Este
relato evangélico según Mc 2, 1-12 muestra que Jesús no sólo tiene el poder de curar el cuerpo
enfermo, sino también el de perdonar los pecados; más aún, la curación física
es signo de la curación espiritual que produce su perdón. Efectivamente, el
pecado es una suerte de parálisis del espíritu, de la que solamente puede
liberarnos la fuerza del amor misericordioso de Dios, permitiéndonos
levantarnos y reanudar el camino por la senda del bien»
(Benedicto XVI, 22 de febrero de 2009).
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De paralíticos a contemplativos
Tenemos la oportunidad de presentar nuestras paralísis, camillas, de presentarnos paralíticos (as) ante
Jesús, seguros (as) de que él nos va perdonar y sanar.
En este contexto es destacable el papel solidario de los 4 hombres que llevan al paralítico, personas solidarias. Una buena noticia: nuestros hermanos y hermanas nos
pueden llevar a Dios para que nos de la salud.
Personas sencillas, compasivas, amigas, hermanas
nos toman con la confianza de desinstalarnos, de presentarnos otra forma de
conducirnos en la vida, alimentan nuestra esperanza de abandonar la camilla,
nos ayudan al inicio para que Jesús nos haga caminar, nos ponen agradables a los ojos de Dios para contemplar la creación. Son Amigos que se atreven
a hacer el ridículo, se exponen a una denuncia por romper el techo, si la multitud ha impedido el pase no parecen distinguidos en el protocolo judío. Amigos que con sus hechos proclaman una
gran fe, han conmovido a Jesús, han roto el tabú de que
la enfermedad te hace indigno de Dios, Jesús al sanar al paralítico ha
confirmado su dignidad. Su búsqueda de la salud, su fe no tiene techo, lo han roto;han hecho de los miedos y prejuicios una oportunidad para que
Jesús sane la parálisis interior y la exterior. La indiferencia paralítica de
la multitud ha sido superada por un signo visible de los amigos que confían en la
misericordia y amor de Jesús y todos lo ven. Ojalá abunden esas amistades.
Jesús
en su recorrido por Cafarnaum es recibido de diferentes maneras, él también es
insignificante, marginal, un sencillo carpintero. No es un doctor de la ley ni
un maestro famoso. Escandaliza a las autoridades religiosas porque perdona los pecados, algo que solo Dios lo puede hacer, pero esto tiene una dificultad, nadie sabe si el pecado fue o no perdonado;
pedagógicamente Jesús hace de los ojos un medio de contemplación, pues todos sí
pueden comprobar que el paralítico toma su camilla y se va a su casa. Los que vieron
aquello del paralítico "daban gloria a Dios diciendo: ¡Jamás
habíamos visto una cosa semejante!".
"Cristo
tiene el poder de curar todas las miserias de los hombres desde su raíz, pues Él sí
puede perdonar los pecados. Es grande lo
que hace Cristo, y seguramente en su mirada compasiva cabe entender que los
seres humanos heridos por el pecado empezamos primero por lo más visible (la
parálisis) para llegar a entender la gravedad de lo invisible (el pecado), y
empezamos por lo que limita nuestra voluntad (la parálisis) para un día darnos
cuenta de cómo hemos obstaculizado la voluntad de Dios en nosotros (el pecado).
Así que, mejor que renegar de nuestra ingratitud y miopía, gocémonos en su
piedad y en su paciencia. Un espíritu contemplativo".
Un
espíritu contemplativo el del descanso. Los destinatarios de la Carta a los Hebreos
(4):Son miembros venidos del judaísmo, familiarizados con el sabat, el descanso
sabático. “Y Dios descansó..." nos enseña la Biblia, ya desde el principio (Gén 2,2). El
descanso puede ser signo de muchas cosas: desocupación, inactividad, o lo más
sencillo: cansancio. Pero nosotros no adoramos a un Dios cansado; ni siquiera a
un Dios "cansable", pues ya nos predica Isaías: "¿Acaso
no lo sabes? ¿Es
que no lo has oído? El Dios eterno, el Señor, el creador de los confines de la tierra no se
fatiga ni se cansa" (Is 40,28). Luego debe haber algo muy profundo y muy
bello en eso de entrar al descanso de Dios. No debe ser algo tan obvio y
elemental como "dejar de trabajar". Estamos llamados a entrar en el
descanso mismo de Dios, que no es el ocio. El descanso es cuando Dios contempla
lo que ha hecho y exclama era bueno. El descanso es salir de la cadena
permanente de trabajar, producir, consumir, salir y recuperar la dignidad,
tomar una actitud contemplativa y agradecida, cuando percibimos con fuerza el
gozo y la alegría de Dios al crearnos, en su obra.
En el
acto de descansar de sus trabajos para dedicarse a "santificar" el
día, el hombre aprende a no vivir para lo que vale menos que él sino a
orientarse hacia quien vale más que todo y que todos. En el sábado, así
entendido, el hombre reencuentra su dignidad, su vocación, su destino eterno,
lo más íntimo y a la vez lo más alto de su mente, lo más puro y lo más bello de
su corazón.
Sí.
Cristo nos vuelve a recordar hoy que "TODO es posible para el que tiene
fe". Y que basta creer -pero creer de verdad- para que todos nuestros
problemas se disipen como la nieve o la bruma ante el sol. También nuestras
peores enfermedades y lo que nos parece imposible de solucionar -la lepra, la
ceguera o la parálisis- encuentran en Cristo una eficaz y segura curación.