Homilía y Reflexión

Homilía para "Reflexionar la vida terrena a la luz de la Sagrada Escritura"

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“Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”

Jesús no solo cura, también salva. Diez leprosos fueron sanados, pero solo uno regresó agradecido, descubriendo en Jesús al Salvador. La verdadera fe no se queda en recibir favores, sino que nace de la gratitud y se arraiga en el amor que transforma la vida. La pregunta queda abierta: ¿nos conformamos con ser curados… o buscamos también ser salvados?


Jesus Healing the Leper by Jean-Marie Melchior Doze

XXVIII Domingo del tiempo ordinario (C) 


Ser curado y no salvado

Durante la etapa más dura de la pandemia del Covid-19, cuando la muerte golpeaba con más fuerza, muchos no podían dar cristiana sepultura a sus seres queridos. Aun con el dolor en el corazón, se comprendía a quienes no reclamaban el cuerpo de un familiar por miedo al contagio. Aquella experiencia nos dejó una herencia: hoy somos más cautelosos para dar la mano o un abrazo fraterno. La prevención, necesaria en su momento, se convirtió poco a poco en hábito. Pero también, sin darnos cuenta, fue abriendo paso a otra pandemia silenciosa: la soledad; evitar a los demás.


Jesús y los leprosos

¿Qué escandalizó en la relación de Jesús con los leprosos?

Que no los saludaba desde la distancia de un altar, ni subido a una roca, ni desde la altura de su majestad divina. Jesús se acercaba. Escuchaba el grito de los leprosos y respondía. Era el Pastor que huele a oveja, el que no teme mancharse con la miseria de los suyos.

Cada uno de nosotros puede identificarse con aquellos leprosos y gritar: “Jesús, ten compasión de mí”. Y lo asombroso es que Él viene, escucha, habla contigo, te muestra un camino de sanación y después te deja libre. No te obliga a ser agradecido. Simplemente te devuelve la dignidad, te incluye.


¿Qué significa ser sanado por Jesús?

Significa recuperar la igualdad perdida, volver a ser parte de la familia, de la comunidad, de la asamblea. Es volver a tener lugar en la sociedad y ante Dios.

Los discípulos de Jesús también necesitaban aprender esto. Querían orar mejor, tener más fe, seguir al Maestro, pero muchas veces lo hacían de forma mecánica, sin comprender a fondo. El evangelio los coloca en camino, no desde Galilea hacia Samaria, sino al revés: primero Samaria, luego Galilea. Como si dijera: el verdadero camino del discipulado empieza en la periferia, en la tierra de los despreciados, en los que adoran a Dios en otro monte.

Así, los discípulos —y nosotros— estamos llamados a aprender de la fe confiada de los leprosos y de la gratitud inesperada del samaritano.


Nueve curados, uno salvado

La pregunta resuena: ¿Solo uno volvió agradecido?

Nuestro prejuicio rápido juzga a los nueve ingratos. Pero el texto nos invita a mirar más profundo. Jesús mismo, el único Salvador, caminaba espiritualmente solo, sus discípulos no comprendían bien su misión en Jerusalén. Los nueve cumplían la Ley, volvían a los suyos, seguían su tradición. Pero lo hacían desde prejuicios que, aun sanados, no les permitían reconocer al Salvador.

Solo uno rompió esquemas. Volvió sobre sus pasos, se arrodilló, alabó a Dios y reconoció en Jesús no solo a un sanador, sino al Hijo de Dios. Fue curado, sí, pero sobre todo fue salvado.

Y aquí se nos plantea la pregunta incómoda:

- ¿Somos de los que reciben favores pero se olvidan del Dador?

- ¿De los que han sido curados, pero no buscan la salvación?

- ¿O de los que, agradecidos, reconocen en Jesús al Salvador y abren la vida a su amor?


La lepra de hoy

Te suena: evitar a los demás, auto-referencia, corrupción,... La lepra no siempre es visible. A veces se manifiesta en heridas interiores: baja autoestima, soledad, depresión, incapacidad de creer en nosotros mismos. Otras veces somos nosotros quienes “leprosamos” a los demás con miradas que juzgan, con comunidades que marginan, con estructuras religiosas que prefieren la tradición muerta al soplo del Espíritu, o incluso, las que han perdido el mínimo espíritu original.

Lo triste es que, en el camino de Samaria a Galilea, los que se llaman creyentes muchas veces han ahogado el oxígeno de la fe viva bajo el peso de lo acostumbrado: “siempre se ha hecho así”. Jesús, en cambio, abre caminos nuevos.


Encontrarse con Cristo en la lepra

“Y le salieron al encuentro unos leprosos” (Lc 17,12). En otra ocasión, “Jesús tocó al leproso” (Lc 5,13). Él se deja encontrar en el umbral más oscuro del sufrimiento humano. Desde la cruz, nos invita a buscar su rostro en los enfermos, en los descartados, en quienes sufren.

San Juan Pablo II lo decía con fuerza: el ejemplo de Cristo debe animarnos a perseverar en la cercanía, incluso allí donde el miedo o los prejuicios levantan muros. Aunque nuestros esfuerzos parezcan inútiles, no debemos desistir. El grito de los leprosos —“¡Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros!”— sigue resonando hoy en tantas formas de exclusión.

La pregunta final queda abierta para nosotros:

¿Queremos ser solo curados… o también salvados?

 

 Palabra del Papa Benedicto XVI

“Ante todo, nos permite pensar en dos grados de curación:  uno, más superficial, concierne al cuerpo; el otro, más profundo, afecta a lo más íntimo de la persona, a lo que la Biblia llama el "corazón", y desde allí se irradia a toda la existencia. La curación completa y radical es la "salvación". Incluso el lenguaje común, distinguiendo entre "salud" y "salvación", nos ayuda a comprender que la salvación es mucho más que la salud; en efecto, es una vida nueva, plena, definitiva.”

Benedicto XVI - Ángelus - Plaza de San Pedro - Domingo 14 de octubre de 2007

 

Evangelio según Lucas - Lucas 17, 11-19

En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.

Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.

Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?” Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.

Pintura:

  • Jesús sanando al leproso

  • Jesus sana al leproso



“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”

La fe auténtica convierte lo imposible en posible y da sentido al servicio sin recompensa. Ser “siervos inútiles” es aprender a amar sin esperar, confiando en que Dios hace fecundo lo pequeño.
Jesús Servido

Cristo servido por ángeles. Coello, Claudio. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

XXVII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

Lo imposible de la religión: “sin fe”

Acércate a Dios y atrévete a pedirle lo imposible. ¡Es tu oportunidad!
Jesús dice que basta una fe del tamaño de una semilla de mostaza para mover montañas. Parece absurdo: ¿quién podría ordenar a un árbol que se arranque y se plante en el mar? Sabemos que en el agua salada hay vida, pero no es el lugar natural de los árboles frondosos. Sin embargo, el Evangelio no habla de botánica, sino de confianza: la fe hace posible lo que parece inverosímil.

Un servidor que no espera recompensa

La misión del servidor es servir; la del amo ser servido.Cada uno cumple su papel sin conflicto. Pero enseguida surgen las objeciones: ¿no somos todos iguales?, ¿no debe el amo servir también?, ¿no sería justo recibir una recompensa?, (escribe si se te ocurre otras).
Estas preguntas revelan nuestra tensión interior entre el mérito y la gratuidad. Jesús nos propone otra lógica: servir sin calcular, amar sin esperar, trabajar sin reclamar.

Lo inusual, ¿tiene sentido?

Si al caer la noche sientes que has hecho lo que debías, y estás en paz con Dios, con los demás y con la casa común, entonces saboreas la alegría del deber cumplido.
El ruido de sentirte “siervo inútil” se apaga. Descubres que, aunque parezca poco, has respondido al llamado que Dios te confió.
De servicio en servicio, de gracia en gracia, aprendes a vivir sin esperar nada del amo… porque, en el fondo, ya lo tienes todo.

Siervos inútiles, inolvidables

Piensa en aquel día en que volviste cansado y tu madre, también agotada, te ofreció una cena caliente.
O en esa persona que te dio una palabra, un pan o un gesto, sin obligación ni recompensa. Fue un “siervo inútil” a los ojos del mundo, pero muy útil en el corazón de Dios.
Tal vez tú también lo has sido, cada vez que sirves desde la fe y confías que una pequeña semilla puede mover montañas. Que esa fe pequeña te puede llevar a gozar del Reino de los cielos.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 17, 5-10

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».

“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”

Un hombre rico ignoró a Lázaro: no compartió su pan, no alivió sus heridas, no lo miró como hermano. Lázaro fue su oportunidad de acortar distancias y ganar la vida eterna, pero su indiferencia cerró el futuro.

Lázaro y el rico Epulón

Lázaro y el rico Epulón. Bassano Leandro.

XXVI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

El cuadro de Leandro Bassano muestra a Lázaro, los perros le están lamiendo sus llagas, desde una esquina mira el resto del cuadro concentrado en la comida, la bebida, la música, con sus miradas en sus propios quehaceres, con vestimentas elegantes, ningún ojo se dirige a Lázaro.

Los ricos siempre negocian

La riqueza se protege y se multiplica, genera poder y abre puertas. El rico de la parábola quiso seguir negociando incluso después de la muerte: primero pidiendo un alivio personal, luego un favor para sus hermanos. No entendió que la vida eterna no se compra, se construye con compasión y justicia.

El rico es culpable de indiferencia

No es la riqueza en sí el problema, sino la indiferencia. Lázaro, el pobre, fue reconocido en la tierra y en el cielo. El rico conocía su nombre, pero lo usó solo cuando le convenía. El abismo que lo separaba de Lázaro era el reflejo de un corazón endurecido: entre su mesa llena y el hambre ajena, entre el egoísmo y la misericordia, entre el tormento y la paz.

Los abismos actuales

Hoy también hay abismos: entre ricos y pobres, entre educación de calidad y abandono, entre acceso a la salud y exclusión, entre quienes promueven la paz y quienes alimentan la guerra, entre quienes cuidan la casa común y quienes la destruyen por ambición. Todos nacen de la misma raíz: indiferencia, egoísmo y fe superficial.

El desafío

Lázaro tiene nombre. Es tu vecino, tu compañero de trabajo, el migrante que cruza la calle, la familia que no llega a fin de mes. No podemos resolver toda la pobreza del mundo, pero sí podemos superar el individualismo y compartir nuestro pan, nuestra escucha, nuestra fe. Esa es la forma de tender puentes donde hoy hay abismos.

Palabra del Papa Francisco

"Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida. La primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo. Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil. Pero para hacer esto hay que tomar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del hombre rico."

Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2017


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.

Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.

Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.

Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:

“Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.

Pero Abrahán le dijo:

“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.

Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.

Él dijo:

“Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.

Abrahán le dice:

“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.

Pero él le dijo:

“No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.

Abrahán le dijo:

“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».


“Si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?”

Hoy un administrador está en crisis al saber que perderá el trabajo y la reputación (ya venida a menos), se ingenia humanizándose a base de actos de misericordia y justicia. Administrar todo el tesoro regalado por Dios es nuestro desafío personal. 

Administrador astuto

Grabado de la parábola por Jan Luyken
XXV Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

El administrador en crisis

El evangelio nos presenta a un administrador que, al descubrir que perderá su trabajo y su reputación, se ingenia un plan. No busca salvarse con más trampas ni con más poder, sino que empieza a humanizarse a través de gestos de misericordia y justicia. En medio de la crisis, opta por un cambio de rumbo.

Administradores deshonestos

A lo largo de la historia, hemos conocido demasiados ejemplos de administradores corruptos: desde quienes desangran el tesoro público hasta los “ladroncillos” en comunidades pequeñas. El gran pecado es siempre el mismo: robar lo que pertenece a los pobres y a los bienes comunes.

Robar no siempre significa meter la mano en una caja fuerte. También se roba cuando se manipulan los precios, se sobrevaloran proyectos, se busca favorecer a unos pocos a costa de muchos. Algunos aparentan ser hábiles: siempre tienen pérdidas hasta que sienten peligrar su puesto, y de repente aparecen mágicamente las ganancias. Sagaces sí, pero en la mentira, una política falsa y complicidad implícita.

La sagacidad del Evangelio

Por eso la parábola resulta desconcertante: ¿cómo un administrador tramposo puede servir de ejemplo? Jesús no alaba la corrupción, sino la sagacidad puesta al servicio de un nuevo horizonte. El administrador descubre que lo único que puede garantizar su futuro no es el dinero acumulado, sino las relaciones humanas, la misericordia, la amistad.
Jesús nos muestra que la sagacidad, la inteligencia práctica, debe ir unida a la justicia y a la solidaridad. El verdadero administrador es aquel que, en vez de encerrarse en la avaricia, se abre al perdón, al servicio, a la generosidad.

Dios, el verdadero Dueño

El Dueño de la parábola es Dios mismo, que nos ha confiado todo: la creación, la inteligencia, los sentidos, la vida, el prójimo, los bienes materiales y espirituales. La gran pregunta es inevitable:
¿Qué clase de administrador soy de lo que Dios me ha confiado?
¿Me mueven la avaricia, la ambición y el egoísmo, o la generosidad, la justicia y el servicio?
Un día el Dueño pedirá cuentas. Entonces no servirán las acumulaciones ni las excusas. Lo único que tendrá valor será la fidelidad en lo pequeño, la capacidad de haber administrado con justicia, la huella de misericordia que dejamos en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad.

Una pregunta para el corazón

Hoy el Evangelio nos deja una cuestión sencilla y al mismo tiempo radical:
¿Cuáles son los intereses que guían la administración de mi vida?
 

Palabra del Papa Benedicto XVI

"La lógica del lucro aumenta la desproporción entre pobres y ricos, así como una explotación dañina del planeta. Por el contrario, cuando prevalece la lógica del compartir y de la solidaridad, se puede corregir la ruta y orientarla hacia un desarrollo equitativo, para el bien común de todos.
En el fondo, se trata de la decisión entre el egoísmo y el amor, entre la justicia y la injusticia; en definitiva, entre Dios y Satanás. (…) Hoy, como ayer, la vida del cristiano exige valentía para ir contra corriente, para amar como Jesús, que llegó incluso al sacrificio de sí mismo en la cruz. Así pues, parafraseando una reflexión de san Agustín, podríamos decir que por medio de las riquezas terrenas debemos conseguir las verdaderas y eternas. En efecto, si existen personas dispuestas a todo tipo de injusticias con tal de obtener un bienestar material siempre aleatorio, ¡cuánto más nosotros, los cristianos, deberíamos preocuparnos de proveer a nuestra felicidad eterna con los bienes de esta tierra! ".

 

(Benedicto XVI – Celebración eucarística en la Plaza delante de la Catedral de Velletri en ocasión de la Visita Pastoral a la diócesis suburbicaria de Velletri-Segni, 23 de septiembre de 2007) 
 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 16, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.
El administrador se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a hacer, pus mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a mi amo?”.
Este respondió:
“Cien barriles de aceite”.
Él le dijo:
“Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.
Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”.
Él contestó:
“Cien fanegas de trigo”.
Le dijo:
“Aquí está tu recibo, escribe ochenta”.
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.
Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es de fiar en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».

"Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él"


En una fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el Papa Francisco advirtió recordando que “la cruz es un misterio de amor” y que no puede haber “Cristo sin cruz” ni “cruz sin Cristo”. La cruz de Cristo es el camino de salvación, a nadie le gusta el dolor, pero es parte del camino de la vida.

Nicodemo
Christ talking with Nicodemus at night (Christus onderwijst Nicodemus)


Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

El amor crucificado es glorificado

La noche de la conversación

Al caer la jornada, bajo el amparo de la noche, puede abrirse un camino: una luz al final del túnel. Aunque el corazón cargue oscuridades, la intuición busca la verdad. La noche inspira a poetas y místicos; aclara conflictos, fortalece decisiones. Para Nicodemo, sin embargo, la noche es un manto de anonimato: le protege de las críticas de sus compañeros de culto. Descubrirlo en diálogo con Jesús sería leña para la hoguera de la marginación. Pero, en esa oscuridad, la prudencia es iluminada por la luz de Cristo.

La conversación sobre la salvación

Jesús ofrece una cátedra de salvación: ya no es una serpiente de bronce la que sana, sino una cruz; ya no es un animal sacrificado el que salva, sino el mismo Hijo de Dios. En consecuencia, el camino de la salvación es Cristo.

Nuestra mirada en la serpiente o en Cristo

Nicodemo comienza a descubrir los signos de la salvación. Tú y yo también conocemos esos caminos, pero el desafío es recorrerlos. Admiramos la tradición cristiana, valoramos sus signos, pero a menudo nos resistimos a disipar nuestras oscuridades. La noche permanece cargada de dudas, pesares y tristezas. Falta valentía para iluminar las sombras y vencer la pereza espiritual. El riesgo es terminar confiando más en la serpiente que en Cristo.

El amor y el rechazo

He escuchado a psicólogos describir a los narcisistas: hacen creer que aman para manipular, calculan cómo dominar, disfrutan del sufrimiento ajeno, se irritan con los éxitos de los demás y siembran discordias en los campos de la paz. Conscientes de sus maldades, incluso las celebran, pero niegan su condición. Juegan con el amor y el rechazo como si fuese un entretenimiento, pero es una jaula peligrosa e insuperable.

Quizás te preguntes si alguna de estas actitudes no toca también tu vida, o si reconoces en otros tales rasgos. El mundo, cada vez más narcisista, se regodea en la guerra, pierde la compasión, posee toda la información pero actúa como ignorante. Este mundo, amado por Dios, rechazó al Hijo de Dios; recibió el amor y sin embargo lo crucificó.

Si Dios no vino a condenar sino a salvar, ¿qué te impide ser hoy motivo de salvación y no de condenación?

Feliz cumpleaños Papa Leon XIV

Que sigan vivas las esperanzas, la oración por la paz, el amor a los pobres y siga construyendo puentes de diálogo. 70 años al servicio y esperamos siga festejando muchos años más.

Palabra del papa Francisco

"¿El Cristo crucificado, para mí, es un misterio de amor? ¿Sigo a Jesús sin cruz, como a un maestro espiritual que sólo me llena de consuelos y buenos consejos? ¿O sigo la cruz sin Jesús, cayendo en un masoquismo espiritual? ¿Me dejo llevar por este misterio de descenso, de vaciamiento total y de elevación del Señor?".

El Papa concluye invitándonos a pedir en la oración: "Que el Señor nos dé la gracia, no de entender, sino de entrar en este misterio de amor, con el corazón, con la mente, con el cuerpo, con todo el ser. Y entenderemos, aunque sea un poco".

Vaticano, 14 de septiembre dee 2017

 https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2017/documents/papa-francesco-cotidie_20170914_dos-tentaciones.html

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».


“Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”

Se empieza voluntariamente, pero sin la motivación divina no se puede avanzar. Antes de iniciar, es necesario tener claro un objetivo y una meta: por dónde, cómo, cuándo y con quién caminar. En esa jerarquía, todo comienza con Jesús mismo. Hoy, Pier Giorgio Frassati será proclamado Santo por el Papa León XIV, un joven que nos motiva a ser mejores personas.

"De ti mismo no harás nada, pero si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, entonces alcanzarás al meta" (Pier Giorgio Frassati)


Michelangelo - Creation of Adam (cropped)

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Año litúrgico 2024-2025 (Ciclo C)

La cruz del discípulo

Todos somos discípulos, sin duda, aunque con muchas postergaciones. No se trata de abrir controversias sobre el discipulado, pero en esta línea del Evangelio de Lucas, el verdadero discípulo tiene a Jesús a la cabeza de todas sus preferencias.

La importancia del padre, de la madre o de la familia debe ser, en cierto sentido, pospuesta. El mismo Jesús, en su vida terrena, no apartó a su madre, que lo acompañó fielmente con el corazón traspasado; junto a su Hijo y a los discípulos, también nos acompaña a nosotros. Ella es imagen de la verdadera discípula: con la cruz a cuestas, al lado de Jesús. Su ejemplo nos abre a la magnitud interior de la fe, al peso de la cruz y a la fuerza necesaria para cargarla, sostenidos por el amor a la justicia, a la paz y a la vida.

La cruz del discípulo puede expresarse en continuas renuncias: el servicio a los demás, el cuidado de los Cristos sufrientes, el estudio de la Palabra, el tiempo para la formación espiritual, la perseverancia en la oración y el deseo de profundizar en la fe y en la vida cristiana.

"Mamá, hay un pobre que tiene hambre, y papá no le ha dado de comer, quizá Jesús nos lo ha enviado" (Pier Giorgio Frassati)

Procrastinación espiritual

La vida espiritual puede ser escasa, aparente o dispersa. No es un momento romántico ni fantasioso, lleno de velas y aromas. La espiritualidad verdadera exige disciplina, voluntad y constancia. No siempre se recorre entre dulzuras; muchas veces está marcada por la sequedad, la ansiedad y el cansancio. Esa sensación de estancamiento y frustración solo puede sostenerse con los dones de Dios: sabiduría, paciencia, perseverancia, esperanza y fe.

"Prefiero llevar yo mismo los paquetes a los pobres, pues así puedo infundirles ánimos y darles esperanzas" (Pier Giorgio Frassati)

Terminar lo iniciado

Si quieres construir una torre, calcula antes los gastos; así evitarás que otros se burlen de tus ideales y, en cambio, te respeten por lo que eres y lo que logras. Ahora bien, si lo miras desde la ansiedad, la depresión o el trastorno por déficit de atención (TDAH), puede ocurrir que empieces con entusiasmo pero no concluyas. Seguir a Jesús implica ir más allá del entusiasmo inicial: se trata de la vida misma, de los sueños futuros, de las alegrías y de las cruces de la pasión.

"Me gustaría ser viejo para ir al cielo más rápidamente" (Pier Giorgio Frassati)

La paz frente al conflicto

Busca la paz, porque pelear solo desgasta. En tiempos de Jesús, las guerras se calculaban antes de iniciarlas, procurando que fueran “ganables”. Hoy las batallas se libran con drones, inteligencia artificial e inversiones. Pero también existen guerras invisibles y profundas: orgullos, mentiras, soberbias y egos que matan al prójimo sin dejar rastro de lágrimas.

"La sociedad moderna se hunde en los dolores de las pasiones humanas y se aleja de tod ideal, de amor y paz" (Pier Giorgio Frassati)

Renunciar a los bienes

¿Cómo pedir renuncia a los bienes a quien vive solo para acumular: trabaja horas extras, sacrifica a su familia, come mal para ahorrar, no comparte e incluso roba con tal de no gastar?

El trabajo es justo y debe garantizar dignidad, pero hay valores más altos que las posesiones. La verdadera humanidad se descubre en la capacidad de compartir, en la sencillez y en la fraternidad. No se trata de promover la pobreza —eso sería lo más anticristiano—, sino de superar la obsesión por tener.

Cuando la vida se centra únicamente en poseer, se pierde el ser: no hay sal, ni luz, ni Dios. El Evangelio nos invita a pasar del “tener” al “ser”, colocando a Jesús en el centro. Así se descubre la alegría auténtica: sin coronas de esmeraldas, sin maquillaje, sin filtros, pero llena de luz y confianza.

"Vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, sin mantener una lucha por la verdad no es vivir, sino ir tirando" (Pier Giorgio Frassati)

Conclusión

Postergar a Jesús significa relegarlo de nuestra existencia. Y cuando lo anulamos, se resquebraja el fundamento de la creación, se desdibuja la imagen de Dios y se llenan de tristeza nuestros amaneceres y atardeceres.

Palabra del Papa Francisco:

El beato Pier Giorgio Frassati, que era joven, decía que hay que vivir, no sobrevivir. Los mediocres sobreviven. Vivir con la fuerza de la vida. Hay que pedir al Padre celestial para los jóvenes de hoy el don de la sana inquietud. Pero, en casa, en sus hogares, en cada familia, cuando ven a un joven que se pasa todo el día sentado, a veces mamá y papá piensan: «Pero este está enfermo, le pasa algo», y lo llevan al médico. La vida del joven es seguir adelante, estar inquieto, la sana inquietud, la capacidad de no conformarse con una vida sin belleza, sin color. Si los jóvenes no tienen hambre de vida auténtica, me pregunto, ¿adónde irá la humanidad? ¿Adónde irá la humanidad con jóvenes tranquilos y no inquietos?

(Catequesis, 13 de junio de 2023)


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:

«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.

Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?

No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:

“Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.

¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?

Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.

Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».


Foto en: la creación (capilla Sixtina)


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Hola, soy Javier Abanto. Escribo reflexiones, vivencias y anécdotas. Publico artículos de teólogos y poetas. Estudie teología y comunicación. Desde el 2005 me dediqué a la docencia universitaria y a la gerencia de emisoras de corte cultural y religioso. La vida necesita de alegría y esperanza. Necesitamos a Dios en nuestra vida.
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¿Qué es "Luciérnaga"?

"Luciérnaga" Surge para expresarme de manera sencilla. Las luciérnagas remiten a mi origen rural - andino. Son visibles al caer la noche y hacen volar la imaginación con sus luces intermitentes, propias y naturales.

Luciérnaga se dirige a las personas de buena voluntad que buscan vivir con justicia y paz. Necesitamos del humor y la alegría. Y, sin duda, el mundo necesita de Dios.

Gracias por leer y compartir, no olvides comentar.

Javier Abanto Silva
javierabantosilva@gmail.com

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