TO 25 B. ¿De qué hablaban en el camino?

¿De qué hablas en…?

Domingo XXV del tiempo ordinario – Ciclo B (Marcos 9, 30-37) 

Homilía y Reflexión
¡Camino no hay caminante, éste debe caminar!

Cuando recién nos conocemos solemos presentar nuestra hoja de vida corregida y aumentada. La lógica de cuán interesante eres está por debajo del cuánto tienes y, por tanto, tu equivales a lo que tienes, eres psicológicamente aritmético, pero sin respuesta porque sólo sumas. 

Los seres humanos, en la historia, nos chocamos o fluimos en esa misma corriente. Hablamos de lo que tenemos y nuestro tener suele necesitar de sirvientes. 

¿Qué discutes? ¿Tus temas de la mesa inflan tu ego y tu iluminado cerebro? ¿juegas al exitoso aunque tu corazón se pudra en la desdicha? ¿De qué hablas en tu camino?

Las grandes empresas ya saben que un trabajo ético es más rentable, mientras muchas andan evadiendo impuestos y derechos laborales. Muchos jóvenes han entendido que el estudio les arrancará de la burda pobreza porque no todo el que tiene plata es “fino” ni todo “fino” tiene plata. Ser importante no significa tener sino ser.

¿De qué conversaban por el camino? Conversaban de quién es el más importante. Seguramente en esa reflexión, cada uno se auto analiza, pero sólo expresa lo que puede ser admirado por todos. Pedro no habría dicho que le daría ganas de usar su espada, Judas tampoco iba a expresar su plan de vender al que le confío la caja fuerte,… Ya no sólo psicológicamente aritméticos sino también tortugas, sumamos y escondemos.
Homilía y Reflexión


Homilía y Reflexión

Recuerdo y entiendo, a una persona que en el pasado tenía un cargo de oficina y luego le daba vergüenza vender o servir a la mesa. Conocí a alguien que con mucho dinero se volvió pobre. Su pobreza penosa fue no tener dinero y perder todo por aparentar tenerlo. 

Quizá sea mejor recordar al profe Maximiliano que por las tardes vendía gelatinas y postres entre los carros para educar a sus hijos y estudiar los 4 con su esposa. Un joven que tenia una mano paralítica, pero caminaba 4 horas para estudiar. A Braulio que trabajaba desde las 5:00 a.m., lavaba su plato, oraba y juntaba su dinero para llevarles comida a los más pobres de los pobres de su pueblo, allí existía auténticas fiestas y alegría de ver la mensajero. 

A doña Victoria, pagaba la moto-taxi para ir al barrio a rezar el santo rosario pero un día, sin darse cuenta, contó que caminaba una hora desde su casa hasta la mía, todavía me caigo de vergüenza. A Filomeno, su esposa murió en un comedor para los pobres y su hija sólo lo manipula emocionalmente y le va quitando la jubilación para mantener a su marido borracho,…

Recordar, a Flor, cuidó a su madre y fue violentada por sus mismos hermanos, y aún les recibe los fines de semana con el almuerzo. A Moisés, que salió de su casa, sin estudios, y ayudó a educar a sus hermanos menores que hoy se consideran superiores a él. A Mara, su hija vendió su casa, ella trabajó y compró otra, y su hija nuevamente regresó y ahora la mandó a vivir en la azotea, …

Para ser el primero, el más importante, el “mejor”,… se necesita un poco de gracia, de humildad, de mirar el mundo contra la corriente, de ser verdaderos mensajeros del servicio. Actuar con el corazón de un niño y con la sabiduría del desprendimiento.

Homilía y Reflexión


Lectura del santo Evangelio según San Marcos 9, 30-37


En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía:
–El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará.
Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:
–¿De qué discutíais por el camino?
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
–Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.
Y acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
–El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.



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