Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielos (Mateo 8,5-11)



"De bien nacidos es ser agradecidos"

 (1 de diciembre 2014)
Cuando somos niños nos encanta hacerle rabiar a la mamá. Le pedimos chocolates, helados, juguetes; lo curioso es que no los aprovechamos, lo desperdiciamos. Crecemos y seguimos descontentos con la ropa, la comida y el rose social. Podemos llegar a los 40 años y seguimos necesitando que mamá nos cambien los pañales.
Tenemos a una persona que nos ame y seguimos con los berrinches. Las críticas, las insatisfacciones, los traumas y los conflictos internos nos pueden seguir convirtiendo en el niño ´malcriado´.




Así somos, Dios escogió un pueblo, le mostró su amor, su predilección, su misericordia. Sin embargo, el pueblo adoró a otros dioses, fue infiel, mentiroso, caprichoso que quería hacer que Dios trabaje a su antojo. Es tanta la ingratitud que terminarán matando al Hijo de Dios.
Las personas que no son agradecidas suelen tener baja autoestima y con mucha necesidad de reconocimiento, ven la felicidad en las altas esferas pero se dan cuenta a la vez que su perfil no va con ese contexto. Se muestran fáciles y disponibles, saben que hay utilización pero la prefieren porque el amor no les basta.
Pero no todo es ingratitud. Esta suele ser dura porque se siente en las personas más cercanas. Existen personas inesperadas, aparentemente lejanas, que reciben mejor el mensaje, llenan de esperanza, dan otro brillo a la vida. Jesús mismo al escuchar al Centurión sus palabras de fe lo ensalza y cura a su criado.
De las personas que esperas no siempre encuentras el apoyo. Los berrinches lo hacemos con las personas que nos aman. Esa es la tristeza, la ingratitud con las personas que nos aman. La obediencia y el agradecimiento parecen desaparecer de los hogares. Algunos se creen con derecho a que sus padres le sigan manteniendo, a que les sigan amando, acompañando, … Es bueno llevar a la santidad  a la otra persona pero no al martirio.

0 Comments