La “Desfiguración”
La vida parece al revés: la economía, la política, la familia, incluso la fe. Padre Dios, hoy quiero escuchar a tu Hijo, al amado, en lo más alto y en lo más bajo. Sin duda a tus hijos, los amados, los “transfigurados”, tus preferidos, los postergados, encorvados, los desfigurados,...
Tu hijo, baja al encuentro de tus hijos, sus hermanos. Es un encuentro del Transfigurado con los desfigurados. Del Hoy, Mañana y Siempre con los postergados. De los “encorvados” hoy, mañana y ojala no siempre con quien nos ha dignificado. Él no se ha rebajado, nos ha encontrado, y nos ha permitido el atrevimiento de ser “igualados” para ser ciudadanos eternos, con Él, desde Hoy..
Las columnas de la fe, mancilladas, esperan el pan invisible de cada día. Los que cambian el aspecto de su rostro en Haití. Los que hacen brillar la ausencia de sus ropajes en el altiplano. Los nativos y campesinos sin choza y sin tierra. Los de buen corazón pero perezosos para hablar con tigo sienten la ausencia fría de tu rostro iluminador. Dios Padre, éstos y otros, son tus hijos amados ¿Por qué no son escuchados?
Señor, llévanos al monte de la fe, danos ese don, infunde en nuestra vida la docilidad a tu Palabra, despiértanos del sueño, sácanos de nuestros anhelos de comodidad, que el éxodo no se quede en la cruz, sino en la gloria, en tu resurrección. La muerte no es lo último, lo último es ser infelices.
APARECIDA:
“… Como hijos obedientes a la voz del Padre, queremos escuchar a Jesús (cf. Lc 9,35) porque Él es el único Maestro (cf. Mt 23,8). Como discípulos suyos, sabemos que sus palabras son Espíritu y Vida (cf. Jn 6,63.68). Con la alegría de la fe, somos misioneros para proclamar el Evangelio de Jesucristo y, en Él, la buena nueva de la dignidad humana, de la vida, de la familia, del trabajo, de la ciencia y de la solidaridad con la creación. (Documento de Aparecida nº 103).