La clave es dejar de ser necios, evitar la avaricia y darle más tiempo al desprendimiento.
La parábola del rico insensato, Rembrandt, 1627
XVIII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)
La clave es dejar de ser necios, evitar la avaricia y darle más tiempo al desprendimiento.
La parábola del rico insensato, Rembrandt, 1627
XVIII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)
Parece que los apóstoles están buscando una mejor técnica para rezar. Ven a Jesús rezar y quieren saber cómo, qué palabras, ¿Cómo lo hace?. Esa duda es frecuente, no sólo los niños, también los adultos quieren tips para rezar. En el fondo, parece que se insinúan dudas de lo correcto, de su eficacia.
¿Nuestras oraciones tienen respuestas? Ahora rezamos para que acaben las guerras y la violencia pero parece que no hay respuesta. El hombre cierra sus ojos y lanza peticiones a Dios en el momento que se siente amenazado, asustado, y a veces para agradecer.
Si Jesús lo recomienda de seguro es importante para el ser humano. Es una gracia de Dios que no se desarrollará contra la libertad del corazón humano.
Pedir a alguien que te enseñe es reconocerle más sabiduría, ganas de aprender, confianza, buenas relaciones. El ejemplo es inspirador: Jesús se retira a rezar. Entonces hay algo que no lo dan las meras palabras, ese testimonio despierta la curiosidad, la cercanía, la confianza de que algo de bueno debe tener.
La buena relación del Hijo con el Padre es lo que primero hace notar, no se trata de palabras con fórmulas y técnicas, sino de confianza, de comunicación. El diálogo es audaz, como lo hace Abraham, incluso desafía su justicia, un problema actual. Es decir, en el fondo del corazón, el trato de confianza, de justicia, de amor y perdón es un camino, incluso para los hijos malos que quieren cosas buenas para sus hijos.
Ya no sólo es el Padre de Jesús, es también nuestro y hay palabras de afecto, de petición, de humildad, de reconocerse vulnerable ante el mal.
Pedir algo a una persona, solicitarle un favor puede resultar muy incómodo, pero en este texto Jesús no se cansa y recomienda "insistir". La gran tentación es desanimarse, abandonar los proyectos, no seguir los objetivos, etc. Además, de tras del corazón insistente está el afecto, la buena intención de ser un buen hospedero, de agradar al amigo, algo parecido a Martha, apurada por procurar un momento de buen sabor para el amigo que llega.
Sólo se ama lo que se conoce, y el gran canal de conocimiento es la oración, es una experiencia que se debe iniciar cuanto antes. Porque es en la oración donde crece y florece nuestro conocimiento del Señor. Es la oportunidad para conocer cómo se cumplen sus promesas más que nuestros deseos. La oración es el lugar donde Dios nos llama por nuestro nombre y se nos revela. Es el lugar de la intimidad, de la amistad con Dios. Y sólo sobre esta base puede arraigar y desarrollarse nuestra vida espiritual. Poco a poco, la oración nos familiariza con Dios.
Que la oración ilumine tu encuentro con el amor de Dios, con tu fe y el amigo que te visita y necesitas insistir para lograr compartir el pan. Quizá hoy te regañen, pero tu corazón terminará libre y feliz de ser un buen hospedero. “Pidan y se les dará”, ¿qué esperas?
Por lo tanto, les da la oración del “Padre Nuestro”, quizás el regalo más precioso que nos ha dejado el Maestro divino en su misión terrenal. Después de habernos revelado su misterio de Hijo y de hermano, con esa oración, Jesús nos hace penetrar en la paternidad de Dios. Quiero subrayarlo: cuando Jesús nos enseña el Padre Nuestro nos hace entrar en la paternidad de Dios y nos muestra el camino para entrar en un diálogo orante y directo con Él, a través del camino de la confianza filial. Es un diálogo entre el papá y su hijo, del hijo con su papá. Lo que pedimos en el “Padre Nuestro” ya está hecho para nosotros en el Hijo Unigénito: la santificación del Nombre, el advenimiento del Reino, el don del pan, el perdón y la liberación del mal. Mientras pedimos, abrimos nuestra manos para recibir. Recibir los dones que el Padre nos mostró en el Hijo. La oración que el Señor nos enseñó es la síntesis de toda oración, y nosotros siempre la dirigimos al Padre en comunión con los hermanos. A veces sucede que en la oración haya distracciones pero tantas veces sentimos ganas de detenernos en la primera palabra: “Padre” y sentir esa paternidad en el corazón.
Después Jesús cuenta la parábola del amigo importuno y dice: “Debemos insistir en la oración”. Me recuerda lo que hacen los niños cuando tienen tres, tres años y medio: comienzan a preguntar cosas que no entienden. En mi tierra se llama “la edad de los porqués”, creo que también aquí es lo mismo. Los niños comienzan a mirar a su papá y dicen: “Papá, ¿por qué? Papá, ¿por qué?”. Piden explicaciones. Prestemos atención: cuando el papá empieza a explicar el porqué, llegan con otra pregunta sin escuchar toda la explicación. ¿Qué pasa? Sucede que los niños se sienten inseguros acerca de muchas cosas que comienzan a comprender a medias. Solo quieren atraer la mirada de su papá hacia ellos y por eso: “¿Por qué, por qué, por qué?“ Nosotros, en el Padre Nuestro, si nos detenemos en la primera palabra, haremos lo mismo que cuando éramos niños, atraer la mirada del padre sobre nosotros. Diciendo “Padre, Padre”, y también diciendo: “¿Por qué?” Y Él nos mirará.
(Papa Francisco, Ángelus, 2019).
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».
Él les dijo:
«Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación”».
Y les dijo:
«Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice:
“Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”; y, desde dentro, aquel le responde:
“No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos”; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?».
Pintura: Padre Nuestro
Representación del episodio del Sermón del Monteen el que, según el Evangelio de Mateo, Jesús de Nazaret dio a conocer el texto en el que se basa la oración del padrenuestro. Obra de Carl Heinrich Bloch, conservada en el Nationalhistoriske Museum på Frederiksborg Slot, Castillo de Frederiksborg, Dinamarca. Al igual que el resto del evangelio y de los escritos del Nuevo Testamento, el padrenuestro en su versión original conservada fue escrito en una forma dialectal del griego, la koiné, llamada también griego alejandrino, helenístico, común, o «griego del Nuevo Testamento». La koiné fue la lingua franca o lengua internacional del Mediterráneo oriental desde el período helenístico, y también la lengua de difusión del cristianismo.
Las obras de caridad te hacen buen amigo o amiga, no olvides si te visita Jesús. El camino necesitar ser andado.
Jesús en casa de Marta y María. VERA Y CALVO, JUAN ANTONIO. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado
XVI Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)
Hay una canción de Luis Abanto Morales, que nos recuerda las injusticias de este mundo:
Cholo soy y no me compadezcas
Que esas son monedas que no valen nada
Y que dan los blancos como quien da plata
Nosotros los cholos no pedimos nada
Pues faltando todo, todo nos alcanza
La canción sigue, puedes leerlo al final del texto. Pese al crudo desprecio, los pobres no han perdido la capacidad de compartir, de contemplar el mundo. De esta hospitalidad más una comunicación efectiva podría resultar la confianza. La misma confianza que buscas cuando llegas a la casa de un amigo, allí donde “…no pedimos nada, pues faltando todo, todo nos alcanza”.
Sumidos en esta dinámica se comparten los bienes materiales, pero especialmente los espirituales. Por ello, las obras de misericordia como dar agua al forastero y escuchar al hermano es parte del edén interno de los corazones felices. Cada día necesitamos reconciliarnos, y es necesario no seguir agrediéndonos.
Esperanza
Es decir, tenemos la necesidad de confiar en Dios, en su visita, en nuestros propios hermanos. Las injusticias atentan contra todo tipo de fraternidad universal. Dios quiera que las injusticias descritas por la canción “cholo soy” no se sigan dando en otros formatos. Pese a las barbaries, estamos en camino, el que lleva a Jerusalén, el que se entiende como el camino a un mundo saludable, a la salvación.
Jesús es rechazado en algunas casas, todavía, pero es recibido por una mujer, que junto a su hermana y hermano Lázaro nos muestran, como en el antiguo testamento, su hospitalidad con los tres caminantes que son la presencia de Dios con el Patriarca Abraham. En esta alteridad que rompe el exclusivismo antropológico trae la transformación de la historia, el nacimiento del primogénito, la fecundidad de la vida y la alegría.
Lucas presenta el viaje de Jesús a Jerusalén recordando el tema abundantemente presente en el Antiguo Testamento de la "visita de Dios". La primera lectura es el relato de una de estas "visitas de Dios". Los tres caminantes que se manifiestan a Abraham son la presencia de Dios con el patriarca. Los acoge, reconociendo en ellos una alteridad que va más allá de la presencia física de los tres hombres. El encuentro termina con la promesa del nacimiento de un hijo. La visita de Dios transforma la vida humana, la hace fecunda y la reconforta con el don que trae la alegría.
Para Lucas, la visita de Dios se realiza en Jesús. Puede ser aceptado o rechazado, según se reconozc a o no la venida del Señor entre los hombres en su persona.
Ambas son generosas, desde su forma de ser lo atienden y escuchan. Sólo que por el exceso de servicio se puede descuidar al invitado. Quizá hubiese sido revolucionario ponerse a pelar papas o lavar la vajilla juntos. Suele suceder que por querer atender bien al invitado ya no tienes tiempo de estar con él.
El gran peligro en ambos perfiles o comportamientos ante Dios puede ser el egocentrismo. Marta porque cree que es mejor hacer, y María dobla las rodillas para contemplar. Ambas podrían presumir de que escogieron la mejor forma de recibir al amigo y amigos.
El “yo, por ejemplo: …” es una cápsula psicológica, necesita de autoevaluación y de aprender a valorar las acciones del otro. Cómo puedes recibir al otro si sólo hablas de tus éxitos, de tus sacrificios, de tus logros. El egocentrismo es un veneno contra la alteridad como la indiferencia mata la hospitalidad.
Buen domingo y que el amor samaritano te hagan buen amigo de Jesús.
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Pintura:
jesus-en-casa-de-marta-y-maria
¿Cómo evitar al prójimo?
la estrategia universal de la caridad evita clasificar al prójimo. El prójimo es tal, es un rostro identificable, en la práctica es el rostro del mismo Dios: Samaritano.
👉 Inicia con un ejercicio: escribe tu nombre entre los paréntesis con puntos:
Respondió Jesús diciendo:
“Un hombre ( 👀………………….) bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto.
Por casualidad, un sacerdote (……………….) bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita ( ………………….) que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano ( ………………….) que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó.”
¿En qué parte encaja mejor tu nombre? ( ………………….)👦👧👨👩
XV Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)
De la medida del amor depende la felicidad. Las personas hacemos muchas cosas para ser felices, esa es nuestra meta, pero cada vez nos evitamos más. Cómo podemos explicar la indiferencia en un mundo del desarrollo de los medios de comunicación.
Son preguntas que necesitan los oídos de ese papá que escucha el amor de su hija o el corazón sincero de la niña. Ese amor no se ha desarrollado evitándose sino donándose. Es decir, el amor no tiene límites y en el sentido cristiano sucede lo insólito, se asume como prójimo no por la sangre, ni por el país, sino por la caridad y con un rostro concreto.
Todos buscamos ser felices, llegar a Dios, pero los caminos, a veces, son diversos. En la práctica se puede estar emprendiendo una experiencia artificial o engañosa, o dando vueltas en los reales eventos que debamos abordar que también son de Dios.
La definición del prójimo es el Samaritano. A Jesús le reprocharon las veces que cenó en casa de los considerados pecadores, el perdón a las prostitutas y no les dio tiempo para criticarle la invitación al paraíso al buen ladrón.
Es un ensayo de clasificar a los seres humanos, como buenos y malos, como justos y pecadores. Pero Jesús evita ese ejercicio conceptual y va a la práctica, no lo analiza por las cosas maravillosas que haces sino por la caridad y misericordia que te motivan.
La cultura del desprecio es malévola, puede ser engañosa, suele seleccionar, los útiles y los inútiles, los sabios y los ignorantes, los paganos y los justos, el de gustos gourmet o el del pan de cada día, … Quizá se deban revisar las aventuras pastorales: alrededor de la norma o al auxilio del caído y abandonado. El planteamiento se engancha en el corazón: ¿quién es mi prójimo?
El criterio claro es la misericordia. ¿Cómo nos comportamos en los momentos de desgracia e injusticia? Los modelos de comportamiento en la vida real son muchos, hay muchas dudas respecto a la ejemplaridad política y liderazgos. Por un lado, las actitudes inhumanas durante la pandemia nos mapean la situación. Por otro lado, son valiosas las acciones samaritanas y misericordiosas emprendidas incluso por personas no católicas, ni siquiera creyentes.
Los sorprendente es querer hacer lo mismo, más allá de la definición de prójimo. Lo mismo que hizo el Samaritano, actuó inmediatamente como Dios quiere. No hacer lo mismo, lo inhumano, lo puramente teórico. El Samaritano mira al otro como su propia sangre, teológicamente, con la misma sangre nos redimió Cristo. Si Dios ha puesto el amor en nuestras manos por qué el mundo no es más humano. Parece que no estoy amando al otro como a mí mismo.
Si la parábola es aplicada a mi vida, lo ideal será ponerme en el perfil del Samaritano, es el héroe de la historia. Si lo aplico al sacerdote o al levita, no es que sean malos, sino que sus intenciones de agradar a Dios no miran una realidad más allá de sus mismas especulaciones y afán de cumplimiento ritual. En esta historia, muchas veces hemos estado en el perfil del herido, pero en la pedagogía de Jesús, el herido también salva al Samaritano, le pone en evidencia que la misericordia no se mide ni tiene fronteras.
Que tengas un buen día, que este día el Samaritano venga a curar tus heridas, su amor te ponga en el nivel de seres humanos, su misericordia te cuide, su compasión seque tus lágrimas.
Jesús, por lo tanto, propone al samaritano como modelo, ¡precisamente uno que no tenía fe! También nosotros pensamos en tantas personas que conocemos, quizás agnósticas, que hacen el bien. Jesús eligió como modelo a quien no era un hombre de fe. Y este hombre, amando a su hermano como a sí mismo, muestra que ama a Dios con todo su corazón y con todas sus fuerzas ―¡el Dios que no conocía!―, y al mismo tiempo expresa verdadera religiosidad y plena humanidad.
Después de contar esta hermosa parábola, Jesús se vuelve hacia el doctor de la ley que le había preguntado «¿Quién es mi prójimo?» Y le dice: «¿Quién de estos te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» (v. 36). De esta manera, invierte la pregunta de su interlocutor y también la lógica de todos nosotros. Nos hace entender que no somos nosotros quienes, según nuestro criterio, definimos quién es el prójimo y quién no, sino que es la persona necesitada la que debe poder reconocer quién es su prójimo, es decir, «el que tuvo compasión de él» (v. 37). Ser capaz de tener compasión: esta es la clave. Esta es nuestra clave. Si no sientes compasión ante una persona necesitada, si tu corazón no se mueve, entonces algo está mal. Ten cuidado, tengamos cuidado. No nos dejemos llevar por la insensibilidad egoísta. La capacidad de compasión se ha convertido en la piedra de toque del cristiano, es más, de la enseñanza de Jesús. Jesús mismo es la compasión del Padre hacia nosotros. Si vas por la calle y ves a un hombre sin domicilio fijo tirado allí y pasas sin mirarlo o piensas: “Ya, el efecto del vino. Es un borracho”, no te preguntes si ese hombre está borracho, pregúntate si tu corazón no se ha endurecido, si tu corazón no se ha convertido en hielo. Esta conclusión indica que la misericordia por una vida humana en estado de necesidad es el verdadero rostro del amor. Así es como uno se convierte en un verdadero discípulo de Jesús y el rostro del Padre se manifiesta: «Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6,36). Y Dios, nuestro Padre, es misericordioso, porque tiene compasión; es capaz de tener esta compasión, de acercarse a nuestro dolor, a nuestro pecado, a nuestros vicios, a nuestras miserias.
Que la Virgen María nos ayude a comprender y, sobre todo, a vivir cada vez más el vínculo inquebrantable que existe entre el amor a Dios nuestro Padre y el amor concreto y generoso a nuestros hermanos, y nos dé la gracia de tener compasión y de crecer en compasión.
PAPA FRANCISCO. ÁNGELUS. Plaza de San Pedro. Domingo, 14 de julio de 2019
En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».
Él le dijo:
«¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».
El respondió:
«“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».
Él le dijo:
«Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».
Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
«¿Y quién es mi prójimo?».
Respondió Jesús diciendo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
Él dijo:
«El que practicó la misericordia con él».
Jesús le dijo:
«Anda y haz tú lo mismo».
Pintura:
Los 72 son enviados por Jesús a predicar la Paz, sanar enfermos, etc. incluso, regresaron felices y admirados de cómo hasta los demonios se sometían en su nombre.
Icono de los Setenta Apóstoles.
XIV Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)
Los conventos y seminarios tienen cada vez menos vocaciones. Es una realidad tan cruda como la adversidad a la fe. No sólo se necesita cultivar la tierra, sino que los cultivadores sean cultivados; suena lindo la “iglesia en salida” -como los 72- como una respuesta a la tentación de frialdad misionera.
Qué le puede atraer a una persona joven para ser parte de una misión evangelizadora -sinodal- en el mundo de hoy.
Una misión clara permite acciones concretas y contextualizadas. El objetivo es “hablar de Dios”, es decir, anunciar las palabras de Jesús. Para ello, debes reflexionar algunas actitudes recomendadas:
¡Cómo duele salir del confort! Cómo agendar una misión a favor de los demás, cómo trabajar de dos o en equipo, cómo ser gente generosa y de paz, y cómo testimoniar la realidad de la vocación.
En el contexto actual puedes plantearte: A dónde voy, a dónde debo ir, ¿dónde cumplir la misión? Felicito a quienes han tenido el gozo de los 72 después del regreso de la misión.
¿Dónde ir?
Actualmente, puedes ir donde quieras virtualmente, las fronteras ya no son un límite ajustado. A puertas del metaverso, un mundo virtual más grande y accesible que el mundo pagano de los 72 discípulos. Allí, seguiremos necesitando de la libertad y la vocación universal del amor. Los escenarios se modifican, pero la misión de la justicia y paz clama por testimonios vocacionales.
El encuentro “face to face” es necesario. La humanidad necesita del encuentro físico, afectivo, con gestos y palabras edificantes. Ir a los pueblos, donde los seres humanos se encuentran para convivir, los escenarios de cultura, política, de información, etc.
La magnitud de la tarea y la cantidad de obreros es para rezar más y más (cf. Lc.10,1). Se necesita orar para que Dios mande los medios necesarios para construir el reino.
La cantidad de medios para realizar la misión es desproporcionada a la confianza que podemos depositar en Dios. Mucho wifi poca fe. El wifi es importante, pero sin fe Dios termina siendo de escritorio, un mero razonamiento.
Los criterios de éxito no se comparan a la propuesta de una túnica, un bastón y unas sandalias. Como el dinero, el transporte y comida seguros a la mendicancia, a la humildad para aceptar la caridad y el llamado interior a trabajar más de lo normal.
San Pablo enseña que hay una paradoja en la debilidad. En lo que humanamente parece debilidad se revela el poder de Dios (cf. 2 Cor 12,9-10).
No se trata de seducir con palabras, ni de dibujar una vida de burbujas. Los promotores vocacionales necesitan la fe y el entusiasmo de los 72 para presentar quién es Jesús y las experiencias de sus seguidores. Se puede vivir hasta la pasión y aparentemente el mundo no cambia mucho. Seguir a Jesús es pensar en su mismo destino.
En las recomendaciones se pueden destacar:
- El mensaje es de paz (ser pacífico), Justicia (justos) y amor (saber amar). Pero la advertencia es la prudencia y sabiduría ante las estrategias de los lobos que no necesariamente están en el bosque. La verdad es incómoda, de vida o muerte.
- Los corderos es una imagen de Jesús manso y humilde de corazón. Las grandes tareas lo hacen los humildes, con provisiones providenciales, con las sandalias limpias de la sangre y tierra de muertos existenciales.
- La fe se comparte con libertad. El respeto a la fe evita la violencia. El príncipe de la paz no puede ser impuesto. Se lo presenta, se propone y especialmente se lo vive. Ese gozo de vida es ya un testimonio claro.
- Así como no podemos ocultar la baja cantidad de misioneros y cristianos, tampoco podemos ocultar la gran alegría que sienten los que decidieron darle a su vida un rol de servicio y construcción de mejores seres humanos, tal como lo propuso el mismo Jesucristo.
Necesitamos trabajar en la confianza radical en Dios, la prioridad espiritual (Cf. Lc. 10,2), no hay orgullo porque los éxitos son de Dios, se supera la angustia ante los fracasos porque la responsabilidad también es de Dios, nunca solos porque la misión es de dos en dos como la primera comunidad.
Estas palabras del Papa Francisco, espigadas de la Encíclica Evangelii Gaudium - La alegría del Evangelio (nn. 20,21,24), hacen resonar para nuestros días el pasaje evangélico de este domingo:
«En este «¡Vayan!» de Jesús están presentes los escen arios y los desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y todos somos llamados a esta nueva «salida» misionera».
«La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera. La experimentan los setenta y dos discípulos, que regresan de la misión llenos de gozo».
«La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que toman la «iniciativa», que se «involucran», que «acompañan», que «fructifican» y «festejan».
«La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la «iniciativa», se ha «anticipado» en el amor; por eso, ella sabe «adelantarse», tomar la «iniciativa» sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos».
«La comunidad evangelizadora se «involucra» con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo».
«La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los «frutos», porque el Señor la quiere fecunda… Encuentra la manera de que la Palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en apariencia sean imperfectos o inacabados».
«La comunidad evangelizadora gozosa siempre sabe «festejar… La Iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la belleza de la liturgia, la cual también es celebración de la actividad evangelizadora y fuente de un renovado impulso donativo».
(Blog:
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles:
“El reino de Dios ha llegado a vosotros”.
Pero si entráis en una ciudad y no os reciben, saliendo a sus plazas, decid: “Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que el reino de Dios ha llegado”.
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad».
Los setenta y dos volvieron con alegría diciendo:
«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre».
Él les dijo:
«Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».
Pintura: Icono de los Setenta Apóstoles.
Los setenta y dos discípulos (conocidos en la tradición del cristianismo oriental como los Setenta Apóstoles) fueron los primeros emisarios de Jesús, mencionados en el Evangelio de Lucas (Lucas 10:1-24). Según Lucas, el único Evangelio en el que aparecen, Jesús los designó y los envió de dos en dos en una misión específica que se detalla en el texto.
En el cristianismo occidental, son denominados generalmente como discípulos, mientras que en el cristianismo oriental por lo general son referidos como Apóstoles. En el uso de las palabras griegas originales, ambos títulos son descriptivos: un apóstol es un enviado en una misión (el griego usa la forma verbal: apesteilen), mientras que un discípulo es un estudiante, pero las dos tradiciones difieren en el alcance de las palabras apóstol.
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