sábado, 26 de febrero de 2022

Domingo del tiempo ordinario (C): “de lo que rebosa el corazón habla la boca” 'Hipocresía' Vs Misericordia.


¡No a la guerra!

 



Muchachos cogiendo fruta, Francisco de Goya, 1778 (Museo del Prado)

Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)

 

Los motivos de guerra han sido siempre los más hipócritas de la historia. Al final, los países más débiles se quedan casi abandonados. La locura de la guerra, en una pandemia, suena violento, doloroso.  

 

Si se esperaba de quienes tienen el destino del mundo un “atisbo de conciencia” ahora sólo se contempla una flagrante violación del derecho internacional. Muchas bocas hablan lo que tenían en su corazón.

 

Cuál será la salida ante la guerra, estamos como ciegos que no podemos orientarnos y menos orientar. Lo único que podemos hacer es unirnos a los días de ayuno y oración porque somos promotores de la paz, de la justicia, del amor al estilo de Cristo.

 

En el lenguaje actual, los gestos son importantes. Lo que nos une es la misma fe, el mismo amor de Dios. Necesitamos trabajar en ser imagen de Dios, en la confianza, en la autenticidad de nuestro interior y de nuestra vida.

 

El ciego/guía y las apariencias

Cuidar el primer saludo, el primer impacto es importante entre las personas. Sin duda, la forma de vestir y de hablar comunica parte del perfil personal. Somos fruto de un contexto cultural, religioso, político. Estos aspectos nos identifican, nos hacen únicos, y por lo mismo, no se disimulan destapándose ni abrigándose. Es decir, no importa de dónde vengas ni quién seas, sino qué piensas, qué haces, cómo tratas a las personas.

 

Las apariencias fueron y son más importantes hoy en una cultura de la imagen. “El ojo reclama lo propio”. La patología de la ceguera puede llevarnos a la hipocresía y a una crítica soberbia contra la tecnología y los comportamientos de los nativos digitales. Ciegos en muchas dimensiones, especialmente en la fraternidad.

 

Pero, actuemos como el ciego un momento. Sin el guía caemos al hoyo, al río, al sin sentido, a la hipocresía, …  No podemos guiar a nadie, si primero no nos dejamos guiar. Es más, el ciego afina el oído, deposita su confianza, busca con la mano como orientándose para tomar el hombro de su hermana o hermano.

 

El discípulo/juez y la confianza 

Si eres educador(a) o formador(a), seguro tienes testimonios valiosos y cuentas con “orgullo” el éxito profesional de muchos estudiantes. Igual, rezas y te duele en el corazón el camino de otros estudiantes que no supieron enfrentar la vida.

 

Las madres sufren cuando sus hijas se obsesionan en lo dañino. Las maestras/maestros sufren la prepotencia de sus estudiantes, novicios.

 

El Papa Francisco ha expresado: “Tengo un gran dolor en mi corazón por el empeoramiento de la situación en Ucrania. A pesar de los esfuerzos diplomáticos de las últimas semanas, se están abriendo escenarios cada vez más alarmantes” (Audiencia, 23 de febrero de 2022).

 

Cómo fortalecer la confianza donde no se sabe enfrentar la vida y domina la prepotencia. Con frecuencia los ‘sabiondos’ no son bien queridos porque miran a los demás como ignorantes, son poco fraternos y pasan su vida corrigiendo y construyéndose un altar de “competente” ante los ‘incompetentes’.

 

Es muy difícil tener ‘jueces’ a nuestro lado. Pero debe ser más triste ser “jueces” inmisericordes. La desconfianza de los “jueces” son como un paro cardiaco a la vida fraterna, va mutilando la libertad, la alegría, la espontaneidad, la identidad.

 

El Maestro/hermano y la autenticidad

Más que cuidar la apariencia, como imagen, es cuidar que esa imagen sea el fruto de la calidad de ser humano. Y para ello no se necesita del ciego autosuficiente, ni del discípulo soberbio. Ambos se quedaron en la apariencia, en la sombra, imágenes de la mentira. Son árboles infértiles, con frutos insípidos, desagradables para la humanidad.

 

Si en alguna oportunidad estamos bajo el paraguas de la apariencia quizá sea bueno adentrarnos para evidenciarlo, también para saber qué tipo de hermanos tenemos. El temor a “acusarnos a nosotros mismos” suele esclavizar en una comunidad de “jueces inmisericordes”. Se necesita mucha valentía para enfrentar los juicios y las pedradas. ¿tienes miedo quitarte la mota de tu ojo? Te seguirá fastidiando.

 

Discípulos/ciegos de misericordia

Finalmente, nuestra tarea cotidiana es ser discípulos de misericordia. Tanto el ciego(necio) como el discípulo(prepotente), están llamados a imitar al Padre misericordioso, maestro de maestros. Ser misericordioso es el camino de superación de la ceguera y otras patologías. Desde el corazón misericordioso se puede alimentar la fraternidad y así los demás tendrán frutos para recoger.

 

Palabra del Papa Francisco

"Pero nosotros podemos decir: esto es bonito, ¿eh? Y cada uno de ustedes puede decir: 'Pero Padre, es bonito, pero ¿cómo se hace eso?, ¿Y cuál es el primer paso para ir en este camino?'".

"El primer paso es acusarse a sí mismo. La valentía de acusarse a uno mismo antes que acusar a los otros". (Santa Martha, 11 de setiembre de 2015).


 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 39-45

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».

 

Pintura: 

Muchachos cogiendo fruta, Francisco de Goya, 1778 (Museo del Prado)

 

sábado, 19 de febrero de 2022

VII Domingo del tiempo ordinario (C): Sed misericordiosos como vuestro Padre

Luz para la otra mejilla

 

García Sampedro, Luis. ¡Perdonar nos manda Dios!. Museo del Prado.

VII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)

 

La isla necesita perdón

“Si te contara las maldades que he sufrido no alcanzarían los días. Cuando lo veo adolorido me alegro en secreto porque así está pagando cada golpe que me hizo sufrir. Todo se paga en esta vida. A veces le hago recordar su agresividad, me da tanta rabia y lo dejo hablando solo. Y me molesta más porque ni se digna pedir perdón, cree que todo lo hizo bien, correcto, ‘perfecto’. Por las noches, se me va el sueño, recuerdo los momentos más violentos, me lleno de rabia, busco beber un poco de alcohol, me he querido matar, pero tengo miedo…” (Testimonio de Gertrudis).

 

Cuando una persona duerme con el enemigo es mejor identificarlo dónde. El enemigo está en su propio interior. Su corazón expulsa sangre envenenada, “ha llevado la fiesta en paz”, no ha perdonado. Lo primero que debemos sanar es nuestro propio interior. Es una pena ser infelices en nuestra propia isla cerebral cuando hay personas, libros, el evangelio que pueden ayudarnos a superar los malos recuerdos, a tener experiencias sanadoras y esperanzadoras.

 
Te juzgo o te perdono

El criterio de justicia nos encamina por las leyes, las normas. Los juicios buscan “perfectos” comprobados para y de acuerdo a las leyes. Si te pasas la luz roja tu deber es pagar la multa. Si violas, cometes un delito y respondes ante el tribunal de justicia, asesorado por un abogado.

 

El perdón, en cambio, no es un acto de justicia. Jurídicamente, el perdón no existe. Por ello, el perdón brota de un corazón que ha sentido el perdón de Dios. El perdón implica la misericordia, no merecerlo, pero recibirlo. No estás en el foco de interés, pero recibes esa gracia de experimentar las palabras de Dios más entrañables en tu vida.

 

Si quieres tener una referencia del perdón, una medida es la que tú mismo tienes para medir, tus conversaciones, tus acciones, tus ideales, tus intenciones, tus juicios, etc. Es decir, el criterio ideal: “El amor al prójimo es la medida de nuestro amor a Dios” (Edith Stein).

 

Se cuenta que Saúl inició la búsqueda de su enemigo para matarlo con tres mil guerreros. Confiado en su gran ejército se quedó dormido. El ejército consiente de su poder también durmió. Pronto el enemigo lo encontró dormido, aprovechó para quitarle su lanza y su botella de agua pero no lo mató. El enemigo era el famoso rey David, le perdonó porque vio en Saúl a un ungido de Dios. El temor a Dios es más fuerte que la pasión por la victoria. Quizá podemos como David, vivir la historia de una lucha interior que desemboca en una actitud en la que David muestra que él mismo ha sido objeto de la misericordia de Dios.

 

Mi mundo de venganzas

Sabemos que estamos en un mundo en el que la venganza parece dulce. No tenemos el corazón de la Madre Teresa de Calcuta que veía a Dios en cada ser humano. Quien no se defiende es víctima de bullying. Parece que sólo los fuertes saben luchar. Conocemos a gente oportunista que margina, habla mal, desprestigia, abusa de su poder, que pasó de la defensa a “la cultura de la cancelación” (woke), etc.

 

Ahora mismo estás pensando en algún nombre de gente que conoces con esas características. Es fácil quedar atrapado por el enemigo interior. El poder del mal nos da bocanadas de insatisfacción y no el aire de la alegría, de la paz, de la felicidad. ¿En tu vida qué tiene más poder, el amor o el odio, el perdón o la venganza?

 

El poder del perdón en ti

El camino de amar, hacer bien, bendecir, orar, dar, tratar bien, no esperar nada, … no de los tuyos, sino de los enemigos. Este camino debe tener mucho poder como para traspasar el tiempo, y muy sagaz como para proponer algo aparentemente ilógico. El poder del amor vence al poder de la cancelación, del reciclaje, de la cultura del odio.

 

Entonces, el viaje hacia el ser humano cobra su sentido, la gran verdad del amor a los demás es urgente: “La verdadera fraternidad humana sólo existe en los corazones que reconocen la paternidad de Dios” (Pierre Grelot) y “El amor a Dios y el amor al prójimo son dos puertas que sólo pueden abrirse y cerrarse juntas” (Soeren Kierkegaard).

 

Esta es la novedad que nos ancla en la tierra sin dejar de inspirarnos en el espíritu. No nos hacen buenos nuestras propias virtudes, sino el mismo Jesús, él se entregó sin medida, su imagen nos da nuevo rostro. Se necesita ese golpe de humildad de nuestra parte para buscar ser hombres nuevos, despojados de las obras dañinas, alejados de lo que ahoga nuestra felicidad y confiados en ser hombres del cielo. (Cfr. Col. 3,9ss/1Cor. 15, 45ss))

 

El amor es la luz en este túnel de maldad. No un Dios moralista. Cada día necesitamos pedir esa gracia, el amor y el temor de Dios, esa luz para vivir la misericordia puede iluminar nuestras vidas para no hacer lo que no queremos que nos hagan y tener una segunda mejilla; más que reciprocidad es abandonarse en la fe de un Dios misericordioso que puede darnos dones a chorros (cf. Jn 4,10), y que nadie ha visto jamás (cfr. Jn 1,18)

 

Finalmente, se puede comprender la convicción de los santos: “Si alguien me quitara el ojo izquierdo por odio, siento que lo miraría amablemente con el ojo derecho. Si me cortara también el ojo izquierdo, seguiría teniendo el corazón para amarlo.” (Francisco de Sales). Donde no hay amor, pon amor y cosecharás amor” (Juan de la Cruz).

 

Palabra del Papa Francisco

Para Jesús el rechazo de la violencia puede conllevar también la renuncia a un derecho legítimo; y da algunos ejemplos: poner la otra mejilla, ceder el propio vestido y el propio dinero, aceptar otros sacrificios (cf vv. 39-42). Pero esta renuncia no quiere decir que las exigencias de la justicia sean ignoradas o contradichas; no, al contrario, el amor cristiano, que se manifiesta de forma especial en la misericordia, representa una realización superior de la justicia. Eso que Jesús nos quiere enseñar es la distinción que tenemos que hacer entre la justicia y la venganza. Distinguir entre justicia y venganza. La venganza nunca es justa. Se nos consiente pedir justicia; es nuestro deber practicar la justicia. Sin embargo se nos prohíbe vengarnos o fomentar de alguna manera la venganza, en cuanto expresión del odio y de la violencia. Jesús no quiere proponer una nueva ley civil, sino más bien el mandamiento del amor del prójimo, que implica también el amor por los enemigos: «Amad a vuestro enemigos y rogad por los que os persiguen» (v. 44). Y esto no es fácil. Esta palabra no debe ser entendida como aprobación del mal realizado por el enemigo, sino como invitación a una perspectiva superior, a una perspectiva magnánima, parecida a la del Padre celeste, el cual —dice Jesús— «que hace surgir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos» (v. 45). También el enemigo, de hecho, es una persona humana, creada como tal a imagen de Dios, si bien en el presente esta imagen se ve ofuscada por una conducta indigna. (Ángelus, 19 de febrero de 2017).


 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros».


PINTURA

¡Perdonar nos manda Dios!


sábado, 12 de febrero de 2022

VI Domingo del tiempo ordinario (C): Bienaventurados cuando les odien, excluyan, insulten... por causa del Hijo del hombre

Un mundo de contrastes

"Dios primero"


El Sermón del monte, óleo sobre tela del pintor danés Carl Heinrich Bloch (1834–1890).


VI Domingo del tiempo ordinar

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)

 

Había una vez un mundo lleno de malos y buenos, de ricos y pobres, de desdichados y felices, de prósperos y fracasados, de unos llorando y otros gozando. Y los malos se sentían buenos y los buenos no aceptaban que eran malos. Los pocos ricos eran víctimas del mercado, vendían, y se interesaban más por la muchedumbre que aumentaba y compraba y compraba. A los desdichados les dolía todo, incluso el orgullo, y a los felices no les interesaba los llantos sino sólo su isla de sueños. Los prósperos ‘tenían’ y los fracasados ‘eran’. Los unos lloraban con el sonido de las armas y los otros gozaban porque cada sonido aumentaba sus caudales y aquello parecía una película de guerra y hambre . 

 

Y aquel mundo lejano no comprendía cuándo hacer el mal te convertía en bueno. Quizá no valoraba al pobre con mucho dinero o con pocas monedas, así los pobres ricos pusieron seguros y normas para forrar sus fortalezas ya no de piedra, sino de acero. Y los prósperos ignoraban el algoritmo del control de hábitos (malos y buenos) para ser satisfechos con lo que les gusta: “tener más” entre los que no tienen mucho. Y ahora, en ese mundo lejano caben dudas: eres feliz o famoso; dichoso o auto-referencial; del mundo o de tu mundo; del cielo o de la tierra, de antes de Cristo o cristiano, creyente o practicante, … Ese mundo lejano está poblado de Homo sapiens hace 315,000 años y quizá se acerque a tu historia. 


Y entonces, en quién confiar, en los hombres o en Dios, en uno mismo, en ti mismo sin Dios. Te toca reflexionar sobre los bienaventurados que confían en Dios y les va bien, como lo expresan los salmos, sin olvidar la dimensión de buscar la construcción de un mundo solidario y justo.

 
Bien “sapiens” los humanos

El Homo sapiens, tiene un propósito en su vida, positivo o negativo, bienaventurado porque eso no lo puede negar. Los interrogantes existenciales seguirán, influidos por la religión y la cultura, capaces de planear y. transformar. ¿Cómo las capacidades morales le ayudan a desarrollarse y ser consiente de que los otros seres humanos merecen el mejor trato?

 

Bien alimentados los hermanos

Todavía Existe hambre en el mundo. ¿Bienaventurados los 745 millones de pobres extremos (BM, 2021), y van en aumento de 100 millones por año? NO. Manos Unidas, por ejemplo, inicia con la colecta de la Campaña contra el hambre en el mundo, cuyo slogan es: “Nuestra indiferencia los condena al olvido” (Conferencia Episcopal Española).

 
Bien atrincherados los soldados en la guerra

Las guerras como producto de intereses económicos - del Homo sapiens - expone a jóvenes, adultos, ancianos y niños al fuego de la muerte. En el mundo lejano, hacia el 2022 todavía hay cacería y comercio de seres humanos. El Papa Francisco pidió al “Dios de la paz” para que "las amenazas de guerra" surgidas con las crecientes tensiones entre Rusia y Occidente "sean superadas mediante un diálogo serio", ojalá sea escuchado.


El papa Francisco también se unió a la campaña #RedhanDay lanzada por la ONU, cada 12 de febrero, con el objetivo de consolidar la responsabilidad social y política de los adultos que cometen este tipo de crímenes: "Cada niño soldado es un grito que se eleva a Dios y acusa a los adultos que han puesto las armas en sus pequeñas manos".


Bienaventurados los que enfrentaron el COVID19 

Mis oraciones van por ti si estás en esta condición de marginación a causa de tu fe. Y si sigues firme en tus convicciones religiosas también mereces mi respeto. Admiro tu fe y convicción que pone a Dios en el primer lugar de tu vida.

 

Durante la pandemia una joven religiosa se ofreció de voluntaria para limpiar la zona de los contagiados en el hospital público de su ciudad. “Quiero ayudar a combatir el bicho, está devorando a mi pueblo” -me escribió en su E-mail- “únete con tu oración sin importar las consecuencias”, recalcaba. 


Así sucedió, cada día oraba por ella  para que el Espíritu de Dios la inspire palabras adecuadas en su encuentro con cada enfermo.  Finalmente, se contagió y también superó el virus, así entendí el por qué no respondía a mis e-mails. Al inicio, algunos amigos la quisieron desanimar, quizá. nos olvidamos de que estas circunstancias eran también el contexto para encontrar a Dios, al menos ella lo tenía claro.


La hermana decidió sabiendo que en su país todavía se persigue al cristianismo, es un ambiente con gente que no conoce, o no cree, o es adversa a Jesucristo. A pesar también de que los amigos y familiares no estén de acuerdo. A todas luces, fue un momento clarificador, varias personas al saber de su contagio se ausentaron, dieron a entender que no les interesaba. Un día ella escribió: “He vuelto, he superado el virus y ahora voy a gozar de mis vacaciones junto a mis padres, gracias por sus oraciones”.


Esa es la tarea también para nosotros, ofrecer estas circunstancias y encontrar en ellas a Dios. En el pobre marginado, en el migrante rechazado, en el anciano olvidado, dichosos..., o dichoso tú que encuentras a Dios en los momentos difíciles de tu vida.

 

Bienaventurados los que  a causa del Hijo de Dios son odiados

En la historia del cristianismo suman cientos de creyentes en Dios que a causa de su fe son odiados. Incluso, no olvidemos que también fueron (¿o son?) perseguidos creyentes de otras confesiones religiosas.


Desde el imperio Romano, la Revolución francesa, el Imperio Ruso con los “Progoms”. “La llegada del nazismo a Alemania, también otorgó con su persecución atroz a los judíos una pléyade de mártires católicos, luteranos, reformados, Testigos de Jehová y muchos otros” (Di Fazio, 22 Magio 2022)

 

Monseñor Arnulfo Romero en el Salvador; en Argentina, los “mártires de la Rioja” Monseñor Angelelli, los padres Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, y el laico Wanceslao Pedernera, Monseñor Ponce de León, obispo de San Nicolás, los padres palotinos del barrio de Belgrano, las monjas francesas Alice Domond y Leonie Duquet, los padres asuncionistas, en Perú los Martires de Pariacoto: Miguel y Zbigniew... y la lista continúa por ciento de laicos, sacerdotes, religiosas y miembros de muchas confesiones cristianas.


Dichoso o dichosa tú que pones a Dios en el primer lugar de tu vida.

 

Palabra del Papa Francisco:


Jesús declara bienaventurados a los pobres, a los hambrientos, a los afligidos, a los perseguidos; y amonesta a los ricos, saciados, que ríen y son aclamados por la gente. La razón de esta bienaventuranza paradójica radica en el hecho de que Dios está cerca de los que sufren e interviene para liberarlos de su esclavitud; Jesús lo ve, ya ve la bienaventuranza más allá de la realidad negativa. E igualmente, el “¡ay de vosotros!”, dirigido a quienes hoy se divierten sirve para “despertarlos” del peligroso engaño del egoísmo y abrirlos a la lógica del amor, mientras estén a tiempo de hacerlo.

La página del Evangelio de hoy nos invita, pues, a reflexionar sobre el profundo significado de tener fe, que consiste en fiarnos totalmente del Señor. Se trata de derribar los ídolos mundanos para abrir el corazón al Dios vivo y verdadero; solo él puede dar a nuestra existencia esa plenitud tan deseada y sin embargo tan difícil de alcanzar. Hermanos y hermanas, hay muchos, también en nuestros días, que se presentan como dispensadores de felicidad: vienen y prometen éxito en poco tiempo, grandes ganancias al alcance de la mano, soluciones mágicas para cada problema, etc. Y aquí es fácil caer sin darse cuenta en el pecado contra el primer mandamiento: es decir, la idolatría, reemplazando a Dios con un ídolo. ¡La idolatría y los ídolos parecen cosas de otros tiempos, pero en realidad son de todos los tiempos! También de hoy. Describen algunas actitudes contemporáneas mejor que muchos análisis sociológicos. (Angelus, 17. de febrero de 2019)

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 6, 17. 20-26

En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre.
Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».


Pintura de las Bienaventuranzas

sábado, 5 de febrero de 2022

V Domingo del tiempo ordinario, C: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres»

  Abandonar las redes


Asuntos de la vida de Jesús y los apóstoles: la pesca milagrosa.Siglo XVI. Óleo sobre lienzo, 130 x 175 cm Depósito en otra institución

 

V Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)

 


 

“Este es mi último mensaje por este medio, las redes me están quitando mucho tiempo valioso de estudio y de convivencia familiar. Gracias por su comprensión. Deshabilitaré mi cuenta, y me comunicaré por el teléfono,…”

 

Un día encontré este mensaje de una amiga de Facebook. Yo, no contesté el mensaje porque seguro era obvio el ‘corte’ de comunicación. La amiga estudiaba derecho, publicaba selfies y fotografías de sus reuniones y mascotas. La decisión fue como ponerse lejos de la orilla del río digital para observar cómo había postergado estudios, esposo, e hijos. Se había sometido a la tarea de lavar sus propias redes, improductivas y vanas, de noches frías y apesadumbradas.

 

Dejar las redes puede ser una oportunidad para tomar el timón de tu propia vida y seguir el faro, darle el sentido a la vida. Y no sólo la vida, la paz interior, sino también la fe, en qué y en quién confías, cómo vas en el amor y en la resolución de conflictos, qué piensas de la muerte en pandemia.

 

Aguas superficiales

Ponte a mirar tu vida, cómo hablas con tu hermano y cómo lo haces con tus amigos, cuánto inviertes en tus amigos y cuánto en tu madre. ¿Quién lo necesita más? A la orilla hay gente triste, con hambre, pero sedienta de escuchar las palabras que transformen la soledad y la insignificancia. Tienes la opción de lavar redes vacías, mal olientes, o de tener palabras de esperanza, de fortaleza, aquellas que despierten la confianza.

 

La conexión de la tierra con el mar no sólo es el viento y el sonido de las olas, en la escena de los pescadores, está el mismo Jesús dándoles palabras de vida eterna y también les dará peces. Sin la fe la pobreza se hace más cruda y desnutre la esperanza.

 

Aguas profundas

Nos da miedo entrar en lo más profundo de nuestra vida. Incluso, tenemos poca práctica de adentrarnos en nosotros mismos. Conectar el cerebro con el corazón no es fácil, lograrlo ya roza con la felicidad. La amiga que inhabilitó sus redes estaba a las puertas del divorcio, su hija tenía problemas de conducta y ella cursaba la depresión y el ‘descontento crónico’ de “tanto bregar toda la noche”, etc. 

 

¿Alguna vez has tenido la oportunidad de pedir a Dios para no seguir diciendo o haciendo estupideces? Quizá sea difícil identificar las aguas profundas. Te propongo por ejemplo la confianza. Cuentan que una vez una pareja se compró un carro de alta gama, manejaba el esposo, un día se fracturó la pierna y le aconsejaron sus amigos que le permita a la “empleada del hogar” manejar. El hombre fracturado dijo que su carro no lo dejaría conducir a nadie, y si le choca, o no le cambia el aceite a tiempo, etc. Entonces le respondieron: “pero confías el cuidado de tus dos hijos”. Ubica tu confianza y el valor que das a las personas.

 

La confianza de un experto pescador

Si hablamos de pescadores, Pedro era un experto, sabía dónde echar las redes, la hora precisa, y de hecho nunca metería las redes a plena luz del sol. Pero, en esta escena muestra una confianza inusual, después de todo ya había fracasado en la oscuridad y en aguas profundas. 

 

La pesca abundante es por ello sorprendente, los peces no han huido, también se agolparon a las redes, en más cantidad que la multitud de personas deseosas de conocer las aguas profundas. 

 

Pedro y los pescadores han sido interpelados. Así como Isaías y Pablo, o como la que usa el tiempo de las redes para devolver el amor a la familia. Esa palabra de confianza en aguas profundas les hizo cambiar de horizontes, lo inusual les llevó más allá de las maldiciones e insatisfacciones.

 
Pesca de pescadores

Estos lobos marinos tienen la fuerza para enfrentar tempestades. Son astutos para llevar pescado a la mesa de su pueblo y por ello deben ayudar en la alimentación de algo más sublime, divino, eterno.

 

Los pescadores curtidos han sido pescados por una palabra que transporta más allá de las profundidades marinas. Ya con Jesús en la barca no hay fracasos. Lo entretenido del itinerario de su fe recién comienza, con suficiente horizonte en sus mentes. Si no fue impactante por qué dejaron sus redes y la pesca milagrosa, yo hubiera pensado vender la abundancia y después darle el alcance a Jesús.

 

Si bregas noches oscuras buscando alimentar tu cuerpo, vida, familia y te sigue dando sensación de hambre, inconformidad, inutilidad, esclavitud, … Entonces, queda confiar y echar las redes en “su nombre” aunque creas que eres un experto o una sagaz pescadora. En todo caso, la deriva desespera, y no hay puerto seguro si no tienes un Faro.

 
Palabra del Papa Francisco

 

El evangelio de hoy narra como Pedro confía en el Señor y tira las redes obteniendo una pesca milagrosa, tras una noche de trabajo en vano. La fe es un encuentro con Jesús y me gusta pensar que Jesús pasaba la mayor parte de su tiempo en las calles, con la gente, y al anochecer se retiraba solo a rezar.

 

El evangelio usa la misma palabra sobre esta gente, sobre el pueblo, los apóstoles, y Pedro: se quedaron asombrados. Y el pueblo sentía este estupor y decía: Él habla con autoridad. Nunca un hombre ha hablado así.

 

En cambio entre los que encontraban a Jesús había otro grupo que no dejaba entrar en sus corazones al asombro. Los doctores de la Ley hacían sus cálculos, tomaban distancia y decían; 'es inteligente, dice cosas verdaderas, pero a nosotros no nos conviene'.

 

Los mismos demonios confesaban que Jesús era el 'Hijo de Dios', pero como los doctores de la Ley y los malos fariseos no tenían la capacidad de asombrarse, estaban cerrados en su autosuficiencia, en su soberbia. Pedro reconoce que Jesús es el Mesías, pero confiesa que es un pecador. Los demonios llegan a decir la verdad sobre él. Mientras que los doctores de la Ley si bien dicen es inteligente, es un rabino capaz, hace milagros, no dicen somos soberbios, somos autosuficientes, somos pecadores. La incapacidad de reconocerse pecadores nos aleja de la verdadera confesión de Jesucristo. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2015, en Santa Marta).

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

PINTURA: