San Pedro y San Pablo (29 de junio)

"Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo"

Pietro Perugino: Cristo entrega a Pedro las llaves del reino de los cielos (Fresco de la Capilla Sixtina, 1480-1482). See below., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=38902703 

Hace años viví en Chimbote, un puerto ubicado en la costa norte del Perú. El Santo patrono del puerto es San Pedro, como lo es de otros puertos del Pacífico. Su procesión y ofrendas florales sobre el mar son acompañadas con banda de músicos y avellanas que estallan en los cielos asustando a los pelícanos.

La gente de “la perla del pacífico” de antaño, le llama a su patrón: “San Pedrito”. Esta cercanía nos muestra al Pescador, apasionado, al elegido “primero” entre los otros discípulos, al que quiere caminar sobre las aguas, el que se lanza desnudo al agua al ver al maestro, …

San Pedro tiene una personalidad espontanea, me he reído mucho con sus ocurrencias. Es un santo cercano, en mi pequeño pueblo que sólo tiene un riachuelo, no hay pescadores pero sí ganaderos y entonces se celebran carreras de caballos,  y preside el santo patrono sobre sus andas, adornado con flores silvestres y abrigado por las velas de sus devotos.

En cambio, a San Pablo se le erigen iglesias, ciudades que llevan su nombre. San Pablo es el hombre evangelizador, carismático, místico, perseverante, agudo en sus reflexiones. A veces, radical. Su fiesta es la de la conversión y la famosa historia épica de la caída del caballo. Es como el papá estricto que te quiere educar o como el superior de la casa preocupado en la mística y las obligaciones. Por ese lado, quizá no sea tan popular.
ElGrecoPaul (cropped)

Ambos santos son esa mirada a nuestra vida. Pedro el discípulo que reconoce al Mesías, al ‘Hijo del hombre’ pero luego cae miserablemente en la “negación”. Con el dolor en el alma regresa a las redes, donde los gallos no cantan, pero Jesús le vuelve a hablar del amor y de apacientar las ovejas.

Pablo, fue el perseguidor perseguido también por el amor de Jesucristo. Las lagañas se desprendieron como un nuevo amanecer para el cristianismo. Y entonces, se convierte en un referente vertebral cuando comienzas a mirar una vida dedicada a la evangelización, a la vida pastoral. No existe parroquia ni plan pastoral que no considere sus cartas como inspiradoras de la vida cotidiana, incluidos los chismes, la gula, la lujuria, el amor, etc. 

La Crucifixión de Pedro, de Caravaggio,
lo representa con la cabeza hacia abajo,
de acuerdo con la tradición.
Entonces, ahora, tenemos a Pedro, la figura institucional, el Vicario de Cristo. El gran desafío del Obispo de Roma, ser como Pedro, sencillo, cercano, espontaneo, apasionado, capaz de avergonzarse de sus errores, incluso de dejarse crucificar de cabeza.

San Pablo y San pedro, aparecen dando la bienvenida al Vaticano. La basílica San Pedro encierra tantas historias, como la Basílica San Pablos en las afueras de Roma. Allí están, las imágenes de hombres rudos, curtidos, desafiantes, sencillos,... Las guerras, los incendios, y todo lo que quiere destruir lo que se relaciones con Dios no han podido contra ellos. 

Dos discípulos, que amaron la misión de anunciar al Maestro, al Salvador. Se cuenta en la tradición que Pablo fue apresado en Roma, donde murió decapitado durante las persecuciones de Nerón hacia el año 67 y fue enterrado en la via Ostiense de Roma. Y Pedro, fue Obispo de Roma, donde fue martirizado por Nerón en el circo de la colina vaticana, (entre el 64-67 d.C.) donde el emperador Constantino I el Grande mandó construir la gran basílica sobre su sepultura.

Homilía y Reflexión

Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

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