Homilía y Reflexión

Homilía para "Reflexionar la vida terrena a la luz de la Sagrada Escritura"

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Fe y Razón, fortaleza y arrojo

Tu fe se puede parecer a la de Pedro o a la de Juan. Tú verás.

Pedro es pescador, espontáneo, efusivo, apasionado, adulto, con equivocaciones, Jesús mismo lo exalta y luego le llama “Satanás”. Capaz de reconocer al Mesías y no entender el lenguaje. Dice amar a Jesús y luego le niega. Parece que ya nos vamos pareciendo. Es una piedra.

Pablo persigue a Jesús, busca castigar a los cristianos, como para Dios no hay nada ni nadie imposible le convierte en su seguidor. No conoce directamente a Jesús como San Pedro, pero con la experiencia le basta. Es instruido por el maestro Gamaliel y conoce la Torá. Sus viajes y sus cartas son un “arrojarse” a la misión, al servicio, con un lenguaje cercano y coloquial. Procura siempre la comunión, tiene las palabras fundamentales de la eucaristía.

Ambos creen en el mismo Dios, siguen a Jesucristo, son columnas del anuncio del evangelio, mueren mártires en Roma.

Pedro está en un contexto judío y Pablo en el pagano. Tenemos la mejor noticia para los cristianos y no cristianos, para los tradicionales y los modernos, para los conservadores y liberales, pero lo más digno de todo es para todos los bautizados: Jesús es vida, ha resucitado.

No hay fronteras, la globalización del evangelio se inició mucho antes. Con los adelantos científicos tenemos ventajas para la óptima comunicación, el diálogo, el respeto. ¿Por qué en los conflictos sociales no tienen en cuenta la unión, el diálogo, el respeto a las otras culturas, otros lenguajes,…? San Pablo organiza una colecta no tanto por la cantidad sino para mejorar la convivencia entre cristianos provenientes del paganismo y los del judaísmo.

La espiritualidad de estos dos seguidores cautiva. Palabras como: “Sí te amo”, “Señor sálvame”, “Tú eres el Mesías”, “Me quedaré contigo aunque tenga que dar la vida “, “no lo conozco”.

Pedro y Pablo, ambos en su experiencia lloran, ríen, se molestan, llaman la atención, son puro corazón, son perseguidos, les levantan falsos testimonios, son fortalecidos con la oración de la iglesia, están en la cárcel, …. ¿Te sigues pareciendo?

En realidad ¿me parezco?, pero quisiera identificar más claramente la espiritualidad para acercarse al debate de la fe y la razón, mejor dicho al complemento.



“Yo soy el pan vivo”
El pan nos alimenta cada día, aunque los nutricionistas nos prohíban, nos ingeniamos para comerlo. El pan de cada día es una súplica constante en el corazón de una madre y de un padre. El pan si sube de precio entristece a todos, aun más cuando se pierde. Comer el pan de los pobres es un pecado grave. Comer el pan con el sudor del “del frente” es de sinvergüenzas. El olor que desparrama al amanecer o al ocaso abre el apetito y nos remonta al seno familiar.

Estas características del pan cotidiano reflejan tenuemente al “Pan vivo”. ¿Qué nos quiere decir con: “Yo soy el pan vivo”?

En el camino por el desierto, los israelitas comieron el “maná”, al cual lo llamaron “alimento divino en el desierto”. Sin el maná habrían perdido vida, además sólo servía para el día, con el calor se pudría. Está unido al camino hacia la libertad, a la comida para vivir, a la esperanza firme en que la providencia les dará de comer mañana. A la memoria para no olvidarse del Dios que no se olvida, protege y acompaña.

Así el maná es como el pan, dispensa vida y es bajado del cielo. Características de Jesucristo, con la peculiaridad de que él no se pudre sino que es eterno; sacia el hambre de Dios. Se hace pan para poder garantizarnos el alimento de cada día.

Pero hay algo más: comer su cuerpo y beber su sangre significa ganarse la vida eterna. Más allá de comer y beber nos implica, nos dona su vida para que la nuestra se parezca a la de él. Es habitar en Jesucristo y él habita en nosotros.

Por eso ¿Dónde habitas Señor? ¿El “Pan vivo” me alimenta? ¿Ser como Cristo significará también sufrir como él? Podemos preguntarles a los cuerpos que están esperando una trasfusión sanguínea para vivir, a quienes cada día analizan su sangre para ver qué harán en los próximos minutos. Los cuerpos inmóviles de niños o ancianos. Los cuerpos expuestos al sol y al sereno de cada día. Los cuerpos que esperan en los pasadizos y en camillas de nuestros hospitales públicos…

Qué podemos pedir al señor en este día. Si del poco porcentaje de católicos en comunión muchos no están dispuestos a alimentar a los demás. Alimentar significa morir, sufrir las mordidas; es un amor hasta el extremo.

El pan que nos recrea el hogar caliente y protector es comunión. De él nos alimentamos toda la familia. Por eso la eucaristía es alimento para la vida eterna.

Dios es convivencia, Dios es Trinidad

“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios (Padre) y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos ustedes” (2cor 13,13)
San Pablo nombra la Santísima Trinidad en un contexto comunitario buscando la concordia y la unidad entre los Corintios. Además emplea frases o términos imperativos para invitar a la concordia: “estar acordes”, “tengan un mismo sentir”, “vivan en paz”, “un beso santo”,…

En este sentido un gran testimonio de la Trinidad en nuestras vidas es la disponibilidad para conciliar a favor de una buena convivencia. Eso, es justamente lo que en este día del Padre se convierte en un grito desesperado: padres convivan mejor con sus familias, recuerden que como bautizados gozan de la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del espíritu Santo.

Litúrgicamente celebramos la solemnidad de La Trinidad. Los catequistas y teólogos nos rompemos la cabeza cuando tratamos de explicar su misterio. La Trinidad es Dios y no podemos cubrir con nuestro cerebro el conocimiento total de Dios. Además no es mero ejercicio cognoscitivo, implica la fe.

La Trinidad no es un cálculo matemático, va más allá de la cantidad de personas, sino de entender lo que cada persona hace. Son tres, cada una mantiene su individualidad, es un derecho natural inalienable; son distintas, únicas; no andan perdidas en el espacio sino que lo suscitan para el encuentro; no es privilegio de los grandes entendidos sino de los humildes creyentes; no es una ideología que apasiona, sino que ama hasta la pasión,…

Hoy, día del padre, no puedo definir la trinidad, pero sí puedo destacar su comportamiento, su Palabra lo delata.

Las palabras van en el contexto del día del padre como sugerencias para la buena convivencia.

La figura del Padre viene según el libro del Éxodo en la nube, pero no como ido, sino como presente y envolvente. Las familias invadidas por Dios misericordioso, lento a la cólera y rico en clemencia y lealtad. Nos ama aunque seamos testarudos. “Testarudos”, los hijos que no valoramos a nuestros padres, aunque creamos que ellos lo fueron. Ah… recuerden lentos a la cólera, la misericordia es la riqueza y la lealtad tu fortaleza.

Los niños suelen crecer inseguros cuando los padres no les dan respuestas claras. Perdón, dije que no rajemos de los padres, porque la segunda carta a los corintios habla de tener un mismo sentir y vivir en paz. Tú serás papá o mamá, pero nunca dejes de tener un mismo sentir con tu cónyugue, ponte de acuerdo y den una respuesta clara, responsable y unánime a tus hijos.

“Vivir en paz” es algo como no “fregar” la vida a la persona que te acompaña. No le hagas víctima de tus traumas ni despliegues tus resentimientos. Cuídalo (a). Respeta sus espacios, sé un compañero incondicional y justo sin juzgar de su vida. No calcules sus caídas para rematarle sino para ayudarle a levantarse. No hagas que tu familia pierda la paz, sino que tu hogar sea un manantial anhelado de paz y comunión.

San Juan en su evangelio da una pincelada maestra de la Trinidad: el padre hace que su hijo no permita que la humanidad perezca, sino que tenga vida y de la eterna. Gracias a nuestros padres tenemos la vida, pero ellos serán felices cuando cuidamos y promovemos la vida.

La Santísima Trinidad da luces a los padres y nos permite valorarlos. La buena convivencia es la vida en comunión. Un solo Dios, diversidad y complementariedad sin conflictos, pues Dios es convivencia, Dios es Trinidad.

Nueva vida con la fiesta del Espíritu Santo

Pentecostés impacta en la iglesia porque llama a iniciar algo nuevo. La relación de Dios con nosotros es nueva, ya nose comunica por medio de su Palabra, sino por el Espíritu Santo. La iglesia no se encierra en cuatro paredes sino que hay apertura. La misión ya no queda en un entendimiento, ahora es una convicción. La acción no es una quietud sino también una respuesta concreta.

Es una fiesta de la comunicación. Las lenguas de fuego se sueltan para comprendernos. En los Hechos de los apóstoles nos narra el escritor sagrado que aunque hablaban otros idiomas se entendían. Podemos tener muchos idiomas, pero el lenguaje del amor, la comunicación de Dios siempre es decodificable.

Recordemos como en el relato de la Torre de Babel, el hombre ha construido una ciudad muy alta, pero sin Dios. Las personas sin Dios pueden ser excelentes profesionales, pero sin Dios suelen caer tarde o temprano. Las ciudades  con altos estándares de calidad, sino Dios, sólo son una fría targeta de crédito. Una familia puede tener a todos sus integrantes con grandes propiedades,pero sin Dios terminan en el divorcio o en la desintegración familiar. Un país sin Dios, puede crecer su PBI pero no su sentido comunitario.

En Pentecostés se nos quema la lengua, interiormente, por decir que Dios nos da ejemplo de comunicación integral.  La comunicación conlleva desarrollo. Otros valores como el amor, la paz, la unidad. Una nueva vida, el Espíritu que todo lo transforma hace posible el milagro. Necesitamos ser dóciles a la comunicación y en ella los dones: Sabiduría, entendimiento, ciencia, consejo, fortaleza, piedad, temor de Dios. 

La paz no es sólo un saludo, como la comunicación requiere una respuesta, como el amor requiere otro ser u otra misión. Jesús mismo nos da la misión: ir por todo el mundo anunciando la Buena Nueva. Los sentidos que no se indican como el corazón, la conciencia, la alegría, el perdón son los que deben afinar los oídos, los ojos, la boca,.. para volver  a darles plenitud y buscar una comunicación intergal con Jesucristo, con Dios.
  



“Yo estaré con ustedes todos los días”


Este Domingo celebramos la Solemne Ascensión del Señor. Jesús va al cielo, sin dejar a la tierra como vino a la tierra sin desligarse de Dios Padre.

Esta solemnidad nos hace pisar tierra. Nos invita a dar otra mirada a nuestro contexto. Nos hace contemplar desde otra perspectiva los acontecimientos. No nos quedemos mirando al cielo sino que es necesario comprometernos con los problemas de la historia.

Decimos que Jesús va al cielo. Si te preguntan dónde está el cielo, de seguro mirarás al firmamento y lo señalarás. Bíblicamente el cielo no está en las nubes, sino que es el lugar donde Dios habita. Habita en lo alto, también en el corazón del ser humano y en la historia. Por eso, Jesús no queda desligado de la historia, irrumpe en nuestra vida para animarnos.

Mirar nuestra historia no es para darle una lectura antojadiza. La historia de nuestra vida no sólo es personal sino también social. No es la misma historia del joven que de niño asesinaron a su padre que la historia del joven con una familia completa. Naturalmente, el asumir y superar tal historia depende de cada uno, pero también depende de la sociedad.

Muchas injusticias se pueden cometer si expulsamos a Dios de nuestra historia personal y social. El cielo como presencia de Dios sería algo no alcanzable. Por ello, necesitamos mirarla con otra perspectiva. Los profetas leyeron la historia buscando la participación de Dios, ¿qué nos ha querido decir Dios con la historia?

Mirar la historia es aclarar el camino al cielo, los profetas la aclararon no fiándose de los reyes, ni de los invasores, ni de quienes les llevaron a la pobreza, a ser miserables, a la dependencia, a vivir lejos de sus tierras o de su patria,... Aprendieron lo que es fidelidad. Con humilde sacrificio lo que es dignidad. Lee la historia y lo digno es no repetir los actos de muerte y atentado a los derechos humanos y peor si se trata de los más humildes.

Mirar la historia significa ejercitar la ciencia que cada uno tiene e iluminarla con la fe. Nos dio el don del discernimiento, por ello el ángel les dirá a sus apóstoles: “Galileos, ¿qué hacen ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que les ha dejado para subir al cielo, volverá como le han visto marcharse”.

No hay que mirar el cielo, hay mucho que hacer como él mismo lo expresa: “Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.

Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

Dios está con nosotros, debe habitar en nosotros, necesitamos identificar su hábitat, lo conocemos por lo que ha hecho y defendemos su evangelio por toda la historia de amor que tiene con nosotros.

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Hola, soy Javier Abanto. Escribo reflexiones, vivencias y anécdotas. Publico artículos de teólogos y poetas. Estudie teología y comunicación. Desde el 2005 me dediqué a la docencia universitaria y a la gerencia de emisoras de corte cultural y religioso. La vida necesita de alegría y esperanza. Necesitamos a Dios en nuestra vida.
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¿Qué es "Luciérnaga"?

"Luciérnaga" Surge para expresarme de manera sencilla. Las luciérnagas remiten a mi origen rural - andino. Son visibles al caer la noche y hacen volar la imaginación con sus luces intermitentes, propias y naturales.

Luciérnaga se dirige a las personas de buena voluntad que buscan vivir con justicia y paz. Necesitamos del humor y la alegría. Y, sin duda, el mundo necesita de Dios.

Gracias por leer y compartir, no olvides comentar.

Javier Abanto Silva
javierabantosilva@gmail.com

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