Estamos, impotentes, mirando los “huesos secos” y tú señor estás a la puerta de las tumbas. Sabemos que de la muerte física nadie se escapa, pero así no la imaginábamos. Morir aislados, asqueados, con el corazón destrozado de las familias, no podemos ni siquiera enterrar a nuestros muertos. Estamos ansiosos esperando comprender que eres el Dios de la vida (cf. Ezequiel 37).
Abril, vivía al norte, sufría de una enfermedad respiratoria, los médicos le dijeron que tenía Coronavirus y que por su situación de salud no iba a sobrevivir. En la radio ella llamaba desesperada para que ayuden a su novio y a toda su familia. Y aunque el periodista intentaba consolarla, ella sólo clamaba la ayuda de Dios.
En este momento necesitamos realmente de la fe. Creer en la vida ante el misterio de la muerte. La fe como camino al verdadero amor (Samaritana), el camino de la luz y la claridad del auténtico sanador (curación del ciego) y de la verdadera vida para abandonar las tumbas y la peste (Resurrección de Lázaro).
¿Pero cómo encontrar la fe? Ahora, ante la cercanía de la muerte nos presentamos así:
Los que creemos en la resurrección, como Martha, la hermana de Lázaro. Esperamos resucitar “al final de los tiempos” pero nos duele que Jesús haya demorado en venir, en darle la vida a nuestro hermano Lázaro. Los que esperamos porque así lo dice el catecismo, pero no porque realmente nos ponemos a los pies de Jesús como María para esperar su voluntad. ¿Creemos firmemente que Jesús está en la puerta de la tumba para decir nuestro nombre y liberarnos de las ataduras de esta vida?
Los que no creemos en la resurrección. Aquellos personajes que van a consolar a la familia del difunto Lázaro. Martha y María no se sienten consoladas, quizá sólo sentían la presencia de fisgones y otros temerosos ante el misterio de la muerte. Cómo consolar si la dimensión espiritual la hemos cambiado por egocentrismo. Cómo pedir fe si sólo las cosas espectaculares de la razón nos convencen. Cómo pedirle a Dios si él nunca ha sido nuestro motor. Ahora es claro, la esperanza necesita de la fe y ésta de la cercanía con Dios.
Como cristianos, alimentamos nuestra esperanza en Jesús. Él llegó y enfrentó la realidad de la muerte de Lázaro. Sabe, que en ese contexto le cuestionarán por dar la vida y seguirán empeñados en matarlo. Explica su propia muerte y la vida que propone.
La misión de Jesús es dar la vida y en abundancia. Entonces, necesitamos de esa vida, de esa luz, salir de las tumbas,… Y en lo que sí estaremos de acuerdo, creyentes y no creyentes: es necesario replantearnos el sentido de la vida, el sentido de la humanidad. Quizá se a tiempo de viralizar el amor y evitar la pandemia del hambre, la desigualdad, la violencia, la contaminación.
“Jesús y Lázaro: De la muerte a la vida (Jn 11,33b-45). “Quiten la piedra (11,39ª)”: El Nazareno pide a quienes le sigan que se despojen de la creencia, según la cual los muertos tienen que estar separados de los vivos; los fallecidos pueden permanecer también en la experiencia de los vivos; a su vez los vivos pueden estar muertos… “Gritó con voz fuerte: «¡Lázaro, ven afuera!»” (11,43): El grito no es por Lázaro, sino por quienes imaginan que Lázaro está muerto en una tumba; aunque haya fallecido, Lázaro sigue viviendo, porque aceptó a Jesús antes de morir. «Desátenlo para que pueda caminar» (11,44b): Equivale a decir: Déjenlo en libertad, porque ahora vive con Dios. — Integremos a nuestros antepasados en nuestra actitud de servicio a los demás, pues si entregamos la vida como Cristo, seremos capaces de recuperarla (cfr. Jn 10,18).”
Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 3-7. 17. 20-27. 33-45
En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro le mandaron recado a Jesús diciendo: «Señor, el que tú amas está enfermo». Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba. Solo entonces dijo a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea». Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día». Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?». Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo». Jesús se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?». Le contestaron: «Señor, ven a verlo». Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!». Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?». Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús: «Quitad la losa». Marta, la hermana del muerto, le dijo: «Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días». Jesús le replicó: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado». Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, sal afuera». El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar». Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
Servir a la verdad
Si nos planteamos preguntas sobre el Derecho a la Información las tenemos claras, pero sobre el deber de informar no siempre. Algunos periodistas usan estrategias que no clarifican, sólo atraen y convierten sus informaciones en dudosas.
El periodista o comunicador es un ciudadano inserto en una realidad donde su vocación y deontología profesional le convierte en un servidor de la verdad.
Además, el ‘servidor de la verdad’ tiene privilegios en la búsqueda y también limitaciones como, por ejemplo, el respeto a la intimidad personal y buena fama. Y cada estado lo suele limitar el derecho a la información en casos como toque de queda o cuando está en riesgo la paz nacional. Este tema merece un trato más amplio. Por hoy, recordamos que es importante honrar la verdad.
“Pueblo chico infierno grande”
La avalancha de información, ya tienen la “cultura del meme”, y como en toda aldea pequeña y vulnerable como la que estamos experimentando, las mentiras son virales.
“No es mi problema” o “Es un problema sin solución”.
El peligro es la desinformación y sufrir de estrés o de “a mí no me llegará” (¿indiferencia?) tiene sus complicaciones. La obediencia no es el trabajo de Dios, sino de cada ser humano que usa su conciencia y voluntad, su libre albedrío. Este ha sido una de las causas fatales para la propagación del Covid-19 que nos está golpeando a todos por igual.
Ética y Comunicación,
Fuentes internacionales
Algunas fuentes importantes para informarte adecuadamente:
Inteligencia Artificial: son observadores muy importantes porque desarrollan algoritmos para identificar noticias de enfermedades infecciosas a nivel mundial:
Por el momento es importante Prevenir y ayudar con la publicación responsable de la información. Además, será bueno ir informándose sobre el impacto futuro en la economía y la lucha contra la pobreza, (ONU).
A pesar de tanta información, siempre es necesario investigar más.
De El Greco - Web Gallery of Art: Imagen Info about artwork, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3677585
Homilía y Reflexión,
Nos subestimamos
Hoy, ante el coronavirus hemos comprendido el gran peligro de subestimar. Ya parecía “normal” ser irrespetuosos ante las tragedias de los demás. La fatal consecuencia del Covid-19 llegó para todos. Obviamente sufren más los pobres, sin casa para quedarse, sin dinero para alimentarse. Pobres y ricos, visionarios y ciegos, nos quedamos en casa, con todo el tiempo para redescubrirnos y reinventarnos. Somos barro, necesitados del aliento de Dios.
Subestimados
Cuenta la historia que un hombre hizo una bola de barro para curar la ceguera. Luego pidió que se lave. El ciego obedeció. Si lo subestimaba, seguía ciego. La sencillez de los subestimados es no subestimar lo que puede darles la luz de la vida y de la fe.
El ciego ha sido subestimado. Sus vecinos creían conocerlo, pero en realidad sólo veían un ciego, un foco del pecado, sin palabra, un desahogo de sus prejuicios.
El ciego hoy se quedaría en casa. ¿Y si no la tuviera? Pero, la solidaridad humana le posibilitaría vivir, como a tantos migrantes, ancianos y personas solas, que por la ventana o el televisor miran la llegada de la “no subestimada” muerte. O quizá no tendría la preferencia para ser conectado a un ventilador.
El ciego tiene palabra pero no es escuchada. “Soy yo” expresa su intimidad humana, su realidad de ser CREADO por Dios. Su palabra se ha puesto al nivel del testimonio, de la seguridad, de la visión. Se envalentona para expresar igualdad, “soy yo” como ustedes, hijo del mismo Dios, ciudadano del mismo planeta. Y ellos no le creen. Él sí lo cree aunque todavía no conoce a Jesús.
Los que subestiman
Si la primera duda era su “carencia”, ya está “viendo”. Ahora necesitan, los vecinos, de algunos “especialistas”, con una ‘visión más clara’ para analizar al ‘ciego curado’. El ciego estaba en la puerta del templo, pero las autoridades no ‘volvían sus ojos’ a quien no les podía ver, sin palabra y sin “un perro que le ladre”.
Los vecinos no nos escuchamos y de pronto nos sorprende descubrir un “ciego con visión”: “Me puso barro en los ojos, me lavé y veo”. El complejo de “ser dueño de la verdad” les mostró su ceguera. Están molestos porque el ciego reconoce a un “profeta”, y las autoridades religiosas tiene fama de matar a los profetas. El ciego es expulsado, cual migrante, sin palabra, sin razón, sin los valores que ellos mismos dicen defender.
En este vecindario, las autoridades religiosas odian visceralmente a los “pecadores” y peor si “dan testimonio”. En realidad, estas autoridades, sin Dios y sólo con sus normas, interpretadas por ellos, expulsan a un ciego, testimonio de la luz.
Los subestimados y la salvación
Y en estas circunstancias, sale al encuentro Jesús, lo busca para decirle que quien le sanó no es sólo un hombre, o un profeta, es más, es el hijo del Hombre, es Dios mismo.
La historia seguirá, el ciego conoció al Dios de la salvación y se postró ante él. Mientras que las autoridades, lo condenarán y lo crucificarán.
Nuestra oración por los religiosos que han ofrecido sus vidas al servicio de los expulsados, marginados, sin palabra, migrantes, abandonados, sin casa,…
Homilía y Reflexión,
Jesús sana a un ciego
Homilía y Reflexión,
Lectura del santo evangelio según san Juan 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38
En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. entonces escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)». Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ese el que se sentaba a pedir?». Unos decían: «El mismo». Otros decían: «No es él, pero se le parece». El respondía: «Soy yo». Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé y veo». Algunos de Los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?». Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?». Él contestó: «Que es un profeta». Le replicaron: «Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?». Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?». Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es». Él dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante él.
No te rindas
Mario Benedetti
Literatura
No te rindas, aun estas a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo tambien el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.
Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos,
No te rindas por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada dia es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estas sola,
porque yo te quiero.
Literatura
Interpreta: Luis Javier Rubio Guerrero, O.P.
Literatura
Desnudo como Adán…
(Luis Javier Rubio Guerrero)
Literatura,
¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,/
y cuántas con vergüenza he respondido,/
desnudo como Adán, aunque vestido/
de las hojas del árbol del pecado.//
Seguí mil veces vuestro pie sagrado,/
fácil de asir, en una cruz asido,/
y atrás volví otras tantas atrevido,/
al mismo precio que me habéis comprado.//
Besos de paz os di para ofenderos/
pero si fugitivos de su dueño/
yerran cuando los hallan los esclavos//
hoy que vuelvo con lágrimas a veros,/
clavadme vos a vos en vuestro leño/
y tendréisme seguro con tres clavos.//
(Rimas cuaresmales)
Literatura,
Interpreta: Luis Javier Rubio Guerrero
Estoy Caído
(Luis Javier Rubio Guerrero)
Literatura,
Literatura,
Levántame, Señor, que estoy caído, /
sin amor, sin temor, sin fe, sin miedo./
Quiérome levantar, y estoyme quedo;/
Yo propio lo deseo, y yo lo impido//
Estoy, siendo uno solo, dividido:/
a un tiempo, muerto y vivo, triste y ledo;/
lo que quiero hacer, eso no puedo,/
huyo del mal y estoy en él metido.//
Tan obstinado estoy en mi porfía,/
que el temor de perderme y de perderte/
jamás de mi mal uso me desvía.//
Tu poder y bondad truequen mi suerte:/
que en otros veo enmienda cada día,/
y en mí cuaresma nuevos deseos de ofenderte,//.
Literatura,
(Rimas cuaresmales)
Luis Javier Rubio Guerrero
Señor de mis pecados
(Luis Javier Rubio Guerrero)
literatura
“Este largo martirio de la vida,/
la fe tan viva y la esperanza muerta,/
el alma desvelada y tan despierta/
al dolor, y al consuelo tan dormida;//
esta perpetua ausencia y despedida,/
entrar el mal, cerrar tras sí la puerta/
con diligencia y gana descubierta/
de que el bien no halle entrada ni salida;//
ser los alivios más sangrientos lazos/
y riendas libres de los desconciertos,/
efectos son, Señor, de mis pecados,//
de que me han de librar esos tus brazos/
que para recibirme están abiertos/
y por no castigarme están clavados.//
literatura
Interpreta Luis Javier Rubio Guerrero
DE INVIERNO
(Evaristo Carriego)
Literatura,
Frío y viento. Ya en la casa miserable,
tiritando se durmió la viejecita,
y en la pieza, abandonada como siempre,
gime y tose, sin alivio, la enfermita.
¡Oh, qué noche! Se me antoja ver extraños
rojos cirios en las calles solitarias...
¡con qué lúgubre sigilo van pasando
las angustias, en sus rondas silenciarias!
Madre, hermana, prima, santas compasivas
de las trágicas miserias sollozantes:
¿qué será de los enfermos esta noche,
tan adusta de presagios inquietantes?
¡Oh, las vidas, condenadas en el lecho
al suplicio de las fiebres horrorosas...
¡Pobrecitos los pulmones que no llegan
al dorado mes del sol y de las rosas!
Literatura,
Interpreta Luis Javier Rubio Guerrero
¡Basta de tanto barro!
III Domingo de Cuaresma
Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)
Jesus and the Samaritan Woman at the Well. Giovanni Francesco Barbieri, Il Guercino
“Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla”
Homilía y Reflexión,
“Dame de beber” dice Jesús, cansado, con los labios resecos en su caminar por el desierto. Se encuentra, de manera fortuita e incómoda, con una mujer que tiene los instrumentos para saciar su sed pero no es feliz. Le espera al borde del pozo un hombre extraño pero dialogante, sin instrumentos para sacar agua, pero con palabras para hacer brotar (o liberarla) del barro, para romper las barreras histórica religiosa de dos pueblos, la soledad y los amores corrosivos de su vida.
En nuestro mundo del descarte, preferimos beber barro filtrado a buscar el torrente de agua viva -‘De su seno correrán ríos de agua viva’» (Jn 7,37b-38)- y saboreamos mejor lo que divide y mata.
Con humildad nos unimos a la petición de la Samaritana: “Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla”. Pero, allí no termina el diálogo, porque Jesús frente a nuestro pozo nos ayuda a sacar lo tóxico de la intimidad: los amores esclavizantes, las negaciones de nuestros reales problemas.
A propósito, algunas pistas para reflexionar:
- “Dame de beber”. Hoy queremos tener las defensas inmunológicas y lavándonos las manos y bebiendo un te caliente podemos hacer frente al Coronavirus.
- “Dame de beber” ante el 2019 que fue el segundo año más cálido jamás registrado y las consecuencias que vienen en los próximos años. (ver: Organización Metereológica Mundial)
- “Dame de comer” porque aumentó el hambre de mas de 820 millones de personas (Estudios hasta 2018).
- “Dame de beber” pero sin precipitaciones inusuales que arruinaron los sembríos e hicieron brotar las langostas de la región del Cuerno de África y se extenderán hasta junio de 2020.
- “Dame de beber” del culto en “Espíritu y verdad” ante la prohibición de las celebraciones litúrgicas multitudinarias. El Papa Francisco dijo: “En estos días nos unimos a los enfermos, a las familias que sufren esta pandemia. Quisiera rezar hoy por los pastores que deben acompañar al pueblo de Dios en esta crisis, que el Señor les de la fuerza y también la capacidad de elegir los mejores medios para ayudar. Las medidas drásticas no siempre son buenas, por esto rezamos para que el Espíritu Santo dé a los pastores la capacidad, el discernimiento pastoral, para que provean medidas que no dejen solo al santo pueblo fiel de Dios, que el pueblo de Dios se sienta acompañado por los pastores y por la consolación de la Palabra de Dios, por los sacramentos y por la oración” (Papa Francisco)
“Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla”. Señor limpia mi pozo para amarte y servirte en los hermanos, basta de tanto barro.
Homilía y Reflexión,
Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 5-42
EN aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber». Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» (porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice “dame de beber”, le pedirías tú, y él te daría agua viva». La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?». Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna». La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla». Él le dice: «Anda, llama a tu marido y vuelve». La mujer le contesta: «No tengo marido». Jesús le dice: «Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad». La mujer le dice: «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén». Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad». La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo». Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo». En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?». La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente: «Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será este el Mesías?». Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él. Mientras tanto sus discípulos le insistían: «Maestro, come». Él les dijo: «Yo tengo un alimento que vosotros no conocéis». Los discípulos comentaban entre ellos: «¿Le habrá traído alguien de comer?». Jesús les dice: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador. Con todo, tiene razón el proverbio: uno siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado. Otros trabajaron y vosotros entrasteis en el fruto de sus trabajos». En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho». Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo».