sábado, 31 de julio de 2010

Domingo XVIII del tiempo ordinario - Ciclo C (Lucas 12, 13-21) - 1 de agosto de 2010

"... Pobre delante de Dios"

Nuestras conversaciones en torno a las ciudades en su mayoría tratan de los súper mercados, rara vez se escucha hablar de la inversión en salud o en educación. Los grandes mercados famosos en nuestro país parecen ser sinónimos de desarrollo, comodidad, capacidad de compra, éxito,...

Los mensajes publicitarios nos bombardean la idea de que el éxito se mide en tarjetas de crédito, en los puntos acumulados,… Realmente pueden hacernos sentir los divos o las divas de la farándula. Así, el éxito es la felicidad y depende de cuánto tienes, consumes y aparentas. No siempre la comodidad es sinónimo de dignidad.
Las empresas de seguros se llenan de dinero porque la mayoría de personas queremos asegurar nuestro futuro. Es común asegurar la salud, el carro, los inmuebles, hasta las mascotas. Con el espanto del seguro social las empresas privadas se presentan como la solución de vida, al respecto las historias decepcionantes son conocidas.

Muchas de las personas que se consideran exitosas giran su vida en función de cuánto ganan, de sus amistades “de clase”. Es más, intercambian agendas con personajes saludables, llenos de proyectos de cara al futuro: “'¿Qué haré? No tengo dónde guardar mi cosecha.' Y se dijo: 'Ya sé lo que voy a hacer. Derribaré mis graneros y levantaré otros más grandes, para guardar en ellos toda mi cosecha y todo lo que tengo. Luego me diré: Amigo, tienes muchas cosas guardadas para muchos años; descansa, come, bebe, goza de la vida.'”

Parece que todo lo dicho hasta el momento se centra en “vanidad de vanidades”. Cuidamos tanto nuestra vida y está muy bien hacerlo, pero sería mejor saber cómo vivirla. La vida es un regalo de Dios para compartirla, para ponerla al servicio de los demás. El servicio es el gran termómetro del sentido de la vida.

En el proyecto de la vida es imprescindible considerar la variable de la muerte. Es una variable que pone a prueba nuestra sensatez. La fragilidad de la existencia humana, y los valores profundos de la vida nos lleva a preguntarnos: ¿Cuál, donde, cómo, quién es nuestro tesoro?

Pero Dios le dijo: 'Necio, esta misma noche perderás la vida, y lo que tienes guardado, ¿para quién será?' Así le pasa al hombre que amontona riquezas para sí mismo, pero es pobre delante de Dios. (Lucas 12, 13-21).

RSD - CHIMBOTE

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sábado, 24 de julio de 2010

XVII Domingo del Tiempo Ordinario (25-7-2010)

¡Cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!

"¿Acaso alguno de ustedes, que sea padre, sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado, o de darle un alacrán cuando le pide un huevo?"

He visto a papá y mamá enternecerse con las escasas palabras de su nieta, celebran cuando la bebe es una especialista en lenguaje corporal y señala con su dedo lo que quiere, hace un “berrinche” si intentan cambiarle de tema, llora si no complacen su pedido.

La niña suele lograr lo que pide, su papá se encarga de enseñarle a decir “gracias”, ella no habla correctamente, pero sonríe y hasta regala un besito. Su mamá le va explicando que algunos pedidos son peligrosos, que le puede hacer daño a su todavía débil estómago.

La bebé ha logrado su pedido y no pasará mucho tiempo para expresar más peticiones. Su papá y mamá no cuentan sus peticiones, solamente celebran y buscan educar esta capacidad.

Los brazos que la cargan, las manos que la sujetan para caminar juntos y a su ritmo están llenos de ternura, vigilantes y estimuladores. Aunque la bebe da pasos inseguros va confiando más en quien la sostiene.

Los tíos y las tías nos emocionamos cuando hablamos de los sobrinos, pero si de “pedigüeños” se trata, lo hacemos todos y cada día, nos comportamos como la bebé, confiamos y estamos seguros en las manos y la voluntad de un Padre generoso y amoroso.

Es importante expresar lo que queremos, insistir en nuestras peticiones y también dar gracias. En nuestras oraciones al pedir a Dios muchas cosas expresamos que necesitamos de él y nos abrimos a procurar el pan y la Palabra para la familia humana.

Somos una expresión del amor de nuestros padres; somos también, en el diario vivir, una expresión del amor y comunicación con nuestro Padre.

Domingo XVI del tiempo ordinario

Ciclo C (Lucas 10, 38-42)
18 de julio de 2010

"Solo una cosa es necesaria"


Cada día quieren medir lo que hacemos por los resultados, es difícil contentar o ver logrados los objetivos salvo cuando se trata de algo que se mide científicamente, por ejemplo: una filetera que cumplió su tarea de filetear 50 kilos, o un pescador que llenó su bodega con las toneladas permitidas. Para muchos puede ser “lo único necesario”.

Sin embargo, si cada día vemos así los resultados, las personas son tratadas como máquinas. Si todo el día y los días pasan con trabajo, trabajo, trabajo,… terminarás estresado. Por eso es necesario darle tiempo a vivir, a los sentimientos de afecto con los seres más cercanos. El trabajo y el descanso, las ocupaciones y los momentos de ocio van integrándose y fortaleciendo las emociones, sentimientos y proyectos.

Como no todo es trabajo, entonces pongamos un ejemplo de viajero o viajeros.

Cuando vamos de viaje queremos quedarnos junto a los amigos, de paso nos ahorramos el hospedaje y fortalecemos los lazos de amistad. Los amigos procuran ofrecernos lo mejor, escuchan, preguntan, celebran. Sobre todo, el interés se pone en el visitante que es atendido y se siente escuchado; las buenas noticias, los recuerdos y su misma presencia hace que el hogar ya sea distinto; que Dios pase por nuestra casa de seguro la hace distinta y aún más si pasa por nuestra vida.

En estos actos de amistad nadie se guarda para sí la bondad, se la comunica. El amor no sólo se dice sino que también se actúa, el amor inoperativo es egoísta; sin la fe o sin las obras el evangelio termina siendo una ideología y, por tanto, excluyente. Para saber qué quiere, piensa y siente el visitante es fundamental escucharlo y también atenderlo, acogerlo; se ve mal pedirle que espere porque estás ocupado.

Finalmente, escuchar al visitante es lo único necesario para poder darle una respuesta operativa e ir al fondo, para distinguir entre lo necesario y lo útil, entre o esencial y lo accidental. El visitante se ha dado un tiempo para nosotros, nos quiere amigos, con espíritu de Dios y espíritu de servicio, es una equivocación servir sin Dios.


VER: http://www.youtube.com/watch?v=vP55ZRLyU2o

domingo, 11 de julio de 2010

Domingo XV del Tiempo Ordinario. Ciclo C (Lucas 10, 25-27). 11 de julio de 2010

“Pues ve y haz tú lo mismo”

Algunas noches me pongo frente al televisor, poderosa ventana por la que entran los mensajes de algunos nuevos empresarios (políticos) que hablan de honradez, trabajo,… también los diferentes criterios de hacer periodismo, de presentar y tratar las noticias. Pasivo ante tal herramienta de masificación y dando vueltas mentales, sin duda, considero que los mandamientos son cada día más urgentes. Por ejemplo, suena: “no jurar en falso, no matar, no levantar falsos testimonios, no tener comportamientos deshonestos,…”

En la cultura judía, los mandamientos tenían implicancias civiles, no tienen el sentido de prohibiciones, pero lo entendemos mejor si recordamos que estos mandamientos los da Dios a Moisés en el Monte Sinaí, pero después de que el pueblo ha tenido la experiencia de la esclavitud del Faraón de Egipto.

Los mandamientos, son palabras para acercarse a Dios y a los demás, para hacerse cada vez más libres, o como se dice “caminar con la cabeza en alto”. Por ejemplo: ¿Quien impone su voluntad caprichosa, explota laboralmente a la comunidad sin darle el descanso al que tiene derecho, abusa de las mujeres, se apropiaba de sus bienes,... se sentirá libre?

Es claro, entonces, que amar a Dios y al prójimo con toda el alma, el corazón y la mente nos hace libres. Sin embargo, como siempre queremos “escurrirnos” astutamente, podemos caer en la crítica agresiva a los demás, culparles. Es común que muchos hablen mal de los demás para indirectamente presentarse como los buenos. No des vueltas sazonando la negatividad contra las personas. Actúa sin límites a favor de los demás como te gustaría que lo hagan contigo. “'ama a tu prójimo como a ti mismo”

Jesús, se encuentra con un experto Maestro de la Ley que dice no saber quién es su prójimo. Le cuenta la parábola del Buen Samaritano que sorprende con un giro en donde el herido es el que va sanar al samaritano. Muchos podemos estar heridos en el camino, el problema no son las heridas, sino evitar que nos curen. ¿Cuánto cambiaría nuestra vida si nuestro prójimo sería Jesús? Prójimo, cercano, más próximo a nosotros.

Siguiendo el ejemplo de la “caja boba”(TV), sigo creyendo que cada vez necesitamos de mensajes que se sintetizan en: Ama a tu prójimo como a ti mismo… Pues ve y haz tú lo mismo.

lunes, 5 de julio de 2010

Domingo XIV del tiempo ordinario – Ciclo C (Lucas 10, 1-12.17-20) – 4 de julio de 2010

“El reino de Dios ya está cerca de ustedes”

Miles de años y los efectos de la naturaleza permitieron el regalo de un mar generoso en la costa norte peruana. Daba para todos. Si sin sembrar cada mañana el pescador va a cosechar entonces es un auténtico regalo de Dios. La pesca era abundante, vinieron pescadores de todos lados, se necesitaba de una nueva cultura. Se pudo sentir “yo haré correr hacia ella, como un río la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones” (Is 66, 10-14).

Pero en la vida la generosidad también significa ser agradecidos, cuidar el regalo. La gloria no está en la riqueza obtenida con facilidad, sino en ser nueva creatura, en renovarse siempre, en emprender proyectos que tengan sentido generoso, donador de vida y alegría.

La generosidad no tiene fronteras, es universal, para todos. La universalidad trae una misión personal, un desafío comunitario. Por ejemplo, en la actualidad los pescadores jubilados no reciben su salario, la institución orientada a defenderlos termino siendo como un lobo que le roba sus ahorros, sus salarios, el pan de cada día. ¿Qué hacer en medio de lobos que se apoderaron del dinero, con aquellos que negocian los casos de los pescadores?

En este contexto de generosidad y egoísmo las injusticias hacen preveer un monumental atropello a los menos favorecidos. ¿Qué harías si vieras a tu padre pidiendo limosna en la calle, enferma y golpeada? ¿Acaso no donaron su vida a pescar y no aportaron? Un pescador jubilado no está pidiendo favores, sino justicia; no pide una migaja, sino lo que él aportó con el sudor de su frente.

Es un caso concreto, en el cual se necesita de gente que no tenga alforja en su conciencia y una bolsa para meter todo lo que pueda, no se requiere de alguien que vista el mejor zapato y pise los derechos de quienes debería defender. Se requiere de alguien que no se gloríe sino en la cruz de la justicia y el trato humano.

El evangelio nos asegura que con la paz, el amor y la justicia “hasta los demonios se someten en nombre de Cristo”. Necesitamos de alguien que luche como Cristo para estar con Cristo. Más que alegrarse por el bien que hace o porque quedó bien ante los medios de comunicación, la alegría es porque nuestra vida se inscribe en el cielo, se dona como Cristo y da frutos abundantes que alimentan el desarrollo humano.

Radio Santo Domingo te ofrece un Video sobre el evangelio, míralo es interesante.