domingo, 14 de diciembre de 2025

III Domingo de Adviento (A): La sobriedad del profeta frente al espectáculo de la Navidad ¿a quién esperamos realmente?

"¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?"

Mientras se encienden las luces de los parques, se multiplican los adornos navideños, las ofertas y las promesas de regalos, Juan el Bautista irrumpe con una pregunta que desvela la artificialidad de muchas celebraciones: ¿es Jesús realmente el que esperamos o seguimos aguardando a otro? En medio de una realidad saturada de luces y estímulos, su interpelación atraviesa la superficie y toca el corazón de nuestra esperanza.

Juan Niño
José Vergara. La Sagrada Familia y San Juan Bautista Niño

III Domingo de Adviento-Año litúrgico 2025 - 2026 - (Ciclo A)

Juan vive la sobriedad de los profetas y de los sabios. No necesita ornamentos: sus palabras iluminan más que cualquier vestido. Jesús, por su parte, no responde con teorías ni discursos abstractos. A la pregunta de Juan responde con hechos, remitiéndolo a la realidad concreta de la salvación en acto.

  • Jesús vino para que los ciegos vean, no mediante luces de colores, sino reconciliando la mirada con el sentido profundo de la vida. Vino para que los cojos caminen por el sendero de la salvación y del encuentro fraterno, no calzados con marcas prestigiosas, sino sostenidos por la dignidad de saberse hijos de Dios.
  • Jesús vino para que los leprosos quedaran limpios. Hoy los leprosarios no son solo lugares físicos, sino espacios sociales donde se confina al otro por miedo, desprecio o indiferencia. El problema no es la lepra del que sufre, sino la mirada de quienes rehúyen enfrentarse a las lepras contemporáneas: la indiferencia, la soberbia, la corrupción, la lujuria y tantas formas de deshumanización.
  • Jesús vino para que los sordos oigan. Escuchar es una necesidad vital. Sin escucha no hay comprensión, ni diálogo verdadero. ¿Cómo comunicarnos cuando hablamos sin cesar y no dejamos espacio al otro? ¿Cómo compartir la vida con oídos saturados de autorreferencialidad? Tal vez la Navidad pueda devolvernos la capacidad de escuchar con el corazón.
  • Jesús vino para que los muertos resuciten. La cultura de la inmediatez ha ido diluyendo el horizonte de la eternidad; lo rápido ha simplificado y empobrecido los procesos humanos más profundos. El Niño indefenso del pesebre es el signo de un Dios que da vida, que resucita. ¿Cómo celebrar la Navidad si, cada año, Jesús queda relegado, olvidado, eclipsado por un árbol luminoso o por la figura de Papá Noel?
  • Jesús vino para que los pobres sean evangelizados. El Evangelio del Niño Jesús no es una tradición folclórica ni un rito vacío, sino la revelación del sentido último del pasado, del presente y del futuro. Pobres quienes no escuchan la fragilidad del Niño; pobres quienes opacan su vida; pobres quienes privan a los niños de su desarrollo integral: físico, intelectual, espiritual y afectivo.

Juan el Bautista es el mensajero anunciado: «Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare tu camino». Hoy, Juan sigue siendo el gran profeta que señala al Mesías, el hombre austero que nació grande para el Reino de Dios, recordándonos que la verdadera Navidad no consiste en esperar algo, sino en reconocer a Alguien.


Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 2-11

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle:

«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».

Jesús les respondió:

«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».

Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:

«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?

Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”.

En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».


domingo, 7 de diciembre de 2025

II Domingo de Adviento (A): “Juan Bautista: la voz que incomoda y libera”

“Está cerca el Reino de los cielos”

Juan el Bautista nos da la clave de cómo vivir este Adviento: con austeridad y con entusiasmo por un mundo nuevo.

Juan Bautista y el Niño Jesús

El Niño Jesús y san Juan Bautista niño. Anónimo. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

II Domingo de Adviento. Año litúrgico 2025–2026 – (Ciclo A)

¿Qué cosas son urgentes en tu vida?

De esa respuesta se revelan tus verdaderas prioridades.

Lo urgente no siempre es lo importante ni lo necesario.

Para celebrar de verdad necesitas vida, salud, paz.

Juan el Bautista confirma la urgencia de renovar la vida, de regresar a la amistad con Dios. Su austeridad le da la libertad para decir lo que considera importante para su pueblo, lo que es realmente necesario para vivir la vida con sentido.

Está cerca la venida de Jesús. Te propongo mirar algunas imágenes que nos trae el Evangelio según san Mateo:

1. La voz que grita en el desierto

Es la voz que clama en el desierto de los sordos. Jesús lo aclaró con fuerza: no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Allanar los senderos llenos de odio, de prejuicios, de indiferencia: esta es la tarea. Después del Covid-19 ha quedado una triste costumbre: evitar darse la mano de fraternidad y de paz.

2. La austeridad de Juan

Juan llevaba un vestido sencillo y una correa de cuero, se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Con la precariedad y dureza de su estilo de vida, su testimonio se veía bendecido y su credibilidad resultaba incómoda para muchos.

3. Un pueblo que busca vida nueva

Acudían a él, le confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

El testimonio del Bautista es impresionante, es fiable; sus palabras impactan a un pueblo desesperado por culpa de líderes corrosivos.

4. “¡Raza de víboras!”

Con esta expresión involucra a todo un grupo que se considera puro y heredero de la salvación, pero que vive de forma incoherente su condición de hijos de Abraham.

El pequeño poder que tienen les lleva a tener veneno en la boca y la frialdad para enrollarse en torno a sus víctimas y estrangularlas.

5. El hacha a la raíz

«Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles» que no dan fruto, como la higuera estéril o la vida carente de sentido.

Es necesario talar las ramas secas para el fuego.

Tú y yo esperamos no tener una vida seca que arde como simple combustible; esperamos ser árboles frondosos que dan fruto abundante.

6. Jesús y el bieldo en la mano

Jesús, con el bieldo (horqueta) en la mano, avienta al aire la cosecha para separar el trigo de la paja. Jesús te pone las cosas claras, te “zarandea”, te filtra como un cedazo, selecciona el buen trigo.

El Adviento es también poner ante Él nuestras gavillas: espigas, cosas secas, sin peso, que fueron importantes en su momento para que apareciera el grano de trigo.

Esta es la parte dolorosa: quemar lo que ya es solo paja. Si en algún momento fue necesaria para proteger el trigo, ahora la atención está en el grano que no muere, sino que produce fruto.

Que este Adviento nos encuentre dejándonos purificar por el Señor, para que, cuando llegue, encuentre en nosotros trigo bueno y abundante fruto de vida nueva.


Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 1-12

Por aquellos días, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando:

«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».

Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo: «Voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”».

Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.

Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:

«¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?

Dad el fruto que pide la conversión.

Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras.

Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego.

Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias.

Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.

Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».