Tutti i fratelli - Hermanos todos
Sorelle tutti - Hermanas todas
Parábola de los trabajadores perversos(Притча о злых виноградарях, 2013), del artista ruso Andrei N. Mironov. La obra pone de manifiesto la actitud conspirativa de los viñadores perversos frente al hijo del propietario de la viña.
XXVII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)
Ustedes se preguntarán ¿Por qué los homicidios no han terminado? Quizá todavía nos falte ser más hermanos y comprometernos con esta carne y sangre que recorre nuestros impulsos de conflictos y sanarlos, evitar repetir esas historias de muertes en nuestras vidas.
El único “extremismo” que debería existir es el del amor. Pero, si vemos en el mundo, hay extremismos que cosechan votos electorales, simpatías, seguidores y muertes. En este sentido, se encienden las alarmas, el extremismo religioso termina matando al mismo Dios, con argumentos en nombre de Dios (o del dios que se crearon), desfigurando los rostros de Cristo y mutilando el futuro de muchos inocentes.
En esta reflexión sobre el talante ambicioso de los homicidas me atrevo a hacer eco de la nueva Carta Encíclica del papa Francisco, que se publica hoy (3 de octubre de 2020) en Asís: «Fratelli tutti», del Santo Padre Francisco sobre la fraternidad y la amistad social.
Por ello, planteo algunas preguntas que podrás despejarlas fecundamente en Fratelli tutti:
- ¿Qué nos dice la esperanza cristiana en el contexto que vivimos?
- ¿Cómo avivar la compasión cristiana en un mundo del dolor?
- ¿Cómo ser promotores de los demás, de sus virtudes, de sus derechos?
- ¿Cómo acogemos a los demás y también somos acogidos?
- ¿Qué tipo de políticas (políticos) necesitamos? ¿Política de la caridad?
- ¿Cómo forjar un diálogo y amistad social?
- ¿Cómo recomenzar a vivir la paz, la armonía, el diálogo, el perdón?
El Papa Francisco cuenta una anécdota inspiradora de su Encíclica:
“Hay un episodio de su vida que nos muestra su corazón sin confines, capaz de ir más allá de las distancias de procedencia, nacionalidad, color o religión. Es su visita al Sultán Malik-el-Kamil, en Egipto, que significó para él un gran esfuerzo debido a su pobreza, a los pocos recursos que tenía, a la distancia y a las diferencias de idioma, cultura y religión. Este viaje, en aquel momento histórico marcado por las cruzadas, mostraba aún más la grandeza del amor tan amplio que quería vivir, deseoso de abrazar a todos. La fidelidad a su Señor era proporcional a su amor a los hermanos y a las hermanas. Sin desconocer las dificultades y peligros, san Francisco fue al encuentro del Sultán con la misma actitud que pedía a sus discípulos: que sin negar su identidad, cuando fueran «entre sarracenos y otros infieles [...] no promuevan disputas ni controversias, sino que estén sometidos a toda humana criatura por Dios».3 En aquel contexto era un pedido extraordinario. Nos impresiona que ochocientos años atrás Francisco invitara a evitar toda forma de agresión o contienda y también a vivir un humilde y fraterno “sometimiento”, incluso ante quienes no compartían su fe.” (Fratelli tutti, 3).
Verán hermanos y hermanas, habrá mucho para pensar. ¿Cómo podremos ser mejores hermanos y hermanas?
El papa Francisco fue motivado a escribir por la vida de San Francisco de Asis en el sentido de soñar con una sociedad fraterna, porque «sólo el hombre que acepta acercarse a otros seres en su movimiento propio, no para retenerlos en el suyo, sino para ayudarles a ser más ellos mismos, se hace realmente padre». (Fratelli tutti, 4)
En Fratelli Tutti, el papa Francisco plantea temas a lo largo de los 8 capítulos. En lo que se refiere a la tolerancia y a evitar los homicidios en esta viña del Señor les presento algunas preguntas y el llamamiento final que puede ayudar a la reflexión.
- ¿Qué nos dice la esperanza cristiana? En un mundo que no aprende de su historia, un proyecto exclusivo y excluyente, los derechos humanos no llegan a ser universales, violento, capaz del auto desprecio
- ¿Cómo avivar la compasión cristiana? Ante nuestras actitudes capaces de despreciar y matar al hermano, al pobre, al migrante,…
- ¿Cómo ser promotores de los demás, de sus virtudes, de sus derechos? La tendencia a la realización personal nos hace evitar ya la realización común. “Por ello decía santo Tomás de Aquino —citando a san Agustín— que la templanza de una persona avara ni siquiera es virtuosa.69 San Buenaventura, con otras palabras, explicaba que las otras virtudes, sin la caridad, estrictamente no cumplen los mandamientos «como Dios los entiende».70 (Fratelli Tutti 91)
- ¿Cómo acogemos a los demás y también somos acogidos? El mundo está lleno de migrantes y las situaciones son distintas y poco favorables. «entre la globalización y la localización también se produce una tensión. Hace falta prestar atención a lo global para no caer en una mezquindad cotidiana. Al mismo tiempo, no conviene perder de vista lo local, que nos hace caminar con los pies sobre la tierra. Las dos cosas unidas impiden caer en alguno de estos dos extremos: uno, que los ciudadanos vivan en un universalismo abstracto y globalizante [...]; otro, que se conviertan en un museo folklórico de ermitaños localistas, condenados a repetir siempre lo mismo, incapaces de dejarse interpelar por el diferente y de valorar la belleza que Dios derrama fuera de sus límites».124 Hay que mirar lo global, que nos rescata de la mezquindad casera. Cuando la casa ya no es hogar, sino que es encierro, calabozo, lo global nos va rescatando porque es como la causa final que nos atrae hacia la plenitud.” (Fratelli tutti 142)
- ¿Qué tipo de políticas necesitamos? Los políticos, desprestigiados, algunos merecidamente, necesitan de la política de la Caridad.
- ¿Cómo forjar un diálogo y amistad social? El consenso y la verdad, el reconocer y la amabilidad es una propuesta sostenible.
- ¿Cómo recomenzar a vivir la paz, la armonía, el diálogo? Ante los conflicto, las luchas legítimas será importante proponer el perdón como estrategia de verdadera sanación y defensa de la vida.
LLAMAMIENTO
285. En aquel encuentro fraterno que recuerdo gozosamente, con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb «declaramos — firmemente— que las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre. Estas desgracias son fruto de la desviación de las enseñanzas religiosas, del uso político de las religiones y también de las interpretaciones de grupos religiosos que han abusado —en algunas fases de la historia— de la influencia del sentimiento religioso en los corazones de los hombres. [...] En efecto, Dios, el Omnipotente, no necesita ser defendido por nadie y no desea que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente».284 Por ello quiero retomar aquí el llamamiento de paz, justicia y fraternidad que hicimos juntos:
286. En este espacio de reflexión sobre la fraternidad universal, me sentí motivado especialmente por san Francisco de Asís, y también por otros hermanos que no son católicos: Martin Luther King, Desmond Tutu, el Mahatma
«En el nombre de Dios que ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos, para poblar la tierra y difundir en ella los valores del bien, la caridad y la paz.
En el nombre de la inocente alma humana que Dios ha prohibido matar, afirmando que quien mata a una persona es como si hubiese matado a toda la humanidad y quien salva a una es como si hubiese salvado a la humanidad entera. En el nombre de los pobres, de los desdichados, de los necesitados y de los marginados que Dios ha ordenado socorrer como un deber requerido a todos los hombres y en modo particular a cada hombre acaudalado y acomodado.
En el nombre de los huérfanos, de las viudas, de los refugiados y de los exiliados de sus casas y de sus pueblos; de todas las víctimas de las guerras, las persecuciones y las injusticias; de los débiles, de cuantos viven en el miedo, de los prisioneros de guerra y de los torturados en cualquier parte del mundo, sin distinción alguna.
En el nombre de los pueblos que han perdido la seguridad, la paz y la convivencia común, siendo víctimas de la destrucción, de la ruina y de las guerras.
En nombre de la fraternidad humana que abraza a todos los hombres, los une y los hace iguales.
En el nombre de esta fraternidad golpeada por las políticas de integrismo y división y por los sistemas de ganancia insaciable y las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan las acciones y los destinos de los hombres.
En el nombre de la libertad, que Dios ha dado a todos los seres humanos, creándolos libres y distinguiéndolos con ella.
En el nombre de la justicia y de la misericordia, fundamentos de la prosperidad y quicios de la fe.
En el nombre de todas las personas de buena voluntad, presentes en cada rincón de la tierra.
En el nombre de Dios y de todo esto [...] “asumimos” la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y criterio».285
Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 33-43
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola: “Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.
Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’.
Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».
Le contestan:
«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo».
Y Jesús les dice:
«No habéis leído nunca en la Escritura:
“La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente”
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».