Joven Domingo, fundador de la Orden de Predicadores es entrevistado para un reportaje, la máquina de la imaginación en le tiempo.
Entrevista a Santo Domingo
Quisiera ser un reportero del cielo para entrevistar a Santo
Domingo de Guzmán y preguntarle muchas curiosidades de mi adolescente vida
religiosa. Este anhelo soberbio ya me pone en la nevera espiritual.
Como estamos en el plano de lo
hipotético no le preguntaría ¿si vuelves a esta tierra serías dominico? No, me
sentiría con esquizofrenia espiritual porque implicaría pasar por el escáner nuestro
carisma, quizá le causaría un dolor de cabeza o unas lágrimas en sus largas
noches desparramando su corazón orante con letanías de peticiones por los que a menudo abuzamos
de la misericordia de Dios.
Pero como los comunicadores
decimos que no queremos preguntar y de alguna manera terminamos planteando la
pregunta. Santo Domingo es una persona alegre y seguramente me mostraría el
ramillete de auténticos frailes, monjas, laicos, devotos y todos los que
admiran su carisma, su vida. Y con esperanza y mucha humildad me mostraría que
lo importante es vivir el evangelio, por algo a él se le llama “Varón
Evangélico”.
Me trae nostálgica imagen la figura de un joven pulcro, claro, generoso, consiente de los problemas reales y capaz de sentir y actuar, de vender sus carísimos y exclusivos libros de pergamino para responder a la áspera pobreza. Nostalgia, porque ese corazón oblato termina invadido, hoy, por los criterios del liberalismo económico. Comprendo al joven rico, a él porque tenía muchos bienes y poca generosidad, yo porque no tengo algo, mis tesoros pueden ser una lap top, un móvil, una cámara… pero igual existe tristeza porque el corazón no siempre reboza de solidaridad.
Sigo con la entrevista: ¿qué
significa hablar con Dios y de Dios? Ese joven aventurero se atreve a motivar a
sus hermanos para ser predicadores, función exclusiva de los obispos. Los
jóvenes no siempre somos imagen de novedad y compromiso, aunque algunos mayores
tampoco son signo de esperanza. Los jóvenes nos emocionamos para poner en la
palestra nuestro egocentrismo con aquello que hacemos, algunos hacemos muchas
cosas en nombre de Dios pero no con él.
En la germinación de la OP
sorprende que haya dispersado a sus pocos frailes. Yo haría un reporte desde el
cielo, como en exclusiva el secreto para dispersar la comunidad de
frailes, le seguiría pidiendo
explicaciones de la frase: “el trigo amontonado se pudre, hay que dispersarlo”.
No temió que los jóvenes malgastaran el presupuesto o abusaran de su libertad;
de crearse una cuenta o de que se enfermen y mueran. Sólo hombres de fe pueden
vivir de lo que Dios desparrama. Eran mendicantes, entonces vivían de limosnas
y no tenían maletas de 40 kilos ni una 4x4 para trasladarse. Firme en su
decisión en el Pentecostés de 1217 dispersó a sus hermanos españoles,
franceses, ingleses, incluso a su hermano Manés de Guzmán; los predicadores
deberían estudiar mejor en París y Bolonia, grandes focos culturales del
momento.
La entrevista podría seguir, por
ejemplo le preguntaría por qué le gustaba conversar con las mujeres jóvenes más
que con las mayores (casi lo entiendo). Cómo es que a su muerte dijo que era
mejor y más útil muerto que vivo. Dejar la posta y estar seguro de ser una
semilla multiplicadora es sólo de santos, casi podemos entresacar el sentido
del trigo que no se pudre pero que en la tierra germina.
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