Matrimonio para ser feliz

Domingo XXVII del tiempo ordinario – Ciclo B (Marcos 10, 2-16) 7 de octubre de 2012


“Los dos serán como una sola persona”


Hoy es la fiesta de nuestra Madre, la virgen del Rosario, ella tenía un hogar, un Hijo, tenía esposo y una gran misión: ayudar en la construcción del Reino. ¿Para qué casarse? Escucha, no juegues si no lo asumes como Jesús lo proyecta. En los textos sobre el matrimonio ha sido creado Por Dios para ser una comunidad de vida y de amor, para que los varones y las mujeres sean felices y colaboradores libres y responsables de la vida humana.
El matrimonio es un tema candente, no ha perdido el brillo a pesar de los tiempos, su actualidad, desde la creación. Moisés, según el contexto, concede la separación en determinadas circunstancias, como siempre la “criollada” hizo que vayan integrando otras normas para poder abandonar a su mujer. Jesús es abordado por los judíos con un caso que por la influencia de las escuelas (Hillel y Samay) deja una idea ambigua para abrir la ventana y dejar vacía a la casa, al hogar, a la primera sociedad. Jesús lo tiene claro y explica algo como “volver al primer amor”, a la escritura, lo cual impedirá la utilización egoísta por parte del varón o de la mujer.
La respuesta de Jesús cambiará la dirección de la historia, de su interpretación, “Los dos serán una sola carne”, una sola persona, es decir hay un reconocimiento a la dignidad y a la igualdad. Además a aquello que muchos recién casados olvidan: el deseo de plenitud. Más que infelices y abandonadas se procura una auténtica y genuina humanización y realización de los valores humanos.
El matrimonio también es como la cura a la soledad y a la insolidaridad. En este contexto se entiende la siguiente paradoja, la independencia total y la capacidad de hacer todo sin necesidad de nadie no es tanto una virtud, en la biblia es una de las peores maldiciones. Así se forma una familia, no un sirviente, ni un ayudante, ni dialogante, ni un indiferente,…
Por ello, el matrimonio es un lugar sagrado, un abandono de los progenitores, el abandono de uno mismo. Así, los familiares oran, hacen comentarios, ayudan a que cada día el matrimonio esté más fuerte; se pueden recibir muchas opiniones de los familiares más íntimos, pero la decisión de “los dos en una sola carne” es sagrada. Una suegra puede mostrar sus oscuras intenciones queriendo influir en todo en el hogar, quitándole tribuna y decisión al esposo o esposa. El abandono es el paso a la libertad, al encuentro con el amor, a ser la imagen del amor de Jesús a su iglesia.
En el análisis del texto hay una relación con los niños; en tiempo de Jesús, por la natalidad de los judíos también, pero en el sentido de limpieza, por ello, Jesús les concede mayor dignidad. Nuestra Madre del Rosario nos dice: “Familia que reza unida…” “Familia feliz y bendecida”

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