sábado, 24 de septiembre de 2022

XXVI Domingo del tiempo ordinario (C): “(...) tampoco creerán aunque un muerto resucite” - Parábola de Lázaro y el rico epulón

Si tienes el corazón y actitudes del rico epulón, atento a sus peligros. Ser mejores humanos, hermanos, cristianos,... puede construir un mundo distinto.


Parábola de Lázaro (1886), por el pintor ruso Fyodor Andreyevich Bronnikov.

 

XXVI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)

 

El rico miserable


Hay gente rica que hace obras de caridad para compensar el peso de la riqueza injusta en su conciencia. Y ese tipo de ricos al menos desean compartir, aunque la ambición interna no les deje libertad total. Pero hoy hablamos de un tipo de rico miserable, sin nombre, más allá del metal costoso es su corazón indiferente.

 

Cada palabra que sale de su boca es para buscar beneficios, para hacerse la víctima, para motivar lo que él no tiene: compasión. Al reflexionar esta parábola del pobre Lázaro y el rico epulón, recuerdo cómo la solidaridad entre los pobres se manifiesta desde unos granos de maíz hasta un plátano muy maduro. El pudor que se siente al comer solo, por lo general se comparte una galleta con la persona cercana.

 

No le gusta compartir

El rico miserable no es totalmente responsable de la pobreza, no está llamado a superarla solo, todos debemos superar este tipo de indignidad e injusticia. Pero lo llamo ‘miserable’ porque escucha a un pobre gritándole su dolor, huele sus llagas; hasta los perros se muestran más cercanos al lamerle las heridas. Cómo organizar banquetes, vestirse con las mejores marcas cuando a la puerta tienes el contraste suficiente para no postergar la solidaridad. Era rico, podía compartir, pero no le dio la gana de hacerlo.

 

Ni mejora su hábitat

La pobreza es contagiosa porque puedes vestirte de púrpura mientras sangran de tristeza ante tu indiferencia. El rico vive para mostrarse, es una vedette del lujo que regresa a su soledad, se tapa la nariz al olor de las llagas, se aferra a sus propios desperdicios. No se siente llamado a modificar, organizar, mejorar el mundo donde vive; tiene todo para hacer de su hábitat confortable y acogedor, pero teme compartirlo.

 

Lázaro es un nombre propio que sólo espera la ayuda de Dios porque los de su lado no le dan. En la desgracia para el rico es anónimo, pero en el otro mundo, el rico sí le llama por su nombre, ya no lo discrimina, lo llama, pero para pedirle agua y reconocerle portador de un mensaje al que fue sordo e indiferente.

 

Cavando los propios abismos

Es así como se van cavando hondos abismos, la ambición crea distancias, el futuro se cierra, y pudiendo compartir terminamos con las llagas del pobre o con la sed insaciable del rico. Así son los errores de la vida, apagan las esperanzas y crean tormentos sin retorno. Debemos orar para que el orgullo no nos invada, si es así, aunque vengan Moisés y los profetas seguiremos siendo ‘ricos miserables’. Es decir, estamos llamados a potencializar nuestros dones humanos, nuestro corazón y nuestra mente por amor a los demás más que a uno mismo.

 

Cómo hablar de desarrollo en un país donde los ricos acumulan dinero de la corrupción, blanquean dinero del pueblo, la desigualdad se agudiza, la informalidad genera más ingresos, el estado vende las tierras de los pobres, la educación y la salud son costosas y de poca calidad, etc.

 

El ’ahora’ de la eternidad

La única fecha de inicio es ‘ahora’, la eternidad. Ninguna de las ideologías ha solucionado los problemas fundamentales de la humanidad, ni el capitalismo, ni el comunismo, la historia está llena de fracasos y guerras, el mundo sigue fragmentado. Por eso el papa Francisco en su Encíclica Fratelli tutti invitaba a globalizar la fraternidad, solidaridad y no la indiferencia. Jesús, siendo rico se hizo pobre y siendo Dios se hizo hombre, no propone ningún sistema social sólo el amor como acción revolucionaria ante el corazón egoísta.

 

Palabra del papa Francisco

¡Ignorar al pobre es despreciar a Dios! Ahora el rico reconoce a Lázaro y le pide ayuda, mientras que en vida fingía no verlo. —¡Cuántas veces mucha gente finge no ver a los pobres! Para ellos los pobres no existen … Ningún mensajero y ningún mensaje podrán sustituir a los pobres que encontramos en el camino, porque en ellos nos viene al encuentro el mismo Jesús. 

(Audiencia General, 18 mayo 2016)

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:
“Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.
Pero Abrahán le dijo:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.
Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.
Él dijo:
“Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.
Abrahán le dice:
“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.
Pero él le dijo:
“No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.
Abrahán le dijo:
“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

 Pintura:


Parábola de Lázaro (1886), por el pintor ruso Fyodor Andreyevich Bronnikov.

La parábola muestra el comportamiento antitético del rico y del pobre Lázaro, al que hizo referencia uno de los escritores más destacados del Siglo de Oro español en los siguientes términos:

A las puertas del rico avariento y gloton siempre es desprecio de sus umbrales el pobre, á quien no solo niega su mesa lo que tiene, sino lo que se le cae. No hubiera pobre sin socorro, si no hubiera avariento sin caridad.
«Empero venían los perros, y lamíanle las llagas.» Veis aquí los perros curando las llagas del pobre, y al rico acrecentándoselas. Veis aquí á Lázaro que convida á sus llagas a los perros, y al rico que niega de su mesa las migajas que da á sus perros. ¡Considerad cuánto peor y más rabiosa es la hambre avarienta que la hambre canina!10​

 

sábado, 17 de septiembre de 2022

XXV Domingo del tiempo ordinario (C): “Ningún siervo puede servir a dos señores” Al administrador astuto

Astuto busca amigos


Los explotadores generan enemigos y sus víctimas lloran el pan injusto. Si un administrador se hace servidor, entonces el mundo será mejor.



Grabado de la parábola por Jan Luyken


XXV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C )

 

Escalas de especulación 

“La moneda de la suerte” era escondida entre la balanza; don Cirilo, con el lápiz sostenido en la oreja escribía sobre pedazos de papel de los cuadernos viejos de sus hijos. Kilos de zanahorias, arroz, azúcar, fideos, etc, llenaban las bolsas de sus clientes. Cuando los supervisores del “peso legal” llegaban, la “moneda de la suerte” era bien escondida para no convertirse en la “moneda de la especulación”.


Así como don Cirilo, muchos comerciantes adulteran cantidad y calidad en los productos de primera necesidad, en la ropa, calzado, medicina, … Esta inflación que nos desinfla la nutrición y bienestar familiar va aumentando de escala, desde el pequeño comerciante hasta los millonarios que se ponen de acuerdo para subir y bajar los precios sin conciencia ni justicia, menos servicio. ¿Cuántas personas mueren de hambre a causa de la especulación de los administradores?


¿Cómo se relacionan los ricos? ¿Cómo los ricos y pobres pueden construir el mundo más justo y humano? 

 

¿Y los nuevos ricos en tiempo récord, cómo lo hicieron? Si nos dicen el secreto sabremos si realmente son ricos.


El pan de la injusticia

El pan más desagradable es el que viene de las manos del explotado, de la sangre de la injusticia, de la muerte paulatina del desarrollo popular. El despilfarro de los bienes sigue siendo injusto.


Antes de continuar, en la parábola, una aclaración, el administrador se convierte en un modelo de persona justa. Pero el administrador también soy yo, tú, ella. Cuántos insomnios pensando en cómo ser ricos ¿de la forma más fácil? O ¿con trabajo y justicia? Vivimos bajo la referencia de que la felicidad es la riqueza. Por ello, cualquier promesa de prosperidad arranca suspiros y esperanzas, aunque en el fondo se sepa que es un engaño.

 

La prosperidad se solía justificar como un regalo de Dios, y la pobreza como un castigo. Incluso, la prosperidad aparenta ser argumentada en la biblia, (Cf Prov 3,16; 8,18; 10,22; 11,16; 21, 17; 22,4). Quizá se tenga que escuchar más a los profetas que a los “prósperos”.

 

Único modelo de administrador

Por qué el administrador se convierte en un modelo de ser humano y de un seguidor del Justo Dios.

-      Ha comprendido que la riqueza es para administrarla a favor de los pobres. La riqueza no puede ser germen de injusticia o de sistemas económicos que esclavicen generaciones.

-      Asume su papel de servidor y no de un títere para esclavizar. Sería ilógico que el amo, en la parábola es Dios, sea un explotador o cómplice de las injusticias. Dios es el creador de todo y le ha dado al hombre para adminístralo.

-      Pone en el futuro el verdadero sentido de la vida, el amigo es un tesoro, sus tesoros sólo le garantizan comprar, no vivir. Es decir, la prosperidad no puede ser más confortable que el amor. Con plata puedes comprar lo que parece amor, con amor puedes construir la auténtica riqueza.

-      El hombre ha entendido que ya no puede seguir exigiendo más, endeudando a los pobres. Por ello, actúa con prudencia y equidad. Al fin de la vida, nada se lleva. No puede seguir sirviendo como administrador de un Dios justo y amando en secreto al dios de la injusticia. Sagaz para pasar de la falsedad a la autenticidad. 

-      El administrador ha decidido ser sagaz, ¿pero robando por última vez a su Amo? Es como robar a tu padre. Es consciente de su pecado y se preocupa por lo importante: tener dónde y con quién vivir tranquilo.


Que tengas un domingo lleno de alegría por hacer amigos, humanizar las relaciones, divinizar los objetivos. Que al final de esta vida, tu corazón esté lleno de las palabras y alabanzas de Dios y de tus hermanos, más que llena de monedas y con bilis en el último suspiro.

 

Palabra del papa Francisco

Si somos capaces de transformar las riquezas en instrumentos de fraternidad y solidaridad, no sólo será Dios quien nos acoja en el Paraíso, sino también aquellos con los cuales hemos compartido, administrando bien lo que el Señor ha puesto en nuestras manos.

 

“En la vida, en efecto, no son los que tienen tantas riquezas los que dan fruto, sino los que crean y mantienen vivos tantos lazos, tantas relaciones, tantas amistades a través de las diferentes “riquezas”, es decir, de los diferentes dones con los que Dios los ha dotado”.

 

(Francisco. Angelus, 22 sep. 2019)


 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 16, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.

Entonces lo llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.

El administrador se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a hacer, pus mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.

Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a mi amo?”.

Este respondió:
“Cien barriles de aceite”.

Él le dijo:
“Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.

Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”.

Él contestó:
“Cien fanegas de trigo”.

Le dijo:
“Aquí está tu recibo, escribe ochenta”.

Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.

El que es de fiar en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.

Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?

Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».


Pintura

Grabado de la parábola por Jan Luyken

sábado, 10 de septiembre de 2022

XXIV Domingo del tiempo ordinario (C): “¡Alégrense conmigo! - Dios Misericordioso

Las parábolas de alegría nos muestran el gran valor que tenemos para Dios, su amor y misericordia nos acoge y nos lleva a la alegría de su mesa.


MurilloEl retorno del hijo pródigo, Washington D. C., National Gallery of Art.

XXIV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)

 

Los prejuicios y críticas dividen

Si Dios está presente en tu verbo florido, te tengo una pregunta: ¿Cómo hablas de Dios, lo conoces? La tentación de considerarse iluminados o justos puede llevarnos al laberinto de vivir con Dios y no conocerlo, de hablar de Dios y no contemplarlo, de saber su palabra y marginar a los pobres llamados predilectos por el mismo Dios, … eso pasa, en las familias, en las iglesias, en el mundo. Dios ha venido por todos, no sólo por los que se consideran ‘los mejores’.

 

Las críticas y murmuraciones son como la auto radiografía reveladora de la forma de pensar de cada uno, del tipo de Dios y religión que tenemos. Jesús, didácticamente responde a las críticas con tres parábolas que expresan la alegría de Dios parecida a la del pastor que busca y encuentra a la oveja, a la mujer que se alegra con la moneda y al padre que se regocija por el regreso de su hijo. La oveja, la moneda y el ‘hijo menor’ valen la pena, monetariamente no llegarían a un valor justificado, he allí el contraste cuestionador.

 

La alegría del encuentro

El tema central es básico: la “alegría del encuentro” como antídoto ante comportamientos inhumanos revestidos de religión, legalismo, utilitarismo, indiferencia. La generosidad con los marginados escandaliza a los que creen tener dominado a Dios, presumen de conocerlo, pero en el fondo lo han perdido; en su corazón no necesitan de Dios ni de los demás. La única alegría radica en su sectaria vida; pues, salir del confort para buscar una oveja perdida, o una moneda barata, o al pecador, no está entre sus preferencias.

 

Perder la alegría por el encuentro con el otro es tener un espíritu triste o un Dios sin corazón, sin entrañas. Por ello, Jesús va mostrar a un Dios terapéutico capaz de acercarse y comprender al pecador, busca sanarlo desde el fondo, no condenarlo sino integrarlo dándole sentido a su vida; mejor dicho, esta terapia no se fija sólo en las causas, va más allá de las meras palabras hasta una auténtica respuesta. Un hombre desorientado vale más que los 99 ‘ubicados’.

 

Ídolos domesticables 

El miedo al encuentro es frecuente en nuestra vida, existe un miedo a las relaciones humanas comprensible pero también debe ser superable. Si con otra persona no podemos relacionarnos, será difícil también con Dios. Por ello, ante la crisis, la pobreza, la desesperación, etc. los israelitas necesitaban un dios manipulable como el becerro de oro, pero no era Dios, era un ídolo.

 

En esta mentalidad actual de idolatrar las relaciones, la justicia es retributiva y oportunista. En cambio, en el sentido de Jesús, la justicia sana desde la raíz de la existencia. Jesús se dirige a los escribas para pedirles la justicia que salva no la que ejecuta; esa es la gran diferencia y difícil de asumir.

 

Hermanos que no viven como tales

La hostilidad del hijo mayor es un capricho porque no acepta la generosidad del padre con su hermano, evita la alegría del encuentro con su hermano para autoexiliarse en su legalismo. En el fondo, sólo vive para ganar fama y dinero, en la casa es un asalariado y no un miembro de la familia, no se relaciona auténticamente con su padre y ahora menos con su hermano; lamentablemente, quien no tiene padre, sino sólo un dispensador de premios y castigos, no puede tener hermanos.

 
Evita las amarguras

¿Qué falta para ser hermano? La autoevaluación, decir palabras justas, de acuerdo al Padre que les llena de comida, bebida y vestidos. El hijo pródigo es consciente de su pecado y por ello experimenta la misericordia. El hijo mayor también, pero en el fondo no le interesa Dios, puede ser tan bueno, pero le falta humildad para reconocer que él no se salva así mismo sino por la gracia de Dios."Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales el primero soy yo" (1 Tim 1,15).

 

Finalmente, es domingo, día familiar, las parábolas de la oveja y la moneda extraviadas, el padre y sus dos hijos, muestran en todo momento alegría, los únicos que dañan la fiesta son los amargados, el hijo que ha perdido el sentido familiar, dueño de todo menos del amor, controlador de lo que tiene y no de su inteligencia emocional, fiel hijo del padre pero manipulador. El pastor, la mujer, el padre se alegran por el regreso, pero los de casa no soportan compartir la mesa ni la fiesta.

 

Palabra del papa Francisco:  

Es, por tanto, «un Dios que camina para buscarte —reafirmó el Papa Francisco— y tiene una cierta debilidad de amor hacia aquellos que se han alejado más, que se han perdido. Va y les busca. Y, ¿cómo busca? Busca hasta el final. Como este pastor que va por la oscuridad buscando hasta que encuentra» a la oveja perdida; o «como la mujer cuando pierde la moneda: enciende la lámpara, barre la casa y busca delicadamente». Dios busca porque piensa: «A este hijo no lo pierdo, ¡es mío! ¡No quiero perderlo!». Él «es nuestro Padre. Nos busca siempre».

Pero el «trabajo» de Dios no es sólo buscar y encontrar. Porque, afirmó el Pontífice, «cuando nos encuentra, cuando encuentra a la oveja», no la deja a un lado ni pregunta: «¿Por qué te has perdido? ¿Por qué te has caído?». Más bien la vuelve a llevar al sitio justo. «Podemos decir forzando la palabra» —explicó— que Dios «reacomoda: acomoda otra vez» a la persona que ha buscado y encontrado; de forma que, cuando el pastor la vuelve a llevar en medio de las demás, la oveja perdida no tenga que escuchar «tú estás perdida», sino: «tú eres una de nosotras». Ella «tiene todo el derecho», así como la moneda que encontró la mujer está «en la billetera con las demás monedas. No hay diferencia». Porque «un Dios que busca es un Dios que reacomoda a todos aquellos que ha encontrado. Y cuando hace esto es un Dios que goza. La alegría de Dios no es la muerte del pecador sino su vida: es la alegría».

La parábola del Evangelio muestra, por lo tanto, «cuán lejos estaba del corazón de Dios esta gente que murmuraba contra Jesús. No lo conocían. Creían —dijo el Pontífice— que ser religiosos, ser personas buenas», fuese «marchar siempre bien, incluso educados y muchas veces aparentar ser educados. Esta es la hipocresía de la murmuración. En cambio, la alegría del Padre Dios es la del amor. Nos ama». Incluso si decimos: «Pero yo soy un pecador, hice esto, esto y esto...». Dios nos responde: «Yo te amo igualmente y voy a buscarte y te llevo a casa», concluyó el Papa.

(Papa Francisco. Homilía. Santa Martha, 7 de noviembre de 2013)

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 15, 1-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”.
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O ¿qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice:
“Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido”.
Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».
También les dijo:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
«Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».


Pintura:

MurilloEl retorno del hijo pródigo, Washington D. C., National Gallery of Art.

viernes, 9 de septiembre de 2022

XXIII Domingo del tiempo ordinario (C): “ Calcular y deliberar ” Dejar la familia

Jesús pone el acento en la fraternidad llevada con sabiduría, la de la justicia, el amor, el respeto. La sabiduría del hombre suele ser egoísta.

 


Cristo abrazando la cruz. El Greco (Doménikos Theotokópoulos)

XXIII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)


La sabiduría de la fraternidad

 
Girar en torno a mi mundo

Los imperios han crecido con la ampliación de su poder. Ojo, la tentación del poder va de la mano de la del tener. Por ello, en una mentalidad que prolonga tipos de esclavitud o el tener más a causa de la injusticia, el sentido de hermano suena revolucionario, quizá subversivo. San Pablo cuando lo llama “hermano” al esclavo fugitivo Onésimo se enfrenta a una estructura social que ama la libertad, pero también acumula poder y riqueza con el sudor de los esclavos.

 

Si en la actualidad, los cristianos, no damos el grito de alteridad, fraternidad, estamos convirtiéndonos en la frase popularizada por Thomas Hobbes: “el hombre es el lobo del hombre” - Homo homini lupus. Ese hombre es en el sentido cristiano un hermano. Con tu hermano lo que menos debes de ser es injusto. Las razones las refrenda San Pablo, el hermano, el ser libre en Cristo (cf. Ga 5,13)significa también tener la misma identidad (cf. Ga 3,26) y dignidad (cf. Ga 3,28; Col 3,9-11).

 

Pero, entonces, por qué la desunión, la ambición, el desamor en el mundo. Quizá ya se perdió el centro de la verdadera existencia: Jesucristo. Al perder el centro, cada ser humano, gira en torno a sus propios antojos, ambiciones, anhelos; se desprende del núcleo que le pueda dar orientación, luz, inteligencia. Gira y gira, como zombi, su existencia ensaya acumular más que disfrutar, sus ojos se lanzan como águila a los polluelos.

 

El mundo tiene un centro

La centralidad de Cristo no es una ideología, ni un personaje de moda. Y no se trata de la destrucción de los vínculos familiares, sino de poner en orden las relaciones. La lectura del texto es bastante cruda para impactar mejor. ¿Cómo se comprendería que quien mandó honrar padre y madre ahora establezca la división?

 

En el cristianismo tratamos de compaginar con las actitudes de una sociedad rota y perdemos fuerza de hermandad, los ritos de una sociedad superficial y perdemos profundidad. Por ello, Jesús vino a este mundo no para homologar sus actitudes o aspirar a ser como los poderosos de su tiempo, sino para decir una verdad eterna y que llena de gozo la dimensión espiritual del ser humano. La gran fuerza de la fraternidad e igualdad molesto tanto que lo crucificaron (cf. Lc 14,27).  

 

El espejo roto de mi mundo

En este sentido, nuestra vida se compagina con el mundo, pero no con su injusticia, menos con sus modelos de esclavitud. Luchamos cada día con esta tentación, nos quiña la vida, perdemos equilibrio, y simplemente reímos con el corazón triste, miramos con el hígado en la lengua. Esa autenticidad cristiana ha sido desfigurada y ya no brilla, no ilumina, sólo acelera la congestión del más vivo, del que se “sampa”. 

 

A ese nivel, ya perdemos la esperanza, la fraternidad, la alegría, la limpieza de corazón, especialmente la autenticidad y confianza. La sabiduría de Dios late y es opacada por la inteligencia del hombre, pero no es fácil, porque seguirá intermitente en cada corazón.

 

Sabiduría de santos más que de perspicaces

Finalmente, debemos buscar la verdadera sabiduría, pues la nuestra con frecuencia nos lleva a perder gracia entre los seres más cercanos. Con la sabiduría que trae Jesús no le puedes posponer, tiene el primer lugar incluso frente a quienes los consideres tuyos o cercanos. El universo es más grande que un árbol genealógico, el reto es grande: construir la fraternidad humana más allá de la sanguínea.

 

Las parábolas, de la torre y de la guerra, nos sugieren ponerse en estado de oración para contemplar, proyectar, pensar en amplio, calcular. Inmediatamente, sugiere que no se construye ni se gana la guerra con el propio capricho sino por medio del diálogo y el consenso. El crecimiento personal debe edificar y no desplazar a los demás. En primer lugar, está el compartir y no el poseer.

 

Palabra del papa Francisco

Jesús ha dado el ejemplo y aún siendo igual a Dios, se humilló a sí mismo, y se ha hecho siervo por nosotros. Este estilo nos salvará, nos dará alegría y nos hará fecundos, porque este camino de renegarse a sí mismo es para dar vida, es contra el camino del egoísmo, de estar apegado a todos los bienes solo para mí... Este camino está abierto a los otros, porque ese camino que ha hecho Jesús, de anulamiento, ese camino ha sido para dar vida. (Cf. S.S. Francisco, 6 de marzo de 2014, homilía en Santa Marta).

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
“Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».

Pintura:

El Greco (Doménikos Theotokópoulos)

©Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid