sábado, 22 de febrero de 2025

VII Domingo del tiempo ordinario (C): Amar a los enemigos como ama Dios por la revolución del amor

Si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?

 

Si hoy nos tenemos que proponer algo para cambiar en nuestra vida debe ser: no odiar, no ser violento, no hacer lo que no queremos que nos hagan. Es decir, la vida es mejor cuando la paz está en nuestro corazón, el diálogo y la tolerancia en nuestras actitudes, la solidaridad al ponernos en las situaciones difíciles de los demás. Si te quieres parecer a tu Padre sólo queda ser misericordioso a tiempo y destiempo.

Perdonar a los enemigos

¡Perdonar nos manda Dios!. García Sampedro, Luis. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

sábado, 15 de febrero de 2025

VI Domingo del tiempo ordinario (C): Las bienaventuranzas en nuestras vidas

“Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.”


Las Bienaventuranzas son la Carta Magna de los cristianos, la confianza en Dios, la fe, la esperanza, el amor. Están ligados todos a nuestras vidas, a las experiencias de convivencia.

Las bienaventuranzas

Le sermon sur la montagne (El sermón de la montaña, 1895-1897), obra del francés James Tissot (1836-1902). Acuarela opaca sobre grafito en papel vitela gris. Museo Brooklyn.


 VI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

sábado, 8 de febrero de 2025

V Domingo del tiempo ordinario (C): Remar en la vida para dejar barca y redes por Jesús

Y Jesús dijo a Simón:

"No temas; desde ahora serás pescador de hombres"

Remas la barca para avanzar en tus objetivos, en tu familia, en tu trabajo. Remas muchas noches tratando de comprender los pocos frutos de tus esfuerzos. Esa es nuestra vida: remar y remar. La pesca y la vocación por servir a Dios.

 

La pesca abundante

La pesca milagrosa – (Jacopo Bassano (Jacopo Da Ponte))

 

V Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

 

Remar en su nombre, aunque no se vean resultados

Las aguas tormentosas no pueden ser superadas solo con la fuerza de unos brazos, por más musculosos que sean. Estas aguas requieren de muchas fuerzas. Tal vez lo has notado en tu hogar: remas y remas buscando mejor comprensión, pero parece que tus esfuerzos son tomados en tu contra. Remas para que la vecina deje de ser chismosa, pero todo esfuerzo parece inútil. Y lo es, porque estás remando solo. Así, la barca da vueltas en el mismo lugar, sin avanzar.

 

Pedro ha remado toda la noche y no ha pescado ni un solo pez. Experto en los misterios del mar, está con sus amigos en Genesaret, seguramente pensando qué dirá en casa a su esposa y a su suegra. Llegará temprano, pero sin el pan. Pasaron una noche de redes vacías, de esperanzas frustradas, de intentos fallidos. Entonces, necesitan escuchar a Jesús y obedecerle.

 

Pedro obedece cuando Jesús le habla. Una cosa es remar solo y otra muy distinta es remar confiando en Jesús. Nos pasa lo mismo en la vida: remamos en nuestra vida espiritual, en nuestro autoconocimiento, en nuestras relaciones... pero nunca deberíamos hacerlo solos.

 

Las aguas profundas

Los pescadores saben lanzar las redes. No repiten el mismo lugar sin éxito, prueban diferentes estrategias. Sin embargo, no siempre les agrada volver a las aguas profundas, a la incertidumbre de una noche sin frutos. Esta vez, lo hacen con la confianza puesta en la palabra de Jesús.

Si remas en las aguas profundas de tu vida y revisas tus acciones, podrías preguntarte: ¿Por qué ofendí a mi amigo? ¿Por qué juzgué a mi esposo sin conocer toda la verdad? ¿Por qué hice enojar a esa persona? Hay tantas preguntas que requieren una reflexión más profunda.

 

Misiones de alta mar

La pesca es exitosa, pero la pericia de los pescadores, sin Jesús, no habría sido suficiente. Jesús predica desde las barcas, y así, estas se convierten en testigos de la abundancia, de la confianza en Dios. El paso esencial es la obediencia. Jesús no duda en darles una nueva misión: ser pescadores de hombres.

 

Pedro se siente pecador e indigno ante Jesús. Sin embargo, Jesús lo escucha y ve su potencial. Pedro lanza las redes a pesar del cansancio, a pesar de sentirse indigno ante la abundancia de peces, y finalmente, deja todo atrás. Frente a un público sediento de Dios, él, Santiago y Juan abandonan la barca y las redes para seguir a la Palabra que produce pescas abundantes.

 

Tiempo de navegar en aguas profundas

Recuerda que esos remos que nos cansan, que a veces nos llenan de desaliento, también nos dan el coraje de navegar en alta mar. Hoy, revisa tus tristezas, tus decepciones, tus errores, tus lágrimas, tus miedos… tal vez es tiempo de remar hacia aguas profundas y rescatar la alegría de vivir, la esperanza en las personas, los sueños de superación, las sonrisas y las fortalezas. Todas ellas son necesarias para surcar el mar de nuestras vidas.

 

Palabra del papa Francisco

El mayor milagro realizado por Jesús para Simón y los demás pescadores decepcionados y cansados, no es tanto la red llena de peces, como haberlos ayudado a no caer víctimas de la decepción y el desaliento ante las derrotas. Les abrió el horizonte de convertirse en anunciadores y testigos de su palabra y del reino de Dios. Y la respuesta de los discípulos fue rápida y total: «Llevaron a tierra las barcas y dejando todo lo siguieron» (v. 11). ¡Qué la Santísima Virgen, modelo de pronta adhesión a la voluntad de Dios, nos ayude a sentir la fascinación de la llamada del Señor y nos haga disponibles a colaborar con él para difundir su palabra de salvación en todas partes!

 

Ángelus, 10 de febrero de 2019

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.

Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».

Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».

Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».

Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».

Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.


Pintura:

La pesca milagrosa – (Jacopo Bassano (Jacopo Da Ponte)) (Fuente)

sábado, 1 de febrero de 2025

Presentación del Señor y de la Vida Consagrada en el camino jubilar

“ La gracia de Dios estaba con él ”

Una pareja de judíos, José y María, peregrinan hoy hacia el templo santo para presentar a su Hijo Jesús. Forman una familia obediente a sus leyes religiosas, la novedad de lo tradicional va confirmando que su primogénito es el Hijo de Dios. Según la Ley de Moisés la madre es purificada y el hijo consagrado a Dios.


La presentación de Jesús en el templo
Presentación en el Templo (Presentación de Cristo en el templo). Fray Bartolomeo, OP,  1516, que se encuentra en el Museo de Historia del Arte de Viena de Austria.


Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

 

“Peregrinos y sembradores de esperanza”

En su peregrinación al Templo, después de 40 días del nacimiento de Jesús, María y José se encontraron con el anciano Simeón y con la profetiza Ana. Es un encuentro de personas que han tenido la experiencia de la acción del Espíritu Santo en su vida, no han vulnerado su esperanza de reconocer la presencia de Dios, el sentido de su vida tiene un horizonte, un sentido.

 

Así como ellos, existen hoy muchas personas que han purificado su vida, han ofrecido su existencia al servicio de Dios. Ellos siembran esperanzas en los hospitales, a los pobres, a las personas heridas en su interior, te acompañan con sus oraciones al Dios que todo lo puede, te presentan en el camino de reconciliación con un corazón limpio y contrito.

 

Jornada Mundial y Jubileo de la Vida Consagrada

Tiene sentido que hoy 2 de febrero se celebra a nivel universal la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada, bajo el lema “Peregrinos y sembradores de esperanza”. En el contexto del jubileo, esta jornada se celebra en dos momentos: 2 de febrero, en los propios países, avivando así un testimonio profético de fraternidad. Del 8 al 12 de octubre del 2025 se celebra en Roma, consagrados y consagradas podrán peregrinar a las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo, el paso de la Puerta Santa y el encuentro con el Santo Padre.

 

Constructores de paz

Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.” Simeón lo expresa con la fuerza de la fe, con la certeza del camino, con la convicción de lo más importante para la vida y su futuro. Si le pones una mirada gráfica, es la foto precisa del momento más esperado, ha tenido sentido lo que ha vivido y experimentado.

 

Entonces, los constructores de paz resuelven las guerras interiores y terrenas con la mirada fija en Jesús, en el Dios que vino en Navidad, que se acerca cada día para darte intuición, resolución, ilusión, amor. Es coherente el papa Francisco cuando pide a los hombres y mujeres consagrados: “acoger la gracia de ser portadores del anuncio de esperanza y constructores de paz, testimoniando con la vida que nadie está excluido de la misericordia de Dios”.

 

En este día de la presentación del Niño, después de los 40 días que hemos festejado Navidad, oremos por los consagrados y consagradas para que cada día construyan comunidad, tengan rostros felices, sean profetas, y se alejen de las tentaciones del poder y manipulación.

 

 Oración del Jubileo

Padre que estás en el cielo,

la fe que nos has donado en

tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano,

y la llama de caridad

infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo,

despierten en nosotros la bienaventurada esperanza

en la venida de tu Reino.

 

Tu gracia nos transforme

en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio

que fermenten la humanidad y el cosmos,

en espera confiada

de los cielos nuevos y de la tierra nueva,

cuando vencidas las fuerzas del mal,

se manifestará para siempre tu gloria.

 

La gracia del Jubileo

reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza,

el anhelo de los bienes celestiales

y derrame en el mundo entero

la alegría y la paz

de nuestro Redentor.

A ti, Dios bendito eternamente,

sea la alabanza y la gloria por los siglos.

Amén.


Palabra del papa Francisco


Simeón y Ana son imagen y figura de esta espera. Ellos ven al Señor entrar en su templo e, iluminados por el Espíritu Santo, lo reconocen en el Niño que María lleva en brazos. Llevaban toda la vida esperándolo: Simeón, «que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel» (Lc 2,25); Ana, que «no se apartaba del Templo» (Lc 2,37).

Nos hace bien mirar a estos dos ancianos pacientes en la espera, vigilantes en el espíritu y perseverantes en la oración. Sus corazones permanecen velando, como una antorcha siempre encendida. Son de edad avanzada, pero tienen la juventud del corazón; no se dejan consumir por los días que pasan porque sus ojos permanecen fijos en Dios, en la espera.


 (Homilía, 2 de febrero de 2024)

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 22-40

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».

Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

 Enlaces útiles:


Carta a la vida consagrada, presidentes de las Conferencias de Superiores Mayores

 

Mensajes Jornada Mundial de la Vida Consagrada

Libro gratis sobre el Jubileo 2025

Materiales para vivir mejor la JM de la Vida Consagrada

Sitio Web del Jubileo – Oración del Jubileo


Presentación en el Templo (también Presentación de Cristo en el templo) es un cuadro del pintor Fray Bartolomeo, realizado en 1516, que se encuentra en el Museo de Historia del Arte de Viena de Austria.