Domingo XXX del tiempo ordinario – Ciclo B (Marcos 10,46-52) – 28 de octubre de 2018
Homilía y Reflexión
Hoy, alguien, diría: “que no sea un estúpido infeliz”
El ciego Bartimeo lo tiene claro. La oportunidad es que lleguemos a la talla espiritual del ciego.
La pregunta es más personal ¿Qué necesitas (tú) para que tu vida sea como Dios manda?
Algunos aspectos que considero fundamentales:
- Ser agradecidos, respetuosos y honestos.
- Seguir a Dios implica humildad y perdón.
En el plano social: aparecen las situaciones más estúpidas. La gente “sana” regañando a un “ciego”. Recuerdo a un cura que paralizó la consagración para regañar a un anciano porque no se arrodillaba, pero éste tenía la pierna enyesada. Un “serenazgo” quitándole la carretilla a un niño. Un congresista ‘mochando’ el sueldo a sus trabajadores. El legislativo desesperadamente protector de los delincuentes. Unos “aplausos protocolares” de guerra. Un poder judicial de la injusticia. Los victimarios haciéndose las víctimas. Mucha plata poca libertad. Poder, pero no decisión. Elegir sin albedrío (monumento a la estupidez).
Es decir, la guerra, la migración, el narcotráfico, el contrabando,… tiene una raíz en algún corazón egoísta, en algún (a) estúpido(a) infeliz que perdió el sentido del otro como hermano y lo puso al margen del camino para hacer su propio camino.
Un ciego, Bartimeo, con nombre propio, pasó a la historia porque necesitaba darle sentido a su vida con los ojos de la fe. Es decir, más que recuperar la vista quería seguir a Jesús.
El camino que recorre es interesante, vive entre sus conciudadanos fichado como ciego y al margen del camino, se siente castigado por Dios, apenas escucha del Nazareno grita a todo pulmón: “Jesús, Hijo de David”. Imagínate a un ciego corriendo sin manto ni bastón, guiado sólo por la voz de Jesús y de la gente que le dice: “…Te llama”.
Jesús hace en púbico este milagro porque públicamente será reconocido digno del camino de Dios, efectivamente, Bartímeo le seguirá a Jesús por donde caminaba.
“Jesús le dijo: –¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó: –Maestro, que pueda ver”.
- Ver: mis grandes cegueras, mis indiferencias, mis omisiones, mis errores, mis egocentrismos,...
- Ver: mis talentos, milagros, alegrías, prójimos, las cosas buenas de la vida,… el camino de la felicidad.
Homilía y Reflexión
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosa. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
–Hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más:
–Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús se detuvo y dijo:
–Llamadlo.
Llamaron al ciego diciéndole:
–Ánimo, levántate, que te llama.
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo:
–¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
–Maestro, que pueda ver.
Jesús le dijo:
–Anda, tu fe te ha curado.
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
–Hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más:
–Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús se detuvo y dijo:
–Llamadlo.
Llamaron al ciego diciéndole:
–Ánimo, levántate, que te llama.
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo:
–¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
–Maestro, que pueda ver.
Jesús le dijo:
–Anda, tu fe te ha curado.
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Homilía y Reflexión