Curiosidades que salvan
XXXI Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)
Un Dios que busca y salva lo que estaba perdido
-¿Alguna vez escuchaste de Jesús?
-Sí, ya sabes...
-¿Quién te lo contó?
-En mi colegio, Jesús premia a los buenos y castiga a los malos. Entonces, mejor no quiero conocerlo.
Los ricos se divierten comprando
El encuentro de Jesús con Zaqueo va convertirse en una llamada, una comunión y la salvación para la familia publicana. Aquellas alturas no eran esperadas por Zaqueo.
Zaqueo es un jefe de publicanos (Lc 19,2), De cien puede dar cincuenta y todavía tiene asegurada la estabilidad económica de sus nietos. Sabe que su riqueza ha crecido con las monedas de los pobres y busca parecerse a un administrador astuto, restituir y compartir, sabe que la justicia divina llega.
Los ricos se divierten comprando, pero no pueden ante la gratuidad, o les cautiva o les incomoda. Cautivó al buen ladrón, al leproso agradecido, al samaritano. Pero no sucedió lo mismo con el mal ladrón, con Herodes, con el hijo mayor.
Dios causa curiosidad
La curiosidad es propia de los niños y de los corazones sencillos, de los investigadores y de los filósofos. Es poco usual encontrar a un contador curioso, las cuentas son claras y punto. Pero, la curiosidad te puede abrir nuevos horizontes, puede llegar a ser una insinuación profética para el cambio.
Zaqueo sabe de sus pecados, de su popularidad vergonzosa. Entonces, siente curiosidad por ver a Jesús, su fama le ha impresionado. Los paisanos se van a reír de su estatura, pero más puede la curiosidad y se sube al árbol para aprovechar el paso del Nazareno.
La gran revelación del encuentro personal
Se pone en vitrina para ver pero es visto. Quiere mirar a Jesús, pero es llamado por su nombre. No es anónimo, ya concentra el foco de atención de Jesús y de la población. La población se dirige a él con rechazo, Jesús le habla a flor de sonrisas: “date prisa y baja”.
No es rechazado, al contrario, Jesús quiere ir a su casa. Auto-invitarse a la casa de un rico podría ser vergonzoso, mas el punto no está en la comida o la hospitalidad de Zaqueo, sino en una casa más grande que es la de la salvación. La estrategia de Jesús pasa por el encuentro personal, el compartir, la comunión; no le pide la conversión, ésta es estimulada por la amistad de Jesús.
El público también está bloqueado en sus juicios. Cómo puede Jesús compartir con un pecador. Pero, subsiste una pregunta, si ese publicano es visitado por el mismo Dios, yo por qué no. El público es ligero al juzgar pero en la esfera personal pueden descubrir un acto de esperanza, de amor divino. La curiosidad por escucharlo quizá necesite ya una búsqueda de encuentro personal, cara a cara.
Zaqueo, se dará cuenta del juego, no era él quien hospedaba a Jesús, era Jesús quien le acoge. No deja todavía los vicios de rico, quiere dar lo mejor que tiene, su dinero; en el fondo, vale a un ladrón restituye lo robado: “Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más”.
En conclusión, otro publicano se gana el cielo, salta de alegría con la presencia de Dios en su casa, quiere enmendar sus faltas y caminar como un digno hijo de Abraham, estaba perdido pero ha sido encontrado por Jesús.
Hoy puedes aprovechar para conversar, no restregar los errores a los demás, sino sólo alegrarte de encontrarlo, expresarle la urgencia de compartir y quizá Dios sea el que te acoge con su misericordia.
Palabra del papa Francisco
Pero Jesús, guiado por la misericordia, lo buscaba precisamente a él. Y cuando entra en la casa de Zaqueo dice: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (vv. 9-10). La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios. ¡Y esto es importante! Debemos aprenderlo. La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios; mira a la persona con los ojos de Dios, que no se queda en el mal pasado, sino que vislumbra el bien futuro. Jesús no se resigna ante las cerrazones, sino que abre siempre, siempre abre nuevos espacios de vida; no se queda en las apariencias, sino que mira el corazón. Y aquí miró el corazón herido de este hombre: herido por el pecado de la codicia, de muchas cosas malas que había hecho este Zaqueo. Mira el corazón herido y va allí.
A veces nosotros buscamos corregir o convertir a un pecador riñendo, reprochando sus errores y su comportamiento injusto. La actitud de Jesús con Zaqueo nos indica otro camino: el de mostrar a quien se equivoca su valor, ese valor que Dios sigue viendo a pesar de todo, a pesar de todos sus errores. Esto puede provocar una sorpresa positiva, que causa ternura en el corazón e impulsa a la persona a sacar hacia fuera todo lo bueno que tiene en sí mismo. El gesto de dar confianza a las personas es lo que las hace crecer y cambiar. Así se comporta Dios con todos nosotros: no lo detiene nuestro pecado, sino que lo supera con el amor y nos hace sentir la nostalgia del bien. Todos hemos sentido esta nostalgia del bien después de haber cometido un error. Y así lo hace nuestro Padre Dios, así lo hace Jesús. No existe una persona que no tenga algo bueno. Y esto es lo que mira Dios para sacarla del mal.
(Angelus, 30 de octubre de 2016)
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 19, 1-10
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo:
«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Pintura:
Niels Larsen Stevns: Zakæ (Christ And Zacchaeus)
Cristo y Zaqueo, por Niels Larsen Stevns. 1913. Museo de Arte Danés, Randers.