«Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios»
Semana Santa: inicia el Domingo de Ramos, se recuerdan los eventos principales de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, siendo el Viernes Santo el día en que se conmemora su crucifixión y el Domingo su resurrección.
Domingo de Ramos
Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)
El Domingo de Ramos conmemora:
· La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Jesús Nazareno el Rey de los judíos (INRI).
· Inicia la Semana Santa con la procesión de las Palmas para simbolizar la alegría del pueblo al recibir al liberador de los pecados.
· Las palmas en Domingo de Ramos son bendecidas. En las iglesias, las guardan para hacer las cenizas del “miércoles de cenizas” que da inicio a la cuaresma del siguiente año.
· Color litúrgico: rojo, representa la pasión y muerte de Jesucristo. También se podría usar el color morado para representar la penitencia. Ambos colores se usan en la Semana Santa.
La lengua de discípulo
Abatidos por los vaivenes de la vida, por las enfermedades e incomprensiones,
Abatidos por los corazones indiferentes, por los que concentran odio,
Lengua de discípulo pídele a tu Dios palabras de aliento, de alegría, de ilusiones,
De cercanía, sencillas, comprensivas, liberadoras, de humilde servicio.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Tengo el celular en la mano, miro, río, me sorprendo, like, compartir,
El índice va dejando su huella digital para el algoritmo del mercado;
Unos, en 3 segundos se burlan de mi origen, de mi Dios, de mi vivir,
Otros, taladran la radiografía existencial, ¿tu Dios te pone a salvo?
Se reparten mis preferencias, lo superficial reemplaza a lo sustancial,
Lo malo es bueno, lo natural antinatural, y los derechos sin obligaciones;
La fama de Dios, de lo santo, la ubican entre lo dudoso y controversial,
Pero tú Señor no te quedas lejos y socórrenos ya en nuestras intenciones.
Hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz.
Hemos empoderado la desobediencia y estamos arrasando con el libre albedrío,
En cualquier edad, nos arropamos de libertad y ejemplaridad, sin compromiso;
Y así, hacemos entradas triunfales luciendo ínfulas de poder, de conquista,
En el sótano no se resuelven las reales carencias, utopías, fracasos, expectativas;
Hoy cómo pueden encajar: Príncipe de la paz, ante Dios doblar la rodilla,
un liberador no un caudillo, no reconocen a Dios algunas selectas inteligencias.
En esta palma de esperanza y alegría pongo mis más íntimas intenciones,
En el Cristo de la libertad, el perdón y la felicidad pongo mis grandes dudas,
Al Nazareno cabalgando el asno le pido su serenidad ante mis ignorancias,
Al Mesías caminando con los legalmente impuros pido por mis males,
Hoy, “verdaderamente eres Hijo de Dios”,
no caigamos en el desencanto ni en la desesperanza. Amén
Oración para el Domingo de Ramos
Palabra del papa Francisco
Volvamos a comenzar desde el asombro; miremos al Crucificado y digámosle: “Señor, ¡cuánto me amas, qué valioso soy para Ti!”. Dejémonos sorprender por Jesús para volver a vivir, porque la grandeza de la vida no está en tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados. Ésta es la grandeza de la vida, descubrirse amados. Y la grandeza de la vida está precisamente en la belleza del amor. En el Crucificado vemos a Dios humillado, al Omnipotente reducido a un despojo. Y con la gracia del estupor entendemos que, acogiendo a quien es descartado, acercándonos a quien es humillado por la vida, amamos a Jesús. Porque Él está en los últimos, en los rechazados, en aquellos que nuestra cultura farisaica condena.
Hoy el Evangelio nos muestra, justo después de la muerte de Jesús, la imagen más hermosa del estupor. Es la escena del centurión que, al verlo «expirar así, exclamó: “¡Realmente este hombre era Hijo de Dios!”» (Mc 15,39). Se dejó asombrar por el amor. ¿Cómo había visto morir a Jesús? Lo había visto morir amando, y esto lo impresionó. Sufría, estaba agotado, pero seguía amando. Esto es el estupor ante Dios, quien sabe llenar de amor incluso el momento de la muerte. En este amor gratuito y sin precedentes, el centurión, un pagano, encuentra a Dios. ¡Realmente este hombre era Hijo de Dios! Su frase ratifica la Pasión. Muchos antes de él en el Evangelio, admirando a Jesús por sus milagros y prodigios, lo habían reconocido como Hijo de Dios, pero Cristo mismo los había mandado callar, porque existía el riesgo de quedarse en la admiración mundana, en la idea de un Dios que había que adorar y temer en cuanto potente y terrible. Ahora ya no, ante la cruz no hay lugar a malas interpretaciones. Dios se ha revelado y reina sólo con la fuerza desarmada y desarmante del amor.
(Homilía, Vaticano, 28 de marzo de 2021)
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 15, 1-39
Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, hicieron una reunión. Llevaron atado a Jesús y lo entregaron a Pilato.
Pilato le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».
C. Él respondió:
+ «Tú lo dices».
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo:
S. «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan».
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba extrañado. Por la fiesta solía soltarles un preso, el que le pidieran.
Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los rebeldes que habían cometido un homicidio en la revuelta. La muchedumbre que se había reunido comenzó a pedirle lo que era costumbre.
Pilato les preguntó:
S. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia.
Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás.
Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?».
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «Crucifícalo».
C. Pilato les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho?».
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. «Crucifícalo».
C. Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
C. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio —al pretorio— y convocaron a toda la compañía. Lo visten de púrpura, le ponen una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!».
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacan para crucificarlo.
C. Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz.
Y conducen a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»),
C. y le ofrecían vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno.
Era la hora tercia cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos».
Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
C. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. «Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz».
C. De igual modo, también los sumos sacerdotes comentaban entre ellos, burlándose:
S. «A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos».
C. También los otros crucificados lo insultaban.
C. Al llegar la hora sexta toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente:
+ «Eloí Eloí, lemá sabaqtaní?».
C. (Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»).
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. «Mira, llama a Elías».
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo:
S. «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo».
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
C. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».
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