domingo, 30 de junio de 2024

XIII Domingo del tiempo ordinario (B): Jesús cura a la hija de Jairo y a la hemorroisa

 «Contigo hablo, niña, levántate»

 

No temas, basta que creas le dice Jesús a Jairo y nos dice a quienes queremos el milagro de la salud, la oportunidad para la vida.

 

hija de Jairo

La resurrección de la hija de Jairo (Museo del Prado)

XIII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 

En estos dos milagros espectaculares la edad sí importa. O mejor dicho, 12 años de enfermedad a cualquier persona le lleva a la desesperación y la pobreza; pero también una doncella de 12 años no puede morir, tiene tanto por vivir, es la alegría de Jairo quien busca desesperado a Jesús implorando el milagro de la sanación para su hija.

 

Son dos perfiles históricos, lo viejo y lo nuevo. El viejo Israel, el pueblo que presume de ser elegido, pero ha ido sangrando, sin remedio, la enfermedad la ha llevado a la pobreza, y sobre todo a platearse el centro de su fe, en los momentos de desesperación ya no es fiel a la ley. El nuevo Israel, tan puro como la nueva Eva, un pueblo dormido, sometido al pesimismo de quienes respiran todavía las calderas de la muerte y son capaces de aplastar las esperanzas, de ahogar el germen de la fe, de llenar de lágrimas a la alegría.

 

Ambas, hemorroisa e hija de Jairo, abordan la fe ante la inminente muerte, sus ojos están como águilas a la búsqueda de su objetivo: Jesús. Jairo y la hemorroisa están seguros que un toque de Jesús hace la diferencia entre la vida y la muerte. Les importa poco ya las murmuraciones de sus “maestros de la ley”, son transgresores en búsqueda de la salud, de la vida, todo ello otorgado por el Maestro Jesús.

 

La sangre y la muerte no pueden ser tocadas por nadie, es impuro, y por tanto, marginal. Solo el justo sabe cómo rescatarte de las garras de la enfermedad o la muerte. Cómo vivir sin salud, sin dignidad religiosa, sin el calor familiar y amical. Aunque ésta historia parezca antigua, todavía existe en muchos corazones la tristeza del abandono, la desesperación ante la muerte, la vergüenza de la enfermedad. 

 

Lo importante es que la mujer y Jairo nos muestran que ante su desesperación está abierto el camino de la fe. Ya sea tocando a Jesús, casi como robándole la fuerza de su divinidad, o pidiendo que él por su propia iniciativa nos despierte. No olvides, Jesús siempre quiere mirarte directamente a los ojos, confirmarte la fuerza de la fe, derrumbar los prejuicios, darte el lugar de hijo e hija del mismo Dios.

 

Finalmente, la niña no está muerta, sino dormida. La auténtica resurrección pasa por la muerte. Jesús prefiere mostrarlo con su propia resurrección. Las burlas se convierten en alegorías de la muerte, pero en el corazón de Jesús goza de compasión, de misericordia, de vida, de la posibilidad para vivir y servir, la niña entraba a la edad del matrimonio, a la capacidad de dar vida.

 

Ante la inminente muerte no queda otra que recurrir al poder curativo de Jesús; nos puede despertar y dar la entrada a la vida que no termina. No hay enfermedad incurable, pero tampoco la muerte es un problema. La enfermedad permite encontrar fortaleza desde la debilidad y la muerte, desplegar el abanico de la vida.

 

Palabra del papa Francisco

En esta página del Evangelio se entrelazan los temas de la fe y de la vida nueva que Jesús ha venido a ofrecer a todos. Entrando en la casa donde la muchacha yace muerta, Él echa a aquellos que se agitan y se lamentan (cf. v. 40) y dice: «La niña no ha muerto; está dormida» (v. 39). Jesús es el Señor y delante de Él la muerte física es como un sueño: no hay motivo para desesperarse. Otra es la muerte de la que tener miedo: la del corazón endurecido por el mal. ¡De esa sí que tenemos que tener miedo! Cuando sentimos que tenemos el corazón endurecido, el corazón que se endurece y, me permito la palabra, el corazón momificado, tenemos que sentir miedo de esto. Esta es la muerte del corazón. Pero incluso el pecado, incluso el corazón momificado, para Jesús nunca es la última palabra, porque Él nos ha traído la infinita misericordia del Padre. E incluso si hemos caído, su voz tierna y fuerte nos alcanza: «Yo te digo: ¡Levántate!». Es hermoso sentir aquella palabra de Jesús dirigida a cada uno de nosotros: «yo te digo: Levántate. Ve. ¡Levántate, valor, levántate!». Y Jesús vuelve a dar la vida a la muchacha y vuelve a dar la vida a la mujer sanada: vida y fe a las dos.

(

_(Ángelus, 1 de julio de 2018)

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 5, 21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al mar.

Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».

Se fue con él y lo seguía mucha gente.

Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».

No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida».

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).

La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.

Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

 

domingo, 23 de junio de 2024

XII Domingo del tiempo ordinario (B): Jesús calma la tempestad

¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?

Tantas tempestades nos sacuden y el único que nos trae la calma es Jesús. Cuando los problemas te llegan algunos optan por alejarse o abandonar la barca. ¿Quién es este que calma tempestades?

 

La tempestad Calmada


XII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 

“Vayamos a la otra orilla”

Esta orilla y la otra. Esta esquina y aquella. En esta orilla Jesús ha dedicado la jornada a explicar su Palabra. Su tema central ha sido el Reino de Dios, ha usado los recursos cotidianos para explicarles en qué consiste su Reino, cómo conviene vivir, qué elementos de la vida se deben fortalecer, la esencia de la alegría, del futuro, de la eternidad, etc. (cf. Mc 4,1-34). La jornada parece buena, la gente ha permanecido escuchándolo y otras barcas escoltan la barca donde Jesús usó como púlpito. Sin duda hay un impacto y una sensación de aprendizaje. La novedad ha avivado los corazones y la fe parece a prueba de fuego o de tempestades.


Al atardecer, ventilado por la brisa y el calor del sol, quiere dejar la esquina de la cátedra para ir a la esquina de la práctica; está cansado, confiado, y mecido por la barca se queda dormido. El ocaso del día tiene un resplandor bello para la contemplación y la calma, para rumiar lo aprendido durante la jornada, y de pronto el aire y las olas golpean y arrinconan las convicciones que se baten entre la fe y la desesperación, entre el sosiego y el ajetreo, entre la luz y la noche.


Los discípulos han pintado el atardecer con su alegría, con su obediencia, con esas conversaciones maravillosas de las travesías de los mares. Tienen a Jesús en la Popa de la débil barca, dormido, allí sí tiene una almohada para reposar la cabeza. La travesía del lago de Galilea les va mostrar que las tempestades llegan. La aparente fe de la orilla inicial parece pasar por el tamiz de la tempestad, hay momentos difíciles que parecen superar nuestras convicciones y fe. ¿Aún no tienen fe?

 

Maestro, ¿no te importa que perezcamos?

Los discípulos han entrado en pánico, increpan a Jesús como se increpan las actitudes indiferentes. La orilla humana atraviesa el lago hacia la orilla divina. Ante la tempestad no hay fuerza humana que la domine. Sólo el que pasó el día hablando de la fuerza creadora de Dios puede hacer algo, pero está dormido, y no se comprende por qué.

 

Unos navegan en la barca de la desesperación, nuestra frágil vida tiene pocos años para aprender, para valorar lo importante. Esta barca, inicialmente parece de fiesta, capitaneada por expertos pescadores. Una barca pintada y de fiesta, como el famoso Titanic, esconde tras los camarotes sus problemas, sus intereses; empujada por la soberbia y el lujo pierde el control. En realidad, no apunta a un problema técnico de la barca, sino a una actitud humana. El trasfondo de limpiar la barca para recibir a Jesús sin que les importe Jesús tanto como el privilegio de navegar en la barca más famosa de su tiempo.

 

Otros navegan en la barca de la serenidad. Jesús está convencido de la bondad de su proyecto. Sabe que Dios puede recrear el mundo y dominar tempestades. Ya no con un diluvio, sino con Jesús que otorga la serenidad de la fe, la confianza para llegar a puerto, a tierra firme. Su fuerza creadora vence el caos, expulsa diablos (Mc 5,1-20), vence la muerte (Mc 5,21-43), supera toda maniobra de los expertos pescadores. 

 

El contraste de las actitudes de los discípulos y la de Jesús simboliza nuestras reacciones a los grandes problemas.

 

Calmar las aguas.

Jesús despierta por el grito de los discípulos más que por la tempestad. Para Jesús parece que la tempestad no es el problema, como cuando no debes temer a un perro que ladra junto al amo. Esta experiencia de la tempestad se parece a otras experiencias: el pueblo cruza el Mar (cf. Ex. 14,22); el profeta Isaías: “cuando crucen las aguas yo estaré con ustedes” (cf Is 43,2).

 

Jesús que pasó de la orilla de la meditación a la de la calma, parece desconocido: "¿Quién es, pues, este hombre a quien hasta el mar y el viento obedecen?"

 

¿Quién es Jesús?

¿el que calma tempestades?

"¡Verdaderamente, éste era el Hijo de Dios!" (Mc 15,39)

 

Para el ejercicio de responder ¿Quién es Jesús?

·      Mesías o Cristo (Mc 1,1; 8,29; 14,61; 15,32);

·      Señor (Mc 1,3; 5,19; 11,3);

·      Hijo amado (Mc 1,11; 9,7);

·      Santo de Dios (Mc 1,24);

·      Nazareno (Mc 1,24; 10,47; 14,67; 16,6);

·      Hijo del Hombre (Mc 2,10.28; 8,31.38; 9,9.12.31; 10,33.45; 13,26; 14,21.41.62);

·      Esposo (Mc 2,19);

·      Hijo de Dios (Mc 3,11);

·      Hijo del Dios Altísimo (Mc 5,7);

·      Carpintero (Mc 6,3);

·      Hijo de María (Mc 6,3);

·      Profeta (Mc 6,4.15; 8,28);

·      Maestro (frecuente);

·      Hijo de David (Mc 10,47.48; 12,35-37);

·      Bendito (Mc 11,9);

·      Hijo (Mc 13,32);

·      Pastor (Mc 14,27);

·      Hijo del Dios bendito (Mc 14,61);

·      Rey de los judíos (Mc 15,2.9.18.26);

·      Rey de Israel (Mc 15,32).

Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,

renueva en mí un espíritu firme.

No me rechaces de tu presencia

 

y no me prives de tu espíritu santo. (Sal 50)

 

Palabra del papa Francisco

Hoy podemos preguntarnos: ¿cuáles son los vientos que se abaten sobre mi vida, cuáles son las olas que obstaculizan mi navegación y ponen en peligro mi vida espiritual, mi vida de familia, mi vida psíquica también? Digamos todo esto a Jesús, contémosle todo. Él lo desea, quiere que nos aferremos a Él para encontrar refugio de las olas anómalas de vida. El Evangelio cuenta que los discípulos se acercan a Jesús, le despiertan y le hablan (cfr. v. 38). Este es el inicio de nuestra fe: reconocer que solos no somos capaces de mantenernos a flote, que necesitamos a Jesús como los marineros a las estrellas para encontrar la ruta. La fe comienza por el creer que no bastamos nosotros mismos, con el sentir que necesitamos a Dios. Cuando vencemos la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, cuando superamos la falsa religiosidad que no quiere incomodar a Dios, cuando le gritamos a Él, Él puede obrar maravillas en nosotros. Es la fuerza mansa y extraordinaria de la oración, que realiza milagros.

(Ángelus, 21 de junio de 2021)

 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 4, 35-41

Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:

«Vamos a la otra orilla».

Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre su cabezal.

Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
«¡Silencio, enmudece!».

El viento cesó y vino una gran calma.

Él les dijo:
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».

Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
«¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar le obedecen!».

 

 

domingo, 16 de junio de 2024

XI Domingo del tiempo ordinario (B): Parábolas: el grano de trigo y la mostaza

«¿Con qué compararemos el reino de Dios?

 

El tema del Reino de Dios es central en su semejanza al grano de trigo que germina por sí solo, y al de mostaza que se transforma en un frondoso árbol. Ambas semillas crecen, el sembrador las puso bajo tierra y espera la gran cosecha.

 

grano de trigo
Grabado de Jan Luyken que ilustra la parábola de la Biblia Bowyer.

XI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 

Reino de los cielos

El cielo es como un Reino, donde el Rey es Dios. Esta imagen grafica una estructura de gobierno. El sentido de la parábola es indicar que Dios Padre es el primero, el creador. Dios creador de la agricultura, de la forma de cultivar la vida, la existencia. Por ello, en su voluntad está el crecimiento de la semilla. Hacer su voluntad es el criterio de vida de los seres creados, cada ser espera la voluntad de Dios.

 

El grano de trigo

De tras de un buen trigal existe un excelente agricultor. Aparentemente todo depende de la pericia y diligencia del agricultor, pero no es toda la verdad. El agricultor no tiene la fuerza o capacidad para hacer crecer la semilla, no puede modificar los fenómenos naturales.

 

El agricultor puede sentarse y contemplar cómo las pequeñas hojas verdes van germinando, tiñendo de verde los campos, luego del amarillo oro. Esta dimensión contemplativa y vigilancia iniciada desde la siembra va confirmando que su obra es parte de una obra más grande, ser trigo, ser pan, alimento para los demás.

 

El trigal va poblando sus espigas mecido por la esperanza del agricultor y de todos los que se benefician. Cada gavilla de trigo va sobre los hombros de un hombre que inicia el proceso de convertirlo en un grano de trigo limpio y listo para el sinnúmero de posibilidades para alimentar. En 2023/2024, China fue el mayor productor de trigo del mundo con una producción de136,6 millones de toneladas, le sigue la Unión Europea.

 

La semilla sembrada

La semilla tiene la fuerza propia. Jesús compara el Reino de los Cielos a un campo de trigo, visto en el horizonte de la infinitud del cielo, de la interioridad del hombre. En dicha interioridad Dios ha sembrado una semilla con una fuerza vital que no puede ser suprimida. Es decir, el hombre, pese a todos los obstáculos, está llamado a madurar la esperanza, a cuidar la gracia e impedir que el mal ahogue las semillas buenas. 

 

Árboles frondosos

El paisaje de la creación está adornado con árboles frondosos. Lo frondoso de hoy no olvida la pequeñez del ayer. El transcurso del ayer al hoy ha estado en las manos del Creador, en la voluntad de Dios. Aquello de la Sabiduría: “pues fuera de ti no hay otro Dios que cuide de todo… porque tu fuerza es el principio de la justicia y tu señorío sobre todo te hace ser indulgente con todos (Sb 12, 13.16). Y el Salmo 85 lo confirma: «Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan» (v. 5). Por tanto, si somos hijos de un Padre tan grande y bueno, ¡tratemos de parecernos a él! Este era el objetivo que Jesús se proponía con su predicación. En efecto, decía a quienes lo escuchaban: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5, 48). (Benedicto XVI).

 

Palabra del papa Francisco

De estas dos parábolas nos llega una enseñanza importante: el Reino de Dios requiere nuestra colaboración, pero es, sobre todo, iniciativa y don del Señor. Nuestra débil obra, aparentemente pequeña frente a la complejidad de los problemas del mundo, si se la sitúa en la obra de Dios no tiene miedo de las dificultades. La victoria del Señor es segura: su amor hará brotar y hará crecer cada semilla de bien presente en la tierra. Esto nos abre a la confianza y a la esperanza, a pesar de los dramas, las injusticias y los sufrimientos que encontramos. La semilla del bien y de la paz germina y se desarrolla, porque el amor misericordioso de Dios hace que madure.

(Homilía, 14 de junio de 2015)

 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 4, 26-34

En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Dijo también:
«¿Con qué compararemos el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden anidar a su sombra».

Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.

Pintura

Grabado de Jan Luyken que ilustra la parábola de la Biblia Bowyer.

domingo, 9 de junio de 2024

X Domingo del tiempo ordinario (B): la familia de Jesús y los demonios

 Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:

«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre»

Con Cristo podremos vencer la maldad en nuestras vidas. Sacudir cada maldad que se arropa en nuestros caprichos. ¿Sabemos quién es Jesús?

 

Jesús de Nazareth
Mosaico con una representación de Jesús de Nazaret, existente en la antigua Iglesia de Santa Sofía (Estambul), fechada cerca de 1280.
X Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 

Jesús está fuera de sí

¿Jesús está loco o es Dios? Los parientes de Jesús han escuchado las ‘habladurías’ de los vecinos. Ha incomodado con la verdad anunciada y se ha granjeado enemigos. Han decidido ya matarlo. Los parientes consideran que ha llegado el momento de intervenir, con prudencia, desde fuera, y con la mirada y los brazos abiertos de la Madre.

 

¿Jesús está fuera de sí o los parientes, los escribas y los discípulos en el fondo no tienen claridad de quién es? María, la madre, que escucha y obedece a Dios no está al margen de las palabras de Jesús. 

 

Jesús les ha puesto ‘fuera de sí’ no con los milagros y expulsión de demonios, sino con su postura ante la ley. No es difícil encontrar a los puritanos de la ley que juzgan y condenan ya a quienes no parecen seguir las sanas tradiciones, la ley mosaica.

 

Jesús aprovecha la presencia de sus parientes para hablar del parentesco con él. Ya la sangre no es el requisito sino la escucha y vida de la Palabra de Dios. Destaca el parentesco de espíritu. Ser de esta Familia marca un compromiso de corresponsabilidad, de afrontar las ‘habladurías’ y prejuicios de los vecinos, de seguir a Dios más que a la ley. Un auténtico discípulo se abre a una mirada universal de la familia de Jesús.

 

Poseído o fuera de sí ¿Quién es?

Jesús está fuera del control de quienes creían tenerlo todo controlado, incluso al dios de la sana tradición. La estrategia de un ciego control es la difamación, quitarle todo tipo de crédito, avergonzarlo en público, ridiculizarlo, poner en duda su propio ser.

Acusar al Hijo de Dios de estar poseído o aliado con Beelzebul, jefe de los demonios, obtiene una respuesta ilustrativa por parte del mismo Jesús: dos parábolas sobre la casa, que no se sostiene, y el hombre fuerte, que es vencido. Es decir, la casa vieja no se sostiene con la amenaza y las calumnias, la división y la ruptura no conviene ni a satanás.

Si en esta dinámica de ser de la familia de Jesús, de ese lazo espiritual más grande que el sanguíneo te llaman loco no es para que te preocupes. Tantos santos con su vida sencilla han encontrado adversarios que les consideran estúpidos y locos.

 

Palabra del papa Francisco

El Evangelio de hoy también nos habla de otra incomprensión muy distinta, con Jesús: la de sus familiares. Estaban preocupados porque su nueva vida itinerante les parecía una locura (v. 21). De hecho, Él se mostraba tan disponible con las personas, especialmente con los enfermos y los pecadores, de no tener ni siquiera tiempo para comer. Jesús era así: primero la gente,  servir a la gente, ayudar a la gente, enseñar a la gente, curar a la gente. Era para la gente. No tenía tiempo ni para comer. Sus familiares, por lo tanto, deciden llevárselo de vuelta a Nazaret, a casa. Llegan al lugar donde Jesús está predicando y lo mandan llamar. Le dicen: “Mira, tu madre, tus hermanos y hermanas están fuera y te buscan” (v. 32). Él responde: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”, Y mirando a las personas que lo rodean para escucharlo, agrega: “¡He aquí mi madre y mis hermanos! Porque el que hace la voluntad de Dios, es  para mí hermano, hermana y madre“(v.  33-34). Jesús ha formado una nueva familia, que ya no se basa en los vínculos naturales, sino en la fe en Él, en su amor que nos acoge y nos une entre nosotros, en el Espíritu Santo. Todos los que acogen la palabra de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre sí. Recibir la palabra de Jesús nos hace hermanos entre nosotros, nos hace familiares de Jesús. Hablar mal de los otros, destruir la reputación de los otros nos hace ser familia del diablo.

(Homilía, 10 de junio de 2018)

 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 3, 20-35

En aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.

Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».

Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:
«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.

En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».

Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.

La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».

Él les pregunta:
«Quiénes son mi madre y mis hermanos?».

Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».

domingo, 2 de junio de 2024

Corpus Christi (B): Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo

Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:

"Tomad, esto es mi cuerpo"


La solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo nos remite al cántaro de agua, Jesús que parte el pan y el vino. Alimento necesario para la vida terrena y eterna.

 

Corpus Christi

El Corpus Christi. MAS Y FONDEVILA, ARCADIO. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado


Corpus Christi

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 

 

Tomar y beber es propio de los seres vivos. Necesitamos comer y beber. Son actividades necesarias, deben ser realizadas de acuerdo al propio cuerpo para tener una buena salud. Si el Cuerpo y Sangre de Cristo se nos da cómo alimento de vida eterna es porque necesitamos vivir. Es la oportunidad para no desnutrirse ni deshidratarse.

 

Preparar la cena de pascua

Preparar es la acción encomendada a los discípulos. Por el momento los discípulos están pensando en preparar el carnero, el pan ázimo, el vino. Un mero recordar de la historia de libertad. Tienen el gesto agradecido de ofrecer lo mejor de la ganadería y de la agricultura, el cordero bueno para una gran cena. Hasta entonces, al preparar la pascua produce recuerdos, el pasado, todavía no comprenden la analogía de una pascua eterna, el futuro. 

 

Nos suele suceder al preparar algunas cenas especiales, recordamos el pasado. Desde la cena del cumpleaños hasta las cenas como las de navidad y pascua pueden concentrarse en una acción de compartir, de recordar, de buenos deseos. A esa cena le falta amor, pero el amor divino. Los discípulos tienen al protagonista de la cena, al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, al mejor cordero como ofrenda a Dios. Suele ser difícil hacer el ejercicio de agradecer la historia para encomendar el futuro. 

 

Cuerpo y Sangre

El cuerpo y sangre del Cordero en la cruz. Las palabras de Jesús sobre el pan y el vino explican cómo entender la nueva presencia de Jesús en la vida de los cristianos. El pan es su cuerpo y el vino es su sangre. Jesús hace los gestos de “esto es mi cuerpo… esto es mi sangre”. Explica a sus discípulos cómo comprender en adelante el nuevo alimento, un pan que nutre hoy y mañana, el cuerpo y el alma. Una sangre que recorre las venas hasta el corazón y a la vez es la prueba del gran amor.

 

La nueva comunidad de los cristianos todavía tiene temor, el sentido de la presencia real de Jesús en un pan y en una copa de vino, consagrados. La resurrección da la clave de la unión de cada cristiano con el resucitado por medio de su Cuerpo y de su Sangre. 

 

La celebración de la cena pascual es preparada por la comunidad de los discípulos, luego lo van celebrando los primeros cristianos. No se trata de una comida rápida y solitaria, es comunitaria, es celebrada, es la sed y el hambre de estar en comunión con Jesús resucitado.

 

El cuerpo y sangre de Cristo es fuente y meta.

Esta celebración necesita preparación, no sólo de su dignidad física y material, sino también espiritual. La eucaristía se celebra así de completa, con los mismos gestos de Jesús, sus palabras, sus intenciones. No se puede sustituir la Eucaristía por una oración personal, o por un acto de caridad. La Eucaristía es fuente y meta.  

 

Los gestos y palabras de Jesús son también nuestros. Es decir, tú también eres un Cristo que ofrece su cuerpo y su sangre. Quieres hacer lo que hizo Jesús, entregar su ser, su vida. Es darlo todo para que los otros se salven. En una comunidad al ofrecer la vida, también impacta en la vida de los demás. Así se evitan los ritos vacíos, no es una actuación, Jesús no fue un actor; la eucaristía está para hacerla vida de nuestra propia vida.

 

 Palabra del papa Francisco: 

Jesús que parte el pan. Es el gesto eucarístico por excelencia, el gesto que identifica nuestra fe, el lugar de nuestro encuentro con el Señor que se ofrece para hacernos renacer a una vida nueva. También este gesto es sorprendente. Hasta ese momento se inmolaban corderos y se ofrecían en sacrificio a Dios, ahora es Jesús el que se hace cordero y se inmola para darnos la vida. En la Eucaristía contemplamos y adoramos al Dios del amor. Es el Señor, que no quebranta a nadie sino que se parte a sí mismo. Es el Señor, que no exige sacrificios sino que se sacrifica él mismo. Es el Señor, que no pide nada sino que entrega todo. Para celebrar y vivir la Eucaristía, también nosotros estamos llamados a vivir este amor. Porque no puedes partir el Pan del domingo si tu corazón está cerrado a los hermanos. No puedes comer de este Pan si no compartes los sufrimientos del que está pasando necesidad. Al final de todo, incluso de nuestras solemnes liturgias eucarísticas, sólo quedará el amor. Y ya desde ahora nuestras Eucaristías transforman el mundo en la medida en que nosotros nos dejamos transformar y nos convertimos en pan partido para los demás.

(Homilía, Corpus Christi, 6 de junio de 2021)

 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 14, 12-16. 22-26

El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?»
Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
«ld a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?"
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Preparádnosla allí»
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua.
Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
«Tomad, esto es mi cuerpo.»
Después, tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron.
Y les dijo:
«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».
Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos.


El Corpus Christi

MAS Y FONDEVILA, ARCADIO

Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado