XVI Domingo del tiempo ordinario (C): Marta, María y el arte de escuchar a Dios

"Marta, Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas; solo una es necesaria. 

María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada" (Lc 10,41-42).

Martha y María
 

XVI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

 

En esta escena evangélica, aparecen dos mujeres que no son identificadas por su rol tradicional de esposas o madres. No están acompañadas de un varón que “garantice” su lugar en la sociedad. Sin embargo, el evangelista Lucas les da nombre, rostro e identidad. María es la oyente contemplativa; Marta, la anfitriona activa. María desafía los moldes convencionales; Marta, en cambio, responde a las exigencias del deber. María parece una sinvergüenza esperando que la sirvan, pero Martha se está perdiendo el alimento eterno.

Lo que se pone en juego es la libertad interior, la autenticidad y la capacidad de escuchar. Jesús, maestro de libertad, rompe protocolos: permite que dos mujeres lo reciban en su casa sin la mediación de un varón. Afuera, los discípulos murmuran, tal vez perplejos ante una escena que trastoca lo esperado, acostumbrados a la cultura de la sospecha.

María y Marta ya no son definidas por sus atributos sociales, sino por su capacidad de relación con Jesús. Es esa cercanía con el Maestro la que las hace únicas. Su libertad nace de la fe: solo quien confía plenamente en Dios se atreve a vivir con espontaneidad, a romper esquemas, a priorizar lo esencial.

La actitud de María, que parece despreocupada, es en realidad una lección para nuestros tiempos de relaciones débiles y prisas constantes. Ella ofrece al huésped lo mejor: tiempo, atención, escucha. Marta, por el contrario, aunque movida por el amor, cae en la trampa de la hiperactividad. Su laboriosidad termina sofocando el encuentro, bloqueando la relación, anulando la comunión.

Los verdaderos amigos no desaparecen, aveces sólo esperan que uno tenga iniciativa.

"Dos amigos se querían mucho, uno se mudo lejos y el otro se quedó; el tiempo pasó, los mensajes eran cada vez menos, las llamadas esporádicas. Un día uno pensó: "ya no me busca, ya no soy parte de su vida,…decidió dejar de incistir" y del otro lado: "está ocupado, tiene otras personas, no quiero molestarle". El silencio se llenó de suposiciones.

hasta que un día volvieron a hablar, y en ese momento, vieron que la alegría no se había perdido, descubrieron que el cariño permanece. Los vínculos se enfrían por exceso de orgullo, suposiciones.

que los verdaderos amigos no desaparezcan

Anímate a restaurar la amistad.alguien esta esperando tu mensaje o visita.

(@letrasconvoz)


Cuando alguien que amas te visita, puedes ofrecerle un café, un helado, una cerveza... pero esos gestos se desvanecen. Lo que permanece es la calidad de la atención, la escucha entregada, el silencio compartido. En el día de hoy, tal vez sea Dios quien te visita. ¿Podrías ofrecerle tu tiempo? ¿Podrías silenciar tus pensamientos y dejarte interpelar por su presencia?

Las personas inquietas con “muchas cosas” corren el riesgo de no reconocer a su gran Amigo. La agenda puede estar tan saturada que no hay lugar para lo verdaderamente importante. Marta se vuelve el centro de su propia actividad, habla en exceso - “yo”, “yo”-y en ese ruido interior ahoga la voz del “Yo soy”.

La invitación final es clara: hacer silencio, dejar espacio, permitir que la Palabra de Dios ilumine. Escuchar más, hablar menos. Estar disponibles. Como María, sentarse a los pies del Maestro, para aprender a vivir desde lo esencial.

 

Palabra del Papa Francisco

El Señor siempre nos sorprende: cuando empezamos a escucharlo realmente, las nubes se desvanecen, las dudas dan paso a la verdad, los miedos a la serenidad y las diferentes situaciones de la vida encuentran el lugar que les corresponde. El Señor siempre, cuando viene, arregla las cosas, incluso para nosotros.

(Angelus, 21 de julio de 2019)

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.

Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».

Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

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