III Domingo de Pascua (c): Muchachos, ¿Tienen pescado? La pesca milagrosa

“Muchachos, ¿tienen pescado?”

Jesús te abordara cualquier amanecer y ojalá con pan y pescado, no temas, “es el Senor”, el te dirá por donde echar la red, disfruta cada desayuno eucarístico.


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Vamos al desayuno ecológico integral

III Domingo de Pascua
Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)

En un articulo anterior me apasioné y dije que si yo fuera el resucitado me iría a buscar a Pilato, a Barrabás, protestaría ante el Sanedrín, etc. Sin embargo, esto es vanidad, Jesús se presenta a sus discípulos para reconfortarles en la carencia de pan y de pescado. Imagina la cara de Pedro, se sintió descubierto y “trágame mar”, queda desnudo y quiere negarse otra vez a mirar y escuchar las preguntas de Jesús, las cuales hoy son tres confesiones de amor y acción para todo misionero, cristiano.


Jesús se presenta en el lago Titicaca, en el rio Amazonas, en el Tíber, en el mar Caspio, en el Lago Superior, el Victoria, el Huron, el Michigan, etc. Si, se presenta para preguntar: ¿“muchachos, tienen algo para comer”?


Nadie sembró los peces en los mares, pero la cosecha abusiva hace que los pobres respondan: “no hemos pescado nada toda la noche”. Esa riqueza natural en el 70 % de la superficie de nuestro planeta no tiene fronteras para la contaminación, por ello no debería tenerlas para la recuperación. 


La biodiversidad fertilizada por el agua tiene mayores resonancias que la capitalización globalizada de la contaminación, el problema es que quienes sufren de inmediato son los mas pobres. En esos lugares, donde el estado no llega porque no le interesa, algunos misioneros alzan sus voces, a veces tristes lavando sus redes a orillas del lago, ante la deforestación, contaminación, corrupción, etc.
 

En este sentido, del 6 al 27 de octubre (2019) se reunirá La Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, con una convicción: “Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”. Cual será su resonancia, Jesús quizá no vaya a buscar al Emperador abusivo, sino a Pedro y todos sus discípulos para seguir la misión del cuidado de la casa común.

“Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”. Es decir conversión, eso que a los inversionistas no les interesa mucho, pero escucharán y leerán. 

Estamos al nivel ético ecológico de no dejar las redes, las ganancias, la bolsa, por un Crucificado; ojo, o mejor, dejar las redes por el Resucitado. Jesús te abordara cualquier amanecer y ojalá con pan y pescado, no temas, “es el Senor”, el te dirá por donde echar la red, disfruta cada desayuno eucarístico, comparte con tus hermanos y hermanas la brasa del fuego pascual, pues los nuevos caminos no son inmediatos ni fáciles, así lo testimonian los profetas de la biblia y los de la tradición cristiana.



homilía
Reflexión



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Lectura del santo Evangelio según San Juan 21, 1-19

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:

Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.

Simón Pedro les dice:
–Me voy a pescar.
Ellos contestaban:
–Vamos también nosotros contigo.
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
–Muchachos, ¿tenéis pescado?
Ellos contestaron:
–No.
El les dice:
–Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro:
–Es el Señor.
Al oir que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:
–Traed de los peces que acabáis de coger.
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
–Vamos, almorzad.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer dice Jesús a Simón Pedro:
–Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?
El le contestó:
–Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dice:
–Apacienta mis corderos.
Por segunda vez le pregunta:
–Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
El le contesta:
–Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
El le dice:
–Pastorea mis ovejas.
Por tercera vez le pregunta:
–Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó:
–Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.
Jesús le dice:
–Apacienta mis ovejas.
Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras. 
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. 
Dicho esto, añadió: 
–Sígueme.




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