¿Dios mío, Dios mío, por qué me han abandonado mis discípulos?
Domingo de Ramos
Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)
Ahora las palmas tienen una magia especial, levantar los brazos, necesitas hacer vivas y gritar el nombre de Jesucristo, el que reina, el dueño de la vida. Y a la vez, gritas en tu interior la tragedia que va transformando las ovaciones en abucheos. Se esboza así una “Semana Santa” que recorre nuestras decisiones, perfiles, miradas, ... en fin, un de auto-reconocimiento e identificación con los actores de esta historia.
Jesús: su entrega está envuelta en un sentido existencial, histórico, amoroso. El dolor del abandono y la injusticia le hace ofrecer hasta la última gota de su sangre porque quiere la paz y el amor para cada ser humano.
La mujer que unge a Jesús. ¿Puede costar un perfume de nardo más que Dios? No, Judas, comprende. Esta mujer supera los protocolos, es una discípula auténtica y no necesita ser oficialmente llamada, ha comprendido el anticipo de la sepultura y está dispuesta a darlo todo hasta las lágrimas, derrocha amor en quien ama a los pobres y protesta contra la pobreza.
Judas. En la última cena es puesto en evidencia por el mismo Jesús. El adormecimiento moral es cuasi complicidad de los discípulos. ¿Será que no comprendieron la misión del Mesías? ¿Esperaban presionar a Jesús para librar una batalla brutal? La tentación de presionar a Dios para realizar nuestros caprichos,
Discípulos: convencidos de ser llamados, no comprenden todo lo que conlleva, entonces siguen a Jesús, pero no están decididos a seguir la misma suerte. Huyen. La cruz parece un fracaso. Necesitarán un proceso de maduración espiritual para saborear un poco del misterio teológico de servir y amar como Jesús lo hizo, para experimentar la pascua de la resurrección.
La población. El grupo de gente en un ambiente festivo, “Hosanna”. Muchos de ellos también en un juicio popular “crucifícalo”. Quizá puedas decir que así es la masa manipulada por líderes corrosivos, pero no olvides: las decisiones son autónomas.
Dirigentes. Se sienten amenazados, sus intereses entre la religión y el imperio necesitan protección, menos la de Dios. Por ello, se unen, odiándose. El “hosanna” popular ha alborotado los demonios superados por la humildad y el servicio. Entonces buscan un traidor, argumentan en el nombre de Dios para aplacar una revuelta y/o una blasfemia.
Detención de Jesús. Un beso traicionero. Jesús se opone a la violencia, devuelve la oreja y la espada. La traición, negación y miedo se han orquestado en el llanto de las mujeres y los seguidores. El amor de Dios inspira entrega, pero no viola la libertad humana, aunque sean los peores asesinos de la tierra.
Juicio: ante el consejo judío (Sanedrín) buscan testimonios más falsos que sus propios ritos, sin consistencia, pero deciden que es reo de muerte. El Juicio ante Pilato, racionalmente inaceptable para el mismo gobernador y termina lavándose las manos. Jesús ha decidido entregar su vida y no hay argumento que no haga sino evidenciar la injusticia.
En la Cruz: Jesús es libre como el joven que deja las ataduras de la sábana, esta vida mortal se transforma en eterna. Le conducen al escenario de las burlas, de las lágrimas, de las confesiones, allí donde: “Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado o me han abandonado mis discípulos” seguirá argumentando una profesión de fe: “Verdaderamente, éste era Hijo de Dios”.
¿Cuál es tu rol en esta pascua? ¿qué harías en cada circunstancia?
“Jesús sufrió la traición del discípulo que lo vendió y del discípulo que lo negó. Fue traicionado por el pueblo que lo aclamó y luego gritó: "¡Sea crucificado!". (Mt 27:22). Fue traicionado por la institución religiosa que lo condenó injustamente y por la institución política que se lavó las manos. Pensamos en las pequeñas o grandes traiciones que hemos sufrido en la vida. Es terrible cuando uno descubre que la confianza bien depositada es engañada. En el fondo del corazón surge una decepción porque la vida ya no parece tener sentido. Esto sucede porque hemos nacido para ser amados y para amar, y lo más doloroso es ser traicionado por aquellos que nos prometieron ser leales y estar cerca de nosotros. No podemos ni imaginar lo doloroso que fue para Dios, que es amor.” (Papa Francisco. Homilía del Domingo de Ramos, 5 de abril de 2020).
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 14, 1–15, 47
Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, hicieron una reunión. Llevaron atado a Jesús y lo entregaron a Pilato.
Pilato le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».
C. Él respondió:
+ «Tú lo dices».
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo:
S. «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan».
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba extrañado. Por la fiesta solía soltarles un preso, el que le pidieran.
Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los rebeldes que habían cometido un homicidio en la revuelta. La muchedumbre que se había reunido comenzó a pedirle lo que era costumbre.
Pilato les preguntó:
S. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia.
Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás.
Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?».
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «Crucifícalo».
C. Pilato les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho?».
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. «Crucifícalo».
C. Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
C. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio —al pretorio— y convocaron a toda la compañía. Lo visten de púrpura, le ponen una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!».
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacan para crucificarlo.
C. Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz.
Y conducen a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»),
C. y le ofrecían vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno.
Era la hora tercia cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
C. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. «Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz».
C. De igual modo, también los sumos sacerdotes comentaban entre ellos, burlándose:
S. «A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos».
C. También los otros crucificados lo insultaban.
C. Al llegar la hora sexta toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente:
+ «Eloí Eloí, lemá sabaqtaní?».
C. (Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»).
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. «Mira, llama a Elías».
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo:
S. «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo».
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
C. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».
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