domingo, 30 de octubre de 2022

XXXI Domingo del tiempo ordinario (C): Hoy ha sido la salvación de esta casa - Zaqueo

 Curiosidades que salvan



Niels Larsen Stevns: Zakæ (Christ And Zacchaeus)

XXXI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)

 

Un Dios que busca y salva lo que estaba perdido


 

-¿Alguna vez escuchaste de Jesús?

-Sí, ya sabes...

-¿Quién te lo contó?

-En mi colegio, Jesús premia a los buenos y castiga a los malos. Entonces, mejor no quiero conocerlo.

 

Los ricos se divierten comprando

El encuentro de Jesús con Zaqueo va convertirse en una llamada, una comunión y la salvación para la familia publicana. Aquellas alturas no eran esperadas por Zaqueo.

 

Zaqueo es un jefe de publicanos (Lc 19,2), De cien puede dar cincuenta y todavía tiene asegurada la estabilidad económica de sus nietos. Sabe que su riqueza ha crecido con las monedas de los pobres y busca parecerse a un administrador astuto, restituir y compartir, sabe que la justicia divina llega.

 

Los ricos se divierten comprando, pero no pueden ante la gratuidad, o les cautiva o les incomoda. Cautivó al buen ladrón, al leproso agradecido, al samaritano. Pero no sucedió lo mismo con el mal ladrón, con Herodes, con el hijo mayor.

 

Dios causa curiosidad

La curiosidad es propia de los niños y de los corazones sencillos, de los investigadores y de los filósofos. Es poco usual encontrar a un contador curioso, las cuentas son claras y punto. Pero, la curiosidad te puede abrir nuevos horizontes, puede llegar a ser una insinuación profética para el cambio.

 

Zaqueo sabe de sus pecados, de su popularidad vergonzosa. Entonces, siente curiosidad por ver a Jesús, su fama le ha impresionado. Los paisanos se van a reír de su estatura, pero más puede la curiosidad y se sube al árbol para aprovechar el paso del Nazareno.

 

La gran revelación del encuentro personal

Se pone en vitrina para ver pero es visto. Quiere mirar a Jesús, pero es llamado por su nombre. No es anónimo, ya concentra el foco de atención de Jesús y de la población. La población se dirige a él con rechazo, Jesús le habla a flor de sonrisas: “date prisa y baja”.


No es rechazado, al contrario, Jesús quiere ir a su casa. Auto-invitarse a la casa de un rico podría ser vergonzoso, mas el punto no está en la comida o la hospitalidad de Zaqueo, sino en una casa más grande que es la de la salvación. La estrategia de Jesús pasa por el encuentro personal, el compartir, la comunión; no le pide la conversión, ésta es estimulada por la amistad de Jesús.

 

El público también está bloqueado en sus juicios. Cómo puede Jesús compartir con un pecador. Pero, subsiste una pregunta, si ese publicano es visitado por el mismo Dios, yo por qué no. El público es ligero al juzgar pero en la esfera personal pueden descubrir un acto de esperanza, de amor divino. La curiosidad por escucharlo quizá necesite ya una búsqueda de encuentro personal, cara a cara.

 

Zaqueo, se dará cuenta del juego, no era él quien hospedaba a Jesús, era Jesús quien le acoge. No deja todavía los vicios de rico, quiere dar lo mejor que tiene, su dinero; en el fondo, vale a un ladrón restituye lo robado: “Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más”.

 

En conclusión, otro publicano se gana el cielo, salta de alegría con la presencia de Dios en su casa, quiere enmendar sus faltas y caminar como un digno hijo de Abraham, estaba perdido pero ha sido encontrado por Jesús.

 

Hoy puedes aprovechar para conversar, no restregar los errores a los demás, sino sólo alegrarte de encontrarlo, expresarle la urgencia de compartir y quizá Dios sea el que te acoge con su misericordia.

 

Palabra del papa Francisco

Pero Jesús, guiado por la misericordia, lo buscaba precisamente a él. Y cuando entra en la casa de Zaqueo dice: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (vv. 9-10). La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios. ¡Y esto es importante! Debemos aprenderlo. La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios; mira a la persona con los ojos de Dios, que no se queda en el mal pasado, sino que vislumbra el bien futuro. Jesús no se resigna ante las cerrazones, sino que abre siempre, siempre abre nuevos espacios de vida; no se queda en las apariencias, sino que mira el corazón. Y aquí miró el corazón herido de este hombre: herido por el pecado de la codicia, de muchas cosas malas que había hecho este Zaqueo. Mira el corazón herido y va allí.

A veces nosotros buscamos corregir o convertir a un pecador riñendo, reprochando sus errores y su comportamiento injusto. La actitud de Jesús con Zaqueo nos indica otro camino: el de mostrar a quien se equivoca su valor, ese valor que Dios sigue viendo a pesar de todo, a pesar de todos sus errores. Esto puede provocar una sorpresa positiva, que causa ternura en el corazón e impulsa a la persona a sacar hacia fuera todo lo bueno que tiene en sí mismo. El gesto de dar confianza a las personas es lo que las hace crecer y cambiar. Así se comporta Dios con todos nosotros: no lo detiene nuestro pecado, sino que lo supera con el amor y nos hace sentir la nostalgia del bien. Todos hemos sentido esta nostalgia del bien después de haber cometido un error. Y así lo hace nuestro Padre Dios, así lo hace Jesús. No existe una persona que no tenga algo bueno. Y esto es lo que mira Dios para sacarla del mal.

(Angelus, 30 de octubre de 2016)

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 19, 1-10

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo:
«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».


Pintura:

Niels Larsen Stevns: Zakæ (Christ And Zacchaeus)

Cristo y Zaqueo, por Niels Larsen Stevns. 1913. Museo de Arte Danés, Randers.

sábado, 22 de octubre de 2022

XXX Domingo del tiempo ordinario (C): “ El que se humilla será enaltecido ” Parábola del fariseo y el publicano

Un fariseo presume y un publicano se humilla. Dios valora la humildad, y la necesidad del perdón.

 

La oración del fariseo y el publicano. Anónimo. Data de 1501-1525 . Museo Lázaro Galdiano


XXX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)

 

domingo, 16 de octubre de 2022

XXIX Domingo del tiempo ordinario (C): “Orar siempre sin desanimarse” La viuda y el juez

La tenacidad en la oración



Avenge me of mine adversary, anonymous, contracted by Pacific Press Publishing Company (1900)


XXIX Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)


La corrupción de los jueces parece muy conocida en la historia que hasta la encontramos en una parábola de Jesucristo. Además, destaca el juez por ser inicuo y tener un corazón duro. La viuda pobre no tiene más riqueza que su palabra, sus peticiones incómodas, su insistencia en el clamor de la justicia.

El juez tiene un monólogo interesante y confesión de parte: ‘Aunque ni temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, como esta viuda no deja de molestarme, la voy a defender, para que no siga viniendo y acabe con mi paciencia’.

Voces perseverantes

Las voces de las mujeres en su lucha a favor de la igualdad en la sociedad, las del derecho a la propiedad, las de los niños a tener una familia, la de los ancianos a un seguro médico, etc. Este mundo frenético reducido a un click nos ha hecho perder de vista el proceso, la paciencia, el saber esperar para lograr ser escuchados, la justicia.

En tu vida hay voces insistentes como las de tus padres, maestros, familia. Esas voces que te enseñaron las normas básicas para enfrentar la vida y resolver problemas. Sin embargo, nuestra conciencia, cual juez injusto aveces nos empuja a caminar contracorriente, a no cuidar las buenas relaciones, a improvisar lo que pide nuestro egoismo y orgullo, a no creer en Dios ni en los hombres.

Saber esperar

Recuerdo que de niño mi padre me hablaba del agua que es buena para el corazón. Se refería a una pequeña catarata en una montaña rocosa. Alguna vez, el vehículo hizo una parada, bajé rápido para saber por qué la atribuían el milagro. Al llegar encontré unas rocas perforadas por las gotas de agua que caían por muchos años. El agua era fresca, venía de un manantial, y la magia de su perseverante goteo hizo hermosas tinajas rocosas.

El “metaverso” llegará con tanta velocidad como llegó tu adolescencia o juventud. Esas expresiones de adolescentes que manifiestan los niños, o las de adulto en los adolescentes muestran cómo estamos siempre a la carrera, quemando etapas, pero a nadie le gusta la vejez precoz.

En la delirante prisa le pides muchas cosas a Dios y parece estar sordo, pero en realidad te escucha bien, debes revisar si tus peticiones merecen respuestas. Todo llega en el tiempo justo, el niño necesita madurar física y psicológicamente para asumir los desafíos de un joven, o las de un adulto, un anciano. El crecimiento interno requiere tiempo y a veces no se nota. Ya quisiéramos tener la varita mágica para aprendernos los mejores libros en poco tiempo, pero necesitas horas y horas para pulir la comprensión, aprender a leer y escribir.

Sin embargo, hay situaciones en las que parece que nada está sucediendo, por ejemplo, la lucha contra la corrupción, la educación de calidad, el cuidado del medio ambiente, las enfermedades terminales, etc. Es frustrante tener historias repetidas, pero no podemos abandonar las luchas, el triunfo lleva tiempo, los procesos dedicación, y el futuro esperanza y fe. Como dice el refrán popular: “A Dios rogando, con el mazo dando”

¿Dios encontrará fe en la tierra?

Pero, la parábola de hoy no es una autoayuda, eso sería idolatrar tu ego. Modelos de perseverancia los encuentras en todo ámbito, y valen, “el que la sigue la consigue”. Son muy motivadores, pero no siempre salvadores; son acciones para sacarte de encima un problema, pero no para superar el verdadero problema; Jesús no es el juez, es el salvador; no se trata del libre albedrío personal sino de la justicia; Dios no es juez, es Padre.

En este sentido fijemos el aporte de la viuda, joven o vieja, pero seguro es la voz de los sufrientes, ha muerto quien la defiende ante el marco social, tiene un agresor, sufre injusticia. Su gran arma es la Palabra.

Esta relación estrecha entre palabra y perseverancia es como la salida de una mujer con fe. Su oración no se queda en su esfera personal, es una petición insistente por la justicia. Su tenacidad la hace notable, su insignificancia social es superada al hacerse escuchar.
 
La palabra de la viuda no es una proyección neurótica, es legítima y acorde a la escritura como marco legal de su tiempo. Están entrelazadas: palabra-oración-vida-fe. 

La pregunta final es desconcertante: "El Hijo del Hombre, cuando venga, ¿encontrará fe en la tierra?" (Lc 18,8). La conclusión del Evangelio parece ser una advertencia de gran concreción: no te preocupes por lo que hace Dios. Preocúpate más bien de guardar y cuidar tu fe.

Finalmente, sólo debes insistir en la oración, “con fe hermana”, “con punche hermano”. La confianza inquebrantable en el Dios de la justicia incluso ante las burlas de los jueces. No olvides, de tener fe en ti, tu fe puede ayudar a la reflexión y oído de los más inicuos. Con perseverancia en la fe llega el cambio.

Palabra del papa Francisco:

En el Evangelio de Lucas, Jesús plantea una pregunta dramática que siempre nos hace reflexionar: «Cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?» (Lc 18,8), ¿o encontrará solamente organizaciones, como un grupo de “empresarios de la fe”, todos bien organizados, que hacen beneficencia, muchas cosas…, o encontrará fe? «Cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?». Esta pregunta está al final de una parábola que muestra la necesidad de rezar con perseverancia, sin cansarse (cfr. vv. 1-8). Por tanto, podemos concluir que la lámpara de la fe estará siempre encendida sobre la tierra mientras esté el aceite de la oración. La lámpara de la verdadera fe de la Iglesia estará siempre encendida en la tierra mientras esté el aceite de la oración. Es eso que lleva adelante la fe y lleva adelante nuestra pobre vida, débil, pecadora, pero la oración la lleva adelante con seguridad. Es una pregunta que nosotros cristianos tenemos que hacernos: ¿rezo? ¿Rezamos? ¿Cómo rezo? 
(Audiencia General, 14 abril 2021)


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 18, 1-8
En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
“Hazme justicia frente a mi adversario”.
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:
“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”».
Y el Señor añadió:
«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».

Pintura
Avenge me of mine adversary, anonymous, contracted by Pacific Press Publishing Company (1900)

sábado, 8 de octubre de 2022

XXVIII Domingo del tiempo ordinario (C): «tu fe te ha salvado». Jesús sana a diez leprosos

Jesús sana a todos los 10 leprosos, sin discriminar ni importar las respuestas. Les ha mandado a ver al sacerdote para ser limpiados, pero sólo uno ha regresado al sacerdote eterno y ha recibido la auténtica salvación.



James Tissot - La curación de diez leprosos - Museo de Brooklyn

XXVIII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)

 

sábado, 1 de octubre de 2022

XXVII Domingo del tiempo ordinario (C): La fe del cristiano

"Si tuvieras fe como un granito de mostaza"

Siervos inútiles deben hacer lo que les corresponde como Dios manda, y tener la fe como un granito de mostaza que se transforma en un gran árbol capaz de crecer en el mar. Así, les vuelve locos a los biólogos, es el creador.


Grabado de Jan Luyken que ilustra la parábola de la Biblia Bowyer

 XXVII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)

 

 "Auméntanos la fe"

 Cómo te va con la fe, si gustas puedes iniciar por la fe en ti mismo. ¿Crees en ti? Estoy seguro de que pones todo de tu parte para creer en ti. Pero, ojo, el cristianismo no se queda en ejercicios de autoayuda ni en concentraciones mágicas. No eres “sólo tú”, tenemos la responsabilidad de usar los medios, pero es un regalo, no un beneficio ganado.

 

La certeza o eficacia de tu fe no se manifiesta sólo en los momentos más urgentes o en los de desesperación. Tiene la cualidad de traspasar y transformar la vida, eso sí. Pero, te sugiero iniciar por una oración sencilla, ¿te suena?:

 

¿Qué responder Señor?

Si mis adversarios me gritan: ¿Dónde está tu Dios?

Y, yo, grito con mis entrañas: ¿hasta cuándo Señor, llamaré y no me escucharás?

Y la duda como saliva espesa, ¿Puedes Señor con esto …?

Tu respuesta es un aire frío: ¿crees que puedo, es posible?

Y de nuevo ante la tempestad: ¿Señor, no te interesa que moramos?

Ahora necesito de una mano: Sálvame señor, me hundo.

¿Qué por qué he dudado? Sí, ¿por qué?

Recuerda, incluso tú: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Cómo lo haces, me es difícil decir: "Padre, que no se haga mi voluntad, sino la tuya

Somos seres de fe, pero “Auméntanos la fe (Lc 17,7).

Necesitamos un poco de ti  en nuestras vidas

Que aumente con la insignificancia del grano de mostaza,

Traspase algo más absurdo que un árbol en las aguas del mar

Que haga más allá de sólo lo que corresponda,

Un servicio más allá de los méritos, ya no es cantidad, es calidad.

Amén.

 

La fe no evita los sufrimientos

Hay tormentas, vientos fuertes y temblores en nuestras vidas, no podríamos concebir nuestra existencia con la ausencia de los fenómenos naturales y los ordinarios. El gran problema es cuando generamos terremotos corrosivos a la vida de los demás y a la propia. Ante estas realidades sufrientes hay que tener la fe capaz de plantar un árbol en el mar, hacer más allá de los posibles, con una confianza y fuerza para hacer de ese árbol un mástil en medio de las tormentas.

 

La fe echa raíces

Las raíces no evitan los vientos, pero son un gran sostén para enfrentarlos. Dios nos dio no un espíritu de temor sino de amor y templanza, menos es para avergonzarse del testimonio de Jesucristo, es más bien, la fuerza de Dios. (cf. Tim 1, 6-8.13-14)

 

“Auméntanos la fe” (Lc 17,6)

Pedir aumento suena tentador, pero la raíz de la crisis no está en la cantidad de fe sino en la calidad, en su autenticidad. La fe no es matemática pura. Pero, te invito a observar lo que pueda existir en el fondo de esta petición:

-       La conciencia de una fe precaria, tan pobre que no mueve ni su propia voluntad.

-       No es un salto al vacío, tampoco es un cálculo estadístico. Y estimula las preguntas, la búsqueda de la verdad.

-       Abrumarse con las dudas es contrario a la fe. La oración, la Sagrada Escritura y los testimonios de los creyentes ayudarán a confiar más.

-       Pero la injusticia y la maldad continúan, ¿triunfaron? No, Dios no permanece indiferente, sigue cuestionando la fe del hombre (cf. Hab 2,2-4).

-       La fe no te convierte en amo, sino en servidor. Los siervos hacen lo que está contemplado en el Reino de Dios, si no sería un utilitarismo que anule la oblación, ell amor, la gratuidad.

Que la fe, el amor y la esperanza iluminen tu día.

 

Señor,

ven delante de nosotros para guiarnos,

ven detrás de nosotros para impulsarnos,

ven debajo de nosotros para levantarnos,

ven sobre nosotros para bendecirnos,

ven alrededor de nosotros para protegernos,

ven dentro de nosotros para que, con cuerpo y alma,

te sirvamos para gloria de tu nombre. AMÉN

 

Palabra del papa Francisco:

En este mes de octubre, dedicado en especial a las misiones, pensemos en los numerosos misioneros, hombres y mujeres, que para llevar el Evangelio han superado todo tipo de obstáculos, han entregado verdaderamente la vida; como dice san Pablo a Timoteo: «No te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios» (2 Tm 1, 8). Esto, sin embargo, nos atañe a todos: cada uno de nosotros, en la propia vida de cada día, puede dar testimonio de Cristo, con la fuerza de Dios, la fuerza de la fe. Con la pequeñísima fe que tenemos, pero que es fuerte. Con esta fuerza dar testimonio de Jesucristo, ser cristianos con la vida, con nuestro testimonio.

¿Cómo conseguimos esta fuerza? La tomamos de Dios en la oración. La oración es el respiro de la fe: en una relación de confianza, en una relación de amor, no puede faltar el diálogo, y la oración es el diálogo del alma con Dios. Octubre es también el mes del Rosario, y en este primer domingo es tradición recitar la Súplica a la Virgen de Pompeya, la Bienaventurada Virgen María del Santo Rosario. Nos unimos espiritualmente a este acto de confianza en nuestra Madre, y recibamos de sus manos el Rosario: el Rosario es una escuela de oración, el Rosario es una escuela de fe.

Ángelus (06-10-2013): Fe pequeña y auténtica

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 17, 5-10

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».


Pintura:

Grabado de Jan Luyken que ilustra la parábola de la Biblia Bowyer

La parábola del grano de mostaza es una comparación (mashal) de Jesús de Nazaret transmitida en el Nuevo Testamento por los Evangelios de Mateo(13:31-32), Marcos (4:30-32) y Lucas (13:18-19).