La Sagrada Familia. C.


“Hijo mío, 
¿por qué nos has hecho esto?”


Sagrada Familia – Ciclo C (Lucas 2, 41-52) 30 de diciembre de 2018

Homilía, Reflexión


Ubícate en tu familia, como hijo, o como esposo o como padre. De manera especial puedes hacerlo como esposa o como madre. Si gustas puedes retroceder un poco en tu historia, hasta tu adolescencia o niñez, cuando tus padres estaban pendientes de tus necesidades.

La vida no es una fantasía aunque puedes vivirla fantásticamente. La Familia Sagrada no es la que vive en la nube de lo indiferente, allá donde ya no hay problemas. La Familia Sagrada experimenta la realidad de las enfermedades y conflictos.

En este contexto, quiero reflexionar sobre dos aspectos necesarios para la familia: la confianza en Dios y la inteligencia espiritual para convivir.

Homilía, Reflexión


1.    La confianza en Dios. Crecer en gracia.

María y José tienen escuela con las palabras del ángel Gabriel: “No temas el Señor está contigo”. Una familia que está con Dios puede superar todos los miedos. 
A los 8 días presentan a Jesús en el templo con una ofrenda paupérrima, con palabras de Simeón, el anciano que expresó con los huesos: “ahora Señor puedes dejar a tu siervo irse en paz” (Nunc dimittis); y con las palabras de Ana, aquella anciana profetiza: “una espada atravesará tu corazón”. Sí, la ternura y el misterio del corazón de la Virgen María.

Solían peregrinar cada año a Jerusalén en pascua. Es la familia peregrina que fue migrante en Egipto, observante de las normas judías. Familia guiada por los maestros y sacerdotes. Son parte de las familias peregrinas ansiosas de un símbolo de pureza, de encontrarse con lo sagrado.
Es una familia con claridad espiritual, con una fe puesta en las manos de Dios.

Homilía, Reflexión


2. Inteligencia espiritual para convivir. Inteligencia y estatura.

Sólo imagínate las situaciones que vivió la sagrada familia. Resulta que María está embarazada y José se quiere divorciar en secreto. Jóvenes inespertos  Embarazada, pobre y forastera no tenía donde parir. María y José debieron caminar tres días sudados de angustia y pavor ante la desaparición de su hijo. ¿Tendrían la típica discusión de esposos sobre quién es el culpable de que Jesús haya desaparecido? ¿Discutieron sus roles de papá o mamá? Otra vez ¿nadie les quiso ayudar en la búsqueda?.
Su hijo va creciendo y sus palabras suelen ser una bomba que necesita mucha capacidad mental: “mi padre y mi madre son los que escucha la palabra de Dios y la cumplen”, “–¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?”. “He venido a poner al hombre contra su padre, la hija contra su madre…”(Mt. 10 34ss) “Si alguno me sigue y no aborrece a su padre y a su madre…” (Lc. 14,26).  Aunque visto desde nuestra lectura, María y José, eran ensalzados, en su momento debió herir susceptibilidades.

A María, viuda, le diran que su hijo es loco porque se cree Dios, no podrá hacer nada cuando lo juzgan, lo azotan, lo crucifican, la recibe en sus brazos al pie de la cruz (La piedad).

Podemos seguir enumerando escenas de la vida de la sagrada familia. Lo más importante es que Jesús va creciendo en estatura y en inteligencia, en gracia; obvio con el gran ejemplo de su hogar.
Es una familia que no está al margen de los grandes problemas. Es una familia que con inteligencia espiritual y emocional saben resolver los conflictos.

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Si te sirve de algo, puedes preguntar si en tu familia existen estos dos elementos: la confianza en Dios y la inteligencia espiritual para convivir. El adolescente Jesús, a los 13 años ya estaba discutiendo con doctores de la ley, es decir, tenía tema importante para hablar.


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 2, 41-52


Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre, y cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas: todos los que le oían, quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
–Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.
El les contestó:
–¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
El bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.


Homilía, Reflexión

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