“Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta viuda, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”
La humildad y la generosidad de las viudas pone en evidencia la superficialidad de la fe y la religión de quienes buscan poder y prestigio.
Resurrección del hijo de la viuda de Sarepta. Cuadro de Louis Hersent
XXXII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)
Dos viudas confiadas y generosas al extremo son modelos para ver, juzgar, actuar y celebrar nuestra forma de vivir.
- Una viuda estaba recogiendo leña para tostar el último pan que tienen para comer ella y su hijo. Elías llega y le pide un poco de agua y pan, la viuda le da el último pan que tenía para sobrevivir junto a su hijo. Sarepta, s. IX a.C. vivía un tiempo de sequía y hambre. (cfr. Re 17, 10-16)
- Una viuda fue a dar su ofrenda en el templo. También la gente rica echaba su ofrenda. Jesús observa, analiza y concluye que las dos monedas de la viuda servían para que ella sobreviva y así se convierte en la ofrenda agradable a Dios. Palestina, año 30, se realizaba la “purificación del Templo de Jerusalén” (cfr. Mc 12, 38-44).
Aunque las historias son semejantes al tratarse de las viudas como signo de pobreza, abandono, ‘insignificantes’, en palabras actuales, ‘desechables’, tienen diversos significados.
Dios se vale de los sencillos
Dios muestra la fidelidad y seriedad de su palabra-promesa a los hombres por medio de una viuda que está a punto de morir de hambre. El hambre en dicha situación impacta en un niño inocente. Esta es la situación de millones entre las guerras y países que viven las injusticias. ¿Cómo ser un profeta Elías para poder despertar la confianza en la providencia divina? No parece lógico compartir el último seguro de vida esperando que se cumpla la promesa del Señor: no se agotará la harina ni el aceite para una mujer con poco pan y mucho corazón. Por ello, la viuda tiene una fe extrema. Al final de la sequía y la hambruna comprenderá que no se agotó el pan y el aceite. Entonces, Dios, desde el corazón de los humildes es capaz de obrar maravillas en abundancia.
Sarepta es una región extranjera, una viuda marginada por el pueblo elegido, no califica para ser hija de Dios. El niño huérfano ya ni siquiera sirve para las estadísticas. La historia destaca el largo alcance del amor y la misericordia de Dios, cuida de los suyos y no olvida a los extranjeros, a los migrantes, a los marginados. En este evento, de hace un milenio antes de Cristo, ya se esboza la universalidad de la salvación. El profeta Elías y la mujer confían mutuamente en la providencia de Yahvé.
El año 30, ante los ojos de Jesucristo una viuda echa dos monedas de un valor desproporcionado para cubrir necesidades económicas y para el juicio de Jesús. Los ricos quieren más, la simonía no tiene escrúpulos, y las necesidades creadas suelen pesar más que las necesidades reales y auténticas. A gritos, Jesús está orientando en la necesidad auténtica de la intención de la ofrenda, del corazón puro, de procurar desprenderse de aquello que es útil y necesario para agradar a Dios y no a los hombres. Otra vez, la insignificante viuda, sin valor utilitarista, supera la arrogancia del ‘dar’, de la ofrenda opulenta. Es la autenticidad versus la superficialidad.
La ofrenda ambiciosa
Si contamos la historia diferente, en que un rico ofrece monedas de mucho valor, el sonido del bronce alegra sus oídos y recibe aplausos de los demás. La “sala del tesoro” mostraba las grandes ofrendas de los ricos. Parte de estos tesoros ayudaban a los pobres, pero no era dirigidos a solucionar la pobreza. Pudieron también hacer la dinámica de benefactor con tarjeta de oro, de plata, de lata, etc. Pobres ricos que usan sus monedas para buscar los favores de Dios, y grandes mentirosos los que se acercan a los ricos por sus monedas a cambio de ‘milagros’.
El ser ambiciosos y codiciosos nos invade a todos. Pobres y ricos, queremos capitalizar todo, desde el agua, el aire, el fuego, la tierra. En la estructura religiosa y civil la ambición va desnaturalizando el amor al prójimo, el cuidado del bien común. La lacra humana suele hacer de rectitud moral, legitimidad política y ejemplaridad cívica y a la misma vez robar a las viudas y niños huérfanos. Cómo comprender tanto descuido en el cuidado de los bienes comunes. Cómo presentarse ante Dios sabiendo que las dos monedas de miles de viudas y huérfanos vayan a terminar en la opulencia de sus pastores. Los robos y profanaciones afectan la fe y la confianza, están en el ojo de Dios.
La mirada de Jesús
Jesús está con sus apóstoles y les está diciendo: ojo, quién da mejor ofrenda. Es una pedagogía en contexto y en tiempo real, despierta el análisis crítico de sus discípulos. Observan los vestidos de marca, actitudes presuntuosas, colores, cantidad de monedas de los ofertantes, unos más generosos que otros. No les pide que sumen. Tampoco que vayan a saludarlos y pedir su WhatsApp. Les da la enseñanza y les deja en observación del cáncer de la humanidad: la codicia, profanación, dominación, distorsión del culto, falsedad. En esta situación Jesús es radical, el remedio debe desinflamar el orgullo y desinflar los aires soberbios. Las palabras de Jesús se concentran en la intención de la persona y en la confianza auténtica del ofrecer a Dios.
La mirada de Jesús se concentra en la ofrenda de la viuda, porque trae luz de autenticidad. Una mujer oprimida paga impuestos y regala ofrendas desde su miseria. Desechada de la convivencia social por ser abandonada y sola, pero con el corazón en un Dios samaritano. Llena de fe para mostrar el embuste del culto. Su mandil desteñido es fruto de su sacrificio ante la arrogancia de los vestidos lujosos. Se despoja de su única riqueza material con la intuición de Cristo, se despoja de su riqueza y pobreza para hacernos dignos ante Dios. Desde la pobreza humana paradójicamente también puede gozar de la riqueza divina. Es la anciana que puede estar en tu casa y su corazón es capaz de perdonar la ingratitud y el robo, la burla y la violencia, el chantaje de abandono y la impaciencia ante su lentitud.
La estrategia de Jesús es mirar, destacar aquello importante para predicar la autenticidad de su evangelio, analizar la situación, y darte pistas claras de una actuación para emprender un camino de comunión con Dios, una senda salvífica clara. Entonces, es un desafío para cada uno de nosotros, cuáles son nuestras prioridades para vivir una fe auténtica, qué es el centro de nuestras acciones, la humildad y sinceridad en nuestras interacciones. Sin duda, Dios conoce nuestro corazón y valora nuestro sacrificio y confianza, dos monedas de amor bastan para el corazón generoso de Dios.
Conclusión: cómo el sacrificio auténtico y la generosidad desinteresada de las dos viudas en el Antiguo y Nuevo Testamento son modelos de fe genuina y confianza en Dios. También subraya el contraste entre la humildad de sus ofrendas y la superficialidad de quienes buscan reconocimiento a través de la opulencia. Así, invita a reflexionar sobre nuestras propias prioridades y sobre vivir una fe que esté fundamentada en la autenticidad y el amor verdadero.
Palabra del papa Francisco
Jesús indica a esa viuda pobre y generosa como modelo a imitar de vida cristiana. No sabemos su nombre, pero conocemos su corazón —la encontraremos en el Cielo y seguramente iremos a saludarla—, y eso es lo que cuenta ante Dios. Cuando nos sentimos tentados por el deseo de aparentar y de contabilizar nuestros gestos de altruismo, cuando estamos demasiado interesados en la mirada de los demás pensemos en esta mujer y, —permitidme las palabras— cuando nos pavoneemos, pensemos en esta mujer. Nos hará bien: nos ayudará a despojarnos de lo superfluo para ir a lo que realmente importa, y a permanecer humildes.
¡Que la Virgen María, mujer pobre que se entregó totalmente a Dios, nos sostenga en el propósito de dar al Señor y a los hermanos, no algo nuestro, sino a nosotros mismos, en una ofrenda humilde y generosa!
Ángelus, 11 de noviembre de 2018 | Francisco
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12, 38-44
En aquel tiempo, Jesús, instruyendo al gentío, les decía:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».
Pintura: 🎨