XIII Domingo del tiempo ordinario (B):«No temas; basta que tengas fe» Jesús cura a la hija de Jairo


¿Cómo enfrentas la muerte? 



Curación de la hemorroísa, de Veronés (ca. 1570).

 

XIII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)


El 2021 tiene más muertos que el 2020 a causa de COVID-19, ¿qué salió de control? En el mundo, de los casi 4 millones de muertos, 2 son focalizados en el continente Americano, seguidos por Europa, Asia y África. Es decir, con el COVID-19 estamos enfrentando la muerte, con desesperación, y hoy especialmente, lamentando nuestras desigualdades sociales. 




 Fuente: Statista2021



¿Sólo12 años para vivir? “Talitha, qum, Chiquilla, levántate.

 

Jairo sigue clamando la intervención de Dios para sanar a su hija. Un padre desesperado tiene la hidalguía de dirigirle la palabra al principal crítico del culto. El jefe del culto no tiene a Dios en sus manos, y confía en la mano de Jesús. No es aceptado, pero se dirige a quién tiene criterios distintos para sanar a los demás. Sólo Jesús puede hacerle ver que la muerte es sólo un sueño, un paso a la vida auténtica.

 

12 años muriendo. “Tu fe te ha salvado”.

La mujer sigue siendo marginada, tratada como culpable e impura. De seguro sigue muriendo en la India, en alguna favela de Brasil, en los andes y amazonas, etc. 

La mujer se está desangrando, va acabando su vida a causa de… la droga o de algunas dependencias, de las equivocaciones. 

 

Las mujeres que por “12 años” van muriendo víctimas de la violencia, de la trata de personas y otras formas crueles. Imagina que alguien te diga: “tengo COVID19” y en ese momento quieres escapar, eso es doloroso y peligroso. Pero si no tienes el virus y la gente huye de ti por prejuicios, es indigno.

 

Sin embargo, “no todo está perdido”, la esperanza se debe imponer al 12x12. ¿Qué puede perder un pobre si se le está acabando la vida? La mujer decide tocar el manto, va por un milagro, por algo mágico, pero primero debe confrontarse, face to face, con Jesús. Ella debe comprender que el milagro lo hace Jesús, no el manto, ni su energía positiva. 

 

Jesús va mirarla y hablarla: “Tu fe te ha salvado”, rompe con la pureza legal, para él es más importante hacer el bien, a la mujer o a la niña o al jefe del culto, o en sábado, o a cualquier impura o pecador. Es decir, la fe en Jesús sana. 

 

Percepciones fatalistas: “¿Para qué molestar al maestro?”

 

Un hombre jefe de sinagoga, una mujer “impura”. Él con dinero, ella sin dinero. Él con casa y lloronas, ella sin dinero y casi sin sangre. Ambos, desesperados y excluidos. Humanamente ya no pueden más con sus males. 

 

Él, Jairo, está rodeado por una visión fatalista de la muerte, agnóstica de la Palabra de Jesús, amigos fingidos que se burlan en su propia cara. Jesús les saca de la casa y va a sanar el dolor de las lágrimas auténticas de papá y mamá. Y como ‘enfermo que come no muere’ la niña debe ser alimentada por varios “12 años más” de vida.

 

Ella, sin nombre, invisible, apretujada, presunta “impura”. Los radares de Jesús van más allá de los brazos de la multitud, cura justo allá donde inicia el desangrado. Es una mujer curada hasta las venas, su corazón bombea de agradecimiento a los pies de Jesús. A los ojos de Jesús no puede ser anónima. ¿Quién me ha tocado?” Su experiencia fatalista acaba de darle varios “12 años mas” de vida. Ya Jesús no es un mago, es Dios que sana, más barato que un médico pero seguro más difícil de creerlo.


La chispa de la vida.

Después de 4 millones de muertos por COVID-19, por las guerras y por otras obras macabras, nuestra existencia sigue siendo iluminada, no minada. 


¡Levántate! La ternura de Jesús posiblemente la veas en los ‘ángeles’ que te acompañan en los momentos difíciles, no en los que cobran sus lágrimas.


Jairo sin hija podría morir de tristeza, la mujer sin sangre necesitaría una transfusión de eternidad. Hay algo fundamental, la fe les/las ha salvado, les ha liberado de los cultos legales y les ha introducido en la comprensión de: con Jesús se supera la muerte.

 

La palabra del papa Francisco

 

En el camino del Señor están admitidos todos: ninguno debe sentirse un intruso o uno que no tiene derecho. Para tener acceso a su corazón, al corazón de Jesús hay un solo requisito: sentirse necesitado de curación y confiarse a Él. Yo os pregunto: ¿Cada uno de vosotros se siente necesitado de curación? ¿De cualquier cosa, de cualquier pecado, de cualquier problema? Y, si siente esto, ¿tiene fe en Jesús? Son dos los requisitos para ser sanados, para tener acceso a su corazón: sentirse necesitados de curación y confiarse a Él. Jesús va a descubrir a estas personas entre la muchedumbre y les saca del anonimato, los libera del miedo de vivir y de atreverse. Lo hace con una mirada y con una palabra que los pone de nuevo en camino después de tantos sufrimientos y humillaciones. También nosotros estamos llamados a aprender y a imitar estas palabras que liberan y a estas miradas que restituyen, a quien está privado, las ganas de vivir. ÁNGELUS 1 de julio de 2018

 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 5, 21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente.
Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.


Curación de la hemorroísa, dVeronés (ca. 1570).

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