócesis, ciudades, etc. Confiadas a la protección de la Virgen Asunta.

 

También es parte del 5º misterio glorioso: la Asunción de la Virgen María. A los cielos. «Todas las generaciones me llamarán bienaventurada porque el Señor ha hecho obras grandes en mí» (Lc 1, 48-49). «La Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros de su Cuerpo» (CIC, 974).

 

Es una fiesta litúrgica celebrada desde la antigüedad en oriente y occidente:

 

- “Sacramentario” donde Adriano I mandó al emperador Carlomagno: “Digna de veneración es para Nos, ¡oh Señor!, la festividad de este día en que la santa Madre de Dios sufrió la muerte temporal, pero no pudo ser humillada por los vínculos de la muerte Aquella que engendró a tu Hijo, Nuestro Señor, encarnado en ella

 

- El Sacramentario Galicano” lo define: “inexplicable misterio, tanto más admirable cuanto más singular es entre los hombres

 

- Liturgia bizantina: A Ti, Dios, Rey del universo, te concedió cosas que son sobre la naturaleza; porque así como en el parto te conservó virgen, así en el sepulcro conservó incorrupto tu cuerpo, y con la divina traslación lo glorificó”.

 

San Sergio I, prescribiendo la letanía o procesión estacional para las cuatro fiestas marianas, enumera junto a la Natividad, la Anunciación, la Purificación y la Dormición de María (Liber Pontificalis). Después San León IV quiso añadir a la fiesta, que ya se celebraba bajo el título de la Asunción de la bienaventurada Madre de Dios, una mayor solemnidad prescribiendo su vigilia y su octava; y en tal circunstancia quiso participar personalmente en la celebración en medio de una gran multitud de fieles (Liber Pontificalis). 

 

- San Juan Damasceno: “Era necesario que Aquella que en el parto había conservado ilesa su virginidad conservase también sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte. Era necesario que Aquella que había llevado en su seno al Creador hecho niño, habitase en los tabernáculos divinos. Era necesario que la Esposa del Padre habitase en los tálamos celestes. Era necesario que Aquella que había visto a su Hijo en la cruz, recibiendo en el corazón aquella espada de dolor de la que había sido inmune al darlo a luz, lo contemplase sentado a la diestra del Padre. Era necesario que la Madre de Dios poseyese lo que corresponde al Hijo y que por todas las criaturas fuese honrada como Madre y sierva de Dios

 

- San Germán de Constantinopla: “Tú, como fue escrito, apareces "en belleza" y tu cuerpo virginal es todo santo, todo casto, todo domicilio de Dios; así también por esto es preciso que sea inmune de resolverse en polvo; sino que debe ser transformado, en cuanto humano, hasta convertirse en incorruptible; y debe ser vivo, gloriosísimo, incólume y dotado de la plenitud de la vida

 

- Ven, ¡oh Señor!, a tu descanso, tú y el arca de tu santificación (Sal 131, 8), y ven en el arca de la alianza, hecha de madera incorruptible y puesta en el templo del Señor, como una imagen del cuerpo purísimo de María Virgen, preservado de toda corrupción del sepulcro y elevado a tanta gloria en el cielo. A este mismo fin describen a la Reina que entra triunfalmente en el palacio celeste y se sienta a la diestra del divino Redentor (Sal 44, 10, 14-16), lo mismo que la Esposa de los Cantares, que sube por el desierto como una columna de humo de los aromas de mirra y de incienso para ser coronada (Cant 3, 6; cfr. 4, 8; 6, 9). La una y la otra son propuestas como figuras de aquella Reina y Esposa celeste, que, junto a su divino Esposo, fue elevada al reino de los cielos.

 

Los doctores escolásticos

-       La Señora vestida de sol, que el apóstol Juan contempló en la isla de Patmos (Ap 12, 1s.). Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres (Lc 1, 28), una gracia especial, una bendición opuesta a la maldición de Eva.

 

-       Amadeo, obispo de Lausana, afirma que la carne de María Virgen permaneció incorrupta («no se puede creer, en efecto, que su cuerpo viese la corrupción»), porque realmente se reunió a su alma, y junto con ella fue envuelta en altísima gloria en la corte celeste. «Era llena de gracia y bendita entre las mujeres» (Lc 1, 28). «Ella sola mereció concebir al Dios verdadero del Dios verdadero, y le parió virgen, le amamantó virgen, estrechándole contra su seno, y le prestó en todo sus santos servicios y homenajes»

 

-       San Antonio de Padua. En la fiesta de la Asunción, comentando las palabras de Isaías «Glorificaré el lugar de mis pies» (Is 60, 13): “De aquí se deduce claramente, dice, que la bienaventurada Virgen María fue asunta con el cuerpo que había sido el sitio de los pies del Señor. Por eso escribe el salmista: «Ven, ¡oh Señor!, a tu reposo, tú y el Arca de tu santificación». Como Jesucristo, dice el santo, resurgió de la muerte vencida y subió a la diestra de su Padre, así «resurgió también el Arca de su santificación, porque en este día la Virgen Madre fue asunta al tálamo celeste”.

 

-       San Alberto Magno, después de haber recogido, para probar esta verdad, varios argumentos fundados en la Sagrada Escritura, la tradición, la liturgia yla razón teológica, concluye: «De estas razones y autoridades y de muchas otras es claro que la beatísima Madre de Dios fue asunta en cuerpo y alma por encima de los coros de los ángeles. Y esto lo creemos como absolutamente verdadero». Y en un discurso tenido el día de la Anunciación de María, explicando estas palabras del saludo del ángel «Dios te salve, llena eres de gracia...», el Doctor Universal compara a la Santísima Virgen con Eva y dice expresamente que fue inmune de la cuádruple maldición a la que Eva estuvo sujeta.

 

-       El Doctor Angélico, Santo Tomás, siguiendo los vestigios de su insigne maestro, aunque no trató nunca expresamente la cuestión, sin embargo, siempre que ocasionalmente habla de ella, sostiene constantemente con la Iglesia que junto al alma fue asunto al cielo también el cuerpo de María.

 

-       San Buenaventura, el Doctor Seráfico, el cual sostiene como absolutamente cierto que del mismo modo que Dios preservó a María Santísima de la violación del pudor y de la integridad virginal en la concepción y en el parto, así no permitió que su cuerpo se deshiciese en podredumbre y ceniza. Interpretando y aplicando a la bienaventurada Virgen estas palabras de la Sagrada Escritura «¿Quién es esa que sube del desierto, llena de delicias, apoyada en su amado?» (Cant 8, 5), razona así: «Y de aquí puede constar que está allí (en la ciudad celeste) corporalmente... Porque, en efecto..., la felicidad no sería plena si no estuviese en ella personalmente, porque la persona no es el alma, sino el compuesto, y es claro que está allí según el compuesto, es decir, con cuerpo y alma, o de otro modo no tendría un pleno gozo.

 

-       La escolástica moderna, S. XV, San Bernardino de Siena, considera que la semejanza de la divina Madre con el Hijo divino, en cuanto a la nobleza y dignidad del alma y del cuerpo -porque no se puede pensar que la celeste Reina esté separada del Rey de los cielos-, exige abiertamente que María no debe estar sino donde está Cristo”. Además, es razonable y conveniente que se encuentren ya glorificados en el cielo el alma y el cuerpo, lo mismo que del hombre, de la mujer; en fin, el hecho de que la Iglesia no haya nunca buscado y propuesto a la veneración de los fieles las reliquias corporales de la bienaventurada Virgen suministra un argumento que puede decirse como una prueba sensible

 

-       San Roberto Belarmino: “Y quién, pregunto, podría creer que el arca de la santidad, el domicilio del Verbo, el templo del Espíritu Santo, haya caído? Mi alma aborrece el solo pensamiento de que aquella carne virginal que engendró a Dios, le dio a luz, le alimentó, le llevó, haya sido reducida a cenizas o haya sido dada por pasto a los gusanos

 

-       San Francisco de Sales: “¿Quién es el hijo que, si pudiese, no volvería a llamar a la vida a su propia madre y no la llevaría consigo después de la muerte al paraíso?”.

 

-       San Alfonso: Jesús preservó el cuerpo de María de la corrupción, porque redundaba en deshonor suyo que fuese comida de la podredumbre aquella carne virginal de la que Él se había vestido”.

 

- Pero ya se ha recordado especialmente que desde el siglo II María Virgen es presentada por los Santos Padres como nueva Eva estrechamente unida al nuevo Adán, si bien sujeta a él, en aquella lucha contra el enemigo infernal que, como fue preanunciado en el protoevangelio (Gn 3, 15), habría terminado con la plenísima victoria sobre el pecado y sobre la muerte, siempre unidos en los escritos del Apóstol de las Gentes (cfr. Rom cap. 5 et 6; 1 Cor 15, 21-26; 54-57). Por lo cual, como la gloriosa resurrección de Cristo fue parte esencial y signo final de esta victoria, así también para María la común lucha debía concluir con la glorificación de su cuerpo virginal; porque, como dice el mismo Apóstol, «cuando... este cuerpo mortal sea revestido de inmortalidad, entonces sucederá lo que fue escrito: la muerte fue absorbida en la victoria» (1 Cor 15, 54).

 

La palabra del papa Francisco

Esperanza es la virtud del que experimentando el conflicto, la lucha cotidiana entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal, cree en la resurrección de Cristo, en la victoria del amor. Hemos escuchado el Canto de María, el Magnificat es el cántico de la esperanza, el cántico del Pueblo de Dios que camina en la historia. Es el cántico de tantos santos y santas, algunos conocidos, otros, muchísimos, desconocidos, pero que Dios conoce bien: mamás, papás, catequistas, misioneros, sacerdotes, religiosas, jóvenes, también niños, abuelos, abuelas, estos han afrontado la lucha por la vida llevando en el corazón la esperanza de los pequeños y humildes. María dice: «Proclama mi alma la grandeza del Señor», hoy la Iglesia también canta esto y lo canta en todo el mundo. SANTA MISA EN LA SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA Castelgandolfo, 15 de agosto de 2013

 

 

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Aconteció que. en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava”.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mi: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” - como lo había prometido a “nuestros padres” - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».

María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.