Sin ti


Sin ti

Sin ti no puedo ser lo que soy, sin ti no tendría ánimos para vivir, sin ti mi corazón sería un desierto, sin ti las mujeres no tendrían valor, sin ti no cuidara la vida, sin ti no miraría el futuro, sin ti tengo cero en personalidad. ¡Gracias mamá! Amigo lector, nunca escatimes el amor con tu madre, somos ramas que nos secamos sin ella.

“Para qué, si no es contigo” decía Juana con ternura, perdida interiormente. Se enamoró perdidamente y proyectaba tener hijos, formar una familia. Siente que le arrancan parte de su vida, prefiere morir porque el motivo de su vida ha decidido dejarlo.

Su corazón no deja de palpitar, siente que le falta algo, sus ojos parecen trasnochados, tantas horas sin comprender el por qué. Su alma está añicos. Ha bajado algunos kilos, siente secarse interiormente porque quién irrigaba y hacía germinar su corazón se ha ido.

Eso que le sucede a Juana con su amado no está tan lejos de nuestra experiencia. Cuando el tronco es el amor, las ramas se sostienen sin problemas. Si algo se ha roto, los pretextos que te secan sin piedad. Hasta que realmente cortas, sufres. Los hachazos o navajazos (doble filo) van dejando al tronco sin ramas, van desperdiciando la savia; el sol, el sereno, la helada se encargan de matar también al tronco.

Pero no todo está perdido. Interiormente queremos que todo tenga sentido. Necesitamos irrigar nuestra vida con agua fresca, abonarla, darle firmeza en la tierra. Si algo te está secando, de pronto no sea por falta de agua, o por falta de tierra. Los humanos somos tan libres que hasta nos herimos libremente, buscamos secarnos. Las ramas solo caben en su árbol, aunque hay plantas que crecen de las ramas.

En este día especialísimo, ninguna madre querrá que le arranquen el amor, los hijos, la tierra, las costumbres, el idioma, los proyectos,… Arrancarle una sola rama es casi un intento de muerte. Nunca arranquemos nada a nadie. Dios que es el amor, la vida, el camino, la verdad, luz del mundo, el buen pastor, el pan de vida, la vid verdadera actuará dándonos esa savia que de sentido a nuestra existencia, y mucho fruto para compartirlo con los demás.

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